Un momento inolvidable: el encuentro personal con Jesús (Jn. 1, 39)
Según la compañía de relojes Timex, sus relojes (no en la foto) son fotografiadas a exáctamente 10.09h, 36s porque así las manecillas forman una sonrisa que además resalta la marca del reloj. Lo curioso es que hacen lo mismo con los relojes digitales, que no tienen manecilla. Pero, hay estadounidenses que piensan incorrectamente que las 10.10h (como aparece a simple vista) conmemora la hora en que murió Abraham Lincoln o J.F. Kennedy o Martin Luther King, Jr., por ejemplo. Son momentos en la memoria colectiva de los EE.UU. que no creo que los relojes en España estén conmemorando.
¿Qué tiene eso que ver con el Evangelio del 2o. domingo de Tiempo Ordinario?
Pues, es curioso que menciona: “serían las cuatro de la tarde”(Jn. 1, 39), recordando años después el momento en que Juan y Andrés se encontraron con el Señor, un momento que cambió sus vidas para siempre. Más aún, el Señor se fija personalmente en cada uno de los apóstoles antes de llamarles.
¿A quién llama en las siguientes citas?
A) Andrés, B) Felipe, C) Juan, D) Mateo, E) Nataniel (Bartolomé), F) Pedro, G) Santiago el Mayor
1) “…echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Síganme, y yo los haré pescadores de hombres’.” Mc. 1, 16-17)
2) “…estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó…” (Mc 1, 19-20)
3) “Jesús resolvió partir hacia Galilea. Encontró a _____ y le dijo: ‘Sígueme’.” (Jn 1, 43)
4) “’Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera’” (Jn 1, 47-48)
5) “Jesús vio a un hombre llamado _____, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: ‘Sígueme’” (Mat. 9, 9) [Solución]
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S. Agustín lamentó que su encuentro personal con Jesucristo por medio de las Sagradas Escrituras no ocurrió antes:
“¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.” (Confesiones)
¿Cómo causa Jesucristo tal impacto en los que experimentan un encuentro “personal” con Él? ¿Es cuestión de maniobras psicológicas exitosas como las de las compañías de relojes? El teólogo Hans Urs von Balthasar nos lo explica usando la imagen de una madre sonriendo a su hijo:
“El hombre no existe más que en el diálogo con su prójimo. El niño es evocado a la conciencia de sí mismo por el amor, por la sonrisa de su madre. El horizonte del Ser infinito se abre para él en este encuentro revelándose cuatro cosas: 1) que él es uno en el amor con su madre al tiempo que no es su madre; 2) que este amor es bueno y, por tanto, todo Ser es bueno; 3) que este amor es verdadero; 4) que este amor provoca alegría y gozo, y por tanto todo Ser es bello.
Añadamos aquí que la epifanía del Ser sólo tiene sentido si en la aparición (Erscheinnug) captamos la Esencia que se manifiesta (Ding an sich). El niño tiene conocimiento no de una pura aparición, sino de su propia madre. Esto no excluye que nosotros no captemos la esencia más que a través de su manifestación y no en sí misma (Santo Tomás).” (Intento de resumir mi pensamiento)
Volvamos al ejemplo de S. Agustín:
“¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: ‘Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí’.” (Confesiones)
S. Agustín encontró en Dios lo que von Balthasar llama:
“Lo Uno, lo Bueno, lo Verdadero, lo Bello, […] lo que llamamos atributos trascendentales del Ser […]lo que es verdaderamente verdadero también es verdaderamente bueno y bello y uno. Aparece un ser, tiene una epifanía: es bello y nos maravilla. Al aparecer se da, se entrega: es bueno. Y al entregarse se dice, se desvela a sí mismo: es verdadero (en sí, pero también en el Otro al que se revela). (Intento de resumir mi pensamiento)
Recordemos que el Señor se revela y nos llama a nosotros también porque “nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo,para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.” (Ef 1, 4)
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo se manifiesta más Dios en su vida: como Uno, Bueno, Verdadero o Bello? ¿Cuáles de esos atributos del Señor le atraen más?
Mañana: Pescador de hombres - “Hemos encontrado al Mesías” (Jn. 1, 41)
4 comentarios
Gracias a usted.
Si he de utilizar una palabra diría Verdadero; no sé si es porque desvela toda la mentira que existe, de lo que no nos damos cuenta y a lo que tomamos como algo normal.
Porque "verdaderamente" ha resucitado el Señor."Justos y verdaderos sus caminos".Sobre todo porque "verdaderamente me amó y se entregó por mí".No obstante partiendo de lo verdadero se llega,antes o después,a los otros atributos.
Pone como ejemplo de los que perciben más a Dios como "verdadero" a Sto. Tomás de Aquino, que no sólo investigó la Verdad toda su vida, pero que también llegó a conocerla hacia el final de su vida (y después de eso mandó quemar sus obras y dejó de escribir diciendo que todo lo que había escrito era paja comparado con lo que había visto). Recomienda: "La sencilla oración de S. Francisco, ‘deseo conocerte de manera que pueda llegar a amarte’ es un buen antídoto contra las constantes tentaciones que acechan a los que buscan la verdad."
Mi artículo de mañana (21.1.09) incluirá fragmentos sobre los que se sienten más atraídos a los demás atributos de Dios, pero dejo aquí que considera a S. Agustín como ejemplo del que busca a Dios como "bello" porque menciono al santo en este artículo.
Y ya que fueron tan amables de comentar sobre cuál les atrae más, les digo que en diferentes momentos de mi vida he sentido la necesidad de verle como uno, verdadero o bello, pero creo que me atrae más como "bueno", como alguien a quien debo muchísimo por haberme amado desde siempre (como nos ama a cada uno de nosotros).
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