Feliz año nuevo chino, si seguimos el ejemplo de Richard
Yehliu está en la costa pacífica de Taiwán, a menos de una hora al norte de Taipei. Allí comienzan hoy a celebrar el año nuevo chino [año del tigre este año, según el horóscopo chino], con festividades que durarán al menos toda una semana.
Allí estuvo hace poco el P. Gerardo, un misionero comboniano que fue ordenado el año pasado, como recordarán algunos lectores habituales del blog. Actualmente está en Taipei, pero pronto partirá para ir a las Islas Filipinas, donde estudiará inglés, volviendo después a Taiwán para aprender chino.
En su blog personal, “Misión Asia”, relata cómo conoció a Richard, un biólogo marino católico encargado del parque acuático Ocean World en Yehliu, muy cerca de una costa con muchas chimeneas de hada como el que se ve en la foto. Aunque la más famosa es la que muestra un perfil parecido al de Nefertiti, la que se parece a un corazón que conserva su forma a pesar de faltarle un pedacito representa mucho mejor a Richard, cuya generosidad y alegría nacieron de un gran dolor.
En Ocean World se esfuerza mucho para salvar a los delfines, pero fue un sacerdote el que le logró salvar de la desesperación.
“Es tal la condición del sacerdote que no puede ser bueno o malo sólo para sí, pues el modelo de su vida influye poderosamente en el pueblo. El que cuenta con un buen sacerdote, ¡qué bien tan grande y precioso tiene! (S. Pío X, Exhortac. Haerent animo,4-VIII-1908).”
Éste es el impacto que tuvo en la vida de Richard un buen sacerdote, según nos cuenta el P. Gerardo:
“Él tuvo un hijo que estuvo con cáncer en el estómago desde los 9 años de edad. Falleció a los 13 años. Eso le marcó muchísimo. Pero fue un sacerdote quien le ayudó.
Fue así que conoció a las paulinas, y les ayuda haciendo tallados en una fábrica que tiene. Él coge la madera que encuentra en las playas, lo que desecha el mar, y hace tallados. Es su manera de evangelizar. No cobra por nada. Lo hace gratuitamente. Incluso me regaló algunos.
Le han ofrecido trabajos en varios lugares, pero los rechaza, porque sabe que si se va de allí, no podrá continuar con su labor evangelizadora. Eso le agrada y lo hace feliz. Nos compartió también que su madre padece de cáncer al hígado. Pero él siempre está sonriendo. Sólo con hablar con él, se nota la presencia de Dios en su vida, y el deseo de ayudar a los demás. Gracias, Richard, por tu testimonio.”
Ese testimonio muestra lo que el Señor prometió en el Evangelio del VI Domingo de Tiempo Ordinario: “Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.” (Lc. 5, 21) El duelo de Richard no le hundió, sino que le hizo más compasivo con su prójimo, más deseoso de consolar a otros con su sonrisa. Sus lágrimas, tocadas por la gracia y el consuelo que sólo Dios nos puede dar, se han convertido en lágrimas por su prójimo, en compasión por los que no conocen o no sienten la presencia del Señor en sus vidas.
“[…] sólo de Él, cada uno de nosotros puede decir con plena verdad, junto con San Pablo: Me amó y se entregó por mi (Ga 2,20). De ahí debe partir vuestra alegría más profunda, de ahí ha de venir también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros, por desgracia, debéis encontrar amarguras, padecer sufrimientos, experimentar incomprensiones y hasta caer en pecado, que rápidamente vuestro pensamiento de fe se dirija hacia Aquel que os ama siempre y que con su amor ilimitado, como de Dios, hace superar toda prueba, llena todos nuestros vacíos, perdona todo nuestro pecado y empuja con entusiasmo hacia un camino nuevamente seguro y alegre.” (Ven. Juan Pablo II, Disc. IIII1980). [Cita de “Antología” de Francisco Fernández-Carvajal]
Si nos apoyamos en el Señor cuando sufrimos, no sólo tendremos felicidad este año y en todo momento, sino que también tendremos más que suficiente para compartirla con los demás.
[Fotos del P. Gerardo, usadas con permiso]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Conoce a alguien como Richard? ¿Cómo comparte su propia alegría con los demás? ¿Recuerda algún momento en particular en el que se sintió consolado por el Señor por medio de un sacerdote?
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6 comentarios
Siento no tener una buena experiencia de los sacerdotes, la verdad, porque lo que sí he sentido alguna vez es necesidad de que me ayudaran y no obtuve nada a cambio... Es triste, pero antes de mi boda intenté hablar con el sacerdote que me casaba y me dijo que ya habíamos hecho el ensayo que qué más podía querer! (y durante el ensayo su única recomendación fue: al poneros los anillos miraos a los ojos que queda muy bien en las fotos)...
¡¡GRACIAS A DIOS POR LOS BUENOS SACERDOTES!!
Gracias a Dios, hay muchos sacerdotes que son muy generosos en su vocación tanto al Señor como al prójimo. En mi caso, he conocido a muchos sacerdotes que en momentos difíciles de mi vida supieron tomarse el tiempo para dejar que el Espíritu Santo me guiara por medio de ellos, sobre todo por el Sacramento de la Reconciliación. Ni siquiera sé el nombre de la mayoría de ellos, pero agradezco al Señor que pasaron por mi vida.
Muchas gracias por compartir su testimonio de conversión. ¡Qué preciosa la imagen del acercamiento desde los últimos bancos!
Me parece muy importante que los consejos de los sacerdotes no sean simplemente a nivel humano sino que lleven a considerar una mejora en la vida espiritual. Cualquier buen amigo nos puede animar cuando nos sentimos tristes, por ejemplo, pero un buen sacerdote sabrá acercar nuestras almas al Señor, nuestro mayor bien, para que el ánimo dado sea profundo y duradero.
Parece que se espera muchísimo de los sacerdotes, pero por la gracia de Dios obrando por ellos es posible hasta cuando ellos mismos no se dan cuenta. Saludos también.
He conocido a alguna persona como Richard que ha llevado su dolor y (y en algún caso su enfermedad) con mucho valor y de forma admirable. Como sé que eran/son católicos, lo atribuyo a la fortaleza de la fe y a una especial gracia de Dios. El cariño y la dedicación de algunos que cuidan enfermos son sencillamente maravillosos. Sin embargo, con estas personas (algunas cercanas) no charlamos sobre cuestiones de fe, no me digáis cuál es la razón. Quiero pensar que es por el carácter reservado de los castellanos.
Cambiando de tema, y en relación con otra de las preguntas, a mí también me ayudó alguna vez algún sacerdote en el sacramento de la confesión. Igual que tú, Mª Lourdes, tampoco sé sus nombres, ni reconocería sus caras pero doy gracias a Dios por ellos.
Ciao!
Ella nunca habló sobre eso con su familia y mi amiga se extrañó que un domingo de Pascua de Resurrección, apenas habiéndome conocido, me contó su historia. Me lo contó sin amargura, como uno contaría cualquier anécdota. Pero, resaltó que fue su fe lo que le permitió perdonar y darse cuenta de todas las bendiciones que había recibido en su vida. Estaba muy agradecida al Señor y dijo que sí, que fue muy triste lo que le pasó, pero que gracias a Dios ya pasó, que todos pasamos por momentos tristes en nuestras vidas y ella no era nada diferente. ¡Cuánto me impresiona esa señora! Un saludo y gracias por comparatir su testimonio.
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