(13) Misiones y conversiones
–¿Tres sobre el pudor y uno solo sobre misiones y conversiones?…
–Así es. ¿Y qué pasa? En este blog habrá temas principales que trate brevemente, por tener contenidos muy claros, y otros más secundarios que exijan escritos más extensos. Pero usted no se preocupe por eso. Soy yo el que me encargo de resolver la cuestión en cada caso.
La misión de Cristo en el mundo es la conversión de los pecadores. «Por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo y se hizo hombre» (Credo)». Los hombres, pecadores de nacimiento, necesitamos un Salvador divino. El Evangelio, la Buena Noticia más esencial, es que en Belén nos ha nacido «el Salvador» (Lc 2,11); «será su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Tiene Cristo plena conciencia de que su misión es «llamar a conversión a los pecadores» (Lc 5,32). Por eso comienza su predicación llamando al arrepentimiento (Mc 1,15) y consuma su misión salvadora ofreciendo su vida en el sacrificio de la cruz «para el perdón de los pecados» (Mt 26,28). Ascendido al Padre, y por obra del Espíritu Santo, hace nacer la Iglesia, como «sacramento universal de salvación» (Vaticano II, LG 48, AG 1).