Primeras Comuniones por primera vez

Ushetu, Tanzania, 19 de diciembre de 2015.

Hablar de “primeras comuniones por primera vez”, parecería algo muy raro. Sin embargo, es así, y les explico cómo es esto, que también yo he quedado sorprendido.

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Nosotros venimos de sociedades donde hablar de “primeras comuniones” es muy común, y nos resulta extraño que en un lugar donde hay un gran número de cristianos no se celebre. En toda parroquia figura en el calendario del año la celebración de las primeras comuniones, como una de las actividades importantes y fuertes del año, y que lleva trabajo y preparación, sobre todo si se quiere que sea una verdadera fiesta espiritual, no centrada en las superficialidades que la suelen rodear. Trabajo este muy propio del sacerdote, el de dar a esta celebración el tono espiritual.

Pero resulta que en lo que he podido ir comprendiendo y dándome cuenta, luego de entender un poco más de swahili, y entrar en el manejo parroquial, con la experiencia del primer año… y casi llegando al segundo, es que no se celebraban “primeras comuniones” como tales. Es decir, los fieles reciben la comunión por primera vez, pero nunca se destacaba la importancia de eso. En el caso de los catecúmenos adultos que recibían el bautismo, en la misma Misa reciben la Eucaristía, y tal vez otros sacramentos como el matrimonio y la confirmación. Por eso recibir a Cristo Eucaristía por vez primera, quedaba eclipsado con las demás cosas. En el caso de los niños, muchas veces recibían el bautismo y la comunión juntos. Y se repetía lo mismo que en el caso anterior, que se daba más realce al bautismo.

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Pero la diferencia comenzaba a notarla especialmente en los casos de niños que habían sido bautizados de pequeñitos, y luego cuando asistían al catecismo, estaban listos para recibir la primera comunión. En este caso, no se hacía nada de especial. En la mayoría de las aldeas aprovechaban el día que el misionero iba para bautismos, Misas de bendición de los frutos, o lo que sea. Sobre todo porque el sacerdote no va muy seguido a esas aldeas. Me presentaban los chicos antes de la misa, para que los confesara y luego en la capilla, sin ningún tipo de adorno ni nada, ni de mención especial, los chicos participaban de la Misa como todos, entremezclados en el pueblo fiel, y muchas veces sentados en el piso de tierra. Luego de recibir esa comunión, a veces estaban rodeados de otros chicos, y por ende las distracciones en un momento tan importante. Venían vestidos como siempre, y así, como si nada, luego de la Misa retornaban a sus casas, donde la vida seguía su rumbo normal y cotidiano.

Cuando pude percibir esto en un par de aldeas, me dio mucha tristeza. Sobre todo porque me acordaba de mi primera comunión, que me llenó de alegría, y fue uno de los días más importantes de mi vida. Deseaba que estos chicos pudieran tener algo parecido, sobre todo poder prepararse mejor, y captar la importancia de este acto, ¡recibir a Cristo en la Eucaristía por primera vez! Estar en contacto con el Santísimo Sacramento, confesarse, esperar emocionados la visita de Cristo a sus almas, y finalmente guardar un bello recuerdo de esa jornada que dure para toda la vida.

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Así pensé que lo mejor sería organizar esta fiesta juntando a los niños en alguna aldea, y allí hacer una fiesta mejor, porque hay aldeas que son muy pequeñas. Ya les he contado, pero debo repetirlo para los nuevos lectores, que las aldeas que tenemos, se agrupan en “centros”, y esos “centros” conforman la parroquia. Contamos con siete centros que agrupan las cuarenta y ocho aldeas. Así comenzamos la gran prueba de organizar las primeras comuniones por centros, pero como les digo era todo un desafío de organización: reunión con catequistas y líderes, examen y confesión de los niños, y finalmente la celebración misma. Es decir que por cada centro, necesito tener tres viajes… esto me llevará muchos meses hasta finalizarlo.

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La experiencia comenzó en nuestro propio centro, donde tenemos el centro de la misión, porque sería más fácil, y en parte sería un modelo para las demás aldeas. Una de las novedades fue que les había repartido registros de asistencias a los catequistas. Muchos de ellos nunca habían tenido ni lista de los alumnos. Es decir que los conocían de vista, porque eran de la aldea, y a veces venían y a veces no, pero eso nunca importaba demasiado. La otra cosa fue que intentamos que puedan venir, en la medida de lo posible, con vestido blanco las niñas y camisa blanca en el caso de los varones. Esto lo pensaba en orden a que vean lo importante de esto, que no es un acto de todos los días. Me animé a esto confiado en la sencillez de mis feligreses, que no suelen reparar tanto en la vanidad y frivolidad de estas cosas. Lo del vestido blanco se logró casi perfectamente, lo de la camisa blanca no tanto, es decir, era una camisa que intentaba ser blanca, o que había sido blanca. En muchos casos eran vestidos remendados, casi ninguno nuevo, muchos pedidos de prestado. Los calzados, no combinaban, así que la mayoría, sobre todo en el caso de las niñas, optaron por estar descalzas toda la ceremonia.

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Debo dar gracias a Dios que ha bendecido mucho más de lo que yo pensaba todo esto. Se han visto muy contentos todos los niños con “su” fiesta, y la gente grande muy feliz de ver esto, y entender ellos también la importancia de este acto. Me ayudó a hacerles una catequesis a todos, también a los grandes, sobre la comunión. Incluso enseñarles a comulgar con respeto y devoción, haciendo la práctica en la iglesia, y todos los adultos no se perdían movimiento. Y luego los vi pasar a muchos de ellos, mas recogidos y devotos que de costumbre.

La primera vez que celebramos primeras comuniones como tales, fue en nuestra iglesia parroquial, y el pensar esto me llenó de gozo. Estuve muy emocionado desde temprano, y casi no pude aguantar la emoción al ver la larga de fila de niños y niñas en la procesión de entrada con las manos juntas, y ante la mirada de todos. En el momento del sermón se desató un tremendo aguacero, y el techo de chapas nos impedía casi totalmente escuchar. Yo literalmente gritaba ante el micrófono y mi voz luchaba contra el ruido de la tormenta. Me causó un poco de gracia y me sonreía por momentos, al pensar que eran como los rugidos del infierno, mostrando su descontento ante la primera vez que hacíamos una hermosa fiesta de primeras comuniones, y nada menos que en el día de la Inmaculada Concepción. Luego de la Santa Misa, todo estaba preparado en el salón parroquial para que festejemos todos juntos, y nadie llegue a su casa y encuentre que hasta puede ser que no tenga qué comer. Fue comida de fiesta, luego canciones del coro, de las niñas, y entrega de recuerdos para todos.

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Muchos adultos se me acercaron para agradecer la iniciativa, y yo me sorprendía, de pensar que esto es algo tan antiguo y que no estamos inventando la pólvora… pero en estos lugares, estamos en los comienzos todavía.

Primeras Comuniones en Nyamilangano

Hoy fue la segunda experiencia, y también fue hermosa. Lo preparamos en el centro de Nyamilangano, a 20 km del centro de la misión. No es lejos, y está sobre el camino principal que es el que nos lleva a la ciudad. Pero el tiempo de lluvias nos dio una sorpresa, justo hoy, el día de la Misa de Primeras Comuniones. Yo había podido hacer los dos viajes anteriores sin dificultad, pero hoy que era la ceremonia, en una parte del camino llegó mucha agua y se llevó una porción considerable.

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Llegamos al lugar junto con el P. Víctor, dos monaguillos, y cinco niñas que debían ir a la Misa en esa aldea. Delante nuestro vimos una pala mecánica, trabajando para sacar del barro unos vehículos que se habían quedado atascados. Luego de esperar allí cerca de una hora, fuimos a mirar un poco más adelante del lugar donde estaban en esta faena, y pudimos ver que faltaba una buena parte del camino. Para peor, lo rellenaban con tierra blanda, y el barro seguía en aumento.

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Por suerte no llovía, y eso era algo muy positivo. Pero calculamos que el tiempo para pasar podía ser un poco largo. Deliberamos con el P. Víctor, y decidimos que yo pasara caminando por el barro, con el equipo mínimo de Misa en una mochila, y comenzara a caminar hasta encontrar alguna motocicleta que me llevara, así no atrasábamos tanto la Misa. Junto conmigo vendrían las niñas que debían estar en la ceremonia, y los monaguillos se quedaban a acompañarlo al P. Víctor hasta que pudiera pasar, o volverse en caso de ser imposible.

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Llevaba para obsequiar a los cuarenta y siete de la primera comunión, unas Biblias para los niños en swahili, medallas y estampas. Decidí llevar conmigo sólo las medallas y estampas, por el peso, y por el lugar de que disponía. Pero allí las niñas me preguntaron si los libros eran para los chicos de la primera comunión, y como les dije que sí, me responden: “las llevamos nosotras, no las deje”. “Pero tal vez tenemos que caminar varios kilómetros”, les digo. Y no hicieron caso en absoluto, cosa que me alegró mucho el verlas así de dispuestas. Nos arremangamos, y pasamos chapoteando un poco de barro. Del otro lado, a caminar. Fue una caminata muy amena y tranquila… me alegró mucho poder hacerlo. Las chicas iban cantando, y ni siquiera me dejaban llevar la mochila de la Misa. El día nos ayudaba, porque estaba nublado y fresco.

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Luego de unos cinco kilómetros nomás, llegó el buen samaritano en moto, que ofreció llevarme a la iglesia, donde pediríamos que vengan a buscar a las niñas, mientras yo ya daba inicio a la Misa. Increíble encontrar a todos esperando con mucha paciencia. No sabían nada de nosotros, porque en el lugar del problema no había ningún tipo de comunicación por celulares. Empecé la Misa con tres horas de atraso. Pero todo fue como en las primeras comuniones anteriores, muy lindo, y bien participado. Luego del sermón ya habían llegado las niñas, el P. Víctor y los monaguillos.

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Los líderes habían preparado todo muy bien, una buena fiesta. Los chicos se los veía muy contentos, y expresando su felicidad en todo momento. Luego de algunos cantos del coro, las niñas que me habían acompañado eran las que dirigían los cantos de los niños, y hasta una pequeña obrita de teatro muy divertida que arrancó las carcajadas del público infantil. Ése era el motivo por el que ellas debían ir, no porque recibieran la primera comunión… y me llamó más la atención del gesto de cargar con los obsequios de los otros niños. Durante la comida muchas veces los líderes y catequistas agradecieron por esto, diciendo que estaba muy bien la decisión, que era muy bueno el fruto que se veía y la satisfacción en todos.

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He tomado unas fotos de algunas de las niñas que luego de los festejos regresaban a sus casas… caminando entre los sembrados con sus vestidos de primera comunión, parecía un cuadro de ensueño. A la distancia saludaban con sus manos y sus sonrisotas tan francas. Imagen que me queda grabada en la memoria, y me quedará por mucho tiempo. Niños que regresan a sus casas, a sus aldeas, caminando con sus calzados en una mano, los regalos en la otra, y Cristo Eucaristía en el alma.

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Espero que realmente haya sido un día en el paraíso para estos chicos… Como recordaba Santa Teresita sobre su primera comunión: ¡Qué inefables recuerdos han dejado en mi alma hasta los más pequeños detalles de esta jornada de cielo…! ¡Qué dulce fue el primer beso de Jesús a mi alma…!

Al menos, para mí lo ha sido: una jornada de cielo.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano, IVE.

10 comentarios

  
maria
Bendiciones Feliz año nuevo..
02/01/16 3:30 PM
  
antonio
Que Dios lo bendiga padre y lo haga con la Iglesia,es muy hermoso ver el respeto, la Devoción de esos niños frente al Señor.

Que la Santisima Virgen lo bendiga y lo haga con la Iglesia.
02/01/16 7:54 PM
  
ulises
Hermosa nota...se siente su Reino..me encanto..que Dios les bendiga!
03/01/16 12:10 AM
  
Lucía Martínez
Gracias, Padre. ¡En verdad celestial!
Saludos desde Colombia al padre Victor y al padre Johntin. (Que esperamos esté ya mejor de salud.)
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Gracias Lucía: Feliz Navidad y nuestros deseeos de un año lleno de bendiciones de Dios para Ud. y todos sus seres queridos. Le cuento que el P. Johntin no está todavía con nosotros. La invito a leer el anterior post en donde contaba un poquito del estado de salud del padre y donde se encunetra en este moento, así de esa manera nos seguirá ayudadndo con sus oraciones como lo está haciendo hasta ahora. Dios la bendiga. P. Diego.
03/01/16 1:17 AM
  
Tony de New York
Que bellas fotos. El CRISTIANO tiene que demostrar la FELICIDAD que da DIOS.

DIOS los bendiga!!!
03/01/16 2:36 PM
  
Víctor Guillén Ulate
Padre, la felicidad verdadera está en nuestro corazón y nuestra alma.Usted debe estar, con mucho mérito y razón, exultante de alegría, bendito DIOS que le ha permitido disfrutar de estos hermosos y gratificantes momentos. Un abrazo y muchas bendiciones desde Costa Rica!!
03/01/16 8:00 PM
  
Galsuinda
Muchas gracias. ¡Cómo ensancha el corazón leer cada una de sus entradas!
03/01/16 9:59 PM
  
Marta
¡Gracias, padre, por hacernos partícipes de sus experiencias y emociones!
Estas anécdotas nos ayudan a valorar lo que hemos recibido.
¡Qué lindas fotos!
Prometo mis oraciones por esos niños, para que no pierdan a Jesús de sus almas inocentes y, como siempre, por ustedes.
¡Gracias!


05/01/16 4:27 PM
  
Gregory
Noticias como esta no abundan porque en el argot periodístico no son noticia sino trivialidades, cosas que no valen la pena. Las noticias y reflexiones pesimistas y amargas parecen vender y gustar mucho más pero por mi parte les felicito que Dios los bendiga.
07/01/16 6:09 PM
  
FERNANDA PUIG
Con sus cronicas es como estar viviendo cada momento q relata,Gracias Padre Diego!Que Dios bendiga a esa maravillosa mision!Jesús Glorioso parte para Roma ahora y si me la prestan unos días tal vez podamos llegar a visitarlos como espero siempre q se de el momento
Q Dios los bendiga a todos!
10/01/16 3:42 AM

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