(137) La Cruz gloriosa –I. El Señor quiso la Cruz
–Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
–Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
Después de considerar los males del mundo y la universalidad de la Providencia divina, venimos al tema principal. ¿Quiso Dios realmente la muerte de Jesús o ésta debe ser atribuida a la cobardía de Pilatos, a la ceguera del Sanedrín y del pueblo judío? La fe católica da una respuesta cierta:
—Dios quiso que Cristo muriese en la Cruz. Ofreciendo en ella el sacrificio de su vida, el Hijo divino encarnado expía los pecados de la humanidad y la reconcilia con Dios, dándole la filiación divina. En la carta apostólica Salvifici doloris (11-II-1984) enseña el beato Juan Pablo II que «muchos discursos durante la predicación pública de Cristo atestiguan cómo Él acepta ya desde el inicio este sufrimiento, que es la voluntad del Padre para la salvación del mundo» (18).
Las Escrituras antiguas y nuevas «dicen» clara y frecuentemente que Jesús se acerca a la Cruz «para que se cumplan» en todo las Escrituras, es decir, los planes eternos de Dios (Lc 24,25-27; 45-46). Desde el principio mismo de la Iglesia confiesa Simón Pedro esta fe predicando a los judíos: Cristo «fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios» (Hch 2,23); «vosotros pedisteis la muerte para el Autor de la vida… Y Dios ha dado así cumplimiento a lo que había anunciado por boca de todos los profetas, la pasión de su Cristo. Arrepentíos, pues, y convertíos» (3,15-19).