(232) Santas Misas terribles
–¿Pero qué dice usted?…
–Lea y lo entenderá (con el favor de Dios).
–El Purgatorio en la liturgia. Un matrimonio amigo, desolado por las deformes Misas arbitrarias, a las que en ocasiones se ven en la necesidad de asistir con sus hijos, me contaba el otro día los horrores que con frecuencia tenían que sufrir en las Misas. Me describían él y ella una Misa secularizada en las formas ya desde el primer saludo «litúrgico» del sacerdote, sin casulla y con una estola de muchos colores: «buenos días, hermanos y hermanas… ¿Calor, eh?» (sí, era un día caluroso)…
Un coro instalado en el mismo presbiterio, con batería y todo, atrona el local de techo bajo con cantos en los que es difícil distinguir qué es peor, si la melodía o la letra. Moniciones interminables del cura o de un laico –silenciofobia: palabras, palabras, palabras–, que deshacen la sacralidad del rito. Una homilía muy larga y gravemente desafinada, siempre a la contra de la Tradición y de la doctrina de la Iglesia (Dios acoge al pecador y le da su perdón sin exigirle ninguna condición o disposición espiritual, sin exigirle nada a cambio). La Plegaria eucarística, casi toda inventada o leída en unos folios. La comunión obligatoria («acérquense todos, y digo todos, a comulgar. El Señor quiere darles a todos y a cada uno de ustedes un abrazo de amor y de perdón»). No merece la pena seguir describiendo falsificaciones doctrinales y litúrgicas de la Misa, porque los abusos pueden ser ésos o cien otros distintos. Parece a veces que nos hemos equivocado, y que no estamos en un templo católico, que celebra la Misa católica… De este modo para los fieles, el mejor momento de la semana, la Eucaristía, se les hace el peor, el más indignante y desagradable. Una celebración semejante viene a ser para ellos una anticipación del Purgatorio… Y según las circunstancias y el lugar donde vivan, es un sufrimiento ineludible: no tienen otra alternativa. Por el contrario, otra, muy distinta, es la voluntad de la Iglesia.
–El Cielo en la liturgia. Vaticano II: «En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en la liturgia celestial» (Sacrosanctum Concilium 8). Toda la Liturgia, pero especialmente la Misa, es una participación en la liturgia del cielo, ésa que se describe en el Apocalipsis, y viene a ser un eco de ella, y sin duda una anticipación: «Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche que le traicionaban, instituyó el Sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el que iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, banquete pascual, en el que se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera» (Ib.47). La Eucaristía es el cielo en la tierra.
Una historia ilustrativa. La Crónica de Néstor, escrita por un monje de Kiev en 1113, es la historia del primer Estado eslavo, la Rus de Kiev (aproximadamente del 850 al 1110). El príncipe Vladimiro, en el año 986, llegó al convencimiento de que había llegado el momento de renunciar de una vez a los dioses paganos. Llamó a representantes de las diversas religiones principales. Según la Crónica, escuchó en su Corte sucesivamente las informaciones que le presentaron delegados del Islam, de la Iglesia católica latina, de los judíos, de la Ortodoxia católica oriental –todavía unida a Roma–. Pero no queriendo contentarse con las informaciones verbales y doctrinales, envió emisarios para que examinaran in situ cómo eran las diversas religiones.
Durante varios meses, dieron éstos fiel cumplimiento a su misión, y visitaron mezquitas, iglesias y diversos centros religiosos. Pero cuando llegaron a Constantinopla y asistieron en Santa Sofía al culto solemne oficiado por el Patriarca, que ese día celebraba la Dormición o Asunción de Nuestra Señora, quedaron absolutamente fascinados. Al regresar de su viaje, informaron al principe Vladimiro: «No sabíamos si estábamos en el cielo o en la tierra… No existe sobre la tierra ninguna belleza, ningún esplendor comparable, no encontramos palabras para describir lo que vimos y oímos. La única cosa que sabemos es que allí Dios reside entre los hombres». El príncipe Vladimiro y todo su pueblo se bautizaron prontamente en la Ortodoxia.
La belleza sagrada de la Liturgia es el esplendor de Dios, que arde en los templos de la Iglesia de Oriente y de Occidente como una llama inextinguible, «mientras esperamos la venida gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo». Pero cuántas veces, al menos desde hace unos decenios en tantos lugares de la Iglesia latina, falla esa nota en las celebraciones litúrgicas… ¡Qué misteriosa permisión de la Providencia divina!… Aunque si bien lo consideramos, no pocas veces los misterios más altos de la historia de la salvación se han realizado en las formas humanas más pobres, precarias y miserables.
–Belén: santidad y miseria del Nacimiento de Jesús
Santidad. Tanto amó Dios al mundo que en Belén nos lo entregó como Salvador. Sabiendo cómo lo íbamos a tratar. Nos lo entregó para siempre, pues al nacer de una mujer, María, por obra del Espíritu Santo, habitó entre nosotros, haciéndose realmente hermano nuestro, miembro de la humanidad. ¡Oh, sagrado misterio, oh, noche santa!… Los pastores, gente humilde, le adora. Los ángeles cantan la gloria de su nacimiento…
Miseria. Ya en Belén inicia Israel el rechazo de Jesús: «vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11). El Unigénito del Padre, nacido antes de todos los siglos, Primogénito de toda criatura, entra en el mundo por la puerta de servicio, del modo más miserable. Para José y María no había sitio en la posada. Otros más importantes habrían tenido una acogida amable y confortable. Pero ellos no eran más que un matrimonio humilde de aldeanos «galileos», gente despreciable.
San José, al ver que se aproximaba en María el momento del parto, andaría «desesperado» –es un decir– al ver que se les cerraban todas las puertas. Iría de aquí para allá, suplicaría, insistiría: todo inútil. Vería con angustia cómo, si querían que el nacimiento se diera en un lugar discretamente apartado, tendrían que acabar bajo un puente, junto a un árbol en descampado… Qué horror. Y el mayor horror, con mucho, ver gente tan dura, capaz de negar acogida a una esposa jovencita, a punto de dar a luz por primera vez… Ahora los cristianos, a la luz de la fe, vemos el portal de Belén, aquel lugar sucio y pestilente de animales, como un lugar santo y sagrado, y veneramos las pajas como si fueran de oro. Pero no, dar a luz una madre en un establo de animales es algo trágico, y en cierto modo vergonzoso. Y no tener para cuna del niño Jesús nada mejor que un simple «pesebre», el comedero de las bestias…
Por el contrario, la Santísima Virgen María, la Llena-de-gracia, vivía aquellas horas abandonada total y gozosamente en la Providencia divina. Contemplaba extasiada la bondad infinita de Dios, su sabiduría inmensa, tan contraria al pensamiento de los mundanos, y trataba de consolar y tranquilizar a su esposo. No salía de su asombro al ver que había Dios elegido introducir a su Hijo en el mundo del modo más humilde imaginable, dejando a un lado el esplendor posible de otro modo majestuoso. Unía su voluntad a la voluntad providente del Padre celeste con una conformidad incondicional y entusiasta, llena de amor y de esperanza. Se sentía orgullosa de Dios, que había preferido dar su Hijo a los hombres en la pobreza, la vergüenza y la humildad. Estremecida de un gozo inefable, no hubiera cambiado su situación por ninguna otra: «se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador».
Es así como la venerable Madre María Jesús de Ágreda, a la luz del Espíritu Santo, describe esa escena en su obra grandiosa Mística Ciudad de Dios (II parte, lib. IV). José y María «entraron en la ciudad [de Belén] buscando alguna casa de posada, y discurriendo muchas calles, no sólo por posadas y mesones, pero por las casas de los conocidos y de su familia más cercanos, de ninguno fueron admitidos y de muchos despedidos con desgracia y con desprecios»… Los ángeles se admiraban «de los altísimos misterios del Señor, de la paciencia y mansedumbre de su Madre Virgen y de la insensible dureza de los hombres. Con esta admiración bendecían al Altísimo en sus obras y ocultos sacramentos, porque desde aquel día quiso acreditar y levantar a tanta gloria la humildad y pobreza despreciada de los mortales».
«Eran las nueve de la noche cuando el fidelísimo José, lleno de amargura e íntimo dolor, se volvió a su esposa prudentísima, y la dijo: “Señora mía dulcísima, mi corazón desfallece de dolor en esta ocasión viendo que no puedo acomodaros… Misterio sin duda tiene esta permisión del cielo, que no se muevan los corazones de los hombres a recibirnos en sus casas”»… Y le propuso, como último recurso, ir a «una cueva que suele servir de albergue a los pastores y a su ganado. –Respondióle la prudentísima Virgen: “Esposo y señor mío, no se aflija vuestro corazón, porque no se ejecutan los deseos ardentísimos que produce el afecto que tenéis al Señor [que va a nacer]. Y pues le tengo en mis entrañas, por él mismo os suplico que le demos gracias por lo que así dispone. El lugar que me decís será muy a propósito para mi deseo. Conviértanse vuestras lágrimas en gozo con el amor y posesión de la pobreza… Vamos contentos a donde el Señor nos guía… Y llenos de celestial consuelo, por este beneficio alabaron al Señor» (cp. 9). Así llegaron a «la más pobre y humilde choza o cueva» (cp. 10). [Nota.–Si me hicieran Papa, canonizaría a María Jesús de Ágreda al día siguiente. Sin más.]
–Última Cena: santidad y miseria
Santidad. Cena pascual renovada, nuevo Cordero inmaculado, sacrificado esta vez para la expiación de los pecados de toda la humanidad. Las palabras del Maestro son en esta noche más altas que nunca; habla del Padre, de Sí mismo, del Espíritu Santo. Proclama la ley suprema de la caridad. La cumple Él hasta la muerte: «éste es mi Cuerpo, que se entrega, y mi Sangre, que se derrama por vosotros y por muchos»… Y se inicia en el Cenáculo «el gran Misterio que nos dejó el Señor como Alianza eterna», «el sacrificio puro, inmaculado y santo, pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación», el diario Memorial de la Eucaristía, que actualizamos en los altares de todo el mundo, como «un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso».
Miseria. Pero todo esto ocurre «en la noche en que iba a ser entregado»…. Judas, no reconoce ni acepta la victoria de Cristo por la Cruz, por la ignominia y la muerte. Se escandaliza del Crucificado, finalmente vencido por sus enemigos. Lo vende por treinta monedas. «Uno de vosotros me entregará»… «¿Soy yo, Maestro? –Tú lo has dicho… Lo que vas a hacer, hazlo pronto… Y él salió de prisa. Era de noche»…
Y hay más aún: «todos vosotros os escandalizaréis de mí en esta noche… Mirad, llega la hora, ya ha llegado, en que vosotros os dispersaréis cada uno por su parte, y me dejaréis solo. Pero yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo»… Jesús sabe todo lo que va a sobrevenirle, y se entrega sin resistencia a quienes, dirigidos por su discípulo Judas, que le entrega besándolo, vienen a prenderlo: «ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas»… «Prendieron a Jesús y lo ataron».
Atado Jesús, inerme, totalmente humillado. Testigos falsos, procesos nocturnos, jueces perversos, azotes, burlas, bofetadas, golpes, corona de espinas… Todo es falso, cruel, abominable, siniestro: es la obra de Satanás y de quienes están bajo su influjo.
–Cruz del Calvario: santidad máxima y miseria total
Santidad y pecado, salvación y horror, total revelación divina y tinieblas máximas, se unen inseparablemente en el misterio de la Cruz de Cristo. «El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo», según dijo el Bautista al presentarlo a Israel, «maltratado y afligido, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores… Desfigurado su rostro, que no parecía ser hombre, despreciado, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada… Traspasado por nuestras iniquidades, molido por nuestros pecados. El castigo salvador pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados. Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros… Recibirá muchedumbres por botín, por haberse entregado a la muerte, y haber sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de todos e intercedía por los pecadores» (Is 53).
Jesús es clavado en la cruz, tormento máximo, la más ignominiosa de las muertes penales; «y con él crucificaron a dos ladrones: uno a su derecha y otro a su izquierda». Los soldados se reparten a suertes sus vestiduras. Los que pasan «le insultan y mueven sus cabezas: “¡Bah! tú que destruyes el templo y lo reedificas en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz”». Sacerdotes y escribas se burlan igualmente de él, y viéndole agonizar en la Cruz, se confirman muy contentos en su convicción de que era un impostor, un blasfemo: «es el Rey de Israel, baje ahora de la cruz y creeremos en él. Ha confiado en Dios, que ahora lo libre si lo ama. Porque ha dicho: “soy Hijo de Dios”»… Y la luz brilla en las tinieblas: «Padre, perdónalos, porque no saben qué hacen»… Por último «Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”»… «Desde la hora de sexta hasta la hora de nona vinieron las tinieblas sobre toda la tierra».
Santas Misas terribles… Vuelvo al principio. Me refiero a los fieles cristianos que participan en Misas santas, totalmente santas y santificantes, si son válidas, y al mismo tiempo terribles, espantosas, cuando están celebradas en modos desgraciados y salvajes. Sacrilegio máximo: el sacerdote oficiante desobedece gravemente las normas litúrgicas de la Iglesia, y se rebela precisamente al actualizar en el altar el Sacrificio de la Nueva Alianza, donde aquellos que por la desobediencia nos perdimos de Dios, somos reconciliados con Él por la obediencia de Cristo (Rm 5,19), «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2,8)… Misas santas y terribles, que tienen tanto de sacramento como de sacrilegio, pues «el sacrilegio consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos y las otras acciones litúrgicas… El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía, pues en este sacramento el Cuerpo de Cristo se nos hace presente substancialmente» (Catecismo 2120). No es posible cometer un horror tan grande sin haber olvidado que «quien come y bebe el cuerpo del Señor sin discernir, se come y bebe su propia condenación» (1Cor 11,29). Sacramento y sacrilegio: al mismo tiempo, como en Belén, como en la Cena, como en el Calvario. Ahora, como en la Misa.
Pablo VI: «Nosotros creemos que la Misa, que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares» (1968, Credo del Pueblo de Dios 24). Se hace presente –verdadera, real, substancialmente– el mismo Señor Jesucristo Resucitado, mostrando al Padre y a nosotros las cinco llagas de su Pasión gloriosa. Se hacen presentes las tres Personas divinas, la Virgen María con todos los ángeles y los santos, y nos acompañan también los fieles cristianos, nuestros hermanos, que han venido con nosotros a participar de la sagrada Eucaristía, uniéndose a la ofrenda que el Salvador hace de sí mismo para la gloria de Dios y para nuestra salvación. Han venido, como nosotros, buscando al que es «verdad, camino y vida», para recibirlo como Palabra y como Pan vivo bajado del cielo. Están también presentes –para que ninguno falte en la actualización de tan sagrado Misterio– Judas, los escribas y sacerdotes, los soldados romanos, los judíos incrédulos que se burlan del Crucificado. El diablo y los suyos. No falta nadie.
Querríamos siempre Misas celestiales, que nos hagan dudar de si estamos en la tierra o en el cielo. Y hacemos bien en quererlo, procurarlo y pedirlo a Dios. Pero no menospreciemos jamás la santa Misa, ni faltemos a ella nunca, alegando que, tal como es celebrada, resulta para nosotros más que cielo, un purgatorio. Sigue siendo hoy la Eucaristía, con santo y terrrible realismo, «el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares». Se celebre en el rito ordinario o en el extraordinario, con mayor o menor solemnidad, con mejor o peor gusto estético, la Misa, si es válida, es siempre el cielo en la tierra.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.–Una oración por todos aquellos que celebran la Eucaristía o participan en ella de forma sacrílega.
«Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen».
Índice de Reforma o apostasía
64 comentarios
Sería interesante, si pudiera ser, que recordara con un artículo o un enlace, qué es lo mínimo necesario para saber si la misa es válida.
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JMI.-No conozco ningún documento de la Iglesia o artículo de liturgista que enumere todos los casos en que pueda hacerse inválida la celebración de la Misa. De algunos casos, sí hay Magisterio. En términos generales, hay que pensar que no es válida una Misa en la que se cambian elementos que son para ella fundamentales: la fórmula de la consagración, p.ej., celebrar con cerveza, en lugar de con vino. No creo que haya una línea roja bien trazada por la Iglesia que permita distinguir con facilidad entre muchas Misas cuáles son válidas, cuáles inválidas.
Puede haber muchas arbitrariedades pésimas en la celebración de la Misa, que haya que sufrirlas, pero sin pensar que por eso se hace inválida. El sacerdote que celebra de paisano; la carta de SPablo sustituida por una del Che Guevara; el Padrenuestro cambiado por una oración semejante pero distinta; etc. Son arbitrariedades malas más o menos gravemente ilícitas, pero que no hacen la Misa inválida.
"Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, Celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
Yo te ofrezco en este día,
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes Madre mía".
"Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amen".
PD.- También rezo por mí, y pido que recéis por mí. En Cursillos me enseñaron una frase fuerza que decía: "Apóstol, primero tú". En Gracia de Dios, el apostolado da frutos siempre al tiempo en que Dios quiera.
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JMI.-No entiendo la pregunta.
Si lo que quiere decir es: ¿puede haber sacramentos válida, pero ilícitamente celebrados? La respuesta es sí.
Mons. Lefebvre ordena unos Obispos válida e ilícitamente. Por ejemplo.
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JMI.-No juzgue Ud. a la ligera.
El Papa tiene no sé qué deficiencia de salud (artrosis o lo que sea) que no le permite hacer genuflexión. Y los pies, con zapatos ortopédicos.
Oración por los que celebran y los que participamos. Por Tu dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del Mundo entero.
Oh buen Jesús, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas y ayuda especialmente a las más necesitadas de tu divina misericordia.
Además de la gravedad de los abusos liturgicos.
Por lo que describe en el artículo acerca de las homilías, me parece que el mensaje del Papa Francisco acerca de la Misericordia se está malentendiendo o desdibujando en algunos sectores de la Iglesia, especialmente del clero. Es verdad que Dios no se cansa nunca de perdonarnos, pero no se puede obviar las condiciones o preparación para recibir este perdón mediante el sacramento de la confesión, además del propósito de enmienda para evitar caer nuevamente en pecado.
Nos toca profundizar más en las enseñanzas del Santo Padre y ampliarlas a la luz del Magisterio y la doctrina cristiana.
Mil gracias Padre
Cito del relato de mi regreso a la Iglesia:
Los cantos, aunque apenas entendía la letra, me parecieron preciosos. Nunca antes había sentido la sensación de que el cielo se trasladaba a la tierra para que pudiéramos echar un vistazo a lo que será esa gran liturgia eterna en el mundo venidero.
Esa es la descripción que hice de una liturgia ortodoxa a la que asistí. Aunque he asistido a Misas en rito latino muy bien celebradas, todavía hecho de menos la liturgia bizantina.
Que yo sea hoy católico y no ortodoxo solo se explica por la gracia de Dios. Pero como dice el P. José María, no se nos vaya a olvidar que incluso en la Misa más "espartana" que se pueda uno imaginar, si se da realmente la consagración, ahí está Cristo presente y merece todo nuestro respeto, devoción, adoración y gratitud.
Mi esposa, mis dos hijos pequeños y yo asistimos los domingos a Misa en los jesuitas. Tradicionalmente siempre han celebrado dignamente. Yo mismo fui monaguillo en mi juventud y ayudé en Misa ( vestido con un alba ) a sacerdotes verdaderamente santos y devotos, por entonces casi todos muy mayores. Uno de ellos, muy mermado por la artrosis, me autorizó y me bendijo para que yo impartiera la comunión. Pero ahora, hay sacerdotes jóvenes, formándose aún, que la casulla parece molestarles. Y otro, más madurito, usando un bastón, lo puso encima del altar y del ambón sin más. Suelo leer las lecturas cuando me lo piden, y dar la comunión -no siempre-. Pregunté si necesitaba un alba y me dijeron que no, de paisano. Me entristece porque en este mismo templo he visto años atrás devoción, adoración, respeto...ya ni se reza el Rosario por las tardes, ni se expone al santísimo y las pilas de agua bendita está secas y sucias. Es triste la decadencia de un templo que siempre ha sido modelo.
Muchas gracias.
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JMI.-Si se agarran bien de la mano del Señor, todo les irá bien, también la situación de Iglesia concreta que les rodea. "TODAS LAS COSAS colaboran al bien de los que aman a Dios" (Rm 8,28). Y añadía San Agustin: "también los pecados".
A mí me encantaría participar de nuevo en una liturgia bizantina, pero siempre que sea celebrada por un sacerdote en comunión plena con el Papa.
Y con esto no digo que los hermanos bautizados en las iglesia ortodoxas no saquen beneficios de sus liturgias. Solo Dios sabe si padecen de ignorancia invencible a la hora de entender la necesidad de estar en comunión con el Obispo de Roma. Desde luego no les ayuda mucho el marasmo litúrgico que ven entre muchos católicos.
Muchas gracias y disculpe si el comentario no es adecuado.
AMDG
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JMI.-Pidamos todos al Señor por Nicolás.
Los sacerdotes, o los desconocen y se trata de un problema de ignorancia, o conociéndolos no los acatan y es un mero problema disciplinar.
En cualquier caso, el caldo de cultivo tiene nombre y apellidos: SEMINARIO DIOCESANO.
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JMI.-Calculaba mal. Las fuerzas del infierno no pueden prevalecer sobre la Iglesia fundado sobre Cristo, la Roca.
www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.html
Destaco el punto 184, que transcribo:
"Cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostólica, en virtud del primado del Romano Pontífice. Conviene, sin embargo, que, en cuanto sea posible, la reclamación o queja sea expuesta primero al Obispo diocesano. Pero esto se haga siempre con veracidad y caridad".
Pienso que se debe animar a los laicos a quejarse ante el Obispo en estos casos. Puede que muchas veces le dé reparo por pensar que la queja no va a valer nada, que el Obispo ya lo sabe y no lo corrije.
Pero es mejor quejarse que no hacerlo: aunque el Obispo no haga nada, al menos sabe que lo que hace ese sacerdote causa escándalo. Cuantos más se quejen, antes pondrá remedio el Obispo.
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JMI.-Así es.
Muy oportuno recordar el documento de la Congregación del Culto (2004) que cita, la instrucción Redemptionis Sacramentum. Dedica el cp. VIII y último (nn. 169-185) a señalar los abusos litúrgicos más frecuentes. Los divide en graviora delicta, graves y otros. Todos los abusos, por supuesto, son ilícitos; pero no va indicando la Congregación uno a uno cuáles, además de ilícita, hacen inválida la Misa.
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JMI.-Preguntas breves, a veces, necesitan explicaciones muy largas para que sean suficientes. El pecado es malo, y hay que hacer todo por evitarlo (oración, cruz, esfuerzo). Pero cuando Dios lo permite, nos asiste con su gracia para que ganemos en humildad, conozcamos mejor nuestra miseria, la necesidad que tenemos de la gracia del Salvador, la necesidad de tener mucho más cuidado, y no acercarnos al precipicio de la tentación; nos hace más comprensivos compasivos con nuestros hermanos pecadores, etc. En los arts. (133--136) expongo más ampliamente estas cuestiones. "Omnia cooperantur in bonum" (S.Pablo). Grandísima verdad: "etiam peccata" (S.Agustín).
P.D.: sigo su blog y me parece muy ilustrativo. Enhorabuena, padre (pero me adelanto: "non nobis, Domine, non nobis sed..."). Una sugerencia: el tema de la predestinación sería muy interesante (iría en línea con el tema de la gracia que ya abordó). Infinidad de católicos instruidos piensan que la predestinación no existe al confudirla como opusta al libre albedrío.
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JMI.-Si un acólito etc. no peca mortalmente. NO.
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JMI.-Si hay en la Iglesia sacerdotes capaces de desobedecer gravemente las normas litúrgicas dadas para la celebración de la Misa, ese gravísimo mal no se soluciona simplemente con liberalizar más el Rito Extraordinario. La vía de solución va 1) por la buena formación doctrinal-espiritual de los sacerdotes y 2) por la suspensión a divinis de quienes, una vez advertidos severamente, persisten en ofender gravemente la sagrada Liturgia en el rito Ordinario, el Extraordinarios o el intermedio que se hiciera.
¿Conoce las obras de María Valtorta, sobre todo "El Hombre Dios"? Pues si a mí me hicieran Papa, canonizaría a María Valtorta al día siguiente, también sin más. A Juan XXIII me lo habría pensado un poco más; el Cielo tampoco le concede el milagro prescrito para ello.
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JMI.-Así lo aconseja el Señor, en principio (Mt 18,15-17). Hacer oración, discernir con el Señor si la acción es posible, intentarla buscando momento oportuno, mejor sin testigos, que no se sienta presionado, etc. Y si va bien el asunto y se ve que recibe, bendigamos al Señor. La corrección fraterna es una preciosa obra de caridad.
En otros casos hay signos objetivos suficientes para pensar que la acción es imposible, y que intentarla sería perjudicial.
Ya se ve, pues: depende cada caso.
Pero me parece que las desviaciones litúrgicas han sido derivadas, en general, de desviaciones teológicas previas.
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JMI.-Las dos rebeldías suelen ir juntas. El sacerdote que no obedece la docrina de la Iglesia, sino que la resiste, prefiriendo su jucio propio (que no suele ser suyo, sino de Pagola o de Marciano Vidal o de quien le gusta), en la litugia hace lo mismo: desobedece, y la celebra como mejor le parece, aunque eso incluya abusos litúrgicos graves y patentes.
La homilía dominical en mi Parroquia fue justamente una de esas homilías "desafinadas" que menciona el artículo. Porque a pesar de que el Evangelio, todo él, no trató sino de los que no podrán entrar en el Reino de los Cielos, mi Párroco no se atrevió en ninguna de las dos misas que había celebrado -me consta porque estuve en las dos- a mencionar, ni una sola vez, la posibilidad de la condenación. Increíble. Sí, dijo muchas cosas bonitas, pero de la posibilidad de condenación, nada.
Santidad de la liturgia de la Palabra, miseria de la homilía; santidad de la cruz, miseria del horror a la cruz; santidad de la Palabra de Dios, miseria en su interpretación arbitraria y su falsificación; santidad del amor de Jesús hasta el extremo, miseria en el poco amor del Párroco por su rebaño.
En cuanto terminó la segunda misa, y con la esperanza conseguir que el Párroco recapacitara y mencionara la posibilidad de la condenación al menos en la última misa del domingo, fui directamente a la sacristía a hablar con él, a solas. Pero nada, fue como hablar con un muro. Y como era de esperarse, la homilía de la última misa no se movió un milímetro de las anteriores.
Y aunque estoy consciente que las consideraciones que le hice a mi Párroco no le han resultado nada agradables -y a mí tampoco, créanme-, había que hacerlas. A estas alturas, poco importa si esto me hace quedar mal con él. Yo hice lo mío, y por lo menos ya no tendré que dar cuenta a Dios de no haberlo intentado. Eso sí que importa.
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JMI.-Hacer lo que se pueda: a veces se puede, otras veces no. Y orar por el sacerdote siempre, que eso siempre es posible.
Una vez le dijeron:
- Durante su misa, Padre, la gente hace un poco de ruido.
- Si estuvieses en el Calvario, ¿no escucharías gritos, blasfemias, ruidos, amenazas? Habría un alboroto enorme.
- ¿No le distraen los ruidos?
- Para nada.
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JMI.-Muy oportuno este recuerdo.
Por otro lado, un comentarista sugería ayer la eficacia de los "tapones para los oídos". Discretamente puestos, a veces son una defensa muy eficaz. Oir una sarta de herejías antes de la consagración y la comunión no parece la preparación más adecuada para acercarse a la comunión. Puede -puede- el Señor inspirarnos, simplemente, taparnos los oídos, al menos durante la homilía.
Las liturgias de los cismáticos latinos no son mejores que las de la mayoría de la que se ven en las parroquias católicas. Las liturgias veterocatólicas han sido tambien aggiornadas y parroquias anglicanas high-church que no se han unido al ordinariato deben de quedar cuatro o cinco.
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JMI.-Tendrá que buscar otro blog donde dar patadas a "las plegarias del Rito Moderno". Éste ya le queda cerrado.
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JMI.-Hacer juicios temerarios es pecado, y tanto más grave es cuanto más alta en jerarquía es la persona mal-juzgada.
Yo debía de tener uno o dos años, y era en la iglesia de San Pedro (Granada).
Desde mi poca estatura, la iglesia me parecía enorme y de una belleza impresionante. La luz se filtraba matizada por las cristaleras, llenando la iglesia de luz, y los cantos que oía, yo creía firmemente que eran de los ángeles, y que la iglesia era una parte del Cielo.
Me da tristeza y desánimo ver como ha degenerado todo.
Un saludo afectuoso Padre.
Perdón sino he entendido bien.
Buenas noches.
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JMI.-Y conocerá también religiosos que no viven bien los consejos evangélicos, y están aseglarados. Y conocerá matrimonios en que los esposos anda cada uno por su lado, y siguen unidos no se sabe ni cómo, y procuran no tener hijos... Y conocerá Ud. etc.etc.etc. Y sacerdotes que no obedecen la liturgia de la Iglesia, sino que la celebran a su aire, con abusos más grandes o mas chicos. Y que siguen siendo religiosos, casados y sacerdotes... ¿Y?
Yo entenderlo, lo entiendo.
Estos hechos escandalizan y hacen mucho daño al pueblo cristiano en particular, y a la sociedad en general y les da argumentos para ir contra la Iglesia y la fe, de lo que se sigue aún mayor daño.
Resultado. Que cada vez las iglesias están más vacías; que las personas cada vez se apartan más de la Fe, la Esperanza y la Caridad; que cada vez (al igual que las iglesias) están más vacías porque no le encuentran ningún sentido a la vida, y todo ello con las malas consecuencias que de toda esta situación se derivan, y que vemos todos los días en los noticiarios.
Un saludo afectuoso.
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JMI.-Bendición +
- Que comulguemos con la mano (yo me como la Hostia que me ha dado el cura), en vez de con la boca, como niños que debemos ser frente a Cristo (el cura en ese momento). Que nos den de comer es lo que mejor representa la realidad de nuestra total dependencia de Dios.
- Que no estemos todos unidos (fieles y cura) mirando todos a Cristo en la cruz. Que el cura consagre mirando al aire en vez de mirarLE, que los fieles miremos al cura en vez de a ÉL.
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JMI.-Comulgar en la mano no tiene nada de terrible. Será más o menos conveniente, la introducción de esta costumbre habrá sido realizada más o menos torcidamente. Pero está autorizada como opcional por los Obispos en muchas regiones de la Iglesia: por tanto, no es terrible. Y en sí misma no tiene nada de terrible. Así se comulgó en la Iglesia durante siglos. San Agustín, que hoy celebramos, en un sermón exhorta a los fieles a que escuchen con toda atención, y que no pierdan palabra de la Palabra de Dios que se lee en la Liturgia, como cuando van a comulgar ponen todo su cuidado en que ni una miga caiga de la mano al suelo (cito de memoria).
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JMI.-Está Ud. equivocado. Y si la Bta. Teresa de Calculta decía eso, ella también. No es posible que sea un horror de impiedad una costumbre que en la antigüedad de la Iglesia estuvo vigente. Ni es posible tampoco que hoy la Iglesia autorice una forma de comunión eucarística que vaya contra la voluntad de Dios. Tiene que fiarse Ud. mucho más de la Santa Iglesia, Mater et Magistra.
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JMI.-Tranquilo. Paz en Cristo.
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JMI.-Con el Papa, eso es: con la Iglesia Madre y Maestra.
Más allá de los abusos que existen, creo que también hay desconocimiento de la manera correcta de celebrar una misa, sobre qué cosas no pueden alterarse de modo alguno o de aquellas que pueden adaptarse a los usos del lugar.
¿Qué normas aplican para la correcta celebración de una misa? ¿Cómo saber si una misa está bien celebrada?
La Instrucción Redemptionis Sacramentum, hay dudas que por lo menos a mí, católica incipiente, no me contesta. Por ejemplo, que sea un abuso que el sacerdote comience la misa saludando y hablando del calor
Muchas gracias y que Dios lo bendiga.
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JMI.-El Misal Romano trae una introducción general una Constitución Apostólica "Missale Romanum" de Pablo VI en la que se dan muchas orientaciones y normas sobre la Misa, y algunas Notas más introductorias. Después, en los mismos textos litúrgicos de la celebración eucarística se añaden frecuentemente en letra roja ("rúbricas") normas que detallan el modo de celebrar ese momento. Si un sacerdote se atiene a ésas, y a otros numerosos documentos que se han ido publicando sobre la Misa, no tiene que tener ningún problema para saber lo que está bien, o mal, o en algunos casos tolerable, etc. Para eso están las clases de Liturgia en el Seminario.
Un laico normalmente no se ha estudiado todos esos documentos y rúbricas y no tiene de todos ellos un conocimiento exacto, ni tiene por qué tenerlo. Pero, al menos, si ha visto sacerdotes celebrando en obediencia fiel a las normas litúrgicas, aprende de hecho cuál y cómo es la Misa en el Rito Romano. Y cuando ve que alguien desafina (más o menos, hay muchos grados), su "oído" lo nota. Hay casos obvios de abuso sacrílego. Otros hay que, si no se conoce exactamente la norma, no es tan fácil distinguir si es un mal intolerable o si son licencias que, bueno, en ciertas circunstancias son tolerables.
Un caso, al que Ud. alude: al comienzo de la Misa el rito propone varias fórmulas de saludo inicial litúrgico, optativas, parafraseando textos de San Pablo o de otros: saludos solemnes y muy preciosos. Hay que atenerse a ello. Si añade el cura una monición más informal, dando la bienvenida a los asistentes, no comete un abuso (aunque a veces es "simpliciter" una pesadez, cuando le da y le da y le da). Pero el que "sustituye" el saludo litúrgico por alguna vulgaridad inventada, comete un abuso. La "materia", por supuesto, no es tan grave como podría darse en otros momentos de la Misa, por supuesto. Pero es un abuso.
Vaticano II, const. sobre la liturgia, nº 22: "Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia". ¿Vale?
Muy cierto que cuando una misa "desafina", el "oído" lo nota. Tal vez no conozca las normas ni el alcance del abuso, pero que hay algo mal, hasta un oído poco afinado como el mío "algo" nota. Antes pensaba que era yo quien hacía interferencia. Con el tiempo me he ido dando cuenta que es más fácil gozarse en Dios en algunas misas que en otras.
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JMI.-Y deja al pie de la Cruz sola a María, bueno, con Juan y otras buenas mujeres. Demasiados insultos, demasiado ruido malo. Me voy y punto.
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JMI.-Lo dispuesto en el Rito romano de la Misa es hacerlo en el momento de la Misa en que se prepara el cáliz.
En la historia de la Iglesia Santa, leemos como sacerdotes, cuando no obran con la dignidad y santidad de su vocación sacerdotal, reciben terribles castigos, o en este mundo o en el otro.
San Alfonso María de Ligorio, escribió el siguiente ejemplo, que encontramos en uno de sus escritos espirituales: «Los Diez Mandamientos», es muy interesante, y en el capítulo que refiere sobre el Tercer Mandamiento:
¿Y cual es el proceder de los cristianos? Entran en la Iglesia haciendo ruido con los pies, volviendo los ojos a todas partes; se fijan en alguna mujer si esta es guapa y aquella fea; alimentan sucios pensamientos de ir allí y a requebrar y enamorarse sin ninguna consideración a la presencia de Jesús Sacramentado. ¡Oh cielos!, y cómo no se hunden las iglesias, ¿cómo no se nos va de ella Jesucristo, como ya alguna vez sucedió? Refiere en su instrucción que en una iglesia donde solían cometer muchas irreverencias, se oyó cierto día, al momento de alzar, una tremenda voz que decía: «Me voy de aquí». Y al mismo tiempo los allí presente, subir la Hostia Santa por los aires, mientras la voz repetía de nuevo: «Me voy de aquí». Entonces la Sagrada Forma desapareció y al punto se desplomó el templo sobre aquel pueblo infeliz.
Hermanos míos, ¿cómo Dios nos puede sufrir viendo que a la iglesia, donde Él nos dispensa sus gracias, vamos nosotros a ofenderle? (San Alfonso María de Ligorio, Obispo y doctor de la Iglesia, «Los Diez Mandamientos», página 82. Apostolado Mariano, Sevilla)
En la actualidad hay sacerdotes que al no celebrar dignamente la Santa Misa, termina por perder la fe y comete apostasía. Otro, que puede estallar en ira, porque algún comulgante, prefiera recibir de rodillas al Santísimo, también hay otros casos, que suelen decir: "te aconsejo que comulgues de pie", pero el seguir de rodillas para recibir a Jesús, no debe ser un acto de soberbia, sino de verdadera humildad.
Hemos de considerar que el Señor no nos quiere castigar, pero si le seguimos provocando, el problema e nuestro, comulgar sin confesar todos los pecados, o confesar guardando algún pecado intencionadamente, esto es lo que atrae el castigo del Señor sobre los rebeldes. Un corazón dividido... Desconfiar de la Esperanza, y alcanzar una muerte angustiosa, que en ocasiones, se dice; "está delirando", cuando solo el agonizante que no se ha preparado en su vida, ahora en la muerte no es capaz, porque sus malas acciones se les presenta.
La Santa Misa, dignamente celebrada, nos puede ayudar para que nuestra vida esté plenamente ordenada hacia Dios. Y es por esto también, y con permiso del P. José María Iraburu, añado lo que se nos ha recordado:
Vaticano II, const. sobre la liturgia, nº 22: "Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia". ¿Vale?
Sí, porque es cosa de Dios. Y que la Santa Misa, es una preparación para conseguir una buena y santa muerte.
El sacerdote que se asemeja a Cristo; que cuida de su parroquia, cuida bien de las almas, para que no se extravíen.
«Cuentan los Anales de los PP. Capuchinos el siguiente terrible caso de la misa atropellada. Era cierto párroco que celebraba con toda rapidez y sin el menor respeto. Un buen día al entrar en la sacristía luego de la celebración, reprendido fuertemente el P. Mateo Barssi, general de los capuchinos, diciéndole que su misa, lejos de edificar, escandalizaba a los fieles, por lo que le rogaba la celebrase con la debida gravedad o que, al menos dejara de celebrarla para no volver dar al pueblo el escándalo que daba. De tal modo se enfadó el párroco con aquella reprimenda, que se despojó apresuradamente de las vestiduras sagradas y corrió tras el religioso para darle a entender su resentimiento, y no hallándolo, se retiró a su casa, en la que muy luego fue asaltado por ciertos enemigos suyos y quedó tan malamente herido, que murió el desgraciado infelizmente en el espacio de una hora entonces se desencadenó tan fiera tempestad de vientos huracanados, que desarraigaba las encinas seculares y lanzaba por los aires a los rebaños. Se oyó luego a un poseso exclamar que todos los demonios de los contornos se habían aunado para impedir la conversión de este sacerdote y que, obtenida la victoria, en señal de triunfo habían desencadenado tal tempestad (T. I, ann 1552.). »
(Obras Ascéticas de San Alfonso María de Ligorio, T. II, Misa y oficio atropellado, páginas, 415. Ed. 1954).
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JMI.-En principio, conforme.
Pero en concreto, cualquier acción debe sujetarse a la virtud de la prudencia por el discernimiento. No es cuestión simplemente de mayor o menor valor para dar la cara por la Iglesia, por las normas litúrgicas, por lo que la ortodoxia de doctrina, por lo que sea. "Haya en todo discreción" (Sta. Teresa). "Hay tiempo de hablar, hay tiempo de callar" (Prov.)
Es terrible asistir a misa y encontrarte al cura sin casulla, con bambas o zapatillas de playa, y si es invierno con bufanda, luego la estola de lagarterana de multicolores, cargándose la Fracción del Pan al partirlo durante la consagración. La Plegaria Eucarística pirata, en el moento de la paz abandona el presbiterio para dar la paz a todo quisqui, cuando ya desde el altar se la ha dado a todos.
Después si vas a la sacristía y en privado le explicas las irregularidades que ha cometido, aquel hombre que quería a todo el mundo y que predicaba el amor para todo el mundo; de pronto, se convierte en un energúmeno, que más vale evitar para no llegar a males menores.
Está muy claro que desprecian al laicado, cuando olvidan que los fieles tenemos derecho a una misa fiel a las rúbricas, y no a las añadiduras o sustracciones del curita que de repente aparece en la parroquia. Con pantalones tejanos y camisa de cuarditos, como las de los camioneros franceses.
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JMI.-Es inválida, sí.
Si no respetan a la Iglesia, imagínese el respeto que tienen por un laico que viene a protestarles. Lo ven como una hormiga.
Pero sentía mucho mal en mí, ¿Por qué ofenden al Señor de esa manera? Y yo no podía hacer nada. Si intentaba decir, “mire, padre, sería bueno que usted ayudase a los feligreses a que tuviera más respeto a la Eucaristía”. Me respondía, “yo soy fiel al Magisterio, y no voy a decir a estas alturas, lo que tienen que hacer”. O sea, que le daba igual que los feligreses fuesen irreverentes con Jesucristo.
Yo he recibido respuestas vacías de caridad, y desprecios, por parte de algún otro, que terminaba por tirar a la basura, la documentación de las enseñanzas de la Iglesia Católica, o me daban la espalda y se marchaba casi a la carrera. ////////////////lloraría a lágrimas como algunos de los sacerdotes de hoy, nuevamente escarnecen y crucifican a Cristo, y tan felices.
Otras cosas que ha llegado a decir ///////////////. “No es necesario que os arrodilléis ante el Santísimo”; “podéis coger la comunión con la mano”, “decid las palabras que digo yo”; es decir, palabras que no corresponden a los fieles sino a los sacerdotes, durante la celebración eucarística. No fue edificante, que cuando en la lectura del Evangelio, fuese interrumpida para decir otras cosas personales de él. No entiendo, el porqué, durante la celebración, repetía que tiene más de 80 años, Porque si el sacerdote a esa edad, no tiene la experiencia personal de Cristo, la cosa no va bien, como diría el Papa Francisco. Y es verdad, hay muchas cosas que no va nada bien, y no parece encontrarse el fin del desorden.
Por otra parte, rezamos por todos los sacerdotes, sin excepción. Pero ellos siguen ahí. Gracias a Dios, que no todos los sacerdotes son enemigos de Cristo, y esto son un alivio para nosotros, porque aman a Cristo nuestro Señor.
Cuánto más se ama a Jesucristo, uno siente cuando la Misa es verdadera o invalida. Con frecuencia las misas invalidas atormenta el espíritu, el alma, lo lleva a un estado de amargura y dolor, pues es como presencia como Cristo es golpeado, escarnecido por sus enemigos, y no poder hacer nada por impedirlo. Esto es lo que siento.
Hay personas que dejan de ir a la parroquia de su barrio, para ir a escuchar la Santa Misa, por ejemplo en alguna otra parte de la ciudad, porque aman al Señor.
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JMI.-Le he tachado algunas palabras, porque no viene a cuento describir una celebración terrible dando el nombre de la Congregación. En ese instituto habrá sacerdotes de muchas clases distintas.
Que Dios le bendiga siempre.
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JMI.-Si me dice cuáles, yo, discretamente, los quito o modifico.
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JMI.-Respondo. NO se les ocurra "resolver" el problema de ese modo, haciéndolo más grave. Ni hablar.
En mi pais, Chile, yo nunca he tenido problemas con las misas, siempre son bien celebradas y participadas. En cuanto a las predicas, hay algunos sacerdotes que predican muy bien y otros bastante aburridos, pero pienso que es un asunto de tener mas o menos talentos para hablar en público. Allá practicamente no se conoce el canto gregoriano y la música es casi siempre un poco folklorica. Somos gente sencilla y estamos felices de tener un cura párroco y creo que todos tratan de cuidarlo.
También podemos hacerlo por la conversión de los sacerdotes, que aunque decimos estas cosas, no es para despreciarle, ni mucho menos. "Despierta tú que duermes" dice el Señor.
Pero ¿por qué parece que nuestras oraciones no llegan a Dios? No llegarán si nuestro corazón se apega a cuestiones y entretenimientos mundanos, y deseamos que las misas sean santas, que las hay, pero en nuestro barrio, pudiera no ser ese caso, ya que nos preocupamos más de nosotros mismos que de las cosas del Señor. Queremos que la Misa mueva tantos corazones a la conversión, como por la Gracia divina hicieron el Santo Cura de Ars, San Pío de Pietrelcina, que conocemos más, además de otros muchos santos sacerdotes.
El Señor se complace cuando el celebrante siempre está dispuesto a obedecer las normas canónicas de la Sagrada Liturgia.
Entonces, orar por los sacerdotes, es nuestro deber. Resolver las cosas según la medida del hombre viejo, es enfrentarse contra el sacerdote, y nosotros queremos vivir según la imagen del Hombre Nuevo que es Cristo Jesús, no nos toca. Y la caridad nos lleva a que si hay ocasión de que se nos escuche, dice el Señor que habremos ganado a nuestro hermano, que significa que él es quien gana porque se abre al Espíritu Santo y se corrige.
Yo veo, que las misas suelen celebrarse en la propia medida, porque el mismo celebrante, tiene su corazón dividido, porque no se puede llevar almas a Dios, según los caprichos del hombre viejo y desobediente, el apego a alguno de las costumbres mundanas, adormece a las almas, haciendo duros su corazón, insensible y sordo a la voz de Dios y de la Santa Iglesia Católica.
• «Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo. Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes; aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor. » (Ef 5, 14-17).
La Iglesia nos enseña cuál es la voluntad de Dios, que no es distinta a lo que leemos en las Sagradas Escritura; en las enseñanzas de los Papas, que se celebre dignamente la Santa Misa, sin cambiar las rúbricas, es voluntad de Dios.
El mundo por el contrario, tiene sus seguidores, en cuánto se desobedece las normas litúrgicas, se separa del Amor de Cristo por su rebeldía.
Uno si está en gracia de Dios, puede salir de la Iglesia, después de haber participado en una misa, del mismo modo que nos enseña el Beato Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI, con mucha alegría y paz, deseando permanecer allí, no salir a la calle.
Si el alma, sigo diciendo en gracia de Dios, participa en una misa, del que el celebrante ha omitido gran parte y deliberadamente, las indicaciones del ritual, para decir cualquier ocurrencia, un guión herético y blasfemo, uno se marcha de esa parroquia y no vuelve más. Porque la Misa no debe ser un auditorio de chistes, de contar cuentos de vieja, no es un salón para aplausos ni es un teatro, algunos siguen yendo por allí, pero otros, optan por irse, si fuera necesario, coger el tren, o el autobús, hasta la ciudad próxima.
Hemos de rezar para que los sacerdotes se dejen guiar por el Espíritu Santo, porque ya es preocupante, que haya menos sacerdotes que los son de verdad, de corazón y de espíritu. Nos estamos quedando sin santos sacerdotes, porque no oramos lo suficiente, y yo no puedo llamar verdadera oración en un corazón dividido entre Dios y todo lo mundano.
Necesitamos como los Pastorcitos de Fátima, hacer sacrificios, tomarnos muy en serio el sentido de la penitencia. Es muy urgente, los tiempos son malos, lo decía también San Pablo.
Yo para evitar estas cosas ya he dejado escrito a mis hijos lo que quiero que lean en mi funeral pues no estoy dispuesto a que me estafe el cura,y engañe a los asistentes, por hacerse el simpático, y la gente no rece por mí dejándome en el purgatorio mucho más tiempo del necesario
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JMI.-Cuando "en toda una Diócesis"... no es hipóteis apenas creíble.
Por lo demás, que las Misas "no sean reverentes" no quitan en modo alguno la obligación moral de asistir el domingo a ellas, si no hay otras más reverentes asequibles. Es éste uno de los temas principales del presente artículo.
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JMI.-No soy experto en el tema. Pero mi opinión es que la Misa no fue válida por alteración substancial de la fórmula de consagración. Convendría hablar con el sacerdote, y si no les hace caso, con el Obispo o Arcipreste o quien puedan.
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JMI.-En la administración de la Eucaristía, como en todo, y más que en todo, hay que tener sumo cuidado de atenerse a las normas de la Iglesia. Le remito a un resumen que las recuerda:
http://es.catholic.net/laicos/275/2256/articulo.php?id=4468
Todo lo que sea ir más allá de lo autorizado es un abuso en materia sagrada-litúrgica.
En cuanto a quedarse sin comulgar, por no aceptarla de etc. yo le recomendaría comulgar. Y pedirle al Señor que reprima con su gracia estos abusos. Hace norma de las excepciones señaladas por la Iglesia, ciertamente es un abuso.
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JMI.-Dios le bendiga +
He ido de iglesia en iglesia de mi ciudad intenta do encontrar una misa que me haga sentir bien. Y la verdad, apenas lo he logrado.
Una de ellas, se desarrolla con grupo de música pop incluido (con guitarras eléctricas). Otra de ellas, tiene varios sermones intercalados, y no hay día que dure menos de una hora y cuarto. Eso en sí no me importa, lo que me importa es que las veces que he ido, el sacerdote, al final, ha llamado a subir a los que cumplían años ese mes para decir su nombre y que les aplaudiesen. En otra iglesia, al final, salió una persona a anunciar viajes de peregrinación a Fátima y hablarnos del precio y las condiciones. Infelizmente, el sacerdote no invitó a la gente a sentarse de nuevo durante los 10 minutos de publicidad mercantil (yo sí me senté).
Una cosa que he percibido en muchas iglesias es que el Gloria se "reza" con música (a veces pop) y todo parecido con la oración que conozco es pura coincidencia. De hecho, esto es algo que me saca de quicio porque a mí me gusta rezar el gloria como aprendí desde niño.
En fin...hablé con un amigo sacerdote español de todas estas cosas y me recomendó, para el caso de sermones interminables, que me llevase una Biblia y me pusiera a leerla o, directamente, que me saliera. Y en cuanto a la música rockanrolera, en fin, que buscase una parroquia donde no la hubiese, o que hiciese de tripas corazón y ofreciese ese mal momento como un sacrificio. Y eso estoy, porque no me queda más remedio.
Debo decir, en descargo de todo esto, que una cosa que aprecio, es que a la entrada se reparte en todas las iglesias unas hojas con toda la misa transcrita. Y eso está bien.
Lo que peor llevo es la música pop. Lo intento pero no es capaz de elevarme espiritualmente...
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JMI.-Ayudas posibles.
Rezar el Rosario / Ponerse unas bolitas en los oídos, de esas insonorizadoras / Meditar en que en el Calvario, en torno a la Cruz del bendito Jesús, había un ambiente pésimo, y que la Misa actualiza el mismo sacrificio de la cruz / Estarse con María, Juan y la piadosas mujeres al pie de la cruz, mirando al Crucificado, aislándose del entorno vano, tonto o incluso sacrílego / Salirse de la iglesia, en caso extremo...
Oremos unos por otros.
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