"Se murió de todas formas"
Nos promete Jesucristo en el Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario [04.09.2011]: “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo.” (Mt. 18, 19). Como explica S. Juan Crisóstomo:
“Quien te redimió y te creó no quiere que cesen tus oraciones, y desea que por la oración alcances lo que su bondad quiere concederte. Nunca niega sus beneficios a quien los pide, y anima a los que oran a que no se cansen de orar.” (en “Catena Aurea”, vol. Vl, p. 294).
Entonces, ¿qué pensar cuando uno reza por un ser amado que está enfermo y el Señor acaba llamándole a su presencia? Sería humano pensar que esa persona “se murió de todas formas”, que falleció a pesar de todas las oraciones de sus parientes y amigos. Surge la tentación de decirle al Señor, como hizo Sta. Marta tras morir su hermano Lázaro: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” (Jn. 11, 21) Y no extrañaría. Sto. Tomás de Aquino nos advierte que: “En la oración hay un obstáculo que consiste en pensar que la Providencia de Dios no se ocupa de las cosas de este mundo.” (“Compendio de Teología”, II, cap. 6). ¿Cómo reconciliar ese dolor de perder a un ser amado con la fe en el amor de Dios?
Esa actitud es muy contraria a la que demuestra el lector Pepe F. en un mensaje de correo electrónico enviado el mes pasado, pidiendo oraciones por la cura milagrosa de su padre por la intercesión de Rebeca Nadal: “Siempre que Dios quiera y con la ayuda de los ruegos de la Virgen María :) ¡por supuesto!”
“Llevo ya tres semanas aproximadamente en el hospital con mi papá. Aunque nos hemos mentalizado por su cáncer de pulmón incurable… Ayer la doctora nos confirmó que está grave y próximo a morir… Yo le doy gracias a Dios por darme la posibilidad de cuidarle, amarle, disfrutar con él, poder despedirme y poder asimilarlo mejor. Lo llevamos de forma cristiana, es decir, con mucho amor…
“[Si se muere] le pido al Señor que le evite el Purgatorio… O que esté muy poquito :) Ya sabes, Jesús nos invita a rezar siempre. Lo que tengo clarísimo es que suceda lo que suceda, su Voluntad es buena. Yo aún sigo teniendo fe, pero si al final no sana milagrosamente, no pasará nada. Estamos aqui de paso, lo importante es cuando regresemos a Él. :)”
Confiesa que el enfrentar la pérdida de su padre: “siempre es dificil pero me consuela el Amor de Dios.” Añade además: “Aunque no se cure mi padre, la oración siempre es escuchada y Dios nos da otras cosas que sí necesitamos, aunque ni nosotros mismos sepamos pedirlas.” Pocos días después de enviar esos mensajes, su padre falleció. ¿Cambiaría su confianza en el Señor?
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Parte de un mensaje de Pepe F. tras fallecer su padre:
“Estando un mes en el hospital, gracias a Dios confesó, comulgó la Santa Eucaristía y recibió los Santos Óleos. Cuando tenía fuerzas, en algunas ocasiones ofrecía sus dolores a Dios. A lo largo de su enfermedad rezábamos el Rosario todas las tardes y una oración al Papa por lo menos… como coincidió su ingreso en agosto, el día de Santiago empecé junto con él la Novena a la Virgen del Pilar. Pues bien rezamos esa Novena y si bien era larga, guardo un grato recuerdo.
“Pasaron los dias, empeoraba… Es cuando a la gente que conocía y creía le enviaba lo de Rebeca Rocamora por si Dios decidia obrar un milagro. Ya en los últimos días, la doctora me dio el varapalo que iba a morir… Aunque estaba malito, pues en fin, es durillo. Pero sufría mucho, así que le pedí a la Virgen que rogara a Dios que no sufriera mucho (él conservó la mente lucida hasta casi el final de la preagonía) y que si podía ser fuera al Cielo el día de su Asunción, día 15 de agosto.
“Pues no pude ser pero una casualidad no, un guiño de Dios si estás atento. Al final, se fue un sabado (día como sabes dedicado al Inmaculado Corazon de María) y un 13 (número precioso muy utilizado por la Virgen y que erróneamente está relacionado con la tontería de supersticiones de mala suerte; no olvidemos, por ejemplo, también los 13 martes de S. Antonio de Padua.)
“Estando Dios las casualidades no existen, son guiños, alicientes… Ese mismo día vi más “13” relacionados “casualmente” con el tema de su fallecimiento. Además, fue el día de Sta. Gertrudis la Magna. Esta bendita Santa recibió del mismo Señor Jesús una oración importantísima. Prometió que cada vez que fuera rezada se sacarían 1000 almas del purgatorio para llevarlas al Cielo. Yo trato de rezar esta oración una vez al día por lo menos, si no más porque su beneficio es increíble. Otra “casualidad” mas ;)
Ésta es la oración:
‘Padre Eterno, yo te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo Jesús, junto con las misas que se digan en todo el mundo hoy, por las Benditas Almas del Purgatorio, por los pecadores en todas partes, por los pecadores en la Iglesia Universal, los de mi propio hogar y dentro de mi familia. Amén.’
“Bueno, como ya sabes, si estoy en lo cierto, esas oraciones en el caso que esté mi papá en el Cielo van para otras almas necesitadas y si no, ¡pues genial! Para Honra y Gloria de Nuestro Amoroso Dios.”
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La actitud de confianza en el Señor de Pepe F., a pesar de su duelo, se puede resumir en estas palabras de S. Agustín: “Bueno es el Señor, quien no siempre nos concede lo que deseamos, para concedernos lo mejor.” (“Epistola 50”). Demuestra por sus obras que comprende a la perfección esta recomendación del mismo santo:
“Si algo acontecede en contra de lo que hemos pedido, tolerémoslo con paciencia y demos gracias a Dios por todo, sin dudar en lo más minimo de que lo más conveniente para nosotros es lo que acaece según la voluntad de Dios y no según la nuestra.” (“Carta 130”, a Proba).
Los fieles creyentes no fallecen “de todas formas", sino por la Providencia Divina de Dios Padre. Que el Señor, que es la Resurrección y la Vida, conceda al padre de Pepe F. eterno descanso en Él y que Sus bendiciones sigan consolando a Pepe F. y a su familia.
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué opina de la actitud de Pepe F.? Si ha experimentado la pérdida de algún ser querido, ¿cómo reconcilió esa pérdida con su amor a Dios?
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7 comentarios
En la muerte de mi madre experimenté el amor de la Santísima Virgen hacia ella. En la muerte de mi hermana mayor, que era muy devota de San José, qué quieren que les diga: se la encomendé a San José y murió el día de San José, después de un mes de atroz sufrimiento en el hospital, alimentada por tubos y sin poder beber ni agua, pero sin dejar de hacer la señal de la cruz cuando podía y llamando a un sacerdote. Enn esas circunstancias que nos superan, los " guiños " de Dios parece que se multiplican; sólo hay que saber verlos. Y uno de nuestros mejores apostolados es ayudar a verlos a quienes se encuentran en esas situaciones.
Me dijo un alma muy cercana a Dios que si aceptamos plenamente la muerte cuando llegue y pedimos perdón a Dios, se nos abren de par en par las puertas del cielo como se abrieron para el Buen Ladrón. No lo sé, ya lo experimentaremos. Pero lo que desde luego sé es que a Dios no le ganamos en generosidad.
Dios sabe lo que hace. Ese dolor de nuestros seres queridos y nuestro propio dolor al verlos sufrir no me cabe duda de que es un dolor purificador, no porque sea dolor, sino porque se vive en amor y confianza.
No es un dolor inútil porque el amor no es inútil. Ya lo veremos. Ya hemos visto atisbos.
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Flavia, me parece una gran prueba de fe el enfrentarse con la pérdida de algún ser querido, pero si es superada por la gracia de Dios, la experiencia de saberse amado por Dios a pesar de todo afirma profundamente la fe. Lo ilumina todo la esperanza de la resurrección por la victoria de Cristo sobre la muerte.
Como dice, es una forma de apostolado el ayudar a otros a darse cuenta de la presencia de Dios en sus vidas, amándoles como ninguno. En cierto sentido, siendo esa fe un don de Dios, estamos obligados a compartirla y no a enterrarla, como hizo el siervo perezoso que recibió un talento de su amo en la parábola de los talentos. Dios fortalece para que uno pueda ayudar a otros.
Me alegro que haya compartido su experiencia, porque espero que su comentario aliente a los que lo lean.
-¿Es porque, estos, en su ignorancia no saben hasta dónde y cómo, quien se va, llegará?;
-¿Es porque, estos, en su egoismo personal no quieren quedarse solos y deprotegidos de los que se van?;
-¿O es porque, estos, en extraña fe, esperanza y caridad: temen y rechazan a la muerte como el último y mayor mal para quien que se va?
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Rastri, Sta. Catalina de Siena, en "Diálogo", pone en labios del Señor una explicación sobre 5 tipos de lágrimas. Puede leer más sobre eso en "Lo que revelan las lágrimas sobre su vida espiritual".
El Señor les dijo a sus discípulos antes de su Pasión y Muerte:
"En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará; vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo. La mujer, cuando pare, siente tristeza, porque llega su hora; pero cuando ha dado a luz un hijo, ya no se acuerda de la tribulación, por el gozo que tiene de haber venido al mundo un hombre. Vosotros, pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría." (Jn. 16,20-22)Un saludo.
Debemos aceptar Su voluntad,como lo hizo Jesus en el huerto de los olivos:Padre aparta de mí este cáliz,pero que no se haga mi voluntad sino la tuya.
Lc.22,39-46,que el Señor bendiga a Pepe.
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Odet, es un gran consuelo saber que un ser amado recibió el Sacramento de la Unción de Enfermos poco antes de morir, ya que es un Sacramento que nos abre las puertas del Cielo al perdonar no sólo los pecados, sino también la pena debida a ellos. ¡Qué importante es llamar a un sacerdote si alguien está en peligro de muerte!
Me alegro que Pepe esté pasando por esta prueba con fe cristiana, con confianza en Dios, que nos ama tanto.
"Terrible es la muerte,pero!cuan apetecible es tambien la vida del otro mundo a la que Dios nos llama" saludos M Lourdes.
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Odet, gracias por la cita. S. Francisco de Asís, en su "Cántico del Hermano Sol", agradecía a Dios hasta a "nuestra hermana la muerte corporal". Un saludo.
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Y si tristes ya por causa, de este mundo, su salida; Nuestra alegría se tornará en gozo cuando Él vuelva.. -
-Porqué no alegrarnos de la buena suerte que tienen los que a su encuentro van antes de que Él venga?
-Y si temiendo a la muerte que en este mundo es nuetra triste vida: ¿ Acaso no depreciamos la promesa del otro que es la verdadera vida?
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Rastri, cuando le preguntaron a Sta. Juana de Arco en un interrogatorio si estaba en gracia con Dios, respondió que si no lo estuviera, que Dios se lo concediera, y que si lo estuviera, que Dios se lo preservara. Como no sabemos la suerte de cada uno, si murieron en gracia con Dios y habiendo hecho reparación por todos los pecados cometidos, es buena práctica el rezar por los difuntos, sobre todo por las almas en el Purgatorio.
Tiene razón en que estamos de peregrinación por este mundo y no es cuestión tanto de temor a la muerte, (que en el sentido espiritual morimos a este mundo en el Bautismo), sino de vivir nuestras vidas según la voluntad de Dios desde su comienzo hasta su fin natural. Pero, somos humanos y no estóicos, y consideramos natural que podamos sufrir en este mundo. Hasta el Señor pasó por una agonía y nos enseñó a superarla al entregarse a la Voluntad del Padre.
Es caritativo compadecerse del sufrimiento de otros, de los que sufren su agonía y los que sufren la pérdida de seres queridos: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados". Pero, allí no se acaba el asunto, como ya sabe. Nuestra reacción a ese sentimiento natural puede demostrar nuestra fe, como en el caso de Pepe F.
Hay santos, como S. Felipe Neri, que vivieron el gozo cristiano a pleno, y cuando se encontraban con sus amigos les deseaban el martirio para que llegaran pronto al Cielo. Muchos mártires romanos y también los más recientes mártires japoneses iban a su martirio cantando alabanzas al Señor.
- M.L: Escucha esto de Santa Teresa de Ávila
VIVO SIN VIVIR EN MÍ
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque muriendo el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
vida, no me seas molesta,
mira que sólo me resta,
para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
el morir venga ligero
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
que es la vida verdadera,
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no me seas esquiva;
viva muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios que vive en mí,
si no es el perderte a ti,
para merecer ganarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero
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Rastri, muchas gracias por citar esos bellos versos de Sta. Teresa de Jesús. Lamentablemente, no todos hemos alcanzado todavía el grado de santidad que demuestra allí esta Doctora de la Iglesia. Que Dios nos conceda imitarle cada vez mejor al Señor en este mundo para que en la siguiente podamos ver Su Santa Faz por toda la eternidad.
Es verdad:Dios siempre hace lo mejor par nuestras almas y nos da más de lo que pedimos y merecemos.
Jesús nos dice que va a preparanos un lugar.Si lo hemos amado en la vida, Él nos esperará en el cielo.
http://www.aciprensa.com/evangelio/lectura.php?id=894
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Susi, ¡qué maravillosa la esperanza cristiana que el Señor nos ha concedido por Su Muerte y Resurrección!
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