(381) Amoris lætitia–y 9. Complementos

 bautismo

–Una obra es imperfecta si le falta algo importante.

–Así es. Por eso conviene completarla con lo que le falta. Y eso es perfeccionarla: per-ficere, per-fectus.

Cuando el papa Francisco publica la Amoris lætitia pretende decir sobre el matrimonio y la familia un conjunto de verdades importantes, pero no intenta decirlo todo, evidentemente. Es normal, pues, que en algunos temas echemos en falta en el documento algunas cuestiones importantes. Las señalo ahora brevemente, pues en este mismo blog he tratado de ellas más ampliamente, como lo indicaré en cada tema dando algunos enlaces.

 

1. La castidad

–(10-11) El pudor. –(180-2) (180-3) Elogio del pudor. –(258-264) Castidad. –(290) Sínodo-2014. Silencio sobre anticoncepción y castidad

–La castidad es la virtud que evangeliza en la caridad la tendencia sexual, tanto en la vida física como en la mental y afectiva. Es un gran amor y respeto al prójimo, que purifica y eleva la relación interpersonal. La castidad es una preciosa libertad de espíritu, que quita adicciones y cautividades indignas, y guarda el corazón en la paz y la alegría. Facilita en gran medida la oración, en la que atendemos a Dios, y también el diálogo, en el que acogemos al prójimo. Bajo la acción de la gracia, va creciendo en todas las edades y en las diversas vocaciones. Mantiene la santidad en la relación de novios, matrimonios, célibes y viudos. Es un gran don de Dios, que siempre hay que pedir y guardar. La castidad lleva a la amoris lætitia.

–La lujuria, por el contrario, falsifica en el cristiano la imagen de Cristo, aleja de la oración, de la Eucaristía y de la práctica religiosa, causa en buena parte la ausencia de vocaciones sacerdotales y religiosas, degrada la persona humana, sujeta el alma al cuerpo, y siendo un pecado grave, conduce a innumerables pecados graves: egoísmo, mentiras, infidelidades, abandonos crueles, abortos, pornografía, modas indecentes, masturbación, parejas concubinarias, divorcios, adulterios, tragedias familiares, especialmente para los hijos, adicciones morbosas, enfermedades psiquiátricas y somáticas, etc. Y lo que es mucho más grave, la lujuria pone en peligro la salvación eterna. Pero, en todo caso, ya en este mundo la lujuria lleva a la amoris tristitia.

–Nunca quizá en la historia hombres y mujeres se han visto como hoy tan fuertemente tentados por el impudor y la lujuria. (Ver más en 180-3). El príncipe de este mundo, el diablo, al producirse la apostasía del Occidente cristiano –corruptio optimi pessima–, al afirmarse el liberalismo en pensamiento y costumbres, y con la ayuda de los grandes medios de comunicación, ha logrado en esta cuestión un inmenso poder sobre la humanidad. Y no solamente –como en otro tiempo– en las clases sociales más ricas, sino en toda la sociedad.

La erotización omnipresente en educación y publicidad, medios, arte y espectáculos, modas y playas, pornografía, anticoncepción generalizada, etc. ha llegado a ser hoy una de las epidemias espirituales más graves de la humanidad, que llega, al menos como tentación, a casi todos los habitantes del mundo, y se hace presente con formas muy perversas y fascinantes hasta el  smartphon de cualquier niño de diez años.

–Nunca quizá se ha producido un silenciamiento tan persistente del Evangelio del pudor y de la castidad. Son muchos los cristianos hoy, incluso entre los practicantes, que nunca han oído predicar el pudor y la castidad. Y en consecuencia buena parte de ellos son corintios, a los que decía San Pablo: «es ya público que reina entre vosotros la fornicación» (1Cor 5,1). Sin embargo, el VIº mandamiento del Decálogo sigue vigente, está impreso por Dios en la naturaleza humana, y es reafirmado por Cristo, que llama a la castidad no solamente en la obras exteriores, sino también en las interiores, en las miradas y deseos (Mt 5,27-28). Téngase en cuenta que en el campo del mundo el pudor y la castidad son plantas exóticas, que si no hay quien las plante y cultive, simplemente desaparecen.

En la predicación del Apóstol tiene una notable importancia el combate contra el impudor y la lujuria. Y es lógico que así sea. Lo mismo que San Pedro, exhorta al pudor a los mujeres (1Cor 11,13-15; 1Pe 3,3-5). Y con especial empeño San Pablo combate contra la fornicación, que significativamente señala en el lugar primero de sus listas largas de pecados (Gal 5,19-21; 1Cor 6,9-10). Al describir la degradación moral del mundo pagano greco-romano (Rm 1,24-32), reprueba con especial detenimiento los pecados de lujuria. Y es de notar que predica el evangelio del pudor y de la castidad con especial fuerza y luminosidad precisamente a los corintios, que daban culto a Afrodita con una prostitución sagrada, y que vivían en un mundo sexualmente pervertido –en tiempos en que a la sífilis se le llamaba el mal corintio–. A ellos les da más que a otros la maravillsa doctrina de la castidad, y les advierte claramente que por el camino de la lujuria pueden llegar a la condenación eterna (1Cor 3,16-17; 5,1-2.9-11; 6,9-11.15-20)… –Y con el mismo empeño predicaron los Santos Padres el pudor y la castidad, impulsando una Tradición de muchos siglos, que en gran parte se eclipsó casi totalmente en la Iglesia hace unos cincuenta años.

–Es lógico lo sucedido. A menos predicación cristiana de la luz de la castidad, más predomina en el mundo la oscuridad de la lujuria. «Causæ ad invicem sunt causæ». Nuestra fe, sin embargo, nos asegura con toda firmeza que la palabra de Cristo –«en Él fueron creadas todas las cosas» (Col 1,16)– puede infundir en un mundo tan podrido como el actual el verum-bonum-pulcrhum del pudor y de la castidad. Él ha mostrado largamente en la historia su poder de Salvador, que «quita el pecado del mundo», instaurando una nueva cultura y sociedad cristiana, en gran medida victoriosa de la lujuria pagana antigua… Pero el silenciamiento del Evangelio del pudor y de la castidad persiste en nuestro tiempo, creciendo en consecuencia el impudor y la lujuria. Luz y tinieblas son correlativas: si disminuye la luz, crecen las tinieblas.

En la «Amoris lætitia» aparece la palabra «castidad» una sola vez, cuando dice que la virtud de «la castidad resulta condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal» (206). Y eso es todo. Muy insuficiente para vencer la lujuria que invade el mundo actual, también el mundo cristiano.

 

2. Los mandamientos 

–(80-94) La ley de Cristo. –(234) Los cristianos no-practicantes son pecadores públicos.

–Los mandatos del Señor son promesas de gracia, pues siempre que Dios da mandatos al hombre, se compromete con él para asistirle con su gracia para que pueda cumplirlos. Los mandamientos son revelaciones  de la voluntad de Dios. Son amor: «si me amáis, guardaréis mis mandatos», y «si guardáis mis mandatos, permaneceréis en mi amor» (Jn 14,15; 15,10). Son libertad, pues nos liberan de los engaños del diablo y de las mentiras vigentes en el mundo, sanándonos así de nuestra propia debilidad y ceguera. Son luz, pues nos indican los caminos verdaderos y denuncian los falsos. Son fortaleza, que nos introducen en una vida sobre-humana, pues nos dan a vivir lo que ni siquiera intentaríamos, aquello «que es imposible para los hombres, pero posible para Dios» (Lc 18,27). Por ejemplo, la monogamia –«lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre»–.

La obediencia a los mandamientos de Dios, de Cristo, de la Iglesia, nos llevan a la plena libertad del amor.Tienen siempre un sentido pedagógico, estimulante y acrecentador. No son meramente «ideales» evangélicos, hacia los cuales debe tender el cristiano: son mandatos que exigen obediencia, siempre posibilitada por la gracia a quienes están viviendo la vida cristiana. No podrán cumplirlos aquellos que se han alejado de la vida cristiana y sacramental, quedando abandonados a sus propias fuerzas: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). (Explico más este punto en (82)). 

Valga una analogía tomada de las normas familiares que una madre da a sus hijos, por ejemplo, en lo que se refiere a la higiene: lavarse las manos antes de comer si están sucias, ducharse después del ejercicio físico, cambiarse de ropa. etc. 1) El niño pequeño cumple esas normas por obediencia a lo obligado: y si la mamá no está atenta para exigírselas e inculcárselas, no guardaría la higiene y crecería como un chancho. 2) El adolescente las cumple en parte porque está mandado, en parte porque ya va asimilando el espíritu de la higiene. 2) El joven y el adulto observan las normas de la higiene por convencimiento, con plena libertad, de tal modo que si retirasen de la familia esas normas, él seguiría cumpliéndolas igualmente. 

Apliquemos esta pedagogía a la Iglesia, cuya auctoritas maternal (auctor-augere), cuando manda algo, es siempre acrecentadora de sus hijos. Cuando les manda, por ejemplo, con precepto grave ir a Misa los domingos (can. 1246-1248), está enseñándoles y estimulándoles a dar culto a Dios, es decir, les está ayudando a conocer y a cumplir algo que está inscrito en su propia naturaleza por el Creador: «santificarás el sábado» (IIIº mandamiento del Decálogo); o lo que viene a ser lo mismo, el sagrado precepto dominical de la Misa, sin la cual «no tendréis vida en vosotros» (Jn 6,53). 1) El cristiano niño en Cristo (que, por cierto, puede tener 30 años) va a Misa por obediencia –va libremente, porque obedecer es un acto libre–, pero va porque está mandado bajo culpa grave, no tanto por querencia íntima hacia la Eucaristía; 2) el adelantado va en parte por obediencia, en parte por libre amor; 3) y el cristiano adulto, ya maduro en fe y caridad, va por exigencia propia, y seguiría asistiendo igual a la Misa dominical aunque desapareciera el precepto eclesiástico.

La obediencia al mandato le ha llevado a la plenitud del amor. No, los mandamientos y normas morales, también las absolutas, las que obligan semper et pro semper, no son cadenas que atan al cristiano, sino collares preciosos que el Señor regala a su esposa la Iglesia para embellecerla y santificarla. «Si guardáis mis mandatos, permaneceréis en mi amor» (Jn 15,10). Insisto, en todo caso, en que también el cristiano que en Cristo es todavíal niño o adolescente, obedeciendo, han obrado libremente: han colaborado libremente con la acción de la gracia de Dios en ellos. Todo el proceso ha sido gracia-libertad.

Por tanto es profundamente anticatólico contraponer al modo luterano la ley y la caridad, la obediencia a los mandamientos y las exigencias de la caridad, como si ello implicara una judaización del cristianismo. Ambos actos son libres, aunque sea más perfecto el segundo que el primero. Y ambos están movidos interiormente por la gracia de Dios. Recuerdo de nuevo: «si me amáis, guardaréis mis mandatos», y «si guardáis mis mandatos, permaneceréis en mi amor» (Jn 14,15; 15,10). 

Jamás han de ser considerados los mandatos de Dios o de la Iglesia como pesos aplastantes («mi yugo es suave y mi carga ligera», Mt 11,30); como exigencias implacables que enjaulan al cristiano, que lo esclavizan y –quizá para ventaja del clero– que lo mantienen cautivo… ¡Los mandamientos son dones, revelaciones, impulsos de gracia, palabras del mismo Dios, en quien «vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28)! ¿Cómo van a ser causas de opresión insoportable y de esclavización humillante? ¿Y cómo nos atrevemos a resistir los mandatos del Señor, más aún, a resistirlos pertinazmente, autorizándonos a vivir en modos que el gravemente prohíbe?… 

La «caridad» que no cumple la voluntad de Dios claramente expresada en sus mandatos, despreciándolos, arruina la vida cristiana, que necesariamente irá cayendo en relativismos, situacionismo, consecuencialismo, utilitarismo, moral casuística y otros errores que falsifican la vida evangélica, acabando con ella. Suele conducir a la apostasía.

–Los mandamientos del Señor son verdaderos, justos, amables, dulces, liberadoresLejos de frenar en nosotros la acción del Espíritu Santo, nos facilitan la fidelidad a sus mociones. A quienes andamos perdidos por este mundo, andando malamente a campo a través –vallados, zanjas, ríos, espinos–, los mandatos del Señor y de su Iglesia nos ofrecen un camino real, por el que avanzamos rápidamente, con menos cansancio, y sin posibilidad de perdernos: es «el camino que nos lleva» a la meta, la Casa del Padre. Son siempre buenos, verdaderos y hermosos (bonum, verum et pulchrum convertuntur), como tantas veces lo canta la Sagrada Escritura en el A.T. y en el N.T. Cito algunas frases del Salmo 118, el más largo del Salterio, un salmo que, por cierto, la Iglesia nos da a rezar en fragmentos casi cada día en la Liturgia de las Horas:

«Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón… Mi alegría es el camino de tus preceptos… Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos… Tus decretos son mi delicia… Correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón… Guíame por la senda de tus mandatos, porque ella es mi gozo… Serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo… A medianoche me levanto para darte gracias por tus justos mandamientos… Señor, de tu bondad está llena la tierra; enséñame tus leyes… Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata… Jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste vida… Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira… Tus  preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente… Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma… Grande es tu ternura, Señor, con tus mandamientos dame vida… Mucha paz tienen los que aman tus leyes, y nada los hace tropezar… Mi alma guarda tus preceptos, y los ama intensamente… Que mi alma viva para alabarte, que tus mandamientos me auxilien…»

Los mandatos del Señor son todavía más preciosos en el Evangelio, después de entregado a la Iglesia «el Espíritu de la verdad, que nos guia hasta la verdad completa» (Jn 16,13). El Espíritu Santo nos mueve con su gracia internamente para que cumplamos con toda fidelidad el Decálogo, los mandamientos de Cristo, y también los mandamientos de la Iglesia, como el precepto de la Misa dominical.

Siempre la Iglesia se ha dado leyes a sí misma: desde el principio, ya en el Concilio de Jerusalén (cf. en este blog (80)). El Apóstol, acompañado de sus colaboradores, «atravesando las ciudades, les comunicaba los decretos dados por los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, encargándoles que los guardasen» (Hch 16,4).

Como dijo San Juan Pablo II, refiriéndose al nuevo Código de Derecho Canónico (1987), es un hecho en «la historia ya bimilenaria de la Iglesia la existencia de una ininterrumpida tradición canónica, que viene desde los orígenes de la era cristiana hasta nuestros días, y de la que el Código que acaba de ser promulgado, constituye un nuevo, importante y sabio capítulo» (3-II-1983, 3).

Todos los santos han amado las leyes divinas y también las eclesiásticas, y han puesto todo su empeño en observarlas con absoluta fidelidad. Santa Teresa decía que prefería «padecer mil muertes antes que ir contra la menor ceremonia de la Iglesia» (Vida 33,5). Más aún:

Todos los religiosos profesan una Regla de vida, y entran así en un «camino de perfección», trazado por muchas normas positivas, que no esclavizan sus voluntades por la obediencia, sino que las liberan; que no impiden sus crecimientos personales, sino que los facilitan e impulsan: «la obediencia da fuerzas» (Fundaciones prólogo 2).

 

3. Soteriología. Salvación o condenación

–(08-09) Salvación o condenación

El silenciamiento de la soteriología es también un rasgo característico de la Amoris lætitia. Pero conviene notar que ese silenciamiento viene siendo hace ya medio siglo casi total en predicaciones y catequesis, en estudios teológicos e incluso, aunque no tanto, en documentos pontificios. Es verdad que en el subtítulo de la AL «Cuando la muerte clava su aguijón» (253-257) hace unas piadosas consideraciones en referencia a la vida eterna, pero sin alusión alguna a la cuestión gravísima de la salvación, que en el Evangelio es constante.

Como ya señalé en el artículo (375), cuando la AL en el capítulo 2º considera «la realidad y desafíos de la familia», hace una larga y minuciosa descripción de los males que afligen o amenazan a la humanidad actual en el matrimonio y la familia (31-57). Pero siempre considera estos males en su dimensión horizontal, presente, en la tierra. Sólo hay un punto en que entre los males se alude muy brevemente a «la ausencia de Dios», para señalar que «deja a las familias más solas con sus dificultades» (43)… Y en el artículo citado decía que «esta perspectiva horizontal de “los males del mundo” –más que de “el pecado del mundo”– condiciona mucho todos los siguientes capítulos de la AL, especialmente el capítulo 8º».

El Evangelio de Cristo, por el contrario, es muy acentuadamente soteriológico. Jesucristo en su predicación enseñaba el camino de la salvación en la vida presente con una referencia permanente a la vida eterna. Éste es un dato cierto, como lo documento en (08). En los cuatro Evangelios encontramos unos cincuenta dichos (logia) distintos, algunos referidos por dos o más evangelistas, en los que siempre hay un transfondo soteriológico de salvación o de condenación. Cuando Cristo y los Apóstoles, por ejemplo, hablan de lo que ahora llamamos «parejas irregulares», nunca omiten avisar con toda misericordia a fornicarios y adúlteros, que si no se convierten, persistiendo en su pecado, «no entrarán en el Reino de Dios» (Mt 19,17-18; 1Cor 6,9-10; Gal 5,19-21). Omitir estos avisos es una gran falta de caridad contra ellos.

Esto hace que el cristianismo sea ante todo una religión de salvación, de salvación eterna, aunque también, por supuesto, salve a la humanidad terrestre de muchos males; de muchos males que son consecuencias del pecado; de un pecado que Él ha venido a vencer por la misericordia de su perdón, al precio de su sangre, y por la vida nueva de la gracia sobre-humana que trae para quienes crean en Él. Nunca olvidemos –sobre todo en la predicación– cuál es la misión de Jesús en este mundo: «Jesús salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Él es «el Cordero de Dios», el único que puede «quitar el pecado del mundo» (Jn 1,29).

Desconectado el cristianismo de su referencia a la vida eterna, que puede ser –palabra de Cristo– de salvación o de condenación, se hace irreconocible. No se puede entender ni vivir rectamente la vida presente –ni el matrimonio, ni la familia, ni nada– sin una orientación constante hacia la vida eterna. Si en la predicación, y consecuentemente en la vida ordinaria de la comunidad eclesial, se apaga esa finalización definitiva a la salvación o a la perdición eterna, entonces los cristianos «somos los más miserables de todos los hombres» (1Cor 15,19). Sal desvirtuada, luz apagada (Mt 5,13-16).

De ahí la insistencia de San Pablo: «Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él» (Col 3,1-4).

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

 

37 comentarios

  
Roberto Ibarra
Gracias por tan clara reflexión. Una palabra verdadera para el mundo de hoy. Una lectura real del llamado hoy por muchos como el "Evangelio de Jesus" . Si Cristo no nos salva para la vida eterna, no sirve para nada y el Cristianismo no pasa de ser un modelo, una ideología, un sistema..que como tal, siempre admite cambios y adecuaciones. Ahora bien, la vida eterna comienza aquí ahora. Si se cree la buena noticia de que Cristo ha vencido a la muerte, es posible tener desde ya vida eterna, pues las situaciones de muerte de la vida diaria ya no te matan , y te hacen vivir en este mundo mirando el Cielo. La Paz.
24/06/16 4:43 PM
  
Raúl de Argentina
Estimado Padre, quería hacer una pregunta ... A.L. dice que el adulterio "debe discernirse" para establecer si es pecado mortal. Sus artículos han claramente mostrado que esto contradice la doctrina de los actos intrínsecamente malos. Pero en aras del argumento, supongamos que fuera un pecado venial. O, para el caso, supongamos cualquier otro pecado que sea, este sí, indudablemente venial. ¿ Qué debe hacer el confesor, con un pecado "venial" del que el penitente NO SE ARREPIENTE y afirma que volverá a hacerlo una y otra vez ? Es decir, no tiene ni remotamente dolor de ese pecado y menos aún propósito de enmienda ¿ Puede absolverse en ese estado ? Si alguien, por ejemplo, miente usualmente en materia no grave y Ud. le insta a ser veraz, le dice que el demonio es Padre de la mentira, etc, y la respuesta es: "Yo estoy muy cómodo mintiendo y pienso seguir haciéndolo. Total es un pecado leve" ¿ Qué corresponde hacer ? ¿ No es este el caso del adúltero AÚN asumiendo que su pecado sea "venial" ?
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JMI.-La pregunta, con perdón, viene un tanto enrevesada.
Al que vive en adulterio y piense seguir en él no se le puede dar la absolución no porque el confesor juzgue que está en pecado mortal (de internis, neque Ecclesia), sino porque está viviendo en una situación objetivamente pecaminosa prohibida por Cristo. Sin más.

En cuanto al grado de arrepentimiento que un penitente tenga de sus pecados veniales necesario para darle o negarle la absolución estimo que es un caso de prudencia pastoral: haga el confesor lo que vea sea más ayuda para el penitente. Los santos confesores, como SJuan de Ávila, negaban a veces la absolución al faltar en el penitente un arrepentimiento y propósito suficientes, aunque el pecado no fuera mortal. Concretamente, SJdeAvila negó en una ocasión la absolución a una señora que llevaba (si no recuerdo mal) varias faldas superpuestas, moda imbécil de aquel momento. Le dijo que vistiera con sencilla modestia y menos ostentaciones, porque tal como iba y pensaba ir él no le daba ninguna absolución.
24/06/16 6:52 PM
  
josep
debemos predicar acerca de los Novísimos.
24/06/16 8:01 PM
  
Miguel Antonio Barriola
A la cita de Gálatas, le falta indicar el capítulo,que el 5º (Gal 5, 19 - 21).
Por lo demás: excelente aporte, enjundioso y lúcido resumen de todos los anteriores artículos.
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JMI.-Gracias, ahora lo corrijo.
Cordial saludo en Cristo.
24/06/16 8:29 PM
  
Luis Fernando
Lo esencial no es facilitar las cosas en esta vida para que la gente sea "feliz" (puerta ancha), sino en facilitar las cosas para que la gente pueda acceder a la vida eterna renunciando al pecado (puerta estrecha).

Y eso solo pasa por el sometimiento por gracia a la voluntad de Dios.

Quienes hacen lo primero se llevan el aplauso del mundo y de los cristianos mundanos. Quienes hacen lo segundo, son verdaderos colaboradores de Dios.

Post Data:
Someterse a la voluntad de Dios nos da una paz en el alma que a su vez produce una felicidad inalcanzable por la otra vía.
24/06/16 8:58 PM
  
Visor
No es, me parece, el liberalismo el culpable de muchos de los males que se le atribuyen; una cosa es la libertad y otra cosa el mal uso que se hace de ella. La propia Iglesia dice que Dios ha creado al hombre libre de aceptarlo o rechazarlo.
24/06/16 9:29 PM
  
Ramvel
Cada vez estoy más convencido de que el problema es que no se cree en la gracia, tal como ya ha sido mencionada muchas veces en este portal.
Así como el cuerpo se habitúa a un mal comportamiento por reiteradas ocasiones (vicio), deshacer el vicio requiere un camino análogo, practicando su comportamiento opuesto (virtud) con la salvedad que suele ser un recorrido más prolongado, y muchas veces penoso.
Intento subrayar que conlleva su cuota de tiempo y esfuerzo, como todas las cosas buenas, pero con el gran consuelo de que Dios no dejará de escuchar nuestras súplicas en este caminar de ser "Perfectos como el Padre" y nos auxiliará con su gracia.
La práctica de las virtudes debería entrar nuevamente en "vigencia" en el mundo cristiano, con fuerza, en las familias, en las catequesis, en las homilías.
En este mundo actual tan acelerado todo debe hacerse en tiempo récord, y si ha de hacerse trampa, no importa... solo que con Dios eso no se puede. Solo nos engañamos a nosotros mismos.
Creer que podemos engañar a Dios indica simplemente que no creemos en Él, que ya ni sabemos quién es.
Ojalá nuestros pastores no sean cómplices de este engaño.
24/06/16 10:04 PM
  
José
Muchas gracias padre, me hizo mucho bien escucharlo (leerlo) hoy. Qué el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María lo bendigan y acompañen con su presencia viva. Un abrazo.
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JMI.-Bendición +
24/06/16 10:14 PM
  
Raúl de Argentina
Padre, creo que con el ejemplo confundí en lugar de aclarar. La pregunta concreta es ¿ Se puede absolver a alguien que manifiesta NO ARREPENTIRSE de un pecado venial y que quiere volver a cometerlo ? Gracias.
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JMI.-El caso supuesto no tiene mucho sentido y es sumamente improbable.
No hay obligación moral de acusarse en la confesión de los pecados veniales, sí en cambio de los graves y mortales.
Si uno se confiesa de un pecado venial, es porque se arrepiente de él. Lo normal es que si no se arrepiente, si no se ve con un propósito de enmienda suficiente, ni se acuse de él. Pero acusarse de un pecado, advirtiéndole al sacerdote que no se arrepiente de él es cosa que jamás he experimentado en el confesonario. Todo el que se acusa de un pecado venial es porque de él se arrepiente. Otra cosa es que declare al confesor que en ese pecado concreto se ve muy atado y se confiesa de él precisamente para que la gracia sacramental le ayude a arrepentirse de verdad, aunque prevea, en casos muy arraigados, que muy probablemente va a haber recaídas. En tal caso, se le da la absolución.
Se podrá darle la absolución si el sacerdote juzga (atar-desatar) que la persona en el conjunto de sus pecados, tiene arrepentimiento. Pero lo que está claro es que no puede absolverse al penitente de un pecado si no se arrepiente de él. Obvio.
24/06/16 11:18 PM
  
Maria-Ar
Gracias por su labor,Pater!
No sabe el bien que hace. Es un lujo poder leerlo.
Bendiciones +
25/06/16 12:32 AM
  
Juan Andrés
Es notorio que se tenga que dar explicaciones en estos tiempos, de forma tan fundamentada, de verdades claramente evangélicas, que de niños nos enseñaban sin tanto argumentar y las entendíamos sin mayores inconvenientes. Ahora parece que el camino es en realidad otro pues nadie vio hasta estos tiempos la verdadera, e inexistente, "lógica" del evangelio. En fin, pero el artículo es muy bueno y pasa a mi archivo personal.
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JMI.-A veces se dan por sabidas las verdades más fundamentales...
que a vece son las más ignoradas, por ser las menos predicadas.
Oremos, oremos, oremos.
25/06/16 1:06 AM
  
Jordi
"Al que vive en adulterio y piense seguir en él no se le puede dar la absolución no porque el confesor juzgue que está en pecado mortal (de internis, neque Ecclesia), sino porque está viviendo en una situación objetivamente pecaminosa prohibida por Cristo."

En el Discurso de Francisco en la apertura del Congreso Eclesial de Roma (16 de junio del 2016), insiste que la presentación oficial del cardenal Schonborn es válida:

"Para vuestra tranquilidad, tengo que deciros que todo lo que está escrito en la Exhortación —y retomo las palabras de un gran teólogo que fue secretario de la Congregación para la doctrina de la fe, el cardenal Schönborn, que la presentó— todo es tomista, desde el inicio hasta el final. Es la doctrina segura."

Pues para mí, el capítulo 8º, según como sea interpretada, no es en absoluto doctrina segura, sino peligrosa y errónea. En efecto, deja abierta una interpretación, en los numerales 299 y 305 y su nota 351, por la cual, dando la vuelta al párrafo del P. Iraburu, "Al que vive en adulterio y piense seguir en él SÍ se le puede dar la absolución (y la eucaristía y plena participación en los servicios eclesiales), porque el confesor no puede juzgar que está en pecado mortal (de internis, neque Ecclesia), y además, porque aunque está viviendo en una situación objetivamente pecaminosa prohibida por Cristo, su imputabilidad está eliminada (culpa eximida) o disminuida (culpa atenuada)."

La verdad segura que dice Francisco es ésta:

... enseñanzas -en materia de fe y moral- presentadas como verdaderas o al menos como seguras, aunque no hayan sido definidas por medio de un juicio solemne ni propuestas como definitivas por el Magisterio ordinario y universal. Estas enseñanzas son expresión auténtica del Magisterio ordinario del Romano Pontífice o del Colegio episcopal y demandan, por tanto, el religioso asentimiento de voluntad y entendimiento. Estas ayudan a alcanzar una inteligencia más profunda de la revelación, o sirven ya sea para mostrar la conformidad de una enseñanza con las verdades de fe, ya sea para poner en guardia contra concesiones incompatibles con estas mismas verdades o contra opiniones peligrosas que pueden llevar al error.

La proposición contraria a tales doctrinas puede ser calificada respectivamente como errónea o, en el caso de las enseñanzas de orden prudencial, como temeraria o peligrosa y por tanto «tuto doceri non potest» (Ad Tuendam Fidem).

Para mí, el desastre del Capítulo VIII se está confirmando como verdad segura.
25/06/16 1:25 AM
  
carmelo
Saludos Raul de Argentina,
El libro eliminado por los protestantes y lutero y hoy por la protesta novedosa en “AL” tiene la respuesta suya:
Eclesiástico 15 "Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría(…) . Se apoya él en ella y no se dobla, a ella se adhiere y no queda confundido [….] 7.Jamás la lograrán los insensatos, los pecadores nunca la verán. Lejos está del orgullo, los mentirosos no se acuerdan de ella. No cabe la alabanza en boca del pecador, porque no le viene del Señor. [….]. Sus ojos están sobre los que le temen, él conoce todas las obras del hombre. 20. A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar".
Lo que el numeral ese AL 305 [351], junto con los atenuantes realiza no es una obra de misericordia, ni de pastoral acogedora sino mas bien abre es un "boquete cismático" o "puerta al oscuro mas allá" mediante una “licencia de pecar” ahora con el dulce green card eclesiástica como si arrancaran las páginas de Ecl. 21 & 23 (este capítulo aquí es más claro) y las consecuencia de no temer de pecar y mantenerse pencando contra Dios:Ecl 23 “25.Sus hijos no echarán raíces, sus ramas no darán frutos. 26.Dejará un recuerdo que será maldito, y su oprobio no se borrará. 27.Y reconocerán los que queden que nada vale más que el temor del Señor, nada más dulce que atender a los mandatos del Señor."
25/06/16 2:58 AM
  
Edwin Duarte
Mmmm. Percibo que en Infocatolica le buscan más el lado negativo del Magisterio del Papa, que lo positivo...
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JMI.-Tratamos de aclarar puntos de la Exhortación que, tratando temas muy graves en orden a la salvación de los hombres, quedan ambiguos, y ya han dado lugar públicamente incluso en Jerarquías de algunas regiones a no pocas interpretaciones falsas, incompatibles con la precedente doctrina católica de la Iglesia, la que señala el verdadero camino de la salvación temporal y eterna. Es una tarea muy urgente y apremiante. Y que en otros medios católicos está MUY insuficientemente cumplida.


25/06/16 8:13 AM
  
Jordi
Edwin Duarte
Mmmm. Percibo que en Infocatolica le buscan más el lado negativo del Magisterio del Papa, que lo positivo...

Toda cosa de Dios ha de venir "blanca", sin la menor mancha, siquiera una mota.

Por ejemplo, alguien puede decir cientos de cosas preciosas y sublimes al estilo de "... todas nuestras almas están en nupcias místicas con Dios... la sociedad es también una imagen y semejanza de las relaciones amorosas de las tres Personas..."

Y de repente, dice: "La Santísima Trinidad asoció e integró en su intimidad a la Sagrada y Adorada Persona de María, modificando incluso la esencia íntima que hasta ahora conocemos como Santísima Trinidad"...

De forma subrepticia, introduce una proposición herética: Dios es una Santísima Cuaternidad, al integrar a la Virgen María.

Esa sola mancha invalida las cientos de enseñanzas. Dios no da ni un error sobre las cosas divinas.
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JMI.-No exageremos. Una cosa es hacer una afirmación lírica-espiritual en una predicación improvisada, sea más o menos exacta y prudente, y otra dar una doctrina inconciliable con el dogma católico. No es cierto que invalide la ordinaria predicación ortodoxa y clara.
25/06/16 10:14 AM
  
Emmanuel Ansaldi
Hola Padre José María.
En realidad no es un comentario. Me quería dirigir a usted y no encontré su correo personal.
Soy sacerdote y trabajo en Francia. Tengo algunos amigos en Argentina que quisieran hacer ejercicios pero no pueden dejar la familia. Quería preguntarle si usted podría ayudarme con material, si tiene algún ejercicio espiritual ignaciano grabado o al menos escrito. Yo intentaría guiarlos a distancia, mientras ellos escuchan y meditan en su casa. Muchas gracias.
un saludo cordial y pidiendo su bendición y consejo, P. Emmanuel
[email protected]
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JMI.-En www.gratisdate.org tienen en mp3 tres series de conferencias espirituales mías de una hora:
Dame de beber - 100
Luz y tinieblas - 85
La Liturgia de la semana (ciclo A) - 56
que las pueden descargar sin problema.

También tenemos esas series editadas en DVD en la Fundación GRATIS DATE
donde pueden pedirse gratis: [email protected]

Dios quiera que les hagan buen servicio.
25/06/16 11:00 AM
  
antonio
!!!–Los mandamientos del Señor son verdaderos, justos, amables, dulces, liberadores… Lejos de frenar en nosotros la acción del Espíritu Santo, nos facilitan la fidelidad a sus mociones. A quienes andamos perdidos por este mundo, andando malamente a campo a través –vallados, zanjas, ríos, espinos–, los mandatos del Señor y de su Iglesia nos ofrecen un camino real, por el que avanzamos rápidamente, con menos cansancio, y sin posibilidad de perdernos: es «el camino que nos lleva» a la !!!

Muy hermoso todo el Post, y cierto!!!!!!!


Todo lo que se refiere a esté tema es muy necesario, para acercarse a DIOS.Que Dios lo bendiga y lo haga con la Iglesia.Aparte como lo he entendido de a poco, en el Magisterio esta el Espiritu Santo,o sea que cuando digo que usted es Magisterio Magisterio, es Cristo Cristo. Sin adularlo, todo es un don del Señor!!!!!!!!
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JMI.-"Quien a vosotros oye, a mí me oye".
¿Le suena, no?... Pues eso.
Siempre, claro, que lo que digamos sea fiel a lo que Cristo-Iglesia enseñan.
Pero así es: es el mismo Cristo glorioso "que nos habla desde el cielo" (Heb 12,25).
¡Demos gracias a Dios!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
25/06/16 3:47 PM
  
antonio
Siempre!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
25/06/16 4:56 PM
  
Raúl de Argentina
Padre, un último comentario abusando de su paciencia. Seguramente, como Ud. dice, es muy raro que un penitente manifieste un pecado venial y al mismo tiempo diga no arrepentirse de él. Pero del pecado de adulterio (que podría "discernirse" venial según la interpretación heterodoxa de AL que algunos hacen) creo que es muy probable sí lo haga ("Padre, he formado una nueva familia, soy muy feliz viviendo con mi nueva esposa y queremos ser padres cuanto antes..."). Aún asumiendo que el pecado fuera venial (en aras del argumento. Entiendo bien lo que Ud. ha explicado sobradamente, es mortal objetivamente y de lo interno no podemos juzgar), repito, aún si fuera un pecado venial, es un pecado del que el penitente no se arrepiente. Ergo, no puede ser absuelto. Lo que haría un sacerdote que absolviese sería decir que eso no es pecado en absoluto, ni mortal ni venial siquiera, porque no le pide al penitente ningún arrepentimiento ni propósito de enmienda por eso que ha manifestado. ¡ Gracias Padre !
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JMI.-Un sacerdote no puede absolver a nadie de un pecado, sea venial o moral, acerca del cual no tiene ni arrepentimiento ni propósito de la enmienda.
25/06/16 5:20 PM
  
carmelo
Edwin y Raúl
El adulterio desde el primer día que estas en otra cama, lo haces con advertencia (1) -se entiende perfectamente que no es tu cama ni tu consorte - así se actúa consentidamente (2) y se realiza el acto a la orden del placer (soy feliz..). Quien no sabe que es contra mandamiento (NO COMETERÁS ADULTERIO)? el sujeto/a sabe que es contra su misma palabra su promesa- osea amar al prójimo como a ti mismo(la esposa/o) Cierto! y actúa contra esto(3). una vez estos 3 elementos se alinean, de salida se renuncia al bien supremo (se renuncia a DIOS) al reino de los cielo (a la eucaristía a la absolución en confesionario) y busca las escondidas y obra para perpetuar el acto una y otra vez. Ese esconderse, es: renuncio a Dios y de paso a la Esposa, al sacramento. Es así!. Uno tras otro pecado (leves , graves) son consecuencia de este mortal, al cabo de un anio hay muchísimos más. Luego con malicia planta una nueva familia. La consorte real al ver que la situación ya es púbica desiste por consecuencia.
AL “no profundiza aquí” para realizar y promover “puentes de reconciliación y de perdón misericordioso y de reconstrucción” NO EXISTE ESTO AQUÍ NO HAY MISERICORDIA AQUI", sino que le dice aconcejando a esta situación que lo lleva a renuncia definitiva al bien supremo: “Tengan hijos, ámense y sean fieles en la infidelidad”.
AL 299 Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes»
EDITADO /////////////////
De hecho hay que cambiar los la educación Cristiana Católica en las escuelas con esta locura, en lugar de buscar testimoniar a la nueva generación, lo de reconocer el pecado y sus consecuencias y de “arrepentimiento y enmienda” NO de complacencia de la esclavitud y el yugo del deseo carnal.
Al demonio se le llama por su nombre y se destruye se aparta, no se dialoga y el hombre debe saber escapara de sus garras.
El religioso o laico que no descifra lo que se desarrolla aquí "no vale para el reino de Dios"
25/06/16 10:58 PM
  
Horacio Castro
Padre José María Iraburu. Lo que más me agrada de este artículo es su confrontación de “los males del mundo” con “el pecado del mundo”. Es muy buen punto para considerar siempre. Por otra parte le sugiero que no lo edite tanto a Carmelo, que es una fuente de sabiduría para muchos lectores. Tengo archivados con certificación todos los comentarios de él, que permiten entender la procedencia de algunos conceptos generalizados. Lo saludo antes de la ‘papelera’.
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JMI.-Me alegra que en algo le haya ayudado mi artículo. Bendigamos al Señor.
En cuanto a lo de "Carmelo", perdone, pero creo que a la hora de editarle algo es más prudente que me atenga a mi criterio que al de usted.
26/06/16 3:27 PM
  
Horacio Castro
Muy buena elección Padre. Gracias.
26/06/16 6:00 PM
  
Néstor
Una cosa es la libertad, otra el mal uso que se hace de ella, y otra el liberalismo, que tampoco es bueno, salvo en el sentido del gobierno elegido por el pueblo y esas cosas, que es una de las formas posibles de gobierno.

Saludos cordiales.
26/06/16 7:39 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
¡¡¡Muchísimas gracias, Padre José María Iraburu!!! No sabe todo el bien que me ha hecho con el punto 2. Los mandamientos, de su post. Que Dios le pague con creces, por todo el bien que nos hacen sus escritos. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando.
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JMI.-Bendición +
27/06/16 2:51 AM
  
José Ángel Antonio
""el cristiano adulto, ya maduro en fe y caridad, va por exigencia propia, y seguiría asistiendo igual a la Misa dominical aunque desapareciera el precepto eclesiástico. La obediencia al mandato le ha llevado a la plenitud del amor.""

Pues los anglicanos que van al servicio dominical no son muchos pero según esto serían sólo los adultísimos en la fe (y no porque la obediencia al mandato les haya llevado a eso) puesto que en la Iglesia Anglicana ir al servicio dominical no es precepto obligatorio, sino sólo una piadosa recomendación.

Y sin embargo creo que unas cuantas encuestas pueden bastar para demostrar que la asiduidad al culto dominical sin precepto no ha convertido de verdad a los (ya más bien pocos) anglicanos practicantes en adultísimos en la fe, pese a que alaben allí al Señor, escuchen la Palabra de Dios, le canten himnos y lo invoquen.
27/06/16 11:46 AM
  
estéfano sobrino
¡Muy bueno! AL dice que hay que discernir muchas cosas... y vemos que también hay que discernir en la AL... ;-))
27/06/16 5:40 PM
  
E.C.A.
Excelente. Muchas enseñanzas así necesitan tantas pobres ovejas, maltratadas por pastores cuasiherejes o herejes: sobre todo por las omisiones de verdades gravísimas. Dios nos lo consereve muchos añor, PADRE.
SACERDOTE EN BRASIL
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JMI.-Oremus ad invicem!
28/06/16 4:00 AM
  
Grego
Con ser muy importantes las otras 2 ausencias, creo que la ausencia casi total de predicación sobre las verdades eternas (juicio, cielo, purgatorio, infierno) tiene una grandísima parte de culpa en lo que está ocurriendo. Aunque en la Iglesia haya otras causas generales para esto, claro (creo que la falta de fe y esperanza firmes que llevan a acomodarse en gran parte a este mundo serían las principales). Prácticamente lo único que oigo desde hace muchos años es en funerales y para "canonizar" (o casi) automáticamente al difunto, de modo que uno se pregunta que para qué va a rezar por él.

Si se dejan de predicar las verdades eternas durante tanto tiempo creo que el proceso que describo a continuación tiene muchas probabilidades de ser así:

1. Socialmente me encuentro que la creencia muy extendida es que o bien no hay vida eterna o bien Dios es tan "bueno" que nos va a llevar a todos (o casi) al Cielo.

2. Todo se circunscribe a esta vida, con lo cual el esfuerzo moral para tomar la cruz y aceptar los sufrimientos se torna vacío cuando no ridículo, en una mentalidad ya de por sí influida por el relativismo y la mundanización.

3. Considero como mi deber ser feliz en esta vida, tratando de huir de todo sufrimiento y tratando ante todo de satisfacer mis deseos "terrenales", dejando de lado el buscar la Voluntad de Dios.

4. Si tengo que saltarme los mandamientos ya me justificaré de alguna forma, que también encontraré en la Iglesia quien me de esa justificación y me aliente a ello. Pienso al final que la sociedad y las personas han cambiado mucho y que la Iglesia y los Mandamientos deberían adaptarse y tal. Divorcio, convivencia e incluso aborto bien vistos si tengo que recurrir a ellos en base a mi supuesta felicidad terrena.

5. Mi conciencia endurecida es incapaz de verdadero arrepentimiento. No necesito confesar ni convertirme. Es más, voy contra quién ose denunciar mi comportamiento contrario a los Mandamientos.

6. Al encontrarme con la Iglesia reafirmo orgullosa y satisfactoriamente mi actitud, lo que me lleva a acentuar mi deriva en este sentido.

7. Por todo ello (que en gran parte puede estar causado por el abandono de toda referencia a las verdades últimas) ni tengo temor de Dios ni pienso nunca (o casi) ni en la vida eterna ni en la muerte en el sentido de las cuentas a Dios que debo dar el mismo día en el jucio particular. Si lo hago es para reafirmarme en que Dios me debe la vida eterna después de los sufrimientos y males de esta vida. Que para nada o casi se deben a mis pecados porque yo sólo he hecho lo que veía necesario para ser feliz.

A parte de tantas confusiones que comentar, la predicación y los documentos del Papa Francisco no son ajenos a esto y adolecen de muchísima "horizontalidad", centrándose en los males físicos de este mundo, la pobreza material, la justicia social material y no divina... Parece que quién sufre pobreza injusta o daño "social" por parte de otros por ese mismo hecho ya estaría justificado en esta vida... Parece que esos pecados son los únicos que llevarían al infierno a quién los cometiera (la mafia por ejemplo). Incluso parece que la evangelización hay que hacerla en orden sobre todo a la felicidad circunscrita a esta vida, a la erradicación de la pobreza y de la injusticia, a la creación de un orden social justo... y no por lo que debería ser su motor fundamental, que es la salvación de las almas.

Qué gran tristeza y desamparo respecto a la Iglesia produce el ser testigo de tanto abandono de las verdades eternas, por las cuales Cristo vino al mundo. O, cabría preguntar ante tanta dejación, ¿A qué vino el Señor? ¿No vino a rescatarnos de la muerte eterna? ¿Cristo era tonto y se vino a dejar matar y a sufrir tremendamente por nada? ¿O bien no es necesaria nuestra libertad porque Él ya lo hizo todo?

Muchas gracias Padre por este excelente artículo que sigue en la senda de iluminar nuestra conciencia y nuestra razón tan excelentemente como los precedentes.
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JMI.-Pide al Señor que me/nos libre de todo error y nos guarde siempre en el esplendor de la verdad. Oremos, oremos, oremos.
Bendición +
28/06/16 9:25 AM
  
Grego
Gracias por su bendición padre.

Para ahondar más en la gran parte de verdad de la ausencia casi total de buena predicación sobre las verdades últimas (muerte, juicio, cielo, purgatorio, infierno) y de que ésta, llevando muchos años y produciendo unos efectos devastadores, se está agudizando cada vez más, comentar que hace sólo unos pocos días salí sorprendido y escandalizado de un sacerdote que enviaba al Cielo a alguien que por lo que contaba se había suicidado. Remarcando, para que veamos más cuán grave es la situación, que este sacerdote es un buen sacerdote (o lo parece) en muchos otros aspectos y que vive en pobreza desposeído de casi todo...

En cuánto al Papa, hay que aclarar las palabras del Papa demasiadas veces sus palabras, sí. Y nos causa dolor la mucha confusión que puede haber creado. Pero a mí me parece que tan gran "horizontalidad" en sus palabras y documentos que cómo digo observo y describo (que alguien me contradiga si no es así) es aún más grave por que puede subyacer a muchas cosas que luego se expresan de forma ambigüa. Y me parece que, como de las verdades eternas, de esto se habla muy poco...

Pareciera que muchos en la Iglesia, incluso muchos fieles al Magisterio de palabra y obra, hubiéramos aceptado tácitamente relegar el hablar de soteriología, de salvación de las almas... Las consecuencias de esto son gravísimas y pueden subyacer a otras muchas cosas, incluida la predicación sobre el matrimonio y la familia. No veo ausencia doctrinal más grave que ésta, por mucho que casi no se hable de dicha ausencia. El Evangelio y el Magisterio son muy claros en casi todo lo que se refiere a las verdades últimas, pero sólo la casi inexistente predicación y Magisterio reciente sobre ello, según comprobamos por los hecho, puede producir tan devastadores efectos sobre las conciencias de incluso los sacerdotes y las almas consagradas que quieren ser fieles (¡qué no será en los demás!).

Oremos, oremos sin desfallecer... a pesar de todo. Pero, por favor, hagamos en la Iglesia un gran examen de conciencia y un extraordinario propósito de enmienda sobre ello.
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JMI.-Quizá ya lo conoce usted, mi artículo (08) de este blog. Da realmente susto ver hasta qué punto nos hemos distanciado de la predicación de Cristo en todo lo referente a la soteriología. Que el tema sea predicado por él, en referencias patentes o implícitas, unas 50 veces "distintas" del Evangelio, quiere decir que casi siempre que evangelizaba ponía ese trasfondo de salvación-condenación eternas. Él, 50. Nosotros, 0.
¿No implica eso una gran falsificación del Evangelio por omisión?

Dice usted: "No veo ausencia doctrinal más grave que ésta, por mucho que casi no se hable de dicha ausencia". Yo tampoco veo ningún actual silencio nuestro sistemático que nos aleje tanto del Evangelio verdadero.
Y por sus frutos los conoceréis: no Misa, apostasías, parejas hecho, adulterios, abortos, no grupos políticos en activo, culto al cuerpo y al dinero, muchas misiones que no evangelizan, no vocaciones sacerdotes y religiosas, etc.
Ninguna de esas enormes carencias podrá ser superada si no se recupera en la Iglesia la soteriología.
28/06/16 11:49 AM
  
Grego
Me reconforta mucho su último comentario, al saber que usted también considera gravísimo este silencio, considerando además es el que más nos aleja del Evangelio.

Y que constate la relación íntima entre la soteriología (al fin y al cabo, derivado del Misterio de la Redención y la Salvación, lo fundamental e importante de la Vida de Cristo aquí en la Tierra) y todo lo demás, con más efectos visibles aquí, y de lo que por tanto hablamos más. Sin duda que también hablamos mucho más de lo demás sacerdotes y fieles (que lo tengan más o menos claro, no hablemos ya de tantos que no lo tienen claro) porque hablar de muerte, juicio, purgatorio e infierno es lo que más nos puede hacer quedar realmente mal ante los demás. Tendríamos que hacer un serio examen de conciencia de ello.

Al menos que quede todo ello aquí reflejado.
28/06/16 4:23 PM
  
Fernando
Apreciado Padre Iraburu:

Gracias por todo el ciclo de articulos sobre este tema. Ojalá lo publique en Gratis Date.


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JMI.-A ver qué quiere el Señor...
Gracias por su gratitud. Bendición +
30/06/16 9:30 AM
  
Silvia
Muy querido Padre, gracias por iluminar de esta manera con tan clara y sana doctrina a quienes como peregrinos vamos por este mundo, anhelando la patria celestial.

Padre hace varios días después de las declaraciones del papa del 16 de Junio las cuales copio a continuación quedé perpleja y muy preocupada. Por que hay tanto silencio? por que todo sigue como sino se hubiese dicho nada? Por favor acláreme si la doctrina de la iglesia a cambiado tanto que ahora las uniones de hecho son matrimonios reales y la mayoria de matrimonios son nulos. Muchas gracias querido Padre. Y si no ha cambiado, por que S.S. el papa Francisco dice tales cosas... Que está pasando en la iglesia?

“Vivimos en una cultura de lo provisional”, dijo el Papa en declaraciones improvisadas el 16 de junio. Después de dirigirse a la diócesis de congreso pastoral de Roma, se llevó a cabo una sesión de preguntas y respuestas.
Un laico preguntó acerca de la “crisis del matrimonio” y cómo los católicos pueden ayudar a educar a los jóvenes en el amor, ayudarles a aprender sobre el matrimonio sacramental, y ayudarles a superar “su resistencia, ilusiones y miedos”.
El Papa respondió desde su propia experiencia.
“Escuché a un obispo decir hace algunos meses que conoció a un niño que había terminado sus estudios universitarios y dijo: ‘Quiero ser cura, pero sólo durante 10 años’. Es la cultura de lo provisional. Y esto sucede en todas partes, también en la vida sacerdotal, en la vida religiosa”, dijo.
“Es provisional, y debido a esto la gran mayoría de nuestros matrimonios sacramentales son nulos. Porque dicen “sí, ¡por el resto de mi vida!”, pero no saben lo que están diciendo. Debido a que tienen una cultura diferente. Lo dicen, tienen buena voluntad, pero no saben”.
Y también esto:
Añadió que la mayoría de las parejas que asisten a cursos de preparación para el matrimonio en Argentina normalmente cohabitaron.
“Ellos prefieren cohabitar, y esto es un desafío, una tarea. No preguntar “¿por qué no te casas?” No, acompañarlos, esperarlos, y ayudarles a que maduren, ayudar a la fidelidad a madurar”.
Dijo que en el campo al noreste de la Argentina, las parejas tienen un hijo y viven juntos. Tienen una boda civil cuando el niño va a la escuela, y cuando se convierten en abuelos “se casan religiosamente”.
“Es una superstición, porque el matrimonio asusta al marido. Es una superstición que tenemos que superar”, dijo el Papa. “He visto un montón de fidelidad en estas cohabitaciones, y estoy seguro de que este es un matrimonio de verdad, que tienen la gracia de un matrimonio real a causa de su fidelidad, pero hay supersticiones locales, etc.”
(Fuente: Agencia Católica de Noticias, la mayoría de los matrimonios hoy en día no son válidos, sugiere el papa Francisco el 16 de junio de 2016).

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JMI.-Las parejas de hecho, que no se unen con un vínculo civil o religioso estable, no son matrimonio. Son simple cohabitación. En InfoCatólica vamos a publicar un art. sobre este tema, recordando la doctrina de la Iglesia.
30/06/16 5:30 PM
  
Silvia
Muchas gracias y Dios lo siga bendiciendo y llenando de sabiduría, padre no dejamos quienes venimos siguiendo muy de cerca los acontecimientos de la iglesia de sufrir ante el silencio de nuestros pastores, entiendo que esto es tan delicado como para que incluso en la iglesia se de un cisma de derecho porque de facto ya lo hay, pero mientras las voces siguen en silencio la apostasía se va generalizando y muchas almas se pierden, que debemos hacer laicos, religiosos y sacerdotes, además de orar?, porque la situación no es fácil, puesto que es el mismo papa quien habla. Su bendición y muchas gracias por su respuesta.
01/07/16 12:05 AM
  
Cayetano
Gracias padre, es tan clara su palabra, tan limpia, tan verdadera, que da gloria leerla, cómo nos enseña, cómo pone las cosas en su sitio y nos da luz para no desviarnos del camino en estos tiempos en que es tan fácil tirar por el atajo. Muchas bendiciones y que el Señor le guarde muchos años en plenitud ¡¡
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JMI.-No me falte su oración.
Bendición +
01/07/16 1:06 PM
  
Juan Argento
JMI.-De acuerdo, Juan. Cuenta con ello.
Bendición +
02/07/16 9:39 PM
  
enrique
Hace unos días, que le estoy leyendo y me ha hecho mucho bien.
Sobre la Vida Eterna, es tema tabú, en las homilías de muchos sacerdotes ( me quedo ahí), y no digamos sobre el decoro en el vestir, ni una mínima advertencia, y cada vez son mas descarados los comportamientos.
Ayer domingo XIV del ,T.O., el final del Evangelio dice: "....estad alegres no porque os someten los demonios , y...., sino porque vuestros nombres están escritos en el cielo".
Al salir de la Eucaristía, me acerque al sacerdote y le dije: " la homilía perfecta, pero te ha faltado ( tengo confianza), darle la puntilla y que la tenías al final del Evangelio. Me dio la razón , pero en las siguientes homilías, nada de nada. Precisamente, es en lo que fallamos los creyentes, sobre creer en la Vida Eterna. y de ahí que pasemos del Evangelio y de sus compromisos.
Padre, seria bueno que los seglares interrumpamos en las homilías que aburren y que no van al grano?. enrique.
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JMI.-No, interrumpir las homilías no. Y llamar a la Guardia Civil tampoco.
Aunque por ganas no quedará a veces.
Rezar por el Pater y procurar decirle a la buena lo que convenga.
04/07/16 11:24 PM
  
Juan Sebastián
Hola Padre Iraburu. Antes de comentar sobre este tema tengo una frustración con los temas del pudor a los cuales usted les había dedicado un varios posts entonces haré un comentario antes de ir a lo relativo a este post. Con respecto al pudor usted tiene que tener en cuenta que una cosa son las condiciones de una ciudad y otra cosa son las condiciones de una playa. para mi una mujer es impúdica si se viste de bikini en una ciudad, pero no lo es si usa este mismo bikini en la playa tomando un bronceado.

///////////////// editado ////////////////////////////////////
Muchas Gracias por su respuesta.

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JMI.-El pudor es algo que se debe guardar en todo lugar y totalmente. Vale mucho más que el bronceado. Tenga usted la seguridad de que la Sagrada Familia no iba a la playa, y que si fuera (es un anacronismo puramente hipotético) ciertamente no se pondría en bikini. Es decir, no se desnudaría en público (lo que viene a ser lo mismo). Dios quiso al ser humano vestido. Y lo vistió. Está, pues, en su naturaleza el pudor.
11/07/16 12:01 AM

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