(08) Salvación o condenación –I
–¿Y usted cree que hoy es posible predicar a los hombres hablándoles de una salvación o condenación eterna después de la muerte?
–Yo creo que sí. Más aún, es de fe que el Evangelio puede y debe ser predicado a toda criatura hasta que Cristo vuelva. Por eso aún he de decirle más: falsifican completamente el Evangelio quienes evitan sistemáticamente esa dimensión soteriológica.
Jesús es el Salvador de los hombres-pecadores. Los hombres necesitamos un Salvador divino, porque somos pecadores de nacimiento: «pecador me concibió mi madre» (Sal 50,7). Y en la plenitud de los tiempos, el Hijo divino eterno «por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo y se hizo hombre» (Credo). Los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento de «el Salvador» (Lc 2,11). Él se dice enviado para «llamar a conversión a los pecadores» (Lc 5,32), comienza su predicación llamando al arrepentimiento (Mc 1,15), y termina su misión salvadora ofreciendo su vida en el sacrificio de la cruz «para el perdón de los pecados» (Mt 26,28). Ascendido Cristo al Padre, recibimos el Espíritu Santo, que hace nacer la Iglesia como «sacramento universal de salvación» (Vaticano II, LG 48, AG 1).