4.08.09

(21) La victoria final de Cristo: Parusía –y II

–Perdone, ¿y eso de la Parusía qué es?
–La venida de Cristo al fin de la historia, que puede darse ya en cualquier momento.

La Parusía ha sido falsificada en una visión secularista, como puede apreciarse en Teilhard de Chardin. Escribe Leonardo Castellani: «Telar Chardín tomó esta idea que tiene sus raíces en Spencer, el doctor del Evolucionismo o Darwinismo; y en Hegel, el doctor del Panteísmo emanatista. No hay una sola idea original en Telar Chardín, hay sólo una terminología nueva, bastante pedante: “la biósfera”, “la antropósfera”, “la noósfera”, “el Punto Omega” –que es el fin de la Evolución y es Dios […] San Pablo en 1 Timoteo 4,1-2.7 [afirma que] “el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas… Rechaza las fábulas profanas y los cuentos de viejas» (Domingueras prédicas, 1966, dom. 17 post Pentec.). «Evidentemente hay una apostasía parcial o un comienzo de apostasía en todo el mundo» (ib. 1961, dom. 19 post Pentec.).Y sigue:

Leer más... »

31.07.09

(20) La victoria final de Cristo: esperanza –I

–Bueno, parece que esto se anima un poco.
–Todo lo que voy tratando, sea lo que sea, es siempre «causa nostræ letitiæ» porque se funda en la palabra de Dios. Por tanto, alegráos, alegráos siempre en el Señor. Servid al Señor con alegría. Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Enséñame a cumplir tu voluntad, y a guardarla de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo.

«Mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo». Así rezamos cada día en la Misa. Están perdidos aquellos que viven «sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Ef 2,12). Por el contrario, Simeón era un anciano «justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel» (Lc 2,25), y también Nicodemo era un hombre de fe, que «esperaba el reino de Dios» (Mc 15,43). Ahora los cristianos, en la plenitud de los tiempos, vivimos «esperando la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo». Y ésa es la fe y la esperanza que nos identifican. La frase viene de San Pablo, cuando contrapone a los que «son enemigos de la cruz de Cristo, tienen por dios su propio vientre y ponen su corazón en las cosas terrenas», con los cristianos, que somos «ciudadanos del cielo, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo» (Flp 3,19-21).

Leer más... »

27.07.09

(19) La batalla final

–¿Con tanto diablo y tanta batalla final no estará usted cayendo en el tremendismo?
–Lo tremendo es que muchos cristianos ignoren que estamos en plena guerra con el diablo.

«Aquí estamos en paz, hay tranquilidad y no pasa nada». Ateniéndose a ese juicio, los hombres «comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; pero en cuanto Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y acabó con todos. Lo mismo pasará el día en que se revele el Hijo del hombre» (Lc 17,28-30). Cuántos cristianos hoy, al menos entre aquellos que gozan de una relativa prosperidad y tienen una mentalidad liberal-mundana, son moderados, también a la hora de considerar los males del mundo, en el que de ningún modo aceptan vivir «como peregrinos y forasteros» (1Pe 2,11), y menos aún como combatientes. Piensan que no hay que dar crédito a los profetas alarmistas, y que los males del mundo actual son, con un poco de paciencia, tolerables. Tranquilos todos. En esta actitud, no pierden su tranquilidad aunque continuamente los medios de comunicación les informen de que crece la criminalidad, la droga, el espiritismo y los cultos satánicos, la promiscuidad sexual, las enfermedades mentales, la violencia, la pobreza de los países pobres, la homosexualidad, la irreligiosidad, el ateísmo y el agnosticismo, el laicismo contrario a Dios en todo, política, leyes, educación, sanidad, etc. ¿Y con todo esto pueden seguir pensando que no estamos en guerra?… Tendremos que encender en la oscuridad la luz del Evangelio.

Leer más... »

25.07.09

(18) El demonio –y III

–¿Y con qué autoridad dice usted esto? ¿Es usted profeta? –No soy.
–¿Es hijo de profeta? –Tampoco soy, aunque por ahí vamos más cerca.
–¿Y por qué habla entonces, si no es profeta ni hijo de profeta?
–Por la escasez de profetas verdaderos y la vocinglería de los falsos profetas. En cuanto aparezcan los profetas verdaderos, yo me callo. En cuanto cesen de engañar al pueblo los falsos profetas, también me callo. Por lo menos, así lo espero (P. Leonardo Castellani).

El demonio vence al hombre cuando éste se fía de sus propias fuerzas, y a ellas se limita. Pensemos, por ejemplo, en un cristiano que deja la oración, la santa Misa, el sacramento de la penitencia. Y esto sucede, observa Pablo VI, porque al ataque de los demonios «hoy se le presta poca atención. Se teme volver a caer en viejas teorías maniqueas o en terribles divagaciones fantásticas y supersticiosas. Hoy prefieren algunos mostrarse valientes y libres de prejuicios, y tomar actitudes positivas» (15-11-1972). Por esa vía se trivializa el mal del hombre y del mundo, y se trivializan los medios para vencerlos: van a la guerra atómica armados de un tirachinas. Pero ya se comprende que la decisión de eliminar ideológicamente un enemigo, que persiste obstinadamente real, sólo consigue hacerlo más peligroso.

Leer más... »

22.07.09

(17) El demonio –II

–O sea que vamos a tener que creer en el demonio y en su acción…
–Ciertamente. Al menos, si quiere usted ser cristiano, ha de creerlo. Es enseñanza de Cristo y de su Iglesia.

Los libros de espiritualidad cristiana que ignoran al demonio son un fraude. La vida espiritual del cristiano lleva consigo una lucha permanente contra el demonio. Ya sabemos que la vida cristiana es ante todo y principalmente amor a Dios y al prójimo; ésta es su substancia. Pero no puede ir adelante esa vida sin vencer a los tres enemigos, demonio, mundo y carne, y especialmente al demonio. La ascesis cristiana no es como una ascesis estoica, por ejemplo, es decir, una lucha de la persona contra sus propias debilidades y desviaciones, no. San Pablo lo dice bien claramente: «no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los espíritus del mal» (Ef 6,12).

Leer más... »