(324) Liturgia –34. Liturgia de las Horas, 10. Himnos
–Yo pensé que no iba a seguir con la Liturgia de las Horas…
–Me llama la atención cuán arraigado está en usted el hábito de equivocarse.
«Decíamos ayer»… acerca de las partes que integran una Hora litúrgica, siguiendo concretamente el esquema de Laudes-Vísperas, las Horas que son principales y semejantes entre sí. Una vez rezado (320) el Inicio de la Horas y el Gloria, llegamos el Himno, que forma parte también de ese inicio.
–El Himno inicial de la Hora viene a ser como el canto de entrada en la Misa. «Está situado de forma que dé a cada Hora una especie de colorido propio, y también, sobre todo en la celebración con el pueblo, para que el comienzo resulte más fácil y se cree un clima más festivo» (OGLH 42).
«Los himnos, que según una antiquísima tradición formaban parte del Oficio [cf. «salmos, himnos y cánticos», Ef 5,19], conservan también ahora su importancia (SC 93). En realidad no sólo han sido destinados expresamente, por su naturaleza lírica, para la alabanza de Dios, sino que constituyen una parte popular [de composición libre, no tomada de la Escritura], y aún más, casi siempre ponen más de manifiesto el carácter diferenciador de la Hora concreta o de cada una de las fiestas, que las otras partes del Oficio, a la vez que mueven e incitan los ánimos a una celebración piadosa. Dicha eficacia se ve aumentada a menudo por la belleza literaria. Los himnos se encuentran en el Oficio como el principal elemento poético introducido por la Iglesia» (OGLH 173). «Siguiendo la norma de la tradición, el himno termina con una doxología», normalmente trinitaria (ib. 174).
–Los Himnos latinos comienzan en el siglo IV. En su edición típica latina son unos 300, parte de los cuales está recogida en un apéndice de la edición española de las Horas. Son extremadamente venerables por su antigüedad y origen, y en muchos casos por su belleza y su calidad doctrinal y espiritual. Ya en uso en las liturgias del Oriente, fue San Ambrosio (340-397) quien introdujo en el Occidente latino, en Milán, el canto de los himnos y de la salmodia. Su discípulo San Agustín, que asistía extasiado a las celebraciones litúrgicas milanesas, incluso antes de su conversión, entiende los himnos como «una alabanza a Dios cantada» (laus Dei in cantico hymnus dicitur» (Confesiones 9,7), y refiere que estando perseguidos los católicos por la emperatriz arriana Justina, se determinó San Ambrosio a «cantar himnos y salmos, según es costumbre en pueblos de Oriente, para que el pueblo no se desmoralizase, presa de la aflicción. Y desde entonces esta práctica se ha conservado hasta nuestros días».
Los catorce himnos maravillosos de San Ambrosio tienen todos la misma estructura: ocho estrofas de cuatro versos. El éxito de estos himnos hizo que se difundieran y usaran ampliamente en la himnografía medieval, hasta nuestros días. En los himnos litúrgicos latinos casi siempre las estrofas guardan una estructura simétrica, lo que facilita grandemente su canto. Recordemos, por ejemplo, el formidable himno ambrosiano Aeterne rerum Conditor, noctem diemque qui regis (Creador eterno de las cosas, que gobiernas las noches y los días), uno de los más bellos. Con los años, la producción de nuevos himnos fue multiplicándose grandemente, conservándose en general la gran dignidad de sus inicios, aunque al paso de los siglos no siempre se logró mantener el esplendor simple y transparente de los himnos más antiguos.
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–El Himnario litúrgico español se elaboró con gran rapidez para integrarse en la edición de la nueva Liturgia de las Horas, que reúne 270 de ellos. Si el Himnario latino se fue formando a lo largo de muchos siglos, el nuevo en español hubo de formarse a marchas forzadas. Y como es lógico, varía mucho la calidad entre unos a otros himnos. Los criterios que guiaron en la elaboración del himnario se atuvieron a varias posibilidades.
–Traducir los antiguos himnos latinos, en ocasiones recreándolos considerablemente. «Fuerza tenaz, firmeza de las cosas», por ejemplo, se inspira en Rector potens, verax Deus.
–Elegir poesías religiosas de la la antigua tradición castellana, sobre todo de los siglos XVI-XVII, o de actual producción. «Nada te turbe, nada te espante», «Recuerde el alma dormida»…
–Asumir como himnos litúrgicos cantos religiosos de arraigo popular y de buena calidad espiritual, musical y literaria. «Cantemos al amor de los amores», «Victoria, tú reinarás»…
–Crear nuevos himnos, expresamente producidos –fueron un centenar– para introducirlos en la edición española de las nuevas Horas. En esta sección es, como veremos, donde la excelente edición de las nuevas Horas tropezó y cayó con excesiva frecuencia. «Te está cantando el martillo… »…
–Son demasiados los Himnos malos o deficientes que existen entre los 270 que se integran en la edición española de la Liturgia de las Horas. Por supuesto que muchos de de este himnario son buenos, y en seguida trataré de ellos. Pero el número de los malos es excesivo. No parece, pues, inconveniente que quienes ya llevamos sufriéndolos desde hace medio siglo nos permitamos la pequeña venganza de señalar sus flaquezas. Pero hacemos sobre todo para pedir que las próximas ediciones de las Horas traigan un Himnario profundamente purificado y mejorado con nuevos himnos, de tal modo que nuestro penar, si el Señor nos da vida, no se prolongue durante varios decenios más. Que todo podría suceder.
Veamos unos cuantos ejemplos de himnos impropios para el uso litúrgico.
–Tonterías. Hay himnos malos que dicen tonterías. No merecían ser incluidos en la Liturgia de las Horas.
-Comienzan los relojes / a maquinar sus prisas; / y miramos el mundo. / Comienza un nuevo día.
No puede decirse en general que los relojes maquinan prisas, porque es una calumnia. Si alguno va con prisa, será que está estropeado. Y entonces hay que llevarlo al relojero para que lo arregle. Y si no puede, se tira. En todo caso esos versos no ayudan a rezar.
–Estrofas asimétricas. Una poesía que suma arbitrariamente estrofas de diferentes numeros de versos hacen molesta la recitación comunitaria en coros alternos, y dificulta grandemente su musicalización. En el ejemplo que sigue –dejando a un lado discretamente su pedantería notoria– se alternan estrofas de 8, 4, 11, 4 y 7 versos. No hay modo de componer con esa letra un canto idóneo para una comunidad, y la misma recitación a dos coros se ve dificultada:
Así: te necesito / de carne y hueso. / Te atisba el alma en el ciclón de estrellas, / tumulto y sinfonía de los cielos; / y a zaga del arcano de la vida…
–Cursis. La poesía es un género literario nobilísimo, pero que ha de cuidarse siempre de no ceder a la tentación de la cursilería.
-Padre: has de oír / este decir / que se me abre en los labios como flor…
-Mi Cristo, tú no tienes / la lóbrega mirada de la muerte / … Mi Cristo, tú aleteas / con los brazos unidos al madero. ¡Oh valor que convida / a levantarse puro sobre el suelo!…
Aletear con los brazos clavados al madero es prácticamente imposible. Tal metáfora poética es tan cursi como ilícita. El habla metafórica ha de ser muy medida, no como la de aquel político: «¡el carro del Estado navega sobre un volcán!». Espanto, tantos errores en tan pocas palabras…
–Errores. Todo texto litúrgico –lex orandi lex credendi– ha de verse libre de todo error o tontería, respetándose a sí mismo en su función sagrada.
-No, yo no dejo la tierra… ¿Qué hacéis mirando al cielo, / varones, sin alegría?…
Los evangelistas testifican que, después de la Ascensión de Cristo, los discípulos «se volvieron a Jerusalén con grande gozo» (Lc 24,52). Un himno litúrgico no debe concederse la licencia poética de negar ese dato, que tiene no poca importancia.
-Porque fue varón justo, / le amó el Señor, / y dio ciento por uno su labor.
Mejor sería que, cantando la obra de Dios en San José, dijera el poeta: «Porque le amó el Señor / fue varón justo, / y dio ciento por uno su labor». Eso es lo conforme a la doctrina católica de la gracia, diferente a la semipelagiana.
–Intimista. El himno litúrgico, tanto en la recitación privada como en la comunitaria, y más si es ésta cantada, nada tiene que ver con la poesía intimista y egocéntrico, impropia para la oración, y más cuando se trata de una oración litúrgica:
-No es lo que está roto, no, /el agua que el vaso tiene; / lo que está roto es el vaso, / y el agua que al suelo vierte…
Cinco estrofas intimistas en este himno. El poeta se regodea en su ingeniosidad, y solamente en la cuarta menciona a Dios. Los himnos litúrgicos han de elevar el alma, haciéndola entrar en Dios desde el principio, al modo de los salmistas y de los himnos apostólicos y latinos: «Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza; / Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. / Dios mío, peña mía, refugio mío, / mi fuerza salvadora, mi baluarte» (Sal 17). «Vuestra soy, para Vos nací. ¿Que mandáis hacer de mí?»… Esas poesías son las que realmente ayudan a entrar en la oración. Y ésa es la finalidad del himno al inicio de la Hora.
–Campechanía en el trato con Dios, al modo moderno tonto. Es totalmente ajena y contraria a la tradición bíblica y litúrgica, tanto de Israel como de la Iglesia. Y no trae consigo ningún progreso.
-Te está cantando el martillo, … / ¡Qué sudoroso y sencillo / te pones al mediodía!
Los profetas y los santos que han «visto» a Dios, que han tenido de Él experiencias íntimas profundísimas, jamás dicen de Dios «sudoroso y sencillo»: eso puede decirlo, como si fuera una valiosa novedad expresiva, como si tuviera gracia, alguien que ni de lejos ha tratado con el Señor de la gloria. No se le ve, pues la «gracia» a la expresión; pero aunque la tuviera, sería como lo que sucede con un chiste cuando nos lo cuentan veinte veces: que muchas veces repetido, ya no nos hace gracia. Y ya llevamos unos cuarenta años que el Dios «sudoroso y sencillo». Ya vale.
No. Las oraciones, sobre todo las litúrgicas, han de expresar una respeto infinito ante Dios, suscitando en el orante una adoración total. «Decid dónde, cómo y cuándo: decid, dulce Amor decid: ¿que mandais hacer de mí?» (Santa Teresa)… Han de tener una belleza grandiosa, verdadera y concisa (la «Salve, Regina»), que permita rezarlas miles de veces sin que nunca nos canse volver a ellas. Las ingeniosidades campechanas en las oraciones de la Liturgia no vienen al caso: desvanecen su sacralidad y acaban por hacerse muy molestas. Y si además, como en el caso de este ejemplo, la última estrofa no es doxológica, tanto peor.
–Mala calidad poética. Todos los textos litúrgicos, y más los himnos, han de tener un esplendor de la verdad que se manifieste no sólo en el fondo, sino también en la forma, que literariamente ha de ser absolutamente correcta. Pongo dos ejemplos en que esa belleza queda más bien canija.
-Dichosas vosotras que guardasteis / con amor maternal en vuestro seno / la palabra del Hijo que engendrasteis / en la vida de fe y de amor pleno. / … Dichosas vosotras que supisteis / ser hijas del amor que Dios os daba, / y así en la fe, de muchos madres fuisteis, / fecunda plenitud que nunca acaba…
-Cantemos nuestro fe, y al confesarla, / unidas nuestras voces de creyentes, / pidamos al Señor que, al proclamarla, inunde con sus luz a nuestras mentes…
Al rezar tal himno, meneamos la cabeza al leer verso tan malito… y nos despistamos al rezar. Ay, Señor…
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–Una selección de los mejores Himnos de la Liturgia de las Horas puede hacerse con relativa facilidad. Según el criterio y gusto personal, podemos improvisar con la ayuda de la informática un librillo al que recurrimos una y otra vez cuando en el rezo de las Horas hallamos un Himno que no nos gusta. Yo lo hice para mí y lo llevo siempre en el Breviario. Son 35 himnos, impresos con letra chica a dos columnas en 10 páginas. Lo compuse hace años sin mucho cuidado, y es manifiestamente mejorable. Ni son todos los que están, ni están todos los que son.
Oficio de lectura y cualquier Hora. –En la cruz está la vida –Estate, Señor, conmigo –Que bien sé yo la fonte que mana y corre –Véante mi ojos –Vuestra soy, para Vos nací.
Laudes. –Al filo de los gallos viene la aurora –Autor del cielo y el suelo –Buenos días, Señor, a ti el primero –Crece la luz bajo tu hermosa mano –Cristo, alegría del mundo –En nombre de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu –Eres la luz y siembras claridades –Es domingo; una luz nueva –Gracias, Señor, por la aurora –La noche, el caos, el terror –Nacidos de la luz, hijos del día –Señor de nuestras horas,Origen, Padre, Dueño.
Intermedia. –A la gloria de Dios se alzan las torres –Alfarero del hombre, mano trabajadora –Cuando la luz del día está en su cumbre –El mundo brilla de alegría –El trabajo, Señor, de cada día –Este mundo del hombre, en que él se afana –Fuerza tenaz, firmeza de las cosas –Fundamento de todo lo que existe –Se cubrieron de luto los montes.
Vísperas. –Como una ofrenda de la tarde –Éste es el día del Señor –Luz mensajera de gozo –Luz que te entregas –Nos dijeron de noche –Te damos gracias, Señor.
Completas. –Antes de cerrar los ojos –El sueño, hermano de la muerte –Gracias, porque al fin del día.
Algunas de estas poesías son buenas para la recitación personal –la que yo hago normalmente–, pero no son del todo adecuadas a una recitación comunitaria. Y en algunas falta o es deficiente la doxología de la última estrofa.
–Un himno de Laudes excelente, de composición moderna, para terminar bien.
Crece la luz bajo tu hermosa mano, / Padre celeste, y suben / los hombres matutinos al encuentro / de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer en tu presencia / y enalteció la aurora / cuando no estaba el hombre sobre el mundo / para poder cantarla.
El es principio y fin del universo, / y el tiempo, en su caída, / se acoge al que es la fuerza de las cosas / y en él rejuvenece.
El es la luz profunda, el soplo vivo / que hace posible el mundo / y anima, en nuestros labios jubilosos, / el himno que cantamos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca / su cuerpo misterioso; / he aquí, en el ancho sol de la mañana, / el signo de su gloria.
Y tú que nos lo entregas cada día, / revélanos al Hijo, / potencia de tu diestra y Primogénito / de toda criatura.
Amén.
El tono de los versos es actual. Su espíritu es el de siempre: «es la voz de la Esposa que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo con su Cuerpo al Padre» (SC 84).
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
25 comentarios
Gracias por este escrito, me gusta saber que no es una manía mía.
Le cuento que me pasé otra vez a la Liturgia de las Horas en español, el himnario de la versión inglesa es mucho peor, de verdad, así que se pueden dar con un canto en los dientes.
De todas formas, estoy con usted, hay himnos que me despistan y me hacen perder el norte. No estaría nada mal que los revisaran y buscaran algunos mejores.
Añoro los himnos en latín, ¿no sería posible hacer una traducción digna de ellos?
Que Dios le bendiga
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JMI.-En Hispanoamérica tienen una L.de Horas con himnos, en general, más decentes: menos pedantes, más devotos...
No, no se puede traducir poesía latina a himno castellano. Algún intento hay, como ya he dicho, pero más bien están "inspirados" en un himno latino: no es traducción.
El problema es que la LHoras de España apenas se ha renovado en nada desde que con muchas prisas se hizo la primera edición. ¿Cuándo hará una nueva? Oremos, oremos, oremos.
No sé usted, pero no soy yo muy juanramoniano ni adepto de la poesía pura; me gustan los poemas líricos, aun así el último himno es bello.
Por último, me gustaría corregirlo fraternamente: donde se lee "Asunción de Cristo", léase "Ascensión de Cristo"; no he oído yo nunca que a Nuestro Señor lo hubieran asumido.
Buen día.
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JMI.-Gracias, corregido. Ascensión.
Aunque hay una cosa, que no todo el mundo entiende el lenguaje espiritual, porque no tiene fe, y le dar por reírse o burlase. Pero quien ama a Cristo, aprendemos lo que el Señor nos presenta por medio de sus sacerdotes más entregados al Corazón de Cristo y al amor de la Santa Madre Iglesia Católica.
Por lo visto, no soy el único que ha encontrado himnos defectuosos, que los hay, y no me ayudan en la fe. Por el contrario, hay otros del que me siento muy identificado, pero estos me lo guardo en mi corazón, aunque alguna que otra vez lo he compartido, a fin de que el alma que ama a Cristo se una a su Divino Corazón, y nunca pierda de vista a Cristo nuestro Señor. Porque es una alegría desde por la mañana y por la noche, incluso en la madrugada, siempre el alma generosa busca a Dios, y no quiere separarse de Él.
Lo que sería importante, es que en cada himno, se anotase el nombre del autor o autora, aunque algunos son bien conocidos, como el de Santa Teresa de Jesús.
Hay una sección muy importante en la Liturgia de las Horas, que podemos leer una serie de himnos en latín, y aunque yo no conozca el latín, cuando comienzo a recitarlo, ayuda a mantener la paz y la alegría espiritual.
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JMI.-Acuda Ud., Sr. E. O., a mi truco: tener copiados en el Libro de Horas, bien a mano, unos cuantos himnos excelentes, que le ayuden mucho a rezar, y pasarse a ellos en cuanto sale un himnejo de esos que le fastidian.
Ahora que nadie nos oye, le diré que en la Hora media, concretamente, casi siempre me acojo yo al "Veisme aquí, mi dulce Amor" teresiano. Lo tengo en una selección que hice de 8 estrofas, las más preciosas a mi gusto. Y hace ya unos quince años, quizá más, en la Hora media rezo como himno 3 o 4 de sus estrofas (la de "Dadme muerte, dadme vida" esa siempre), y me quedo tan ancho. No me he cansado de ese himno, ni pienso que me cansaré nunca. Como tampoco me canso del Benedictus, el Magnificat, la Salve Regina, Bajo tu amparo, etc.
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JMI.-Puede haber y hay himnos en castellano magníficos, recios, sobrios y heterosexuales. No hace falta irse a los latinos, a no ser que se conozca el latín, cosa hoy muy poco frecuente.
Y por cierto, el himno que llevo rezando, sin cansarme, hace más de quince años casi siempre en la Hora media es femenino, de Sta. Teresa de Jesús, la Grande. Y tampoco me cansa el Magnificat, también femenino.
Día de la ira, aquel día// en que el siglo en la anarquía//pagará su rebeldía.//¡Cuanto horror en el futuro//cuando el juez tomando al puro//su yugo imponga al perjuro!//Al sonar de la trompeta//abriráse una gran grieta://ya la muerte admira, inquieta,//ya, asombrada, ve natura//cómo a juicio la criatura...
Ya lo he corregido. Como dijera Quevedo: "Oh ley de consonantes dura y recia"...
Gracias por sus escritos.
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JMI.-Dicen que el Dies irae fue compuesto por fr. Tomás de Celano, compañero y biógrafo de S. Fco. de Asís; pero también algunos lo atribuyen a otros autores. Ningún otro himno latino, creo yo, ha tenido una repercusión tan inmensa en el mundo de la música religiosa y profana hasta el día de hoy. Son cientos los compositores que, aunque sea levemente, "citan" al Dies irae, al menos en el tema central de sus primeros versos.
Sin embargo ese himno latino, dejando a un lado sus méritos literarios y musicales, no expresa del todo bien la luminosidad y la dulzura del misterio cristiano de la muerte. Es demasiado terribiloso.
No me refiero al hecho de que sean en latín (o japonés o navajo...), sino al carácter propio de esos himnos, que lógicamente también se pueden encontrar en himnos españoles.
JMI: "Y por cierto, el himno que llevo rezando, sin cansarme, hace más de quince años casi siempre en la Hora media es femenino, de Sta. Teresa de Jesús, la Grande. Y tampoco me cansa el Magnificat, también femenino."
Esos dos himnos que señala ("Nada te turbe" y el Magnificat) no son melosos o sentimentaloides. Los himnos que criticaba son aquellos con los que un varón difícilmente podría sentirse identificado. Un varón de los pies a la cabeza no va a sentirse identificado, en general, con himnos (o canciones) sentimentales, melosos. Y, por supuesto, no toda espiritualidad femenina es sentimental.
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JMI.-Gracias. Bendición +
Dios le bendiga por el bien que hace.
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JMI.-Bien dice.
Biendigo, bendición +
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JMI.-En su anterior comentario decía Ud.:
"Esos dos himnos que señala ("Nada te turbe" y el Magnificat) no son melosos o sentimentaloides"...
Lo dejé pasar por no tener importancia el error.
La poesía teresiana que decía yo (05/06/15 5:37 PM) que acostumbro a rezar en la Hora intermedia es al "Veisme aquí, mi dulce Amor", que sí es de Santa Teresa.
El "Nada te turbe" sólo lo cito cuando me refiero a himnos "de tradición castellana, sobre todo de los siglos XVI-XVII".
Tengo entendido que la Comisión Episcopal de Liturgia publicará próximamente una nueva edición del Himnario ya que en marzo de 2008 los obispos españoles aprobaron la propuesta de revisión de los himnos de la Liturgia de las Horas y el nuevo Himnario fue presentado a los delegados de liturgia el pasado mes de enero de 2015.
De todas formas, la Comisión Episcopal de Liturgia tiene bastantes frentes abiertos, sobre todo publicaciones de numerosos libros litúrgicos:
1. “III Edición Típica Latina Emendata” del Misal Romano (aprobado en abril de 2010)
2. “Ceremoniale Episcoporum” (aprobado en noviembre de 2010)
3. En noviembre de 2011 se aprobó la celebración de Santa Ángela de la Cruz, virgen, el día 5 de noviembre, como memoria libre. En el Calendario Litúrgico Pastoral 2014-2015 dicha memoria no aparece.
4. Nuevos Leccionarios (algunos de los cuales fueron aprobados ya en abril de 2012)
5. Nuevos textos litúrgicos para la celebración de la Fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote (aprobados en abril de 2013).
6. Ritual del Bautismo de Niños (aprobado en marzo de 2014)
7. Inclusión de la advocación de Santa María de la Merced en el Calendario litúrgico español como memoria obligatoria (aprobada en marzo de 2014)
Entiendo que todo esto estará en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y que las cosas de palacio van despacio... pero que haya cosas pendientes de la cognitio desde el año 2010. Además se pretende renovar todos los cuatro volúmenes de la Liturgia de las Horas, el Diurnal, el Bendicional, todos los Rituales... con los texto bíblicos de la "Sagrada Biblia. Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española". Como publiquen todo de golpe ya van a tener que invertir bien las parroquias, capillas y congregaciones para renovar tanto libro que encima no son nada baratos.
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JMI.-Así, como quien no quiere la cosa, nos ha puesto Ud. al tanto del calendario de publicaciones de textos litúrgicos que la Comisión Episcopal, con la venia de Roma, irá publicando, con el favor de Dios. Muchas gracias por la información.
Y ya podemos rezar para que se haga bien todo lo que llevan entre manos. En el Calendario nacional hay ausencias que resultan difícilmente comprensibles. San Pedro Claver, S.J., esclavo de los esclavos; San Luis María Grignion de Montfort, uno de los santos más presentes hoy en la devoción mariana... ¿cómo es posible que estén ausentes, tanto en las Horas como en el Misal?... ¿Cómo es posible que en las bendiciones del Bendicional esté ausente el signo de la cruz en casi todas? El Card. Medina, siendo prefecto, mando incluir el signo de la cruz en TODAS las bendiciones... Y a veces se les ve uno se las desea para ver dónde la incluye, porque el texto no lo facilita en absoluto. ¿Recordarán esta norma de la Congr.Culto en la nueva edición del Bendicional en español?
Oremos, oremos, oremos.
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P. d.-A los liturgistas que "sacaron" el signo de la Cruz de las bendiciones diversas del Bendicional, donde habían estado toda la vida, los mandaría yo en peregrinación penitencial descalzos, y convenientemente cargados de cadenas, a Roma. Y cuando regresaran, los mandaría de nuevo en las mismas condiciones a Jerusalén. Y cuando volvieran, a Santiago... etc. Siempre, claro, buscando la salvación de sus almas (y cuerpos).
Buen día.
Sé por otros comentarios que sigue al Idealismo kantiano, por lo cual estimo no te convencerán las razones de Forment, como no te convencen las del Padre. Es que el Error es incompatible con la Verdad. Pero ahí verás muy bien explicado el gran poder que tiene la Oración. Quién te dice que si te avienes a ella, puedas recibir la gracia de renegar de la cosmovisión equivocada a la que has prestado tu adhesión.
Dios todo lo puede.
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JMI.-No convence. "La oración, surgida de la plena libertad humana, es capaz de convertir"... La oración no puede producirse sin el auxilio de la gracia divina, que es anterior a ella y es su causa principal.
El segundo párrafo sí convence. Así es.
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JMI.-Si guarda a mano himnos poéticos de calidad doctrinal y literaria puede rezarlos tranquilamente cuando salga alguno malo.
Gracias
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JMI.-Ni idea.
¡Qué falta hace hablar de Dios, beber de sus palabras como bien lo entendió San Pedro: «Señor, a quién vamos a ir, si tú tienes palabras de vida eterna».! ¡Que falta tenemos de sacerdotes que nos catequicen! ¡Qué sólos estamos a veces! ¡Como recuerdo aquellas palabras aprendidas en los bancos del Catecismo y que sigo creyendo, de que el sacerdote y el pastor, están para llevar las almas a Cristo! Conforta leer a padres comprometidos con la divulgación de la Biblia y del Catecismo y olvidarse de otras historias perturbadoras. Paz y Bien
Hay muchos otros que sencillamente son espantosos, es una pena que en lugar de ayudar a rezar provocan risa.
Deberían ser revisadas las distintas ediciones.
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JMI.-Dios nos proteja de piezas litúrgicas mediocres, feas, falsas o ambiguas, y en todo el mundo de la liturgia nos guarde en el esplendor de la verdad, para que nuestras voces hallen ayuda para unirse a los coros celestiales.
Amén.
Muchas gracias por sus maravillosas aportaciones, padre. Un fuerte abrazo. Que Dios le bendiga.
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JMI.-No tengo información, ni sobre renovación del Himnario (que la exige ciertamente), ni de nueva edición de la LHoras.
Aguantemos.
Lo que ya hay es una maravilla en su conjunto.
Bendición +
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JMI.-Ya ha habido algunos intentos. No recuerdo autores y títulos.
Es buena idea.
Bendición +
Desde hace 2 años me he propuesto, y lo he logrado en un 99%, recopilar todos los autores no sólo de la versión española sino también la hispanoamericana. A la orden para cualquier información. Saludos
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JMI.-Gracias. Los himnos de la edición de la LH española tienen algunos muy bueno, otros decentes, y bastantes malitos malitos. Una pena.
En mis viajes a Hispanoamérica he rezado otras ediciones que, general, me han parecido más aceptables.
Bendición +
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Dígame el primer verso del himno que le interesa.
+JMIraburu
Himnos de Laudes de la II semana del Salterio:
Versión Española: Estate, Senor,conmigo…es composición de Fray Damian de Vega, dramaturgo y poeta español.
Versión hispanoamericana: Nacidos de la luz, hijos del día…es un poema del sacerdote jesuita y escritor español José Luis Blanco Vega (1930-2005)
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