El grano de mostaza

Ushetu, Tanzania, 28 de octubre de 2015.

El día de ayer vi un ejemplo concreto del evangelio del día… del “el grano de mostaza” y “el poco de levadura”. Luego de la Misa en el centro de la misión, en casa, después de repartir algunos trabajos a los obreros que están haciendo trabajos de ampliación de la sacristía, salimos junto con Filipo hacia Ibambala.

Allí nos esperaban para la celebración de Misa de matrimonio de una joven pareja. El novio era un catecúmeno, que recibió el bautismo y el nombre de Yohane, Juan. Ambos, Yohane y Bernardeta, luego de casarse recibieron la confirmación.

Luego de la Misa nos invitaron al catequista Filipo y a mí a comer, junto con los líderes de la aldea, en la casa del catequista del lugar, Edward. La casa está en frente de la capilla, apenas cruzando el camino. Mientras tanto los novios y padrinos esperaban en la capilla. Esto lo suelen hacer así por varias razones, una de las cuales es que mientras los novios esperan, para que yo los lleve en el auto hasta la casa, el resto de la gente, que estuvieron en la ceremonia, puedan comenzar a caminar hacia la casa donde se realiza la fiesta… que en este caso debían andar cerca de cinco kilómetros. De paso que les gusta que los lleve en el auto, es todo un honor para ellos, y parte de la ceremonia de festejo.

Cuando nos subimos al vehículo, son muchos los que quieren sumarse para ahorrar la caminata, pero evidentemente que hay un límite de espacio. Yo los dejo que se apretujen todo lo que quieran, porque  total el viaje no es muy largo. Se reían que les decía que íbamos "como pollos para el mercado". En el camino pasamos por unas "ruinas" de una casa construida de piedras. Verdaderamente extraño, porque no hay muchas "ruinas" por estos lados, ya que siempre el modo de construcción es con materiales que no perduran. En este caso nos decía Filipo que se trata de la casa del Rey de Uhetu, que vendría a ser como un cacique que había vivido hace tiempo, y su casa era una construcción de piedra. Junto a la casa, unas piedras dispuestas en forma de círculo, marcan el lugar donde está enterrado.

Allí me acordé de lo que había aprendido en la escuela de swahili, cuando nos daban clases de inculturación, cuando nos contaron del modo de enterrar que tenían los sukumas. En el caso del rey, cuando moría, no se lo enterraba sólo, sino junto con otros, a quienes los enterraban vivos. Luego de la muerte del rey, carneaban una vaca y con el cuero fresco lo envolvían al finado, pero de tal manera que quedaba sentado. Así cuando el cuero se endurecía, quedaba en esa posición. Cavaban un sepulcro en forma de círculo, donde ponían el cuerpo del rey. A todo esto, nadie decía que había muerto el rey, de tal manera que cuando pasaba alguien, algún amigo del rey, lo llamaban… y era el destinado a "acompañarlo", o a veces eran dos. Junto a este o estos, también ponían un soldado de la guardia del rey, y finalmente una joven muchacha. A todos los sentaban dentro del sepulcro, y durante uno o dos días comían junto al finado rey, como si fuera comida de fiesta. Luego de esto, tristemente lo cuento, enterraban a todos juntos.

Por eso ayer cuando conté eso que aprendí, para ver si era cierto, Filipo lo confirmó, y el resto de los que iban en el vehículo se sorprendieron. Todos daban gracias que ya esas costumbres paganas hayan terminado, y el bien que significa haber cambiado de costumbres y recibir la fe, que ayudó a abandonar algo tan cruel.

Bien, luego de pasar por allí, continuamos nuestro viaje, hasta llegar a la casa de la fiesta. Había mucha gente, música y mucho clima de festejo. La mayoría de los que son de otra religión, o que son paganos, van directamente a la casa de la fiesta. Allí llegamos con los novios, y siempre al padre, catequistas y líderes, nos tratan con mucha deferencia.

Luego de entrar en la tienda, que es parte del rito, nos hacen pasar a una habitación de la casa para darnos algo de comer. Les explicamos que ya habíamos comido, así que aceptábamos algunas sodas, nada más. Y aquí sucedió algo que me gustó mucho, porque vino el papá de Bernardeta, el dueño de casa, a acompañarnos y charlar un rato mientras el resto de los invitados estaba afuera esperando el momento de la comida.

Joseph Faidha Paulo, que así se llama el anfitrión, comenzó a contarnos con gran entusiasmo y detalle la historia de su clan, o familia. Así nos dijo que su bisabuelo había sido pagano con todas las letras, "no sabía ni para qué vivía", nos dice. Nos dijo que vivió 147 años, un dato del que dudamos un poco… o capaz que habrá querido decir que murió en el ’47, me imagino. En fin que cuando ya veía que llegaban al fin sus días, dejó de comer y sólo tomaba agua, por una semana hizo así. Luego dejó de tomar agua, pero al tercer día, ya previniendo la muerte, pide que traigan un sacerdote misionero, porque quiere que lo bauticen. Fueron en búsqueda de un padre hasta una parroquia a la que pertenecía en aquél tiempo esa aldea, en Bulungwa. Vino el sacerdote, le administró todos los sacramentos, y a los pocos días murió como cristiano. La esposa, vivió unos años más, y cuando en un tiempo se sentía morir, también pidió el bautismo, para morir como su esposo. Recibió los sacramentos, y murió luego de dos años. Así hicieron también sus hijos, los abuelos de quien contaba la historia, pidiendo el bautismo In artículo mortis, lo mismo que sus padres. Fue así que él se dijo, "no, yo no voy a esperar a estar en peligro de muerte, mi familia ya es católica". Pidió el bautismo, y luego de una enseñanza breve, como era en aquél tiempo de primer evangelización, recibió bautismo, confirmación, matrimonio, todo.

Ahora Joseph nos contaba que cuando vino este jovencito a pedir la mano de su hija Bernardeta, él le dijo, que si era pagano y quería casarse con su hija debía recibir catecismo y bautizarse. "No quiero que volvamos atrás", dijo, "antes éramos paganos, y no quiero que mis hijos vuelvan al paganismo". Este joven expresó que verdaderamente quería casarse con Bernardeta, ya que aceptó hacer el catecumenado, y ayer se casaron por iglesia, con todas las de la ley, como les contaba. Joseph Faidha tiene siete hijos, y quiere que todos se casen bien, por iglesia.

Pensaba que a esto se referían las palabras de Cristo, del "grano de mostaza", que llega a ser un árbol, con ramas, donde las aves del cielo vienen a anidar… O ese poco de levadura, que fermenta toda la masa. Pensar que todo comenzó con la predicación de algún misionero, luego el bisabuelo que pidió el bautismo antes de morir, y luego esa semilla de mostaza ha ido creciendo de una generación a otra. Yo recordaba las historias que les he contado, y que recordarán, del viejo Mashilamba, o de Joseph Mataba, y tantos otros. Acá seguimos plantando esa semilla de mostaza, con la esperanza de que esto se convierta en un bosque lleno de vida.

Hoy leí estas palabras de un gran apóstol de África, el Beato Carlos de Foucauld: ”Rece para que ese átomo que soy yo, realice, entre esos millones de almas que no han oído hablar nunca de Jesús, la obra para la cual me ha enviado".

Recemos por todos los misioneros, para que no nos cansemos nunca de sembrar, a diestra y siniestra, al voleo, generosamente.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano, IVE.