11.06.11

(140) La Cruz gloriosa –IV. La Cruz en los cristianos. y 2

–¿Y cómo participamos nosotros de la Cruz de Cristo?

–Lea con atención y conozca la verdad, aunque solo sea de oídas.

Toda la vida cristiana es una continua participación en la Cruz y en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Cada instante de vida sobrenatural cristiana es pascual: está causado por el Espíritu Santo, que por la gracia nos hace participar en la muerte y en la vida del Misterio pascual de Cristo. Sin tomar la cruz, no podemos seguir a Cristo, no podemos ser cristianos. Sin participar de su Pasión, no podemos ser vivificados por su Resurrección. Merece la pena que consideremos esta realidad central de la espiritualidad cristiana en –el Bautismo, –la Eucaristía, –la Penitencia, –el bien que hacemos, –el mal que sufrimos, y también en –las penitencias voluntariamente asumidas por mortificación. Así es como participamos de la Cruz vivificante de nuestro Señor Jesucristo.

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5.06.11

(139) La Cruz gloriosa –III. La Cruz en los cristianos. 1

–A ver cómo nos ayuda usted a llevar la cruz de cada día.

–A ver cómo le ayudamos a Cristo a llevar su cruz, llevando la nuestra, que es también suya.

Todos los errores de hoy sobre la cruz de Cristo los encontramos iguales al considerar la cruz en los cristianos. Quienes piensan que Dios no quiso la cruz de Cristo, ni la eligió en un plan eterno providente, anunciado por los profetas, ni exigió la expiación victimal de Jesucristo para la salvación del mundo, etc., incurren en los mismos errores contra la fe católica al tratar de la cruz en los cristianos. Estos errores hacen mucho daño en los fieles a la hora de aceptar la voluntad de la Providencia divina en circunstancias muy dolorosas, y paralizan en buena medida ese ministerio de consolación que es propio de todos los cristianos (2Cor 1,3-5), especialmente de los sacerdotes, párrocos, capellanes de hospitales, etc.

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31.05.11

(138) La Cruz gloriosa –II. Por qué Dios quiso la Cruz

–Nos signamos y nos per-signamos con la señal de la Cruz.

–Exactamente. Nos gloriamos en la Cruz de Cristo. Como San Pablo.

El Señor quiso salvar al mundo por la cruz de Cristo (137). ¿Pero por qué quiso Dios elegir en su providencia ese plan de salvación, al parecer tan cruel y absurdo, prefiriéndolo a otros modos posibles? Es un gran mysterium fidei, pero la misma Revelación da a la Iglesia en las sagradas Escrituras respuestas luminosas a esta cuestión máxima.

1.–Para revelar el Amor divino. La Trinidad divina quiso la Cruz porque en ella expresa a la humanidad la declaración más plena de su amor. «Dios es caridad… Y a Dios nunca lo vio nadie» (1Jn 4,8.12). La primera declaración de Su amor la realiza en la creación, y sobre todo en la creación del hombre. Pero oscurecida la mente de éste por el pecado, esa revelación natural no basta. Se amplía, pues, en la Antigua Alianza de Israel. Y en la plenitud de los tiempos revela Dios su amor en la encarnación del Verbo, en toda la vida y el ministerio profético de Cristo, pero sobre todo en la cruz, donde el el Hijo divino encarnado «nos amó hasta el extremo» (Jn 13,1). Por eso quiso Dios la cruz de Cristo.

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24.05.11

(137) La Cruz gloriosa –I. El Señor quiso la Cruz

–Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
–Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.

Después de considerar los males del mundo y la universalidad de la Providencia divina, venimos al tema principal. ¿Quiso Dios realmente la muerte de Jesús o ésta debe ser atribuida a la cobardía de Pilatos, a la ceguera del Sanedrín y del pueblo judío? La fe católica da una respuesta cierta:

—Dios quiso que Cristo muriese en la Cruz. Ofreciendo en ella el sacrificio de su vida, el Hijo divino encarnado expía los pecados de la humanidad y la reconcilia con Dios, dándole la filiación divina. En la carta apostólica Salvifici doloris (11-II-1984) enseña el beato Juan Pablo II que «muchos discursos durante la predicación pública de Cristo atestiguan cómo Él acepta ya desde el inicio este sufrimiento, que es la voluntad del Padre para la salvación del mundo» (18).

Las Escrituras antiguas y nuevas «dicen» clara y frecuentemente que Jesús se acerca a la Cruz «para que se cumplan» en todo las Escrituras, es decir, los planes eternos de Dios (Lc 24,25-27; 45-46). Desde el principio mismo de la Iglesia confiesa Simón Pedro esta fe predicando a los judíos: Cristo «fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios» (Hch 2,23); «vosotros pedisteis la muerte para el Autor de la vida… Y Dios ha dado así cumplimiento a lo que había anunciado por boca de todos los profetas, la pasión de su Cristo. Arrepentíos, pues, y convertíos» (3,15-19).

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17.05.11

(136) Providencia divina –y II. El Señor es justo y misericordioso

–No sé si yo voy a entender eso…
–Es probable que no. Pero yo espero que la mayoría sí que lo va a entender.

Ya vimos que la Providencia divina lo gobierna todo con sabiduría, amor y potencia, tanto lo grande como lo pequeño, obrando en las criaturas necesarias y en las libres según la naturaleza de cada una de ellas. Y nada sucede en la vida del hombre o de las naciones sin que Dios lo haya querido o permitido. Continúa nuestra meditación.

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