Miel como antídoto, miel como cebo (Jn. 1, 38)
S. Francisco de Sales (1567-1622), el Patrono de los periodistas y los escritores católicos, es muy conocido por las muchas conversiones que logró en Ginebra, la zona calvinista en la que se ofreció a evangelizar por su ejemplo (paciente y perseverante a pesar de maltratos) y con una serie de panfletos sobre la doctrina de la Iglesia para refutar a los protestantes. Sin embargo, su tarea evangelizadora también incluía su predicación a los bautizados para asegurar su conversión de vida y su permanencia en la Iglesia Católica con obras como “Tratado del Amor de Dios” e “Introducción a la Vida Devota”.
A Sta. Juana de Chantal (a quien conoció en 1604 y con quien fundó la Congregación de la Visitación en 1610) le dijo: “Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar contra los herejes es el amor, aun sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas”. Se le atribuye el dicho: “Caza más moscas una gota de miel que un barril de vinagre”, aunque, según él, no hay mejor forma de producir “la miel de las más excelentes virtudes, que comiendo el pan de amargura y viviendo de angustias” (Introducción a la vida devota) Como no se puede dar lo que uno no tiene al evangelizar, también hay que ser paciente con uno mismo, aplicando la dulzura como antídoto al veneno de la ira: “En esto faltan muchos que se enfadan por haberse enfadado, se entristecen de haberse entristecido y se desesperan por haberse desesperado; [esos enfados] tienden al orgullo y no tienen más origen que el amor propio, que se turba e inquieta por vernos imperfectos.” (Introducción a la vida devota)