Lo que indica un nombre propio (Mc. 1, 7)
Santa Maravillas de Jesús (1891-1974), hija madrileña de un embajador de España ante la Santa Sede, fue inspirada a fundar un convento en el Cerro de los Ángeles, de la que fue priora desde 1926. También fundó carmelos en España, India y Ecuador. Murió diciendo: “¡Qué felicidad morir carmelita!”en La Aldehuela (Madrid), donde estuvo sus últimos 14 años. Allí fundó un colegio para niños pobres, una barriada con muchas casas y una iglesia. Pero, por muy maravillosa que parezca ser toda esa actividad, no es esa la mayor “maravilla” en la vida de la santa.
Su mayor mérito es que vivió fiel a la segunda parte de su nombre: “de Jesús”, fiel al voto perpetuo de castidad que hizo en privado a los 21 años y pudiendo ella siempre decir como S. Juan Bautista en el Evangelio del Segundo domingo de Adviento: ““Detrás de mí viene el que puede más que yo” (Mc. 1, 7). Consciente de su humanidad (después de todo, tuvo que huir a Salamanca por la persecución de la Guerra Civil), se consideró ser nada mientras admiraba con un amor tremendo la grandeza y el poder del Señor. Decía: “Es un gozo no ser nada para que Él lo sea todo en mí”. Resume esto bien su frase: “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”.