Cuando un padre y un hijo se odian a muerte: cartas de una madre
En el Evangelio del XIII Domingo de Tiempo Ordinario Jesús fue a ver a la hija de Jairo: “Con el padre y la madre de la niña” (Mc. 5, 40), además de otros testigos. No sólo toma precauciones para no estar a solas con la niña, sino que respetaba la autoridad natural que Dios mismo había dado a los padres cuando la puso bajo el cuidado de ambos.
Los padres tenemos la responsabilidad de proveer para nuestros hijos sus necesidades materiales y espirituales. Idealmente, los dos padres han de trabajar juntos para ese fin. S. Pablo exhorta a todos los cristianos: “…trabajemos por la paz y por nuestra mutua edificación” (Rom. 14, 19) y en cada una de sus epístolas deseaba al comienzo a los que las recibían la gracia y la paz de Dios, dos cosas que van mano a mano.
En la práctica, no es tan sencillo trabajar por la paz cuando un padre y un hijo se odian a muerte.
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Sta. Isabel de Portugal (1271-1336), llamada como su tía-abuela Sta. Isabel de Hungría, era hija de Pedro III de Aragón y sus padres le casaron con el rey de Portugal a los 12 años.
Ella había recibido una educación excelente y continuó sus prácticas piadosas en Portugal, levantándose muy temprano para asistir a Misa. Su esposo le dió gran libertad para construir hospitales y escuelas, por ejemplo. Se piensa que eso se debió a que una vez unas monedas de oro que la santa estaba repartiendo a los pobres se convirtieron en rosas cuando su esposo le preguntó airado lo que llevaba.
Pero, su esposo no le era fiel y su hijo, el heredero legítimo del trono, se enemistó con su padre. Los dos se declararon guerra al menos dos veces y la santa no sólo rezaba para que hubiera paz entre ellos, sino que también se presentaba en el campo de batalla para pedir de rodillas la paz.
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Cartas de Sta. Isabel de Portugal a su esposo
“No permitáis que se derrame sangre de vuestra generación que estuvo en mis entrañas. Haced que vuestras armas se paren o entonces veréis cómo en seguida me muero. Si no lo hacéis iré a postrarme delante de vos y del infante, como la loba en el parto si alguien se aproxima a los cachorros recién nacidos. Y los ballesteros han de herir mi cuerpo antes de que os toque a vos o al infante. Por Santa María y por el bendito San Dionís os pido que me respondáis pronto, para que Dios os guíe”.
“Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de su padre".
Carta de Sta. Isabel de Portugal a su hijo
“Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey“.
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Por fin se reconciliaron los dos antes de la muerte de su esposo. Viuda a los 54 años, viajó a Santiago de Compostela, donde le dió su corona al arzobispo para hacerse terciaria clarisa. De vuelta a Portugal, se dedicó a los pobres, pero las enemistades en su familia no habían cesado aún.
Su hijo, el nuevo rey de Portugal, declaró guerra contra su yerno, el rey de Castilla. Aunque éste trataba mal a su hija, ella viajó de nuevo a donde iban a luchar y consiguió que hicieran las paces. En ese viaje se enfermó y murió con su hijo a su lado. Bien podría dejar ella como testamento espiritual estas palabras de S. Pablo:
“…atended a cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable, de virtuoso y de digno de alabanza; a eso estad atentos, y practicad lo que habéis aprendido y recibido y habéis oído y visto en mí, y el Dios de la paz será con vosotros.” (Fil. 4, 8-9)
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Conoce a alguien que también ha conseguido reconciliar a miembros de su familia? ¿A qué se debe el éxito de Sta. Isabel de Portugal?
Mañana – S. Antonio María Zaccaría – “empezó a enseñar” (Mc. 6, 2)
6 comentarios
Seguro que Ntra. Madre, Reina de la Paz, tuvo algo que ver con la eficacia de sus palabras. Ese artículo cita además un manuscrito que se atribuye a la santa: "La Cruz y la Corona de espinas del Señor son mi cetro y corona", considerando éstos el secreto de sus éxitos. También le tienen diciendo estas palabras:
"¿Cómo te atreves a proceder de este modo? ¿Tanto te pesa la obediencia que debes a tu padre y señor? ¿Qué podrás esperar del pueblo el día en que te toque gobernar el reino, si con tu mal ejemplo estás legitimando la traición? En fin... si de nada te sirven mis consejos y mi amor de madre, ¡teme al menos la ira del justo Dios que castiga los escándalos!"Parece tan fácil leer sobre lo bien que acaban esas misiones de paz de la santa, pero seguro que a ella le dolió mucho durante años que su esposo y su hijo no se llevaban bien. ¡Qué paciencia y confianza en el Señor! Un saludo. Espero que pasó un buen fin de semana.
Gracias por escribirlo.
No sólo fue la santa canonizada por el Papa Urbano VIII, sino que fue la única persona canonizada por ese Papa. Así honró el Señor a la que se humilló ante su esposo y su hijo para que hicieran las paces y la que siendo reina servía a los pobres como si fuera uno de ellos.
En eso siguió muy bien los pasos de su pariente Sta. Isabel de Hungría, conocida también por convertirse en rosas lo que llevaba a los pobres cuando le sorprendió su marido. Pero, Sta. Isabel de Hungría y su esposo estaban apasionadamente enamorados, a pesar de ser la boda también decidida por sus padres. Su gran dolor fue la muerte temprana de su esposo. ¡Qué diferencia hace en una familia que los padres se amen mucho! He oído comentar que lo mejor que los padres pueden hacer para demostrar a sus hijos que les quieren es amarse primero mucho entre ellos. Un saludo.
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