La Confirmación, asunto complicado. La celebración del sacramento.
Antes de comenzar con este tema, quiero excluir cualquier apariencia de pesimismo o ligereza. La verdad es que en todas nuestras parroquias, también en los Colegios católicos, existe un interés extraordinario en torno al sacramento de la Confirmación. Una atención compartida por los sacerdotes, los catequistas, las familias y los propios jóvenes. Podrá haber deficiencias. Pero el dato central es enormemente positivo. No es fácil mantener alrededor de las parroquias a tantos jóvenes en esas edades tan difíciles y tan decisivas para el conjunto de la vida. Parece que las cifras de los niños y jóvenes que reciben el sacramento están descendiendo, pero aun así contamos con una hermosa oportunidad de evangelización y formación de muchos jóvenes.
La celebración del sacramento de la Confirmación sigue siendo objetivo central en la actividad pastoral de la mayoría de las parroquias, y en la vida de los mismos chicos y chicas que se preparan para recibirla. Incluso podríamos preguntarnos si el interés y el esfuerzo que se despliega en torno al sacramento de la Confirmación no es desproporcionado en relación con lo que hacemos en torno a otros sacramentos por lo menos tan importantes o más, como pueden ser el Bautismo, la Eucaristía, el Matrimonio o el mismo sacramento de la penitencia y del perdón.
En realidad lo que hacemos en torno a este sacramento forma parte de algo tan importante como la iniciación cristiana, que tiene que ser, en nuestra tierra, el capítulo central de la evangelización. Pero el criterio fundamental para juzgar el acierto de las celebraciones son los frutos. Por eso tenemos que preguntarnos ¿cuáles son las consecuencias reales de estas celebraciones en la vida de nuestros jóvenes? En España confirmamos varios miles de jóvenes cada año. Justo es que nos preguntemos qué estilo y qué grado de vida cristiana llevan los recién confirmados en los años que siguen al de su Confirmación..