Un pisotón bien dado
Ushetu, Tanzania, 5 de noviembre de 2015
Aunque tenía el plan de contarles algunas otras cosas, me veo obligado a comenzar con lo que pude ver hoy.
Se ve que le pisotón estuvo bien dado. Y me refiero al pisontón al diablo… tal vez recuerden una crónica del año pasado. Sino, les refresco la memoria con un resumen. El año pasado fuimos a una aldea, Hendya,
que como particularidad tenía en primer lugar que el catequista no estaba casado por iglesia, y no había querido casarse por iglesia, cuando varios de los otros catequistas lo hicieron. Después de un tiempo aceptó, y se casaron sin ceremonia especial, y sin nada de fiesta, aquí en la iglesia principal. Eso fue el inicio de la solución en esa aldea, que había estado un par de meses, casi un año, sin catequista.Luego esa aldea tuvo la desgracia de tener malos líderes, y esto porque comenzaron dos veces a construir la iglesia, y las paredes se cayeron. Entonces no tuvieron mejor idea que llamar a un brujo, para que haga algún rito, nada menos que en la futura capilla. Cuando nos enteramos, lo primero fue cambiar a los líderes, y luego ir allá, hacer una Misa, y bendecir la capilla. Cuando fuimos, habían pocos fieles, rezamos debajo de un gran árbol que está delante de la construcción, y tuvimos que poner el auto de tal manera que no se escucharan a los borrachos que estaban tomando en el barcito cercano. Luego de la misa hicimos la bendición, y enterramos en el lugar del altar una medalla de la Virgen y una estampa con reliquia de San Juan Pablo II. Como corona, hicimos el bailecito del “Pisotear al diablo… y moler al diablo".
Hoy quedé sorprendido… porque al llegar no podía reconocer la capilla, que el año pasado sólo tenía construidas las paredes. Ya desde lejos se veía una gran construcción, y con techo nuevo. Y lo mejor, no sólo eran los ladrillos de barro, sino los ladrillos vivos, los fieles. Eran muchos más que la vez anterior, hace un año. Habían muchos hombres, que ocupaban tres bancos de adelante, y cantaban con mucha fuerza. Esto suele ser muy diferente, en algunas aldeas sólo asisten mujeres, o muy pocos hombres. Hoy confesé media hora antes de la Misa, hicimos siete bautismos, y bendijimos las semillas para plantar.
Todos se acordaban perfectamente de la Misa del año pasado, y de que pusimos la medalla y la reliquia allí. Estaban muy contentos, y yo más que ellos. Es una alegría ver que en algunos lugares, a pesar de que sólo lleguemos una vez al año, se vean estos progresos. Da mucho ánimo para seguir trabajando, mas allá de las dificultades, y de que en otras aldeas sea un poco difícil. Hoy leímos en la liturgia la parábola de la oveja perdida… y recordaba eso cuando recorríamos esos senderos en medio del bosque… buscando la aldea de Hendya, en medio de la espesura del follaje de este tiempo de lluvias y los campos cultivados.
Y la alegría del que la encuentra, que dice en el evangelio, es tal cual. Por eso no puedo dejar de contarles, porque… “una vez hallada, la pone alegre sobre sus hombros, y vuelto a casa convoca a los amigos y vecinos, diciéndoles: Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja perdida. Yo os digo que en el cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia que por noventa y nueve justos que no necesitan de penitencia" (Lc. 10,5-7).
¡Firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE.
3 comentarios
Se ve que están sembrando con esfuerzo y perseverancia. Y sobretodo, se ve que el Señor va con ustedes firmemente en la brecha.
Qué alegría.
Bendito sea Dios.
de superar respetos humanos y cobardías y ser capaces de expresar
a todo prójimo nuestro destino eterno y esperanza del Reino.
Señor yo creo, pero aumenta mi fe.
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