La conversación íntima de dos enamorados (Dios y el alma)
Mañana muchos celebrarán el día de S. Valentín, un sacerdote mártir del que poco más se sabe con certeza. Se piensa que fue apresado por actuar como testigo de la Iglesia en muchas bodas cristianas (prohibidos en aquel tiempo) y que curó a la hija ciega de su carcelero, dejándole una nota a esa niña firmado: “Tu Valentín”, lo cual se supone dió origen a las tarjetas que se intercambian en su fiesta los que se aman. También parece ser que su fiesta se estableció en medio del mes de febrero para cristianizar fiestas paganas de amor.
En los EE.UU. es muy popular hasta con no creyentes y en las escuelas públicas casi todos se desean un feliz día de S. Valentín sin ningún problema. Claro que la comercialización tiene mucho que ver con eso. Según la compañía de tarjetas Hallmark, un 65% de las personas en los EE.UU. celebran ese día comprando tarjetas “valentines”, mientras que 38% compran dulces y 32% flores. Casi la mitad de los que compran tarjetas lo hacen los cinco días anteriores y 40% los compran padres para sus hijos. [Fuente: portal del censo en los EE.UU.]
¿Y cuántos harán algo especial por Dios, el eterno Amor de los amores? ¿Dedicaremos algún tiempo especial a la oración, “ese diálogo con Dios, de corazón a corazón”(S. Josemaría Escrivá)? Rezar, decía Sta. Teresa de Jesús, es: “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”(Libro de la vida). Para alcanzar esa intimidad con Dios: “No son menester fuerzas corporales para ella, sino sólo amar y costumbre; que el Señor da siempre oportunidad si queremos” (Sta. Teresa de Jesús). Jesús nos muestra cómo en el Evangelio del 5o. domingo de tiempo ordinario cuando se levantó de madrugada y en un lugar apartado “se puso a orar” (Mc. 1, 35).
Como la Hermana Glenda en este vídeo, pidámosle al Señor: “Enséñanos a orar”:
Deberíamos rezar como se hablan los enamorados: “sobre todo con confianza y el corazón abierto, porque Dios no acostumbra a hablar al alma que no le habla; si ésta no se acostumbra a conversar con él, comprenderá muy poco su lenguaje cuando le hable”(S. Alfonso de Ligorio). “(Estemos atentos) para que entendamos con quién estamos hablando y qué nos responde el Señor a nuestras peticiones. No penséis que se está callando, que, aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón” (Sta. Teresa de Jesús) S. Juan Cristóstomo nos dice que por la oración “nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables”, pero “No todos los deseos y afectos llegan a Dios, sino solamente aquellos que nacen de amor verdadero” (S. Juan de la Cruz).
Igual que los enamorados de esta tierra se obsequian cosas, debemos hacer de nuestras obras oración: “La oración no consiste sólo en las palabras con que invocamos la clemencia divina, sino también todo lo que hacemos en obsequio de nuestro Creador movidos pbr la fe.” (S. Beda) No hacen falta palabras: “orar mucho es mover, con ejercicio continuado del corazón, a aquel a quien suplicamos, pues, de ordinario, este negocio se trata mejor con gemidos que con discursos, mejor con lágrimas que con palabras” (S. Agustín)
Así lo hizo una pecadora arrepentida: [Completa la cita con estas palabras: A) ama B) amó C) mucho D) perdona E) poco F) se le ]
“Y he aquí que llegó una mujer pecadora que había en la ciudad, la cual, sabiendo que estaba a la mesa en casa del fariseo, con un pomo de alabastro de ungüento se puso detrás de Él, junto a sus pies, llorando, y comenzó a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba con los cabellos de su cabeza, y besaba sus pies y los ungía con el ungüento. Viendo lo cual, el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si éste fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, porque es una pecadora. […]Y vuelto a la mujer, dijo [Jesús] a Simón: ¿Ves a esta mujer? […]le son perdonados sus muchos pecados, porque (1)_____ (2)_____. Pero a quien poco (3) _____ (4) _____, (5)_____ (6)______. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Comenzaron los convidados a decir entre sí: ¿Quién es éste para perdonar los pecados? Y dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vete en paz.” (Mt. 7, 37-50) [Solución]
Los que se aman de verdad perseveran en su amor. “Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios… Me refiero, claro está a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón, que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche” (S. Juan Crisóstomo). “Dios, que es amoroso espectador de nuestro día entero, preside nuestra intima plegaria.“(S. Josemaría Escrivá) Nuestros corazones necesitan latir, nuestras almas orar.
Pregunta del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Hará algo especial por el Señor en el “día de los enamorados”?
Mañana: Santos Cirilo y Metodio – “vámonos a otra parte” (Mc. 1, 38)
4 comentarios
Lo mismo pienso se puede decir de la oración. El esfuerzo debe ser diario. ¿Cómo puede decir uno que ama a Dios y no le dedica tiempo a la oración o lo hace sólo para sacar alguna ventaja para sí mismo sin pensar en lo que uno puede ofrecer al Señor?
"En lo que está la suma perfección claro está que no es en regalos interiores ni en grandes arrobamientos [. . . ], sino en estar nuestra voluntad tan conforme a la voluntad de Dios, que ninguna cosa entendamos que quiera, que no la queramos con toda nuestra voluntad" (Sta. Teresa de Jesús)
No se debe de confiar siempre en las emociones, especialmente tras una trágica pérdida como la suya, porque no son siempre constantes, según mi experiencia, sino que sólo el amor de Dios no cambia. Los hombres decepcionamos y no amamos con firmeza, pero Dios es el mayor bien que podemos tener en este mundo y en la eternidad.
Por eso, no debería tomarse a la ligera ir en contra de Su Voluntad, perdiendo la gracia con Dios y arriesgándose la felicidad eterna si no acude a la Confesión sacramental. ¡Cuánto le gustaría al demonio enredarnos en sus redes! Nuestra vida es un milagro del Amor de Dios, pero no llame "milagro" a que se ponga usted en una situación de pecado, lo cual iría contra el primer mandamiento.
Si dejó su comentario será porque en el fondo necesita oír de otra persona lo que su conciencia ya le reclama, que el pecado aunque parezca "bonito" al principio siempre le deja al final a uno con amargura, ¡ni qué hablar del infierno eterno que se merecen los pecados mortales! No gano ni pierdo nada diciéndole esto y aunque no comprenda lo que le digo ahora de todo corazón, me parece que lo comprenderá mejor en unos años, o en el tiempo que tarde en enfriarse esa infatuación con su hermano (que el verdadero amor es puro y vela por el bien eterno del amado). Por favor, por bien suyo y el de toda su familia, búsquese un buen confesor que le guíe hacia Dios, que le ama desde toda la eternidad más que nadie. Un saludo.
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