–Lo raro es que no lo hubieran matado antes.
–Jesucristo nuestro Señor manda en las circunstancias de su vida. Si en Caná dijo al principio de su ministerio público: «Mujer, no ha llegado todavía mi hora» (Jn 2,4), en la última Cena, tres años después, dirá: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo» (17,1).
El martirio de Jesús se inicia desde que despierta al uso de la razón, y en cierto modo antes, desde que recién nacido es perseguido, y su Madre virginal y San José han de protegerlo huyendo a Egipto. Esta condición martirial, como ya vimos en (625) y en (630), es continua en su vida. En este artículo contemplaré el camino de Cristo a la Cruz a lo largo de su vida pública.
Para ello me he ayudado principalmente con estas obras: la Sinopse des quatre Évangiles, de los dominicos P. Benoit y M.-E. Boismard (Cerf 1965); la Sinopsis de los cuatro Evangelios, del jesuita J. Leal (BAC 124, 1961, 2ed.), y la gran obra Jerusalén en tiempos de Jesús, de Joachim Jeremias (Cristiandad, Madrid 2000, 4ed,). Me he apoyado con frecuencia en el libro de los judíos conversos Augustin y Joseph Lémann, La asamblea que condenó a Cristo (Criterio, Madrid 1999).
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