Cómo eliminar el resentimiento de nuestras vidas
Los ambiciosos apóstoles Juan y Santiago, tras pedir puestos de honor en el Reino de Dios, oyeron del Señor que beberían de Su Cáliz y serían bautizados con el mismo bautismo que Él y según el Evangelio del XXIX Domingo de Tiempo Ordinario: “los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan” (Mc. 10, 41). Pero, el Señor les indica que los que quieren ser mayores deben servir a los demás.
Esa escena recuerda la parábola del hijo pródigo, en la cual el hijo mayor se indigna por la generosidad de su padre hacia su hermano menor. Como explica Henry Nouwen en “El regreso del hijo pródigo” [de donde son las demás citas del post]: “Ésta no es una historia que separe a los hermanos en bueno y malo. Sólo es bueno el padre. El quiere a los dos hijos, corre al encuentro de los dos. Quiere que los dos se sienten a su mesa y participen de su alegría.” Así trata el Señor a los apóstoles cuando muestran rivalidad entre sí.
Los siguientes fragmentos del libro citado de Henry Nowen muestran cómo es posible “el regreso desde mi yo que se queja, se compara y siente rencor, a mi verdadero yo que es libre para dar y recibir amor. […] para amar más allá de mi necesidad de agradar o de encontrar aprobación.”