¿Cómo promover la iniciativa de jóvenes católicos?
Al oír la advertencia del Señor en el Evangelio del I domingo de Adviento: “Tened cuidado: no se os embote la mente” (Lc. 21, 34), el Bto. Carlos de Foucauld (1858-1916) quizás recordaría su adolescencia:
“A los 17 años era todo egoísmo, todo deseo de mal, estaba como enloquecido. Jamás creo haber estado en tan lamentable estado espiritual. Vivía como se puede vivir cuando se ha extinguido la última chispa de la fe.”
Sin embargo, también le pedía al Señor: “Dios mío, si existes, házmelo saber.”
Recibió el don de la fe a los 28 años cuando una prima le hizo conocer al predicador P. Huvelin, que le recomendó confesarse y comulgar para despejar sus dudas: “En cuando creí que Dios existía, no pude hacer otra cosa que vivir sólo para Él.”
Este documental muestra cómo lo hizo:
El Beato diría: “Mi única originalidad es vivir el Evangelio”, pero eso se tradujo en la práctica a: “Preparar, comenzar la evangelización de los Tuaregs viviendo con ellos, aprendiendo su idioma, traduciendo los santos Evangelios, haciéndome su amigo lo más que se pueda.” Cuando fue asesinado por personas a quienes servía, no había convertido a nadie ni había logrado ganarse ningún seguidor, pero el ejemplo de su vida entre los más pobres permanece vivo para las muchas comunidades religiosas que le consideran un padre espiritual.
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Los jóvenes viven una etapa de sus vidas llena de energía que puede y debe de ser encauzada para el bien. Un excelente recurso para jóvenes católicos es el sitio “Masjoven.org”, que ofrece, por ejemplo: “Folleto Adviento 2009. El primer regalo de la Navidad.”[descargable de “Materiales para grupos de jóvenes”]. Este folleto, preparado por el lector del blog D. Jesús Garrido (que dirige un grupo juvenil parroquial en Navarra, España) incluye las lecturas del Evangelio para cada día de Adviento, ilustradas y acompañadas por reflexiones de santos y oraciones.
En “Documentos Actualidad” del mismo sitio se puede descargar: “Antología de ‘Formación de selectos’” por el P. Ayala (seleccionado y editado por Pablo Gutiérrez Carreras y publicado por HazteOir.org). E. P. Ayala comenta:
“Anular las iniciativas juveniles o no guiarlas y enderezarlas, es como arrancar de un rosal todas las capotas y capullos que van surgiendo y dejar sólo las ramas con sus hojas y sus espinas. ¿Para qué sirve eso?”
Por eso afirma: “El estímulo de las iniciativas es de una importancia muy grande en los negocios, en la pedagogía, en el apostolado.” Ofrece estas recomendaciones para promover la iniciativa juvenil:
“¿Con qué medios puede crearse la iniciativa?
“Primero. Poniendo a los jóvenes en la necesidad de actuar por cuenta propia. A un perrito de pocos deias se le arroja el agua y el instinto le despierta la aptitud de nadar. Así se enseña a los niños por los bañeros.
“Segundo. Dándoles puestos de responsabilidad en proporción con los años.
Es lo que se practica en las expediciones de los scouts. Los exploradores se reparten los oficios y han de ejercitarlos y, por consiguiente, saberlos e ingeniarse para resolver continuas dificultades que surgen en el campo.“Tercero. Excitando la emulación de los jóvenes para que agucen los ingenios y presenten soluciones a problemas prácticos. Premiando las ideas más originales y útiles.
“Cuarto. Respetando la espontaneidad y libertad del joven en todo lo que no es nocivo a su alma o su cuerpo. Respetarla, estimarla y disimular los errores, cuya corrección puede encoger el ánimo y hacerle cobarde para la acción.”
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Antes de hacer cualquier obra importante, el Bto. Carlos de Foucauld recomendaba hacer un retiro espiritual. Quizás en alguno meditó estas palabras que puso en boca del Señor:
“Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma, la debilidad y las dolencias de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados y tus flaquezas; y a pesar de todo te digo: ‘Dame tu corazón. Ámame tal como eres’…
“Si para darme tu corazón esperas a ser un ángel, nunca llegarás a amarme. Aun cuando caigas de nuevo muchas veces en esas faltas que quisieras no cometer jamás, y seas un cobarde para practicar la virtud, no te consiento que me dejes de amar.
“Ámame tal como eres. Ámame en todo momento, cualquiera que sea la situación en que te encuentres: de fervor o sequedad, de fidelidad o traición. Ámame tal como eres. Quiero el amor de tu corazón indigente. Si esperas a ser perfecto para amarme, nunca me llegarás a amar…
“Déjame amarte. Quiero tu corazón. En mis planes está moldearte. Pero mientras eso llega, te amo tal como eres. Y quiero que tú hagas lo mismo: deseo ver tu corazón que se levanta desde lo profundo de tu miseria. Amo en ti incluso tu debilidad. Me gusta el amor de los pobres. Quiero que desde la indigencia se levante incesantemente este grito: ¡Te amo, Señor!
“Lo que me importa es el canto de tu corazón. ¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos? No te pido virtudes; y aun cuando yo te las diera, eres tan débil, que siempre se mezclaría en ellas el amor propio; pero no te preocupes por eso… Preocúpate sólo de llenar con amor el momento presente.
“Hoy me tienes a la puerta de tu corazón, como un mendigo, a mí, que soy el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero; apresúrate a abrirme; no alegues tu miseria. Si conocieras plenamente la dimensión de tu indigencia morirías de dolor. Una sola cosa podría herirme el corazón: ver que dudas y que te falta confianza.
“Quiero que pienses en mí todas las horas del día y de la noche. No quiero que realices ni siquiera la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor. Cuando te toque sufrir, yo te daré fuerzas; tú me diste amor a mí; yo te haré amar más de lo que hayas podido soñar. Pero recuerda esto: “Ámame tal como eres.”
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Oración de Abandono del Bto. Carlos de Foucauld
‘Padre mío, yo me abandono a ti,
Haz de mi lo que quieras,
Lo que hagas de mí, te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo
Con tal que tu voluntad se haga en mi
Y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío,
Pongo mi alma en tus manos,
Te la doy, Dios mío
Con todo el amor de mi corazón,
Porque te amo, y porque para mí amarte es darme,
Entregarme en tus manos sin medida,
Con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.’
[Fotos de la ermita del beato en Wikimedia Commons: exterior (Patrick Bruban), interior (Garrondo)]
Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Cómo es el grupo juvenil en su parroquia? ¿Se ve en práctica lo que recomienda el P. Ayala?
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6 comentarios
El Bto. Carlos de Foucauld se quedó huérfano a los 6 años y se fue a vivir con su abuelo materno. Fue despedido de la Escuela Militar porque le creían holgazán e indisciplinado. En esa époco perdió la fe. Desperdició la herencia que le dejó su abuelo materno y continuó a llevar una vida tan desordenada que acaba siendo retirado de la vida militar activa por "indisciplina, agravada de mala conducta notoria". Pero, el siguiente año volvió y cambió de conducta.
Hay mucho que se puede aprovechar de la juventud, como muestran los santos jóvenes a lo largo de los siglos. Si se encauzara todo esa energía hacia el apostolado... ¡qué cambios se llevarían a cabo en el mundo! Pero, eso no es posible para nadie sin Cristo en su vida, sin personas para guiarles hacia Él, para evitar el embotamiento de mente que menciona el mismo Señor. Un saludo.
Conozco una parroquia en que se ofrece a los jóvenes candidatos para la Confirmación la opción de ofrecerse como voluntarios para varios proyectos de ayuda a comunidades necesitadas en su último año en el programa de educación religiosa, para suplementar la catequesis.
Si algo les interesa, se involucran muchísimo más allá de los requisitos de servicio comunitario para la Confirmación. Los que no participan en esa opción y hacen servicios por su cuenta sólo para cumplir el requisito, no sacan tanto, ni suelen dar más de lo necesario, excepto si algo les conmueve en particular de su experiencia.
Su comentario me recuerda al Grupo JST (Jóvenes Santa Teresa), a quienes mencioné en: "¿Están los jóvenes católicos orgullosos de su fe?" por su iniciativa que animaba a la gente a expresar su orgullo de su fe católica. Un saludo.
Totalmente de acuerdo con lo que dice Guillermo. Yo también doy clases y cuanto más estoy con los niños, más pena me dan, son como esas ovejas sin pastor. Muchas veces, lo que necesitan es una palabra de cariño, ser escuchados, orientados. Cuanto más trato con Dios, más me enternecen en su soledad, en sus miedos, en su falta de guías, así que procuro ayudarles con mi palabra, paciencia, cariño...
Seguro que esos alumnos suyos captan muy bien ese afecto que les ofrece. Como se suele decir, en el futuro los alumnos no se acordarán de todo los datos que se les haya enseñado, pero se acordarán de cómo fueron enseñados. Muchas gracias por compartir su experiencia. Un saludo.
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