(225) Los sacramentales –5. Los exorcismos .1
–Vaya por Dios. Otro tema tenebroso.
–¿Tenebroso?… Los exorcismos son manifestaciones gloriosas del poder liberador del Salvador. «Volvieron los setenta y dos llenos de alegría» al ver que en el nombre de Jesús se les sometían los demonios (Lc 10,17).
Los tres sacramentales más importantes, según enseña el Catecismo son las bendiciones (1671), las consagraciones, que son bendiciones constitutivas (un abad, un altar, etc.) (1672) y los exorcismos (1673). Toca, pues, ahora que hable de éstos. Pero conviene recordar antes algunas verdades fundamentales de la fe en referencia al demonio y a su acción maligna contra el hombre y las sociedades. Sobre ello escribí en este blog hace cuatro años. Les invito a recordar aquellos artículos, aunque sólo sea repasando rápidamente sus líneas destacadas en negrita:
(16) El demonio –I. Hoy no creen en el demonio muchos cristianos. -En el Antiguo Testamento el demonio. -En el Nuevo Testamento, Cristo se manifiesta como el vencedor del demonio. -Cristo es un exorcista potentísimo. -También los Apóstoles son exorcistas. -Reforma o apostasía.
(17) El demonio –II. Los libros de espiritualidad cristiana que ignoran al demonio son un fraude. -La doctrina de los Padres. -El Magisterio de la Iglesia. -El demonio es el Tentador que inclina a los hombres al pecado. -Conocemos bien las estrategias y tácticas del demonio en su guerra contra los hombres. -El demonio ataca a todos los cristianos, pero, lógicamente, sobre todo a los apóstoles. -Apocalipsis, victoria próxima y total de Cristo sobre el demonio.
(18) El demonio –y III. El demonio vence al hombre cuando éste se fía de sus propias fuerzas. -Los medios ordinarios de lucha espiritual contra el demonio. -La armadura de Dios. -La verdad es el arma fundamental. -Los sacramentales de la Iglesia. -No tener miedo al demonio. -El diablo ataca al hombre en ciertos casos con una fuerza persistente muy especial. -El medio apropiado de lucha espiritual contra el demonio, en estos casos extremos, son los exorcismos. -Aumentan hoy los asedios y posesiones del diablo. -Y al mismo tiempo disminuyen los exorcismos.
Los cristianos debemos ser muy conscientes de que nuestra lucha espiritual aún más que contra «mundo y carne», es contra «el demonio», «contra los espíritus malos» (Ef 6,11). En la vida de Cristo, sobre todo desde el inicio de su vida pública (las tentaciones satánicas del desierto), hasta su muerte (la hora del poder de las tinieblas), muestra el Evangelio claramente que el principal enemigo del Reino, en cada persona y en el mundo, es el demonio. Su impugnación es mucho más poderosa que la de fariseos, Sanedrín, romanos, pecadores, etc., pues es el demonio quien asiste a todos éstos contra Cristo. Y lo mismo se comprueba tanto en la vida y ministerio de los Apóstoles como a lo largo de toda la vida de la Iglesia.
No debemos temer al demonio; es él quien debe temernos a nosotros. El Señor nos mandó: «no se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo» (Jn 14,27). Pero debemos ser bien conscientes de sus continuas asechanzas, resistiéndolas con la oración y la virtud, con el ayuno y la penitencia, con todos los medios que la Iglesia nos ofrece; también con los exorcismos, en casos extremos.
No lo tememos porque sabemos bien que Cristo venció al Demonio y lo sujetó. Ahora es como una fiera encadenada, que no puede dañar al cristiano si éste no se le acerca, poniéndose en ocasión próxima de pecado y pecando. El poder tentador de los demonios está completamente sujeto a la providencia del Señor, que lo emplea para nuestro bien como castigo medicinal (1Cor 5,5; 1Tim 1,20) o como prueba purificadora (2Cor 12,7-10).
El diablo ataca especialmente a los cristianos más santos. El Demonio tienta a los buenos, pues a los pecadores les tienta sobre todo a través de mundo y carne, manteniéndose él oculto; y con eso le basta para perderlos. Pero se ve obligado a hostilizar directamente, a cara descubierta, a los santos, porque son cristianos que ya están muy libres de mundo y de la carne. Eso explica que en todas las vidas de los santos hallamos normalmente directas agresiones diabólicas. La Iglesia supo todo esto desde el principio.
San Juan de la Cruz da la causa: «Conociendo el demonio esta prosperidad del alma –él, por su gran malicia, envidia todo el bien que en ella ve–, en este tiempo usa de toda su habilidad y ejercita todas sus artes para poder turbar en el alma siquiera una mínima parte de este bien; porque más aprecia él impedir a esta alma un quilate de esta su riqueza que hacer caer a otras muchas en muchos y graves pecados, porque las otras tienen poco o nada que perder, y ésta mucho» (Cántico 16,2).
Y el diablo ataca especialmente a los más pecadores. Los malos cristianos están muy sujetos al mundo, y consiguientemente al diablo, príncipe de este mundo. Y también están esclavos de su propia condición carnal a través de sus vicios: orgullo, pereza, lujuria, avidez de prestigio, placeres y riquezas, etc. Los pecadores, alejados de oración y sacramentos, de ascética y de la misma Iglesia, entregados a pecados habituales, y más aún si participan del mundo esotérico del espiritismo, el ocultismo, la magia, la adivinación, el satanismo y tantas otras prácticas perversas antiguas y modernas, son presas seguras del demonio. Ahora bien, muchas veces el demonio prefiere que su dominio sobre el pecador, aun siendo muy profundo, no se manifieste abiertamente, ni sea consciente en sus cautivos, sino que éstos se crean libres. Otras veces, sin embargo, humilla y ataca a los pecadores en modos terribles, en agresiones que pueden revestir una gran diversidad de formas y grados:
–En el asedio, también llamado obsesión, el demonio actúa sobre el hombre desde fuera. Se dice interno cuando afecta a las potencias espirituales, sobre todo a las inferiores: violentas inclinaciones malas, repugnancias insuperables, angustias, pulsiones agresivas, suicidas, etc. Y se dice externo cuando afecta a cualquiera de los sentidos externos, induciendo impresiones sensibles muy realistas en vista, oído, olfato, gusto, tacto, las cuales, aun siendo totalmente falsas, se experimentan como si fueran verdaderas.
–En la posesión el demonio entra en la víctima y la mueve despóticamente desde dentro. Pero adviértase que aunque el diablo haya invadido el cuerpo de un hombre, y obre en él como en propiedad suya, no puede influir en la persona como principio intrínseco de sus acciones y movimientos, sino por un dominio violento, que es ajeno a la sustancia del acto. La posesión diabólica, consecuentemente, afecta al cuerpo, pero el alma no es invadida, conserva la libertad y, si se mantiene unida a Dios, puede incluso estar en gracia durante la misma posesión (cf. Juan Pablo II, 13-8-1986). Lo mismo puede suceder, a fortiori, en quienes se ven acosados por asedios diabólicos, a veces muy fuertes y duraderos.
En casos extremos, el medio apropiado de la lucha espiritual contra el demonio son los exorcismos. Como recordaremos, fueron ejercitados con frecuencia por Cristo Salvador, y él envió a los Apóstoles como evangelizadores y como exorcistas, con especiales poderes espirituales para expulsar a los demonios. Los exorcismos, por tanto, son sacramentales que deben ser aplicados a aquellos hombres que sufren especialmente los ataques del diablo (Catecismo 1673).
Cristo es un exorcista potentísimo. En los Evangelios, una y otra vez, Jesús se manifiesta como predicador del Reino, como taumaturgo, sanador de enfermos sobre todo, y como exorcista. No conoce a Cristo quien no lo reconoce como exorcista. Es decir, quien no cree en Jesús como exorcista no cree en el Evangelio. La Iglesia cree con una fe cierta en los exorcismos realizados por Cristo, fundamentándose en los relatos evangélicos de la expulsión de demonios, que por cierto pertenecen al fondo más antiguo de la tradición sinóptica.
Los Evangelios testifican reiteradas veces que la expulsión de demonios era una parte habitual del ministerio de Cristo, claramente diferenciado de la sanación de enfermos (Mc 1,25; 5,8; 7,29; 9,25). «Al anochecer, le llevaban todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se agolpaba a la puerta. Jesús sanó a muchos pacientes de diversas enfermedades y expulsó a muchos demonios» (Mc 1,32; cf. Lc 13,32). Se trata, ciertamente, de dos acciones distintas. Las curaciones, sin apenas diálogo, las realiza Jesús con suavidad y gestos compasivos, como tomar de la mano; los exorcismos en cambio suelen ser con diálogo, y siempre violentos, duros, imperativos. Una «aproximación histórica» a la figura de Jesús, que venga a asimilar los exorcismos a las sanaciones, declara en forma indudable que falta la fe en la historicidad de los Evangelios.
El Evangelio refiere numerosos exorcismos de Jesús, y podemos observar que algunos, referidos con más detalle, se dan hoy en los posesos con los mismos rasgos violentos y terribles: aullidos aterrorizadores, fuerza física sobrehumana del poseído, ejercitada en ocasiones contra sí mismo…
«Llegaron a la región de los gerasenos, y en cuanto salió de la barca vino a su encuentro, saliendo de entre los sepulcros, un hombre poseído de un espíritu impuro, que tenía su morada en los sepulcros, y ni aun con cadenas podía nadie sujetarle, pues muchas veces le habían puesto grillos y cadenas, y los había roto. Continuamente, noche y día, iba entre los monumentos y por los montes aullando e hiriéndose con piedras». Siente el poseso horror al Salvador y a todos los signos sagrados que lo re-presentan: «por Dios te conjuro que no me atormentes». Actuó Jesús sobre él, con su poder divino compasivo, liberándole totalmente del Maligno. Y al correr la noticia, acudió la gente, y «contemplaban al endemoniado sentado, vestido y en su sano juicio» (Mc 5,1-20). No pocos exorcistas actuales han tenido experiencias muy semejantes, aunque la eficacia de su acción sacramental liberadora no haya sido tan rápida y efectiva como la del Salvador.
También los Apóstoles son exorcistas, ya que Cristo, al enviarlos, los potencia especialmente para serlo: «les dió poder sobre todos los demonios y para curar enfermedades» (Lc 9,1). Jesús profetiza: «en mi nombre expulsarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán» (Mc 16,17-18). Y los Apóstoles, fieles al mandato del Señor, ejercitaron frecuentemente los exorcismos, como lo había hecho Cristo: «Señor, hasta los demonios se nos sometían en tu nombre» (Lc 10,17). «Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo, hasta el punto de que con solo aplicar a los enfermos los pañuelos o cualquier otra prenda de Pablo, se curaban las enfermedades y salían los espíritus malignos» (Hch 19,11-12).
En el próximo artículo comprobaremos cómo la Iglesia, y muy especialmente los santos, han vivido siempre su lucha contra el demonio como una parte integrante de su esfuerzo para liberarse de todo influjo del Maligno, para unirse cada vez más a Cristo Salvador, para avanzar en el camino de la perfección evangélica, y crecer en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
20 comentarios
Los malos cristianos no necesitan que le tiente el demonio, pues ellos mismos, se dejan seducir por la idolatría y la mundanidad. El Papa nos está avisando, pero cuando el alma es tentada por el demonio, sus obras dice: "esto que dice el Papa no va conmigo", y continúa con sus aficiones...
No podemos estar desprevenidos, y examinar bien con la ayuda de Dios y la fe de la Iglesia Católica, lo que es bueno y lo que no es. Pues muchas veces el demonio, también, suele engañar a los despistados que quieren santificarse, la vanagloria, los aplausos, y cosas distintas a la Voluntad de Dios.
Una de las armas además del santo rosario, para vencer al demonio, es dejarse guiar por una eficiente dirección espiritual. Yo diría que un Director Espiritual, cuando está muy unido a la causa de nuestro Señor Jesucristo, es como un escudo y una espada contra el demonio. Cuando el Director Espiritual, por ejemplo San Juan de la Cruz, y hay muchísimos otros ejemplos. El demonio no nos puede hacer daño entonces.
Qué opinión tiene usted del reciente caso del aparentemente poseso señor mexicano por el que oró el Papa Francisco y del que habló del Padre Amorth? Este Exorcista relacionó la posesión con una "vendetta" del demonio con respecto a los Obispos mexicanos, por su posición no suficientemente firme sobre la ley del aborto. Simplemente estoy repitiendo lo que se dijo en diversos foros católicos.
Otra consulta que quiero hacerle es si realmente se puede confiar en lo que diga el demonio a través de un poseso, así lo haga bajo invocación a la Santísima Virgen, etc. En otras palabras, si se supone que el Sacramental ha de ser confidencial, no parece serlo mucho últimamente. O me equivoco?
Desde ya muchas gracias. Feliz domingo para todos.
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JMI.-Sé que hubo alguna oración e imposición de manos del Papa sobre ese mexicano, pero no sé más. El diablo, a través de un poseso, puede mentir o decir la verdad, según le convenga.
¿Puede un cristiano considerar esta prohibición como nula por ir contra un mandato de Jesús, y por lo tanto, puede ir a un exorcista o grupo de liberación de otra diócesis, o incluso a un grupo de liberación de su propia diócesis?
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JMI.-Es lícito que un Obispo prohiba en su diócesis exorcismo, si lo hace por graves y válidas razones: que se hacen mal, que no hay sac. preparados para, etc. Hay que obedecerle. Según casos, convendrá recurrir a él mismo o a una autoridad superior. Pero siempre con la obediencia por delante. Están prohibidos los exorcismos sin autorización del Obispo.
Otro sacerdote, biblista de la gregoriana, directamente manda repetir a algunos fieles que el diablo no existe cuando alguno le expresa temor de estar siendo tentado o atacado.
Dios quiera que la formación clerical mejore y tengamos muchos sacerdotes santos que no se dejen engañar por el modernismo bíblico.
Un saludo.
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JMI.-La bendición de padres a hijos es plenamente tradicional en la Iglesia. Puede hacerse con la simple fórmula de la señal de la cruz o empleando las fórmulas que ofrece para ello el Bendicional.
Debemos rezar insistentemente y a diario por ellos, por su labor, por su fortaleza, por su fé.
Gracias D. José María por tanto bien como está haciendo con estos artículos; desempolvando las armas que la Iglesia nos ha dado para combatir y teníamos tan oxidadas. Ahora solo queda utilizarlas.
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JMI.-Las dos últimas frases las considero excesiva, dichas tal cual. Sólo son aceptables si se entienden como que "algunos" etc. en la Iglesia han perdido la fe en "algunas" verdades de la fe.
El P. Amorth se pregunta, ¿son, pues, unos herejes? Y él mismo se contesta: en muchos casos son salvados por una especie de octavo sacramento, la ignorancia (la mala formación doctrinal recibida). (Algo así le leí).
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todo peligro,
¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!
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JMI.-Entre las oraciones a la Virgen con difusión amplia, ésta es la más antigua. Hay un papiro en el que aparece el texto completo, casi, en a. 250.
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Tiene usted razón, Padre. Pido disculpas por ello. Las dos últimas frases no hacen justicia a los muchos que se sacrifican cada día en el servicio a la Iglesia. Tan sólo quería expresar que es doloroso, para un católico, comprobar cómo algunos males están tan extendidos. El solo hecho de que esos errores aparezcan en los libros litúrgicos, que son los textos oficiales de uso para toda la Iglesia, creo que es grave. ¿Por qué no se soluciona? Creo que la pérdida de la fe en algunas cuestiones, como la existencia del demonio y su acción sobre la materia, está muy generalizada. Creo que es triste.
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JMI.-Gracias por los que dice al principio.
Pero tampoco está bueno decir, así, sin más, que hay "errores que aparecen en textos oficiales de la Iglesia"... Así hablan los lefevbristas, y se quedan tan tranquilos en su cisma, separados de la Iglesia, a la que no se deciden a reintegrarse.
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JMI.-Bueno, no exactamente.
El Bautismo es un sacramento y los exorcismos un sacramental.
Otra cosa es que se integren en el Bautismo (ya desde el principio, en los primeros libros litúrgicos conocidos) oraciones para alejar demonios del bautizado.
Al principio esto me alejava de orar, para así evitarlos, pero me di cuenta de la trampa en que estaba callendo.
Alguna vez se lo he comentado al Cura, y Él me ha indicado que proceda invocando el nombre de Jesús.
Yo rechazo esos pensamientos, tengo claro que no son míos. Igualmente trato de desagraviar a Dios.
En ocasiones he ofrecido a Dios el sacrificio de tener que rechazarlos, que es esa mi voluntad, rechazarlos.
Lo cierto es que a veces me atormentan mucho. El miedo es que cuando estoy medio dormido los tomo por míos hasta que me despierto y me doy cuenta, y entonces los rechazo.
Por las noches muchas veces siento la necesidad de levantarme arrodillarme santiguarme y después vuelvo a acostarme...
Como estoy medio dormido a esas horas no reacciono bien, el sueño me vence, pero, cuando tras muchas veces de hacer esto, termino por desvelarme, rezo la Corona De La Misericordia, y desde ahí ya puedo dormir.
Digo que no reacciono bien, por que sabiéndolo, podría rezar la Corona De La Misericordia y dormir ya tranquilamente, pero estando medio dormido lo que hago es acostarme cuanto antes para tratar de seguir durmiendo.
Tengo antecedentes desagradables en la familia. Siendo muy pequeño tuvimos un percance mientras estabamos dormidos yo y mi hermana, y mis padres y tíos estaban jugando a la huija en el comedor.
¿Que he de hacer? ¿A quien he de dirigirme para que me examine o aunque sea pronuncie una oración de sanación?
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JMI.-Yo creo que hace bien con lo que hace.
La última pregunta no sé responderle, porque no le conozco, ni sé tampoco qué posibilidades consulta tiene. El Cura será me figuro el mejor consejero.
Pero tampoco está bueno decir, así, sin más, que hay "errores que aparecen en textos oficiales de la Iglesia"...
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Siento decirlo, Padre, pero en esto último no estoy de acuerdo con usted. Cuando afirmo que en los libros litúrgicos aparecen errores, no hablo por cuenta propia. Me baso en el testimonio del Padre Amorth, y en la entrevista que concedió y que está en Internet. Le cito algunas partes de la misma:
- Padre Amorth: "El punto 16 declara, solemnemente, que no se deben de hacer exorcismos si no se tiene la certeza de la presencia del diablo. Esto es una obra maestra de incompetencia: la certeza de que el diablo está presente en una persona, se tiene sólo haciendo el exorcismo. Más aún, los redactores del Ritual no se dieron cuenta de que, en ambos puntos, contradicen el Catecismo de la Iglesia Católica, que indica que hay que hacer exorcismos, tanto en el caso de posesiones diabólicas, como en los casos de males causados por el demonio. Y dice, además, que hay que hacerlo tanto, sobre las personas, como sobre las cosas. Y en las cosas nunca está presente el demonio, sólo su influencia. Las declaraciones contenidas en el nuevo Ritual son gravísimas y muy perjudiciales, fruto de la ignorancia e inexperiencia."
"Yo puedo afirmar, con certeza, que ninguno de los miembros de las dos comisiones ha hecho nunca un exorcismo, ni ha estado presente en exorcismos, ni tiene la menor idea de qué es un exorcismo. Este es el error, el pecado original, de este Ritual. Ninguno de los que colaboraron en él es un experto en exorcismos.
Muchos ritos se han empeorado por esa manía de querer deshacerse de todo lo pasado, para rehacerlo de nuevo, como si la Iglesia, hasta el día de hoy, lo único que hubiera hecho es engañarnos y mentirnos, y como si sólo hasta ahora, tuviera grandes genios, super teólogos, super estudiosos de la Biblia, super liturgos, que saben darle a la Iglesia lo que es bueno."
"Todos los exorcistas hemos utilizado las oraciones del Ritual de prueba, y nos hemos dado cuenta de que son absolutamente ineficaces. Pero también el rito del bautismo de los niños ha sido arruinado. Fue renovado, de tal forma, que el exorcismo contra Satanás, ha sido casi eliminado. El bautismo siempre tuvo enorme importancia para la Iglesia, hasta el punto que se le llamaba exorcismo menor.
Encontramos esta misma degeneración del rito, en el nuevo bendicionario. He leído, minuciosamente, las 1200 páginas del mismo. ¡Pues bien, se han eliminado, sistemáticamente, todas y cada una de las referencias al hecho que el Señor nos protege contra Satanás, y que los ángeles nos protegen de los ataques del demonio. Todas las oraciones para la bendición de las casas y las escuelas han sido eliminadas. Todo debe ser bendecido y protegido, pero, hoy, ya no hay ninguna protección contra el demonio. Ya no existe ninguna defensa, ni oraciones contra él. El propio Jesús nos enseñó una oración de liberación en el Padre Nuestro: "Líbranos del Maligno. Líbranos de la persona de Satanás". Esta oración fue traducida mal, y hoy la gente ora, diciendo: "Líbranos del Mal". Se habla de un mal general, cuyo origen, en el fondo, no se conoce. Sin embargo, el mal contra el que nuestro Señor Jesucristo nos enseño a luchar, es una persona concreta: Satanás."
El Instituto Teológico San Ildefonso publicó un libro del Padre Antonio Doñoro, titulado Exorcismos. Fuentes y teología del Ritual de 1952 (Toledo, 2011), donde se analizan los problemas del nuevo Ritual, comparado con el antiguo, y se llega a la misma conclusión que mantienen el Padre Amorth y los demás exorcistas.
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JMI.-Que unos expertos señalen ciertos puntos del nuevo Ritual de exorcismos diciendo que les parecen equivocados por esto y por esto me parece bien, para facilitar su corrección.
Que un cristiano sin más, como usted y como yo, diga sin mayores precisiones que hay "errores que aparecen en textos oficiales de la Iglesia" me parece una afirmación imprudente.
Los textos de Amorth y de Doñoro ya los conocía, y en el tercer artículo previsto para este tema, que irá sobre el mismo Ritual, he de señalarlos y comentarlos.
Distinto era antes en la que el sacerdote se dirigía directamente al demonio para decirle que se marche o no ataque, eso es oración imprecativa, entonces sí se conisderaba un exorcismo dentro de lo que era el sacramento del bautismo.
La oración imprecativa propia del exorcismo solo puede hacerla el sacerdote autorizado por el obispo.
Y esto no lo digo yo, lo dice el padre Fortea, exorcista y demonólogo.
Adiós, señor Cura Iraburu.
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JMI.-Vean Uds. cómo piensa una persona engañada por el padre de la mentira. Y vean cómo sus profecías ("jamás verá este mensaje") son falsas y no se cumplen.
Oremos por ella.
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JMI.-Es el padre de la mentira quien escribe mi blog... Y yo sin darme cuenta.
¿Será posible?
¿Será posible que el diablo mantenga un blog que con frecuencia y fuerza le combate?
Eso no se lo cree ni usted.
fíate del Padre Iraburu cuando te dice que está bien cómo reaccionas. Me permito decirte que tampoco te "obsesiones" con ello, te perjudicaría.
Si me permites algún consejo: además de confiarte a una buena dirección espiritual, conságrate cada día a la Virgen María y pide protección a tu ángel de la guarda. Sin descuidar la Misa diaria cuando te sea posible.
Ignacio Jonatan, creo que usted debe ir a su arzobispado y preguntar por un exorcista para que le atienda,todos tenemos derecho a ser escuchados y atendidos,te propongo que aprendas a rezar el santo rosario el amor a nuestra madre te ayudará muchísimo porque siendo madre e hijos suyo nos escucha con particular amor y cuando te sientas triste reza el misterio gozoso,también puedes leer las escrituras la biblia antes de dormir y meditar,la paz interior habitará tu corazón.
Un cordial saludo.
El día de hoy esa energía negativa tiro una imagen de Cristo en la Cruz, haciéndose pedazos. De esa época su holoho nos hizo favor de darnos agua bendita exorcizada. Pretendo poner a esa recámara. Pero me gustaría saber qué más hago, si rezar algo.
Espero me pueda orientar.
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JMI.-los consejos a distancia, sin conocer personas, ambientes, posibilidades reales de hacer esto lo otro, son imposibles. Lo conveniente es que consulte con su párroco o con algún sacerdote de confianza. Rezo. Bendición+ JMI
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