242. ––La «metaantropología» –tal como denomina Abelardo Lobato a la doctrina del hombre del Aquinate[1]– prueba la existencia y naturaleza de una unión de lo espiritual, de un ente substancial, subsistente o con un ser propio como toda substancia, con una parte substancial incompleta, como es la materia. Además, que el espíritu humano es el alma de la materia o forma del cuerpo, y, que ello constituye la unidad del compuesto, La misma naturaleza del espíritu humano requiere informar al cuerpo.
La unión substancial o en el único ser del alma y del cuerpo del hombre, que se sigue de este peculiar hilemorfismo explica porqué los dos constitutivos del hombre estén referidos mutuamente. El alma espiritual lo es de un cuerpo y el cuerpo material lo es de un espíritu. El uno es para el otro en la unidad del compuesto humano. Por separado, ni el cuerpo ni el alma constituyen al hombre. El cadáver no es el hombre, ni el alma separada tampoco. ¿El alma humana por necesitar del cuerpo es una «substancia incompleta»?
––Se podría afirmar que el alma humana es una «substancia incompleta», en cuanto que para la intelección, que es completamente inmaterial, necesita las sensaciones, los actos de los órganos corporales, y, por tanto, el cuerpo. Sin embargo, sólo lo es una «substancia incompleta» en este sentido, en cuanto a su actos. Sólo es una «substancia incompleta» en esta acepción. El alma espiritual por sí misma ya es una substancia, puesto que posee un ser propio. En cuanto substancia, está completa. Por poseer una esencia substancial y un ser propio y proporcionado a ella, no es una «substancia incompleta».
El alma humana en sí misma no es una «substancia incompleta», aunque también por sí misma sea forma del cuerpo y constituir la única substancia hombre. La substancia espiritual humana sólo necesita unirse substancialmente al cuerpo para realizar sus operaciones propias, entender y querer, no para constituirse en substancia. El alma racional humana es una substancia que está esencial e intrínsecamente completa. No obstante, desde la única substancia, que es el hombre, puede decirse que –por ser una parte o constitutivo de la substancia hombre, que requiere la otra parte–, es incompleta, y también, que es substancia, porque ya lo es, aunque –por la unión substancial o unión en el ser– constituye a la substancia hombre.
Confirma esta tesis el queel alma humana, en cuanto espíritu, sea superior a su función de informar al cuerpo. Se advierte su superioridad, porque sobrepasa o supera, como espíritu, a toda forma que pueda vivificar o informar a lo corpóreo. El alma humana, forma del cuerpo, al que le proporciona, por ello, todas las determinaciones físicas y vitales, de la vida vegetativa y sensitiva, sobrepasa por el entendimiento y la voluntad –facultades no sólo inmateriales, sino también espirituales–, a cualquier otro tipo de forma corpórea.
Las determinaciones de entender y querer, que se dan con el cuerpo, permiten superarlo, porque no lo son del cuerpo como las demás. Tampoco lo son del alma en cuanto forma del cuerpo, sino que rebasan o superan lo corpóreo, porque son propias del alma exclusivamente como espíritu.
La superación de informar al cuerpo ocurre sólo en el alma humana, porque es la única que tiene un ser propio, que la convierte en una substancia, sin que la materia sea uno de sus constitutivos, y, por ello, puede obrar con actividades propias. En cambio, las almas que no son humanas no realizan ninguna por sí mismas. Las sensitivas o animales y las vegetativas, propias de las plantas, no son subsistentes, ni, por ello, substancias, ni, tampoco, por tanto, espíritus, no pueden tener ninguna actividad propia. Todas sus acciones son del compuesto substancial al que pertenecen, que es el que tiene un ser propio, y sus constitutivos lo tienen por medio del compuesto al que pertenecen y constituyen, pero no de una manera inmediata como el alma humana.
La relación del alma humana con su cuerpo, por ello, en distinta de la que guardan las otras almas con la materia corpórea. El alma espiritual humana se relaciona con el cuerpo humano para poder entender y querer libremente, y, por ello, además de estas operaciones propias, realiza también en el cuerpo las de las almas sensitivas y vegetativas, e incluso las de las meras formas, las de los seres inertes.
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