¿Por qué curó el Señor al sordomudo de una forma tan peculiar?
El Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario describe cómo el Señor curó a un sordomudo de una forma que nos podría resultar algo extraño: “le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua” (Mc. 7, 33). No parece una forma tan fina y elegante de curar como la simple imposición de manos que hace el Señor en otras ocasiones para curar a los enfermos.
El lector Ignacio señala que
“La cura de enfermedades a través de la imposición de manos era admitida por los rabís de la época; pero no se podía usar ritos o gestos fuera de simples imposiciones de las manos y no era permitido usar otras palabras a no ser las de la Escritura, para evitar cualquier superstición o magia, prohibidas por la ley (Lev. 3, 2).
En la economía divina, cada palabra y gesto del Señor ha sido medido con la sabiduría divina para que nada fuera desaprovechado para nuestro bien. Entonces, ¿por qué curó de esa forma al sordomudo?”
Ignacio ofrece una interpretación y el “Catena Aurea” de Sto. Tomás de Aquino (de donde son las demás citas) también ofrece otras para ayudar a esclarecer esta cuestión.