Ante la injusticia hay tiempo para todo: para callar y para hablar
A comienzos del 2004, los alumnos de “Thomas Aquinas College” (EE.UU.) ayudaron a cerrar un abortuario en Ventura, California, tras rezar 6 años ante la clínica los días en que se practicaban abortos [ver foto]. Se cerró en el sexto aniversario del fallecimiento de Angela Baird, una jóven de 19 años que comenzó la iniciativa pocos meses antes de morir y que murió ofreciendo sus sufrimientos por las víctimas del aborto.
Hoy en Madrid hubo una manifestación por la vida y por todo el mundo hay personas que rezan por el fin al aborto. Ante la injusticia se puede y se debe encontrar el tiempo para lucharla. Nuestro Señor anunció en el evangelio del V domingo de Cuaresma: “Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera” (Jn. 12, 31) por Su Pasión, Muerte y Resurrección. A Su Luz, podemos contemplar mejor nuestros pecados y los que corrompen el mundo y tenemos el deber de echar al “Príncipe de este mundo” de nuestras vidas y de nuestra sociedad en el tiempo propicio: ahora.
Jesús no calló ante las injusticias (y no hay mayor que el pecado - la injusticia contra Dios), pero sufrió en silencio cuando la muchedumbre clamó por su muerte. “Todo tiene su momento […] Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; […] tiempo de callar y tiempo de hablar…” (Eclesiastés 3, 1-2.8). Cuando los hombres quieren matar para decidir ellos mismos el “tiempo de nacer y tiempo de morir”, es tiempo de hablar, de “poner el remedio oportuno, a fondo, con caridad y con fortaleza, con sinceridad. No caben las inhibiciones. Es equivocado pensar que con omisiones o con retrasos se resuelven los problemas. (S. Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 157)
La corrección fraterna es una obra de misericordia, pero cerrar los ojos ante la injusticia puede ser un pecado de omisión: “Si lo dejas estar, peor eres tú; él ha cometido un pecado y con el pecado se ha herido a sí mismo; ¿no te importan las heridas de tu hermano? Le ves perecer o que ha perecido, ¿y te encoges de hombros? Peor eres tú callando que él faltando.” (S. Agustín, Sermón 82). Pero, “Si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro hace que vuelva a ella, debe saber que quien hace que el pecador se convierta de su extravío, salvará el alma de la muerte y cubrirá la muchedumbre de sus pecados.” (Santiago 5, 19-20)
Cuando hay peligro de que alguien cometa pecado mortal o lo haga y podemos corregir con la esperanza de que se enmiende el corregido, debemos hacerlo por amor a Dios. Pero, antes del “tiempo para hablar” está el “tiempo para callar”, para examinarnos y también las heridas que queremos ayudar a sanar: “…tengamos presente la común fragilidad, para que la misericordia, y no el rencor, preceda a aquella corrección.” (S. Agustín).
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Estación 1 del Vía Crucis: Jesús es Condenado
Pero ellos gritaron con más fuerza: “¡Crucifícale! ». Pilatos, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado. (Mc. 15, 14-15)
Meditación
“¡Sea crucificado!” (Mt 27, 22)
Este grito resuena con fuerza cada vez que un ser humano es maltratado. Diariamente cada uno de nosotros se convierte en juez. Nos consideramos con derecho a juzgar y condenar el comportamiento de los otros, pero rechazamos ser objeto de la crítica o del juicio ajeno. Siempre encontramos una justificación para nuestras culpas y errores.
Jesús responde con el silencio frente a la hipocresía y a la soberbia del poder, la indiferencia de quienes no asumen su propia responsabilidad. Confirma así la enseñanza que dio a sus discípulos: “No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados” (Lc 6, 37). Jesús, maniatado, se siente libre. Al aceptar el misterio de la Cruz nos indica el verdadero amor y la verdadera justicia.
Oración
Señor Jesús, Te rogamos que nos libres de la hipocresía y de la indiferencia, de la tentación de lavarnos las manos ante la injusticia. Concédenos la humildad necesaria para reconocer nuestros errores. Enséñanos a rechazar cualquier componenda con la injusticia y la mentira. Ayúdanos a conseguir el silencio interior para escuchar el grito de los que sufren. Dales tu luz a los que siempre buscan una justificación para sus culpas. A todos nosotros, Señor, tú que diste tu sangre como precio de nuestra libertad, préstanos tu voz para alzarla en defensa de los oprimidos, de los que sufren en silencio, para que se haga realidad en el mundo la paz, la justicia y el perdón.
A ti, Jesús, el condenado de rostro inocente, la alabanza pura y agradecida, junto con el Padre y el Espíritu, en el tiempo y en la eternidad. R /.Amén. [Estación V, Vía crucis en el Coliseo (Viernes Santo, 2002), preparado por periodistas laicos y presidido por el Papa Juan Pablo II]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cuánto tiempo a la semana dedica a combatir injusticias? ¿Qué contribuye a que el tiempo para callar (la reflexión, por ejemplo) y el tiempo para hablar sean eficaces para combatir la injusticia?
Mañana – Vía Crucis, Estación II: Jesús carga su cruz – “cuando yo sea elevado sobre la tierra”(Jn. 12, 32)
4 comentarios
Creo que la sociedad actual se encuentra en una encrucijada clave. En función de los derroteros que tome la situación, el genero humano dejará o no de ser lo que era. Los continuos atentados a la vida, la familia, etc., en definitiva, a los creyentes, no son más que un signo de que el maligno está campando a sus anchas en los corazones de muchos hombres por la debilidad de estos, por su nihilismo, hedonismo y relativismo recalcitrante.
Cristo permitió su humillación cuando fue condenado a muerte porque la buscaba. Su posterior holocausto era la vía que Dios había previsto para, mediante la cruz, salvar a la humanidad. Es decir, su momento era la cruz, no cuando Pilato se lavó las manos. Hoy en día, el momento de los cristianos es ahora, denunciando las tropelias que comenten nuestros gobernantes filomarxistas y promasones. Educación para la Ciudanía, el aborto, el matrimonio homosexual, la investigación con celulas madre, la eutanasia, etc. son sólo la punta de un iceberg en cuya base se encuentra el cambio del modelo de sociedad, una sociedad guiada por el "gran arquitecto" masón.
No seamos como Pedro que negó tres veces conocer al Maestro. No tengamos miedo de defender nuestra fe, de defender la Verdad que es Cristo mismo, nuestro Señor.
Le dejo una preciosa oración en honor el Santísimo Cristo de Burgos:
"Oh, Dios, que por la preciosa sangre de vuestro unigénito Hijo quisiteis santificar la señal de la Cruz vivificante. Conceded, os suplicamos, que los que ponen su gozo en honrar la Santa Cruz gozen también en todo lugar de su protección, por el mismo Jesucristo señor nuestro, quien con Vos y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los soglos. Amén".
Que Dios te bendiga.
En mi vida he tratado de ser justo con los demás aunque el resultado -no podía ser de otro modo- haya sido desigual. Sin embargo la injusticia no me resulta tolerable, me indigna muy hondamente y trato, con la ayuda de Dios, de atajarla. Aunque siempre la justicia haya de venir corregida por la misericordia.
El silencio selectivo de Cristo durante Su Pasión es impresionante. ¡Qué contraste con Pedro, a quien menciona, que mejor se hubiera quedado en silencio que negarle al Señor! Si recordamos cómo se prepararon Cristo y Pedro en Getsemaní, veremos la importancia de la oración para aprender a discernir lo que uno debe y no debe decir por la gloria de Dios, no por nuestro bien.
Por eso también agradezco el tiempo que se tomó para dejar la oración en honor al Cristo de Burgos. Un saludo.
"Y, ¿quién tiene celo por la casa de Dios? Aquel que pone empeño en corregir todo lo censurable que en ella observa [...]. ¿Ves a tu hermano en peligro? Detenlo, adviérteselo, siéntelo de corazon, si es que te come el celo de la casa de Dios."
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