29.09.24

Profesión de Fe en Jesucristo y Su Iglesia como único camino hacia Dios y hacia la salvación eterna

Creemos y profesamos inquebrantablemente lo que el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia ha enseñado, de manera continua e infalible, desde los tiempos de los Apóstoles, a saber:

Que la fe en Jesucristo, Hijo encarnado de Dios y único Salvador de la humanidad, es la única religión querida por Dios.

Después de la institución de la Nueva y eterna Alianza en Jesucristo, nadie puede salvarse por la adhesión a las enseñanzas y prácticas de religiones no cristianas. Porque “la oración, que se dirige a Dios, debe estar ligada a Cristo, el Señor de todos los hombres, el único Mediador (1 Tim 2,5; Hebr 8,6; 9,15; 12,24), y sólo a través de Él tenemos acceso a Dios (Rm 5,2; Ef 2,18; 3,12)”. (Instrucción general de la Liturgia de las Horas, n. 6)

Creemos firmemente que “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos ser salvos” (Hechos 4,12), excepto el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el que fue crucificado, a quien Dios resucitó de entre los muertos (cf. Hechos 4,10).

Creemos que es “contrario a la fe católica considerar la Iglesia como un camino de salvación al lado de aquellos constituidos por las otras religiones, como si fueran complementarias a la Iglesia, o incluso substancialmente equivalentes a ella, incluso si se dice que estas convergen con la Iglesia hacia el reino escatológico de Dios” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Dominus Iesus, 21).

Sostenemos además que la Revelación Divina, fielmente transmitida por el Magisterio perenne de la Iglesia, prohíbe afirmar:

Que todas las religiones son caminos hacia Dios,

Que la diversidad de las identidades religiosas es un don de Dios, y

Que la diversidad de las religiones es una expresión de la sabia voluntad de Dios Creador.

Por lo tanto, sostenemos que los cristianos no son simplemente “compañeros de viaje” junto con los seguidores de religiones falsas, las cuales Dios prohíbe.

Imploramos fervientemente la ayuda de la gracia divina para todos aquellos eclesiásticos de nuestro tiempo que, con sus palabras y hechos, contradicen la verdad divinamente revelada sobre Jesucristo y Su Iglesia como el único camino por el cual los hombres pueden alcanzar a Dios y la salvación eterna. Que con la ayuda de la gracia divina, estos clérigos puedan ofrecer una retractación pública, necesaria para el bien de su propia alma y de las almas de los demás. Porque “¡no aceptar a Cristo es el mayor peligro para el mundo!” (San Hilario de Poitiers, In Matth. 18).

Que por las oraciones, lágrimas y sacrificios de todos los verdaderos hijos e hijas de la Iglesia, y especialmente de los “pequeños”, los Pastores de la Iglesia, especialmente el Papa Francisco, reciban la gracia de seguir los pasos de los Apóstoles, innumerables mártires, numerosos santos Pontífices Romanos y de muchos santos, especialmente san Francisco de Asís, que “era un hombre católico y enteramente apostólico, que se empeñó personalmente y mandaba a sus discípulos ocuparse ante todo de la conversión de los paganos a la Fe y Ley de Cristo”. (Papa Pío XI, Encíclica Rite Expiatis, 37)

Creemos y, con la gracia de Dios, estamos dispuestos a dar nuestra vida por esta verdad divina pronunciada por Jesucristo:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Nadie va al Padre sino por mí” (Juan 14,6).

+ Athanasius Schneider

Obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en Astana

con los Participantes de la Conferencia de la Identidad Católica 2024

Pittsburgh, 29 de septiembre de 2024.

And He Shall Reign

17.05.24

Dignitatis Humanae y el Magisterio perenne de la Iglesia

San Juan Bautista, profeta y mártir de la verdad ante Herodes Antipas

(San Juan Bautista, profeta y mártir de la verdad ante Herodes Antipas)

El documento acerca de la Libertad Religiosa del Concilio Vaticano II ha sido extensamente debatido y objeto de controversia. No ocurrió así, por ejemplo, con ningún texto ni canon del Concilio de Trento, ni en muchos otros Concilios de la Iglesia. Esto es el resultado de abandonar el lenguaje tradicional de la Iglesia, lo que tiene en sí graves consecuencias -como puede apreciarse en el caso que estudiamos y muchos otros-.

Muchos autores bien intencionados y de probada fidelidad a la Iglesia, defienden una adhesión al Vaticano II en su totalidad, en la literalidad de sus textos, como si tal actitud se identificara con la indefectibilidad de la Iglesia. Aunque algunos admitan que «los textos no tuvieron la mejor redacción», no permiten realizar ninguna crítica a los textos mismos en su contenido y los defienden contra viento y marea. En cambio, han sido los mismos Papas los que en la convocatoria del Vaticano II dijeron que se trataba de un Concilio Pastoral, que no pretendía hacer afirmaciones definitivas. Y esto no se puede olvidar ni obviar en cualquier análisis serio que se haga de los textos.

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12.04.24

Seréis como dioses

La expulsión de Adán y Eva del Paraíso, en la Capilla Sixtina del Vaticano

En el libro del Génesis, después de la creación y caída del hombre, se nos narra el que quizás sea el momento más dramático de toda la historia humana (después de la Crucifixión): la expulsión del paraíso. El relato tiene su misterio. El paraíso constituía un lugar, a la vez físico y espiritual, donde el hombre encontraba su gozo y paz perfectos. En el centro estaba el “árbol de la vida”, y en otro lugar del jardín, el “árbol del conocimiento del bien y del mal”. El acceso al árbol de la vida no estaba, en el plan original, prohibido: al contrario, puesto que se indica que estaba “en el centro”, es de suponer que constituía una parte esencial de aquella felicidad indescriptible; felicidad que permanecería, después de la caída, inaccesible para la descendencia de Adán.

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4.04.24

La mirada del monje medieval al misterio de Cristo Redentor

Cristo sonriente, de la Abadía de Lerins

Auróra lucis rútilat,

Cælum láudibus íntonat,

Mundus exsúltans iúbilat,

Gemens inférnus úlulat:

 La aurora embellece al cielo,

y en alabanzas resuena:

triunfante se alegra el mundo,

pávido el infierno tiembla.

 

(Himno de Laudes del Tiempo Pascual)

 

La Abadía de Lérins es un monasterio cisterciense en la isla de San Honorato, una de las islas Lerins, en la Costa Azul. Aunque la construcción de los edificios actuales del monasterio empezó alrededor de 1073, en este lugar hay monjes desde el Siglo V.

 

En la Iglesia de la Abadía, encontramos una escultura cisterciense del Siglo XII, el “Crucificado sonriente”. Esta imagen nos recuerda al tan conocido “Cristo de Xavier”, talla en madera de nogal del Siglo XIII (imagen que sudó sangre de manera milagrosa en el Siglo XVI).

 

El Cristo de Lérins ofrecen una bellísima síntesis del misterio pascual: Jesús está en la cruz, con los ojos cerrados; en su frente está dibujado el triángulo trinitario, signo de su divinidad. Jesucristo, triunfador de la muerte, expresa en una sonrisa apacible y misteriosa la brecha abierta hacia la eternidad bienaventurada.

 

Siendo el arte monástico y la iconografía medieval el fruto de una mirada contemplativa propia, podemos recurrir a otro autor cisterciense del Siglo XII, el beato Guerrico de Igni (+1157), para asomarnos a dicha “mirada contemplativa medieval” en torno al misterio de Cristo Redentor. Dice Guerrico, al final de su tercer sermón para el domingo de Ramos:

 

Que brille siempre sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro (Salm 4,7). Tanto en las tristezas como en las alegrías, este rostro, en sí mismo, está apacible, sereno y plenamente consumado en el secreto de la luz interior; a los justos, se muestra sonriente e incitante: a los pecadores, clemente y benévolo. Fijad, pues, vuestras miradas, hermanos míos, en el rostro sereno de este rey. “En el rostro sonriente del rey es donde está la vida, dice la Escritura, y su clemencia es como lluvia tardía” (Pr 16, 15). Su mirada se posó sobre el primer hombre, y enseguida se animó y respiró un aliento de vida” (Gen 2,7), se volvió hacia Pedro y enseguida se sintió éste afligido y volvió a respirar con la esperanza del perdón (Lc 22, 61-62). En efecto, en cuanto el Señor se hubo vuelto hacia Pedro, este recibió de su mirada tan benévola y clemente “una lluvia tardía”, la de las lágrimas tras el pecado.

 

¡Oh Luz eterna! Job atestigua que la luz de tu rostro no cae hasta la tierra (Jb 29, 24). En efecto, ¿qué hay de común entre la luz y las tinieblas? (2 Co 6, 14). Corresponde más bien a las almas fieles captar sus rayos. Que ella inspire la alegría a las conciencias en paz; que ella sugiera el remedio a las conciencias heridas. En verdad, el rostro de Jesús triunfante, tal como es preciso contemplarlo en esta procesión [de Ramos] es alegría y jubilo; el rostro de Jesús moribundo, tal como lo meditamos en su pasión, es remedio y salvación. “los que te temen me verán, dice, y se alegrarán” (Sal 118, 74), los que se lamentan de sí mismos, me verán y curarán: como miraban hacia la serpiente colgada en una estaca de madera, tras la mordedura de las serpientes venenosas. Es, pues, a ti, alegría y salvación de todos, a quien todos bendicen con sus votos, a quién ven montado en el borrico o colgado del madero. Así te verán sentado en tu trono real y te alabarán por los siglos de los siglos. ¡A ti alabanza y honor por todos los siglos de los siglos!

 

Para terminar, citamos a otro cisterciense del siglo XII, Isaac de Stella:

 

¡Crezca en ti el Hijo de Dios, formado ya en ti, para que llegue a ser, para ti y en ti, ilimitado; entonces será la risa, la exultación y la alegría total, que nadie te arrebatará!

 

Para profundizar en estos temas, recomendamos la lectura del libro “Consideraciones monásticas sobre Cristo en la Edad Media”, de Jean Leclercq, OSB.

18.01.24

Oración para implorar santos Papas de Monseñor Schneider

Papa San Gregorio Magno (+604)

¡Alabado sea Jesucristo!

 Queridos fieles católicos, especialmente aquellos que sufren a causa de la crisis inaudita de nuestra santa Madre Iglesia en estos días. ¡Queridos padres y madres de familias católicas! ¡Queridos jóvenes católicos! ¡Queridos inocentes niños católicos! ¡Y especialmente queridas religiosas contemplativas, joyas espirituales de la Iglesia! ¡Queridos seminaristas católicos! ¡Queridos sacerdotes católicos, que sois el amor del Sagrado Corazón de Jesús!

 La confusión dentro de la Iglesia ha llegado a tal punto que debemos orar al Señor con las palabras de Ester: “No tenemos otra ayuda fuera de ti” (Ester 4,31). Por eso, refugiémonos en el Inmaculado Corazón de María a través de la Oración diaria para implorar por santos Papas. Clamemos con el salmista: “¡Levántate, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces más” (Salmo 43,24).

 18 de enero de 2024, antigua fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma

 + Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en Astana

 

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