"Más le valiera a ese hombre no haber nacido"
Queridos lectores, la primera vez que, hace muchos años, leí las palabras del Evangelio de San Mateo que encabezan este post, recuerdo que me causaron una impresión profundísima. No es para menos… Por lo que significan y por Quién las dijo. Reproduzcamos íntegro el versículo que las contiene:
“El Hijo del Hombre se va, como está escrito de Él; pero ¡Ay de aquél por quien el Hijo del Hombre será entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido” (Mt 26, 24)
Si no estoy equivocada, estas palabras de Nuestro Señor Jesucristo son las más duras por Él pronunciadas respecto a una persona concreta. Palabras que se leyeron en el Evangelio de la Misa de ayer, Miércoles Santo. El Señor se refería, ya lo saben ustedes, al Apóstol traidor, Judas Iscariote, que entregó a Cristo a sus enemigos a cambio de treinta monedas de plata. Asimismo, la Iglesia considera el Miércoles Santo como el día en que Judas Iscariote se presentó ante el Sanedrín judío para pactar dicha entrega, infame a más no poder. Así es que hoy voy a centrar mi atención en la figura de este hombre.
Verdaderamente, siempre será un misterio qué sucedió en el corazón de Judas Iscariote para cometer una gravísima felonía como la que perpetró contra el Hijo de Dios. Solo Dios, que puede leer perfectamente las conciencias y los corazones, lo sabe. No obstante, los Evangelios nos dan alguna pista. Pero vayamos por partes.
De entrada, sabemos que Judas Iscariote no fue un discípulo más del Señor, dado que fue escogido por Cristo como uno de sus Doce Apóstoles, nada menos. Había sido, pues, llamado a una altísima misión, que, además, le permitió compartir la intimidad del Señor como solo los Apóstoles pudieron hacerlo, a lo largo de los tres años de la Vida Pública de Cristo. Tuvo oportunidad, además, de escuchar la Palabra del Señor con asiduidad, contemplar su ejemplo y sus milagros, en fin… Vivió una situación de inmenso privilegio.
San Juan, en su Evangelio, nos indica, además, que Judas Iscariote llevaba la bolsa, esto es, era el depositario del dinero que el Señor y los Apóstoles necesitaban para su sustento y que robaba de ella porque “era ladrón” (Jn 12, 6). La verdad es que es un misterio el motivo por el cual el Señor escogió a Judas como Apóstol y por qué era él quien llevaba la bolsa del grupo del Señor y los Apóstoles. No pretendo comprenderlo, pues Dios hace siempre las cosas de forma perfecta, aunque no siempre podamos vislumbrar el porqué de sus decisiones y permisiones. También resulta llamativo, además, el hecho de que, tras el discurso de Jesús sobre la Eucaristía, aunque muchos discípulos abandonaron al Señor, Judas no se marchó igualmente. Personalmente, pienso que, seguramente, hubiera sido mejor para él haber dejado de seguir al Señor y de ser Apóstol en ese momento, pues, así, hubiera sido más difícil que incurriera en la traición a Jesucristo que perpetró después. Quizá Judas no quiso marcharse entonces para poder seguir robando de la bolsa del grupo del Señor; o, bien, temía la reacción de los demás Apóstoles; sobre todo, tras las palabras de San Pedro reafirmando la lealtad de los Apóstoles al Señor, ante el abandono de los demás discípulos. Solo Dios sabe. Lo que sí deja claro San Juan es que Jesús ya conocía entonces la auténtica calaña de Judas: “¿No he elegido yo a los Doce? Y uno de vosotros es un diablo” (Jn 6, 70), añadiendo el Evangelista, a continuación, que el Señor se refería al Iscariote. En cualquier caso, estaba profetizado que el Mesías sería traicionado por el llamado “hijo de la perdición” (Jn 17, 12) y entiendo yo que, asimismo y pese a todo, el Señor quiso respetar la libertad de Judas de quedarse con Él o marcharse. Así respeta y sostiene el Señor, igualmente, la condición episcopal de los Sucesores de los Apóstoles, sean santos o no.
A la luz de lo anterior, además, parece claro que la combinación de la condición de Apóstol y amante del dinero (sobre todo, del dinero ajeno) no es nada buena. Hubo otro Apóstol, San Mateo, que, habiendo sido publicano, esto es, recaudador de impuestos para los romanos, abandonó tal condición para seguir al Señor, despegándose, por completo, de su dinero. No obstante, el corazón de Judas continuó afectado por la avaricia del dinero y esto, seguramente, tuvo mucho que ver con su espantosa caída en la traición al Señor. Respecto al motivo de dicha caída, hay quien ha planteado que pudieran haber sido otros sus motivos (por ejemplo, en la película “Jesús de Nazaret” de Zeffirelli se presenta a un Judas intelectualmente inquieto y dubitativo acerca de sus impresiones sobre Jesús; ligado, inicialmente, además, al grupo de los zelotes). No obstante, yo prefiero atenerme a lo que los Evangelios nos indican: El pecado de Judas, aparte de la traición, consistió en su amor desordenado al dinero, hasta el punto de llegar a criticar un generoso gesto detallista que tuvo María de Betania con el Señor (Jn 12, 3), poniendo como excusa el amor a los pobres; cuando, realmente, lo que deseaba era poder robar más aún de la bolsa del grupo (Jn 12, 4-6). Esta postura de pretender anteponer a los pobres respecto al culto debido a Dios ha resurgido, algunas veces, en nuestros días y quienes así proceden o piensan deben saber que tal comportamiento es propio del Apóstol que traicionó a Jesús. No es lícito apelar a los pobres para privar a Dios del culto a que tiene todo derecho. Y menos aún si, además, se hace con hipocresía.
Asimismo, respecto al dinero, resultan cruciales las advertencias de Jesucristo acerca de la dificultad de salvarse de los ricos, esto es, de quienes ponen su corazón y su confianza en el dinero; y el caso de Judas muestra que esto puede darse, también, a nivel del Clero. No olvidemos, en momento alguno, que Judas era un Apóstol. Así pues, son muy importantes, además, las enseñanzas del Señor sobre cómo debemos conducirnos los cristianos respecto a los bienes temporales:
“No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre Celestial que de todo eso tenéis necesidad. Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia y todo eso se os dará por añadidura. No os inquietéis pues por el mañana (…)” (Mt 6,31-34)
Si estas enseñanzas – y mandatos – del Señor son de gran importancia para todos los católicos, no cabe duda de que lo son, muy especialmente, para quienes están consagrados a Dios en el Ministerio sacerdotal o en la vida religiosa. Un católico jamás debe anteponer la añadidura a la justicia propia del Reino de Dios. Jamás, pues muy por encima de los bienes temporales se hallan los bienes morales y espirituales y, sobre todo, el cumplimiento de la Voluntad de Dios, que es lo que nos santifica. Y esto es algo que se ha de esperar, ante todo, de quienes son Ministros del Señor, toda vez que, por su posición y autoridad sobre el Pueblo de Dios, deben dar ejemplo de forma especial y deben, por tanto, ser especialmente cuidadosos a este respecto. Lo sucedido con el Iscariote lo demuestra.
Así pues, el Miércoles Santo, el propio Judas se presentó ante el Sanedrín para pedir dinero a cambio de entregarles a Jesucristo: “¿Qué me queréis dar y os lo entrego?” (Mt 26, 15). Vistos los antecedentes de avaricia de este Apóstol, me inclino a pensar que cometió su traición, efectivamente, por dinero (aparte de su evidente falta de fe en Cristo como Hijo de Dios). De este modo, se alió con aquellos a quienes el Señor había dicho, a la cara y en alta voz, lo siguiente: “Serpientes, raza de víboras, ¿Cómo escaparéis del Infierno?” (Mt 23, 33). Desde luego, no puede decirse que el Señor no manifestara a sus enemigos y al Apóstol traidor, de forma muy franca, lo que pensaba de ellos y cuál era el destino que les aguardaba por sus obras; pues, aunque solo Dios puede juzgar, parece claro que el destino de todos aquellos hombres no puede haber sido otro que el Infierno. Las palabras de Jesús que dan título a este artículo así parecen indicarlo, desde luego; pues, si un hombre acaba yendo al Cielo, esto es, salvándose, el haber nacido sí le habrá valido la pena, incluso aun cuando haya debido pasar, previamente, un largo Purgatorio. Si el Señor dijo de una persona “más le valiera a ese hombre no haber nacido”, resulta difícil pensar que dicha persona se habrá salvado. Y es indudable que la eterna condenación de Judas Iscariote, un Apóstol, tuvo que suponer un gran dolor para el Sagrado Corazón de Jesús.
Sabemos lo que sucedió después: Durante la última Cena, el Señor, profundamente conmovido, anunció a los Apóstoles la futura traición de Judas sin nombrarle; confirmando, a continuación, al propio Judas que él sería el traidor, sin ponerle en evidencia y sin reacción positiva del Iscariote, lo cual demuestra lo endurecido que estaba ya su corazón. Entonces, el Señor entregó a Judas un bocado de pan untado e inmediatamente, señala San Juan, “entró en él Satanás” (Jn 13, 27), instándole el Señor, a continuación, a hacer pronto lo que tuviera que hacer y, por tanto, a abandonar el Cenáculo. Es por esto que me inclino a pensar que lo más probable es que Judas no llegara a recibir el Cuerpo de Nuestro Señor en la Eucaristía. Me parecería lo más lógico. Después, en el huerto de los Olivos, Judas consumó su traición a Cristo con un beso, esto es, con un gesto de aparente amistad y cariño… De este modo, hizo un terrible mal a Aquél de quien solo había recibido grandes bienes y que le había escogido, además, como una las Doce Columnas de su Iglesia, ocasionándole un inmenso dolor…
Llegados a este punto, conviene tener muy presente un detalle importante de lo que aconteció después: Cuando Cristo fue condenado a muerte por el Sanedrín, Judas, viendo cómo el Señor era condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata, diciendo: “He pecado entregando sangre inocente” (Mt 27, 4). A lo que parece, Judas no pensaba que el Sanedrín condenaría a Jesús a muerte; cosa curiosa, dadas las predicciones de la Pasión que Cristo había hecho a los Apóstoles y, por tanto, también a Judas (quien, claramente, no le creyó). De esto se puede sacar, pienso, una importante lección: Muchas veces, podemos tener la tentación de pensar que, pactando con el mal en nuestras vidas o haciendo el mal, transigiendo con él o aceptándolo, del modo que sea, las consecuencias que se deriven de ello serán menos malas de lo que pueden llegar a ser luego, cuando ya no estará en nuestra mano evitarlas. Esto puede pasarnos a todos. Le sucedió a un Apóstol, ya lo estamos viendo. Y más todavía: Aun cuando las consecuencias de lo anterior fueran, efectivamente, solo las esperadas o previstas o, incluso, menos graves de lo esperado, un discípulo de Jesucristo no debe hacer el mal, ni conformarse con él, ni pactar con él en modo alguno; pues el cristiano debe buscar, en todo momento, hacer el bien, agradar al Señor, cumplir la Voluntad de Dios. También, aun cuando dicha Voluntad pueda conducirnos hacia la Cruz. El ejemplo que debemos seguir todos, si queremos salvarnos, es el de Nuestro Señor Jesucristo, no el del Apóstol traidor.
Finalmente, sabemos también cómo acabó el Iscariote: Suicidado por ahorcamiento (Mt 27, 5); pues, aun cuando se había arrepentido de su terrible pecado de traición y entrega de Jesucristo a sus enemigos, su arrepentimiento no fue santo y le llevó a la desesperación, al faltarle humildad y confianza en la Misericordia de Dios.
Que Dios nos conceda a todos amar a Nuestro Señor Jesucristo con todo nuestro corazón y serle fieles, hasta el final, obedeciendo sus Mandamientos; buscar su Reino y no poner nuestra confianza en los bienes materiales; y que, las veces en que, lamentablemente, caigamos en el pecado, acudamos siempre a implorar, con confianza, el perdón del Señor. Él siempre está dispuesto a perdonarnos si lo hacemos así, pues nos ama inmensamente y desea muchísimo salvar las almas, no que las almas se condenen.
Roguemos, además, por los Pastores de la Iglesia, para que, impulsados por la Gracia de Dios, procuren siempre seguir, con valentía y fortaleza, el ejemplo de los Santos Apóstoles y eviten toda conducta propia del Apóstol traidor.
Que la Santísima Virgen nos proteja y ayude a todos.
33 comentarios
En la Undécima estación San Agustín dice (Comentario al Evangelio de San Juan 31-11): "La misma cruz fue un tribunal: el juez puesto en el medio, a los lados el ladrón que creyó y fue absuelto y el ladrón que insultaba a Jesús y fue condenado. Es ya señal de lo que hará con los vivos y con los muertos: colocará a los unos a la derecha y a los otros a la izquierda (Mt 25, 31-33). Uno de los ladrones es figura de los que estarán a la derecha, y el otro de los que estarán a la izquierda. Así, pues, mientras era juzgado, anunciaba su juicio".
Desde luego no sabemos con seguridad quién irá al Infierno, y eso es lo que dicen muchos para indicar que el Infierno está vacío, pero San Agustín no duda que aquél que murió blasfemando se condenó. Así que si consideramos que Dimas fue acogido en el Paraiso, porque Jesús así se lo manifestó, debemos considerar, como San Agustín, que Gestas se condenó por el mismo silencio de Jesús ante sus manifestaciones.
El asunto de Judas Iscariote desde luego es difícil de interpretar, pero el de Gestas queda meridianamente claro.
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L.V.: Yo, lo de Judas lo veo bastante claro... tal como explico en el post. Pero vamos, Quien sabe con certeza lo que ha pasado en ambos casos es Dios.
“Judas, quizás un buen chico, con buenas intenciones, termina siendo un traidor hasta el punto de ir al mercado a vender”, dijo Francisco, quien también se basó en la homilía de Mazzolari. Pero “Cristo nunca llama personalmente a Judas ‘traidor’. Más bien, Jesús lo llama ‘amigo’ y lo besa”.
No, no lo llama traidor. Solo dice que “más le valdría no haber nacido”. Algo bastante extraño de decir de alguien destinado a la eterna bienaventuranza.
infovaticana.com/2023/04/10/continua-el-curioso-blanqueo-de-la-figura-de-judas-en-la-iglesia-de-francisco/
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L.V.: Jesús siempre actuó con caridad respecto a Judas, ciertamente. Pero, tras el discurso eucarístico, dejó clara su opinión sobre dicho Apóstol: "Uno de vosotros es un diablo". Ya entonces. En todo caso, nuestro ejemplo son el Señor y los Santos. El caso de Judas nos permite escarmentar "en cabeza ajena", a fin de que no nos convirtamos en traidores nosotros también... Dios no lo permita.
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L.V.: El camino que lleva al Cielo es estrecho y la puerta de entrada, angosta... Esto es así también para la Jerarquía de la Iglesia. No obstante, en nuestro tiempo también hay buenos Pastores y hay Mártires. No perdamos la esperanza, confiemos siempre en el Señor, veamos lo que veamos. Él es el Señor del Universo y de la Historia.
Pero no soy un estudioso del tema, solo mi impresión, gracias por el artículo.
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L.V.: No es fácil saberlo con certeza y tampoco yo soy experta en el asunto. Sin embargo, precisamente por la enseñanza de San Pablo que usted cita, sería extraño que el Señor hubiera dado a recibir la Eucaristía a alguien claramente indigno de recibirla (algo que los Ministros de la Iglesia no deben hacer jamás).
De todos modos, creo que los Evangelios que arrojan más luz sobre esto son los de San Marcos y San Juan. San Marcos sitúa el anuncio de la traición de Judas y el comer pan mojándolo en un plato antes de la institución de la Eucaristía (Mc 14, 18-21); y San Juan, por su parte, señala que Satanás entró en el alma de Judas cuando comió el bocado mojado que le entregó el Señor; fue entonces cuando Jesús le mandó que hiciera pronto lo que había de hacer y Judas se marchó (Jn 13, 27-30). Esto lo sitúa San Juan justo después del anuncio de la traición y es después de que Judas se va cuando el Señor comienza a hablar a los restantes Apóstoles de forma muy íntima, para, después, iniciar su oración sacerdotal al Padre. El Señor no quiso que Judas estuviera presente en esos momentos. Por eso, me inclino a pensar que la institución de la Eucaristía tuvo lugar una vez que Judas ya no estaba en el Cenáculo.
Si Dios en su sabiduría y providencia ha querido que en una Sagrada Escritura extensísima, no se nos deje ningún ejemplo concreto de persona condenada eternamente pienso que es por un clarísimo propósito divino:
Para que únicamente nos centremos en que la posibilidad de condenación es real, y por otro lado para que no juzguemos a los demás en base a sus actos externos ni especulemos sobre la condenación de otras personas, afición que por otro lado no puede venir sino del mal espíritu, y los que se dejan llevar por ella se enredan ya que en su interior no paran de juzgar a los demás y por tanto están pecando y aumentando su purgatorio y quien sabe (sólo Dios) si su condenación.
PD Dios no da puntada sin hilo, y creo que espera de nosotros que saquemos esta conclusión sobre su SILENCIO EXPLÍCITO en declarar en la Escritura que alguien concreto está en el infierno.
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L.V.: Con todo respeto, las cosas no son como usted afirma, Deo Gratias. La Sagrada Escritura sí deja claro que hay personas que se han condenado eternamente. Es el caso, por ejemplo, de los tres impíos israelitas Datán, Coré y Abirón, de quienes el Libro de los Números dice, explícitamente, que bajaron vivos al Infierno (Núm. 16, 30-33). Asimismo, existen en la Escritura otros testimonios de muertes de impíos que son claro castigo de Dios; como es el caso del crudelísimo rey Antíoco Epifanes (2 Macabeos 9, 5-28) y, ya en el Nuevo Testamento, las muertes de Herodes Antipas (Hechos 12, 23) y de Ananías y Safira (Hechos 5, 3-10).
Dios no desea que realicemos juicios temerarios, pero no nos impide usar nuestra razón. Es más, Jesucristo nos anima a ello, avisándonos de que nos envía como ovejas en medio de lobos y de que podemos conocer mejor a las personas viendo los frutos de sus obras. Si yo supongo, razonablemente, que, por ejemplo, Judas Iscariote está en el Infierno, no creo estar pecando; pues me estoy basando en palabras dichas por el Señor y en las obras y terrible final de este desdichado hombre. Sin perjuicio de que, como ya he dicho, su destino final solo el Señor lo conoce con total certeza.
Mientras Yo estaba con ellos, los guardaba por tu Nombre, que Tú me diste, y los conservé, y ninguno de ellos se perdió sino el hijo de perdición, para que la Escritura fuese cumplida.Que con el hijo de perdición el Señor se refiere a Judas es indudable (Mc. 14, 21; Sal. 40, 10; 54, 14; Hch. 1, 16.). Y que con el término "perdió" quiere significar "condenó" (que es definitivo) y no "descarrió" (que implica la posibilidad de vuelta atrás, como pasó con Pedro, que negó a Cristo) lo confirma San Pablo en 2 Tes 2:3 cuando emplea el término "hijo de perdición" para referirse al anticristo.
Y por supuesto, están también las palabras del Señor que la Dra. cita en su artículo: "más le hubiera valido no haber nacido". Judas está en el infierno, por más lástima que sienta el Papa Francisco por él y de su deseo de que el mismo esté vacío (un grave error, porque como menos, están los demonios, de modo que nunca puede estar vacío).
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L.V.: Efectivamente, Rubén, yo también lo veo así. Respecto al Infierno, la Santísima Virgen nos dejó el testimonio de los tres Pastorcitos de Fátima (dos de ellos ya canonizados), que dejaron muy claro que, como usted afirma, el Infierno no está vacío; y que allí, además de demonios, hay seres humanos. Es tristísimo, pero es así.
Hoy vemos, con tristeza, que el Apóstol con más sucesores no es Pedro, Andrés, Pablo, Santiago o Juan, ni siquiera Tomás (que tiene muchos), es el Iscariote.
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L.V.: Realmente, el número total de Obispos en la Iglesia es bastante elevado, por lo que, si me permite decirlo, me parece aventurado afirmar que el Apóstol traidor es quien tiene, hoy día, más sucesores. No obstante, es innegable que llevamos ya un tiempo viendo bastantes ejemplos de acciones y palabras de Obispos que dejan mucho que desear, por decirlo suavemente; y que suelen ser de los que hacen más "ruido", además. Sea como fuere, recemos mucho por el Papa y por todos los Obispos, sacerdotes y religiosos, necesitan la ayuda de nuestra oración; pues es a ellos a quienes más fuertemente combate el diablo, dada la influencia y autoridad que tienen sobre los seglares (sobre todo, el Papa y los Obispos).
"Entonces entró Satanás en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce, y se fue a tratar con los sumos sacerdotes y oficiales del templo el modo de entregárselo... Y [Jesús] tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros. Pero mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa". Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!». Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso".
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L.V.: Tiene usted razón, San Lucas sitúa el anuncio de la traición después de la institución de la Eucaristía. Como he comentado anteriormente, el tema no está claro. Como no lo está, tampoco, la cuestión de si los Evangelistas desarrollaron siempre todo su relato de hechos de la vida de Jesús por orden estrictamente cronológico. De hecho, existen, también, diferencias entre los Evangelios canónicos respecto, por ejemplo, al momento de la Vida Pública del Señor en que tuvo lugar de la expulsión de los mercaderes del templo de Jerusalén o al orden de las apariciones del Señor tras su Resurrección.
En mi opinión, no tiene mucho sentido que Jesús dijera a Judas que lo que tuviera que hacer lo hiciera "pronto", si se lo dijo al final de la Última Cena y no antes. Me resulta más lógico pensar que el anuncio de la traición y salida de Judas del Cenáculo fue posterior al lavatorio de los pies y anterior al resto de acontecimientos de la Última Cena. Pero, naturalmente, solo se trata de una opinión. Si Dios no ha querido que los Evangelistas dejaran totalmente claro este extremo, por algo será, es sus manos está.
"Entonces entró Satanás en Judas.... se fue a tratar con los sumos sacerdotes y oficiales del templo el modo de entregárselo. Ellos se alegraron y acordaron darle dinero" (Lc. 22, 3-6; también, Mc. 14, 10-11):
"Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y TODOS bebieron" (Marcos 14, 22-23)
Jesús lo sabía, y con unas palabras u otras, todos los evangelistas avisan de la inminente traición: "tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”...«En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar»...«Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto»".
Es muy reveladora la doble "entrada" de Satanás en Judas, que evidencia dos pecados distintos: el primero, cuando acoge en su corazón (decide) entregar al Maestro; el segundo, la comunión sacrílega: "Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente" (Jn. 13, 30).
Hay incluso un tercer (y cuarto) pecado: la desesperanza, a pesar incluso de que "se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos diciendo: «He pecado entregando sangre inocente»". Pero "arrojando las monedas de plata en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó." (Mt. 27, 3).
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L.V.: Si me permite de nuevo, Lucía, ninguno de los Evangelios señala que Judas comulgó. En ningún momento dicen los Evangelistas que el trozo de pan untado que el Señor dio a Judas fuera la Eucaristía. De hecho, San Marcos señala que la institución de la Eucaristía tuvo lugar "mientras comían" (Mc 14, 22). A lo que parece, en esa noche, el Señor y los Apóstoles no solo cenaron el Pan y Vino Consagrados, cenaron más cosas.
Verdaderamente, ¿Es posible que el Señor, en la noche santa de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio, dejara a los Apóstoles el ejemplo de la administración de una comunión sacrílega, perjudicando, además, terriblemente a Judas? A mí me extraña mucho, francamente.
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Según escuché en una homilía, lo del trozo de pan untado es una antigua costumbre judía la noche de pascua por la que el padre de familia tiene este detalle con su primogénito. Jesús repitió el detalle con Judas para ablandarle el corazón. Quizás lo llevó a arrepentimiento en sus adentros.
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L.V.: No conocía yo el origen de ese detalle del Señor con Judas, es interesante saberlo. Gracias.
Pero más que probar que Cristo nunca miente y que sus palabras no pasarán jamás, a mi me habla del inmenso amor del Señor por cada uno de nosotros, que sigue "entregándose" por cada uno de nosotros, en cada Eucaristía, como cordero llevado al matadero, en silencio, y sigue permitiendo que le crucifiquemos.... Y me deja pensando largamente en esa relación tan increíble entre el misterio de iniquidad y el misterio del grandísimo Amor de Dios...
Me voy a los oficios. Feliz y Santa Semana.
Entiendo su postura, pero debe como usted sabe, los católicos, la Biblia la leemos y recibimos su recta comprensión a la luz de lo que la Tradición y el Magisterio interpreta que es recta comprensión. Y en un tema gravísimo como puede ser la condenación eterna de alguien concreto con certeza la Iglesia siempre se ha pronunciado en negativo, siempre. Hay muchas sectas que interpretan lo contrario.
Para Dios hubiese sido muy fácil inspirar en algún texto del magistero ordinario universal un párrafo donde se afirmase con certeza que menganito de tal murió blasfemando contra el Espíritu Santo, pero en 2000 años de textos magisteriales esto no se ha dado.
Tambien los texto del AT a los que usted se remonta, las expresiones contextuales y lo que se entendía en aquella época por seol hay que tenerlo en cuenta.
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L.V.: Tampoco yo me he pronunciado con certeza sobre la condenación de persona alguna. Solo he manifestado lo que supongo que ha ocurrido, en el caso de Judas. He dicho también ya que la certeza de ese conocimiento, hasta donde yo sé, efectivamente solo la tiene Dios.
Como aquello que dijo Jesús sobre que el final de los días Dios no se lo ha dado a conocer a nadie.
Hacer pronósticos fatuos sobre si mengano o zutano están en el infierno es como ponerse a pronosticar el fin del mundo en base a textos del apocalipsis y numerología cabalística varia. Propio de sectas y protestantes.
Independiente de que es una curiosidad malsana. curiosidad, primer grado de la escala de soberbia de S Bernardo
Que Dios los bendiga
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L.V.: Sinceramente, me da la sensación de que el que está haciendo pronósticos fatuos sobre otras personas aquí es usted. Debería mirarse la viga en su propio ojo. Que Dios le bendiga a usted también.
Si Jesús sólo únicamente invitó y escogió a los 12 apóstoles y no más de 12, se infiere que ello fue por la Gracia de Dios, sin perder cada uno de ellos nunca su libertad.
Uno de ellos lo entregó a sus enemigos, a cambio de un bien temporal, el dinero, y dada su muerte no se habría arrepentido.
Otro apóstol, lo negó en medio de su Pasión no una sino 3 veces.
Sobre éste último, Jesús edificó su Iglesia
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L.V.: Así es. Como dejó escrito el padre José Luis Martín Descalzo en una magnífica biografía que escribió sobre Nuestro Señor, Cristo eligió a Judas para ser Apóstol, no para ser traidor. Fue Judas, usando mal de su libertad, quien escogió ser traidor...
Es un efecto del buenismo, que tiene como contrapartida hacer tabla rasa con todos,
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De eso nada. Me da la impresión que muchos pensáis que el purgatorio es una sala de espera VIP del Aaeropuerto. Si Dios permite y permitió por ejemplo que personas pasasen 40 años de su vida en un gulag ¿ qué no habrá en el purgatorio ? Imaginen lo peor y os quedaréis cortos. Hay esperanza de salida, pero debe haber modalidades donde sería mejor no haber nacido.
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¿Podrías citar algún documento que respalden esa afirmación?
A ver, las Escrituras concreta e indubitablemente citan a alguien que si es condenado al infierno:
Y la bestia fue presa, y con ella el falso profeta, que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales había seducido a los que recibieron la marca de la bestia y a los que adoraron su estatua. Estos dos fueron arrojados vivos al lago del fuego encendido con azufre.Sabemos pues que el falso profeta, el anticristo, será arrojado al infierno; ya está condenado. Ahora bien y como dije en mí anterior comentario, San Pablo en 2 Tes 2:3 llama al anticristo "hijo de perdición". El apostol emplea la misma terminología que el Señor utilizó en Jn 17:12 cuando se refirió a Judas. Eso no es casualidad, no es antojadizo; el apostol lo hizo para señalar que el anticristo será también "otro" Judas. Y si este otro, nuevo Judas irá al infierno, no cabe dudas de que el primero también lo está, evento que Jn 17:12 lo deja ver claramente en las palabras del Señor. Y si no, ¿qué puede significar "hijo de perdición" en Jn 17:12 y 2 Tes 2:3? No lo ve el que no quiere verlo.
Entonces, cuál es el lugar de los diablos?
Por qué algunos quieren meter a los diablos en el cielo, en particular al diablo Iscariote, aunque sea a empellones? No tendrán también ellos algo de diablos e Iscariotes?
Parece ser que Judas no se hubiera condenado si, verdaderamente arrepentido, hubiera pedido perdón a Jesús. Su pecado, muy posiblemente, fue el de la desesperación más terrible.
Siempre he pensado, ¿Judas Iscariote se ha condenado? Algunos apuntan que las palabras del Señor: "más le valiera no haber nacido" son determinantes, sin embargo ¿es tan grave lo que hizo para que no le alcance la misericordia del Señor? Esta sería la primera pregunta. Las Escrituras nos dicen que sólo hay un pecado que ni en esta vida ni en la otra será perdonado y es el pecado contra el Espíritu Santo; el pecado de Judas Iscariote no es contra el Espíritu Santo, luego cabe la posibilidad que las palabras de Jesús: "más le valiera no haber nacido" no se refieran a la condenación eterna al Infierno.
Por otro lado, tenemos las palabras de Jesús: “Serpientes, raza de víboras, ¿Cómo escaparéis del Infierno?” (Mt 23, 33) fueron dirigidas a personas de las que más tarde dijo desde la Cruz: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen". Pero además se me ocurre pensar que el pecado de Adán y Eva fue mucho más grave ya que nacieron sin pecado original, fueron vírgenes, y a pesar de esto cometieron un pecado de tal gravedad que nos afectó a nada menos que a todos los humanos excluyendo a NS Jesucristo y a la Inmaculada Concepción. Todos los hombres, de todos los siglos, y de Adán y Eva nunca nadie ha pensado que estuvieran condenados al Infierno.
Yo creo que las palabras de NS Jesucristo: "más le valiera no haber nacido no se refiere a que estuviera condenado sino a que ha perdido formar parte del Colegio Apostólico puesto que fue elegido uno de los 12 y además ha perdido la corona del martirio que tuvieron los apóstoles, excepto el apóstol Juan. ¿Y cómo he llegado a esta conclusión? He llegado a esta conclusión porque hay un versículo de un salmo, no sé si es el 90, no lo recuerdo que dice: "que otro ocupe su puesto" y efectivamente hay otro que le sustituye hasta completar el número 12 de los Apóstoles del Señor.
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L.V.: No se puede asegurar, al cien por cien, que Judas Iscariote esté en el Infierno. Simplemente, existen razones para pensar que es así. Pero sí, solo Dios lo sabe con certeza.
Respecto a sus pecados tras la traición, consistieron en desesperar de la Misericordia de Dios y en quitarse la vida. Yo entiendo que, por tanto, en esos momentos se cerró a la acción del Espíritu Santo.
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L.V.: Dios desea la salvación de todos, pero no obliga a las personas a salvarse. Los pecados de Judas no consistieron solo en robar. Vendió al Hijo de Dios a sus enemigos y, después, arrepentido de su enorme pecado, no pidió perdón a Dios, sino que se suicidó. Todo esto también es pecado y muy grave.
Tampoco pienso demasiado en si Judas se salvaría o se condenaría, pues ese es un negociado que sólo corresponde a Dios, en Su infinita sabiduría. Pero de lo que no tengo la menor duda es de que, si en el último instante se acordó de invocar/acogerse a la misericordia de Dios, de la que tantas veces escucharía hablar (y practicar) al propio Jesús, puede haberse salvado perfectamente. Algún día lo sabremos.
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L.V.: No tenemos constancia de que así lo hiciera. Pero solo Dios sabe, sí. En todo caso, en lo que a nosotros se refiere, este asunto no es el que me parece más importante. Lo más importante son las lecciones que nosotros debemos sacar, de cara a nuestra vida cristiana.
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L.V.: En mi caso, no se trata de certeza, sino de suposición. Sería lo más lógico, dado que nos consta que Judas pecó muy gravemente hasta el final de su vida, pero no tenemos constancia de que pidiera perdón a Dios por sus pecados. Pero solo Dios lo sabe con certeza, efectivamente.
Salmo 41
Recuerdo haber escuchado de un sacerdote muy sabio y muy santo la explicación de por qué los demonios se habían condenado desde su "Non serviam!": precisamente porque ellos -al contrario que los hombres- sí conocían a Dios desde que fueron creados, en su Gloria y en todas sus dimensiones. Lo contemplaban cara a cara y, pese a todo, fueron desobedientes; realmente libres para oponerse a los planes de Dios y revelarse contra Él.
Otros títulos que se dan al Iscariote son: "Diablo" y "Más le valdría no haber nacido".
Las Sagradas Escrituras están inspiradas por el Espíritu Santo. No son obra de un historiador amateur en sus ratos de ocio, como deben creer algun@s.
Para el Espíritu Santo, que es Dios, no existe pasado presente y futuro, sino un eterno presente. Entonces, no parece probable que el mismo Espíritu vaya a adjudicarle esos títulos a algún Bienaventurado.
Y en conclusión, el que hace al Espíritu Santo un vulgar mentiroso, peca contra Él, y su pecado no será perdonado ni en este siglo ni en el futuro.
Así que, a algunos comentarist@s: ojito, dejen su contumacia y conviértanse a la Palabra de Dios. No sucumban a los cantos de sirena del demonio. No conviertan su lengua en instrumento del mal.
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L.V.: Hombre, no me parece tan grave la opinión discrepante de otros comentaristas, pobres míos... La Iglesia no sostiene formalmente que Judas se haya condenado... Aunque tuviera, muchas papeletas para que así haya sido.
Pero recordemos lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo a propósito del Iscariote: "Es diablo". Y quiero hacer hincapié en el verbo "Ser", con todo lo que implica ES. Cuando se hace referencia al ser de algo, se alude a su esencia fundamental, a su carácter definitorio. ES.
Y como dijo también Jesús, "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán".
"En cuanto a la perdición de Judas, tanto San Cipriano como San Jerónimo, al igual que la mayoría de los Padres de la Iglesia, sostienen firmemente que Judas sufrió la condenación eterna como consecuencia directa de su traición y su falta de arrepentimiento genuino."
¿Existe la posibilidad de que se salvara? Posiblemente.
¿Existe la posibilidad de que esta noche, aquí en la ciudad de León, aterrice una inmensa nave extraterrestre y unos amables alienígenas comiencen a repartir lingotes de oro, piruletas de fresa y pósters de Mbappé? Pues sí, es posible. Pero yo no me voy a quedar la noche mirando al cosmos con aspecto de alucinado, esperando dicho evento.
"Su traición (del Iscariote), motivada por la avaricia, es un pecado mortal que lo condujo a la condenación. La falta de un arrepentimiento sincero, a diferencia de Pedro, es un punto crucial en su perdición. Aunque Jerónimo reconoce la providencia divina en los eventos de la Pasión, esto no exime a Judas de su culpabilidad y su merecido castigo eterno. Su suicidio es interpretado como la culminación de su desesperación y su rechazo de la misericordia divina, confirmando su perdición eterna."
(Extracto - resúmen del pensamiento de San Jerónimo sobre la situación en los novísimos de Judas el Iscariote).
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