Seréis como dioses
En el libro del Génesis, después de la creación y caída del hombre, se nos narra el que quizás sea el momento más dramático de toda la historia humana (después de la Crucifixión): la expulsión del paraíso. El relato tiene su misterio. El paraíso constituía un lugar, a la vez físico y espiritual, donde el hombre encontraba su gozo y paz perfectos. En el centro estaba el “árbol de la vida”, y en otro lugar del jardín, el “árbol del conocimiento del bien y del mal”. El acceso al árbol de la vida no estaba, en el plan original, prohibido: al contrario, puesto que se indica que estaba “en el centro”, es de suponer que constituía una parte esencial de aquella felicidad indescriptible; felicidad que permanecería, después de la caída, inaccesible para la descendencia de Adán.