¿Por qué no huyó la mujer sorprendida en adulterio?
Al principio del Evangelio del V Domingo de Cuaresma aparecen los escribas y los fariseos con una mujer sorprendida en adulterio y colocan a la mujer en medio para acusarla ante el Señor. Pero, al final, tras decirles Jesús que el que esté sin pecado tire la primera piedra: “quedó solo Jesús con la mujer, en medio, que seguía allí delante” (Jn. 8, 9).
Los que le habían forzado ante Jesús se habían escabullido uno a uno y el Señor estaba discretamente inclinado sobre el suelo, escribiendo con el dedo sobre el suelo, dándole así la oportunidad de irse también. ¿Por qué no huyó la mujer adúltera?
La Anunciación del Señor por el Arcángel Gabriel a la Ssma. Virgen María podría ofrecer unas pistas.
1) «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.” (Lc. 1, 28)
¡Qué diferencia entre la paz de la siempre Inmaculada Virgen María y la desesperación de la mujer adúltera hundida en el pecado! Es la diferencia que hay entre el estar siempre con el Señor y el haberse alejado de Él. La mujer adúltera se vio forzada a estar ante el Señor pero una vez cerca de Él, ¿cómo desear alejarse? Se habría alegrado de haberse librado de sus acusadores. Si ellos se alejaban del Señor, ella se sentiría más segura cerca de Él.
“La verdadera, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos de amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo […]. Se equivoca quien se figura que podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo deberían convencer a ese hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de su paz.” (S. Beda, Hom. 12 para la Vigilia de Pentecostés).
2) “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.” (Lc. 1, 30)
La Ssma. Virgen María oye del Arcángel Gabriel la confirmación de que es la gracia con Dios lo que nos alcanza la paz. Ella corre el riesgo de ser apedreada si otros cuestionan su embarazo, pero no pierde la calma. Sin embargo, es la mujer pecadora la que no conoce la paz de Dios en la adversidad, la que se angustia por encontrarla, aun sin saberlo. Habría sentido un poco de esa paz al experimentar la bondad del Señor. Bien podría decir después de su encuentro con el Señor:
“Para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme, hallábame tan sola que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la misericordia de Dios, que era solo el que me daba la mano.” (Sta. Teresa, “Vida”,7,8).
3) “… reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lc. 1, 33)La Reina del Cielo y de la Tierra compartiría el gozo del Rey Eterno ante tal anuncio, pero la mujer pecadora sólo podría presentir la autoridad del Señor observando Su serenidad ante la trampa que le presentaban los fariseos, la Sabiduría que demostraba en sus palabras, tan superiores a las del Rey Salomón. ¿Qué pasaría con ella? ¿Qué deseaba el Señor de ella? Quizás no quería alejarse sin la respuesta o fue la autoridad del Señor lo que hizo quedarse junto a Él hasta que le dijera que se fuera y no pecara más.
“En esta vida, con grandes trabajos buscan los hombres el reposo y la seguridad, pero con sus malos deseos no los encuentran. Porque ponen su descanso en las cosas inquietas y que no permanecen; y como ellas les son quitadas y pasan, les originan miedos y dolores, sin dejarles tener sosiego.” (S. Agustín, “Sobre las costumbres de la Iglesia católica”, 1).
4) “Para Dios nada hay imposible” (Lc. 1, 37)
Dios obró el gran milagro de Su Encarnación en la Virgen María y es el que también puede hacer posible la conversión de pecadores, hasta de los que son juzgados como los peores por el mundo. Aunque la mujer pecadora no hubiera oído de los milagros de Jesús, seguro que le hubiera sorprendido cómo el Señor le libró de los fariseos.
“¡Cuántas contrariedades desaparecen, cuando interiormente nos colocamos bien próximos a ese Dios nuestro, que nunca abandona! Se renueva, con distintos matices, ese amor de Jesús por los suyos, por los enfermos, por los tullidos, que pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa. . . Y, en seguida, luz o, al menos, aceptación y paz.” (S. Josemaría Escrivá, “Amigos de Dios”, 249).
5) “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra.” (Lc. 1, 38)
El Señor desea que imitemos ese “Fiat” perfecto de Ntra. Ssma. Madre, que nos reconozcamos tal y como somos ante Dios para aceptar Su Gracia. Quizás fue finalmente el agradecimiento de la mujer pecadora conociéndose como tal lo que le mantuvo cerca de Jesucristo, deseosa de hacer algo por Él, pero sin saber qué viéndose tan poca cosa ante el Señor.
“La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -"El” lo ha dicho: ‘Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón. . . y encontraréis paz para vuestras almas’”. (S. Josemaría Escrivá, “Camino”, n. 607).
El Amor de Dios hizo posible Su verdadera presencia en Cuerpo y Alma en el purísimo seno de la Virgen María y también hace posible Su Real Presencia en el mundo por medio de los Sacramentos de la Iglesia, sobre todo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Sabiendo que necesitamos Su Misericordia tanto como Su Justicia, nos dejó el Sacramento de la Reconciliación. Allí podemos experimentar en persona ese encuentro que tuvo la mujer pecadora con el Redentor y comprender mejor cómo entre los pecadores ama más el que sabe que le ha sido perdonado más.
“La paz es obra de la justicia indirectamente, en cuanto remueve los obstáculos que a ella se oponen; pero propia y directamente proviene de la caridad, que es la virtud que realiza por excelencia la unión de todos los corazones.” (Sto. Tomás, Suma Teológica,2-2, q. 29, a. 3 ad 3).
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Los escribas y fariseos veían en la mujer adúltera yeso y agua contaminada por la arena del pecado (lo cual impedía que sirviera para la construcción del Pueblo de Dios) y por eso la rechazaron. Pero el Señor hizo de ella una frágil “rosa del desierto”, blanda y frágil, pero hermosa ante Sus ojos una vez cristalizada por la Gracia Divina.
En este vídeo de la lectora Maricruz, el organista de su parroquia, D. Fernando, interpreta una bella oración para cuando deseemos que “Cristo jardinero” transforme nuestro desierto interior:
Letra completa de “Cristo jardinero”
(de la Liturgia de las horas)
Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.Para que nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon Tu Cuerpo, Señor, y Tu Palabra
en el desierto de mi corazón. Amén.
“Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil. 4, 7)
Ssma. Virgen María, Reina de la Paz, ruega por nosotros para que alcancemos esa paz de Dios para no alejarnos nunca más de Él.
[Fuente de citas de santos: “Antología” de Francisco Fernández-Carvajal]
[Fotos de rosa del desierto en Wikimedia Commons: 1) Sven Teschke, 2) Rama]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Por qué cree que no huyó la mujer que cometió adulterio? ¿Cómo nos atrae el Señor en nuestras vidas hoy en día? ¿Qué espera de Él cuando pasa en su vida por algún desierto?
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26 comentarios
De todas formas, en ese pasaje se puede ver cómo el Señor cuida de los más débiles... de los debilitados por el pecado. Ella necesitaba no sólo el perdón sino ser sanada interiormente, y el Señor restaura su dignidad de forma admirable como sólo Él, como Hijo de Dios y Redentor nuestro, puede hacer. Un saludo.
Y estaría avergonzada(hay que recordar que cuando Jesús se dirige a ella, ella no se excusó y no le dijo ¡oye, que no he pecado!) y sobre todo estaría muy agradecida. Ya sé que no hay datos en el Evangelio pero me gusta pensar que esta mujer adúltera intentaría después saber más cosas de Jesús y no se olvidó de quien estando libre de pecado y pudiendo haberla condenado, no lo hizo.
Yo también pienso que no andaría muy lejos la Madre de Jesús.
La ley de Moisés deja muy claro que habían de ser castigados los dos adúlteros, el hombre y la mujer. A lo mejor se trataba de un hombre importante que con su dinero o influencias se libraba del castigo, mientras que la pobre mujer no podía soltarse ni evitar ser acusada. Pero... ¡ Jesús estaba esperando, sin duda !
Como alguien me dijo y me impresionó: " Jesús escribió en la tierra, para poder borrar. "
Es verdad lo que dice Odet, no sale en el evangelio más que cosas buenas en relacción con las mujeres, las que le sirven, las que le ungen delante de todo el mundo,Claudia Prócula intenta salvarlo,las hijas de Jerusalén lloran por El, le acompañan mujeres en la Cruz,son las que van a terminar de embalsamar. y es tradición que una mujer le pasó un paño por la car
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Eso llevamos dos mil años preguntándonos. ¿Dónde estaba el pobre hombre seducido por la malvada adúltera?Igual estaba entre los que llevaban la piedra preparadita ara lanzar contra la mujer, quién sabe.
¡Cuántos varones se han excusado en que la mujer les tentó y, claro, ellos, pobrecillos, qué van a hacer, si les tienta una mujer...! Creo que Adán fue el primero en ampararse en esa excusa. Y después, todos los demás.
:)
Siempre fueron gratificantes los encuentros de Jesús con las mujeres, siempre acabaron bien. Podemos felicitarnos por ello.
Pienso que lo hermoso de esta historia es que, a través de ella, Jesús también nos habla a nosotros y nos llena así de esperanza y valor, como con la parábola del hijo pródigo, para volver a Él cada vez que nos alejamos buscando la felicidad en otros mundos; porque como dijo San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”
Pero Jesús conoce los corazones y la veía a ella sola, acusada para pagar por los dos: su compañero de pecado y ella misma. Y además, como Dios que era y es, Jesús conocía todas las circunstancias de esta mujer. Por eso la perdona, pero no deja de añadir: " No peques más."
Me parece una muestra de humildad que no se excusó esa pecadora. Los que no buscan excusas y más cerca están de la Verdad son los que suelen poder mejorar antes. Un saludo.
Gracias por recordar esas mujeres presentes en la Pasión del Señor intentando aliviar sus sufrimientos. Él se dirigió a las mujeres de Jerusalén también de camino al Calvario para consolarlas. ¡Qué detalles las de esas mujeres y cómo corresponde el Señor! Sta. María Magdalena sería la primera en verle resucitado, según las Sagradas Escrituras. Un saludo.
"¡Qué humildad, la de mi Madre Santa María! —No la veréis entre las palmas de Jerusalén, ni —fuera de las primicias de Caná— a la hora de los grandes milagros.No es que ella no estuviera cerca de su Hijo mientras predicaba, que también aparece queriendo hablar con él en una ocasión mientras lo hacía, sino que discretamente dejaba que Él fuera el centro de toda atención. Él es la fuente de todo nuestro bien.
—Pero no huye del desprecio del Gólgota: allí está, "iuxta crucem Jesu" —junto a la cruz de Jesús, su Madre." ("Camino", 507)
Ella podría saber con el paso de los siglos que ÉL mismo quiso que hubiese una fiesta de la Divina Misericordia el domingo después de Pascua y que lo hace para atraernos a su Amor.
Bien, tal vez no sepa todas esas cosas, pero sí que percibe que Él es el AMor de los amores, como se canta en ese himno en España.
Además, recordemos por ejemplo que S. Francisco de Sales escribió "Introducción a la vida devota" para una mujer laica, pero a todos nos hace bien. Me parece que los comentarios en el blog, sean de hombres o de mujeres, pueden hacer bien a todos. Un saludo.
Pero si vuelvo a encontrar expresiones similares a " me hacen mucha gracia las mujeres y sus cosas ", el autor de tanta simpleza se va a encontrar con una respuesta ad hoc.
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