(11) El pudor –II
–Yo esperaba que ya hubiera terminado usted de hablar del pudor.
–Vana esperanza, craso error. Póngase cómodo y siga leyendo.
En Israel inicia Dios, como ya vimos, la revelación del pudor y de la castidad. Inocencia - desnudez - pecado - concupiscencia - vergüenza - vestidos, «Dios los vistió» (Gén 3).
Juan Pablo II, en su serie de 129 catequesis sobre el amor humano en el plan divino, dedica al pudor un buen número de ellas, y hace en una esta observación de gran agudeza: «el nacimiento del pudor en el corazón humano va junto con el comienzo de la concupiscencia –la triple concupiscencia, según la teología de Juan (cf. 1Jn 2,16)–, y en particular de la concupiscencia del cuerpo. El hombre tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia. Más aún, tiene pudor no tanto del cuerpo, cuanto precisamente de la concupiscencia» (cateq. 28-V-1980, 5; +4-VI-1980).
La Biblia inculca, pues, en Israel desde el principio el pudor en el vestir, y también otros aspectos del pudor y de la castiad, por ejemplo, en las miradas: «no fijes demasiado tu mirada en doncella, y no te perderás por su causa» (Eclo 9,7-8; cf. Job 31,1). Pero todavía pudor y castidad son virtudes escasamente conocidas y precariamente vividas. Tengamos en cuenta que la sociedad judía incluía esclavas y cautivas de guerra, que la poligamia fue practicada desde antiguo (Abraham, Gén 25,6; David, 2Sam 3,25; Salomón, 1Re 11,1; +14,21), y que el repudio, es decir, el divorcio, podía obtenerse con suma facilidad.
Los paganos viven sin mayores problemas de conciencia el impudor y la lujuria, el divorcio, la poligamia, la sodomía, el aborto y el adulterio. San Pablo, cuando describe las miserias del paganismo, enumera ampliamente estas maldades, señalando que «no solo las hacen, sino que aplauden a quienes las hacen» (Rm 1,18-32). La degradación de costumbres había llegado a tanto que ya algunos moralistas la denuncian con fuerza:
Juvenal: «basta que aparezcan tres arrugas en el rostro de Bibula para que Sertorius, su marido, se vaya a la búsqueda de otros amores, y para que un liberto de la casa le diga: “recoja sus cosas y lárguese”». Y las esposas tampoco se quedan atrás. Dice Séneca: «se divorcian para casarse y se casan para divorciarse (exeunt matrimonii causa, nubunt repudii)». Marcial: «Éstas, que se casan y divorcian tantas veces, en realidad viven en un continuo adulterio legal (quæ nubit totiens, non nubit: adultera lege est)».
En los primeros siglos, queda ya muy atrás la nobleza del gran teatro clásico romano, y son las comedias de violencia y sexo –muy semejantes a las de hoy en cine y TV–, las que, estimulando las más bajas pasiones del pueblo, consiguen los mayores éxitos. Esclavos y esclavas están a merced de sus señores. Las termas, los baños mixtos cotidianos, en un marco de belleza, ocio y sensualidad, son costumbre diaria, tan integrada durante siglos en la vida social greco-romana, que quien no es asiduo a las termas en cierto modo se auto-excomulga de la vida social. Los mismos paganos entendían que las termas eran una factor de degradación: balnea, vina, Venus, corrumpunt corpora nostra, sed vitam faciunt –baños, vinos y Venus corrompen nuestros cuerpos ¡pero nos dan la vida!–.
El cristianismo es en la historia de la humanidad la primera fuerza espiritual que arraiga en un Pueblo nuevo internacional el pudor, la castidad y la monogamia. Cristo y su Iglesia consiguen este milagro histórico, por la comunicación del Espíritu Santo, «que renueva la faz de la tierra». Los cristianos, ciertamente, pecarán a veces contra esas virtudes, pero, como veremos, la reacción entonces de la Iglesia, no solo por la predicación sino incluso por la disciplina penitencial comunitaria, mantendrá siempre vivo el Evangelio del pudor y de la castidad.
En los escritos de los Padres quedan huellas frecuentes del asombro que en los paganos causaba el pudor de las mujeres cristianas, y la admiración que en muchos casos suscitaba la belleza de la castidad. No parece excesivo afirmar que el testimonio cristiano de la castidad y del pudor fue una de las causas más eficaces de la evangelización del mundo greco-romano, que en gran medida ignoraba la grandeza y hermosura de esas virtudes.
Los Apóstoles, recordando las enseñanzas de Jesús acerca del horror de quienes escandalizan (Lc 17,1-2) y la posibilidad de caer en el pecado de impureza solamente por las miradas y el mal deseo (Mt 5,28), predican la modestia y el pudor, uniéndoles el espíritu de la pobreza evangélica. Y así exhortan a las mujeres:
«Vuestro adorno no ha de ser el exterior, de peinados complicados, aderezos de oro o el de la variedad de los vestidos, sino el oculto del corazón, que consiste en la incorrupción de un espíritu apacible y sereno; ésa es la hermosura en la presencia de Dios. Así es como en otro tiempo se adornaban las santas mujeres que esperaban en Dios» (1Pe 3,3-5). «En cuanto a las mujeres, que vayan decentemente arregladas, con pudor y modestia, que no lleven cabellos rizados, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino que se adornen con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de religiosidad» (1Tim 2,9).
Los santos Padres predican también con gran frecuencia el Evangelio del pudor y de la castidad. Y llama la atención que incluso en los primeros siglos –viviendo la Iglesia en medio de tantas persecuciones y sufriendo también terribles y numerosas herejías, antes de los grandes Concilios dogmáticos– mantienen en sus predicaciones y escritos frecuentes exhortaciones sobre el pudor, la castidad, la renuncia a espectáculos, termas, teatros escandalosos y contra todo lo que fuera ocasión próxima de pecado. No quiero cansarles multiplicando las citas: Clemente de Alejandría, San Cipriano, San Atanasio, etc., que por lo demás pueden consultar en mi obra Elogio del pudor.
Constituciones de los Apóstoles. Me limitaré a transcribir aquí algunos textos de las Constituciones de los Apóstoles, documento muy venerado en la Iglesia antigua, de origen sirio, hacia el año 380. Es una gran obra que se apoya en documentos anteriores (Didajé, s. II, Traditio apostolica y Didascalia, s. III), y que se difunde después de la apertura del Imperio romano al cristianismo (314), en un tiempo en que los cristianos comienzan a verse tentados y fascinados de un modo nuevo por el mundo. Es un código canónico y espiritual que, en ocho libros, regula la vida de los diversos estamentos del pueblo cristiano. Pues bien, el libro I está dedicado a la vida de los laicos, y en él se presta una notable atención al pudor que ha de caracterizar a los miembros de Cristo:
A los varones cristianos, en tres o cuatro páginas, les encarece la modestia en el arreglo personal y el recogimiento de los sentidos, especialmente de la mirada. «Esfuérzate por serle agradable [a tu esposa], pero sin acicalarte hasta el punto que otra se prenda de ti». Si otra queda «herida en su corazón, prendada de ti, tú serás tenido por responsable de su falta, por el hecho de haber sido causa de escándalo para ella y heredarás una maldición».
A las mujeres cristianas, también largamente y entrando en muchos detalles concretos, les previene severamente contra toda vanidad de impudor. «Si quieres ser creyente y complacer al Señor, oh mujer, no te embellezcas para complacer a los hombres que no sean tu marido, y no imites a las cortesanas llevando trenzas, vestidos y calzado como ellas llevan, con el riesgo de atraerte los que se dejan seducir por tales cosas». Más aún, «mujeres, por vuestro pudor y vuestra humildad, dad también testimonio de la religión ante los que son de fuera [no creyentes], hombres o mujeres, con vistas a su conversión y para animarlos a la fe».
Todas estas enseñanzas y exhortaciones, tanto en Oriente como en Occidente, son un leitmotiv –valga el germanismo– por el que los Padres, recordando los avisos de Cristo y de sus apóstoles, inculcan el pudor y el deber de evitar el escándalo del impudor. Al mismo tiempo exhortan al recogimiento de los sentidos: «si tu ojo te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti» (Mt 5,28). Eso significa evitar las ocasiones próximas de pecado que sean innecesarias, termas, espectáculos, etc., por mucha cruz que ello traiga consigo. Ya en el Bautismo el cristiano se ha comprometido, por gracia de Dios, a renunciar (apotaxis) a ese mundo de tentaciones, que es diabólico.
Y esas enseñanzas de los Padres configuran también a veces la disciplina canónica de la Iglesia. Por ejemplo, el concilio de Laodicea (320) y el IV Concilio ecuménico de Constantinopla (528) prohiben los baños mixtos, de modo que en las naciones cristianas desaparecen de las costumbres sociales.
El Evangelio del pudor ha sido predicado siempre al pueblo cristiano a lo largo de los siglos. Traigo algunos ejemplos más recientes:
El P. Antonio Royo Marín (+2005), dominico, uno de los autores espirituales más leídos en la segunda mitad del siglo XX, al tratar de la purificación activa de los sentidos externos, enseña: «El alma que aspire seriamente a santificarse huirá como de la peste de toda [innecesaria] ocasión peligrosa. Y por sensible y doloroso que le resulte, renunciará sin vacilar a espectáculos, revistas, playas, amistades o trato con personas frívolas y mundanas, que puedan serle ocasión de pecado» (Teología de la perfección cristiana, n.238). Afirma lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todo lugar.
El Catecismo de la Iglesia Católica (1992) también transmite la doctrina católica sobre estas materias: «La pureza exige el pudor, que es parte integrante de la templanza. El pudor preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Está ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas» (2521). Por eso mismo, «inspira la elección de la vestimenta» (2522). «Este pudor rechaza los exhibicionismos del cuerpo humano… Inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda» (2523). «Las formas que reviste el pudor varían de una cultura a otra. Sin embargo, en todas partes constituye la intuición de una dignidad espiritual propia del hombre. Nace con el despertar de la conciencia personal. Educar en el pudor a niños y adolescentes es despertar en ellos el respeto de la persona humana» (2524).
Reforma o apostasía. En contraste con una tradición de la Iglesia tan continua y arraigada, la apostasía hoy frecuente del Evangelio del pudor, en predicación y catequesis, en modas, costumbres y espectáculos, ha hecho de las antiguas naciones cristianas (corruptio optimi pessima) vanguardias mundiales del impudor y de la lujuria. Son innumerables los cristianos que merecen hoy el diagnóstico de San Pablo sobre los corintos: «es ya público que reina entre vosotros la fornicación, y tal fornicación que no se da ni entre los gentiles» (1Cor 5,1).
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
42 comentarios
Con respecto a lo de ir o no a la playa, está claro que Jesús, al menos una vez comenzada su vida pública o que nos hayan contado, no dijo ningún día: "hoy nos vamos a la playa a tomar el sol", ni nada parecido, pero está claro que tampoco rehuía ninguna situación de este tipo por escrúpulo o por temor a pecar; incluso, al respecto, cuando lo acusaban de estar con pecadores, dijo: "No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos".
Es cierto que alertó de temer a quien podía matar el alma, pero creo que cada uno va sabiendo, si tiene buena intención, lo que puede o no hacer, igual que en cualquier otra materia, ya que otra cosa, también sería caer quizá en un escrúpulo de conciencia, que creo que ha perjudicado en gran medida a los cristianos. Lo que está claro es que es incompatible la gracia de Dios con el pecado grave, y el que tiene la gracia de Dios tiene lejos el pecado grave, al que sólo podría llegar después de mucha infidelidad, de mucho egoísmo. Y, por supuesto, que Jesucristo animaba a estar permanentemente vigilantes, vigilantes de hacer la voluntad de Dios, pero está claro que la tentación, puede venir de muchos sitios, también me imagino que del escrúpulo.
Pero, lo que está claro es que uno tiene que evitar perder el tiempo con asuntos que no son la voluntad de Dios, y matar el germen de todo esto.
A mí me da mucho resultado recurrir a la Ssma Virgen mediante jaculatorias. Es tan eficaz invocar a la Purísima en casos de ataque al pudor, que al diablo sólo le queda el recurso de hacernos olvidar o desestimar esta infalible herramienta. Y aquí sí que puede triunfar, con nuestra colaboración, claro.
Le agradezco una vez más su acertada predicación. (De paso, le informo que ayer sábado un grupo parroquial de jovencitas deliberó sobre el pudor tomando como base el librito que Ud. menciona, y que le fue enviado por Gratis Date). Su predicación deja en claro que las preocupaciones y perplejidades que ocasiona la ola de impudicia generalizada, fue ya un problema entre los primitivos cristianos. Y si ellos pudieron triunfar sobre la impudicia aceptada y legalizada, nos está mandado también a nosotros triunfar en esta ocasión, tan difícil, en medio de una sociedad mayoritariamente bautizada pero que tanto se asemeja a la Iglesia de Corinto.
Y añado otra: ¿esto se predica en los púlpitos?
Estamos en lo de siempre. Se está negando a los fieles una formación que les ayudaría mucho a saber cuál es el camino de la santidad.
Allí, Dios mediante, trato del silenciamiento generalizado del tema y de la urgencia de volver a predicar el Evangelio del pudor.
Pero ojo a las respuestas que se están (estamos) exponiendo, porque estamos partiendo de un orden natural opacado.
Eduardo: ser cristiano no es fácil, pero hoy tenemos una sociedad agresiva en el tema de la sexuales. Yo pienso que incluso más que la Roma pagana, porque ahora no existen las escuelas de pensamiento que en la Roma pagana antes de la predicación del cristianismo, actuaban de freno tipo estoicismo y epicureísmo.
Con respecto a lo que dices de Internet, el dato que das, posiblemente "oficial", no me lo creo mucho, máxime teniendo en cuenta que, precisamente, se quiere atacar la libertad de expresión y la libertad de movimientos de los internautas con esta disculpa, así como con la supuesta "protección" al respecto de la idolatrada "propiedad intelectual" y de la circulación de spam. Como siempre, de proseguir esta "solución" del recorte de los derechos fundamentales de las personas, ya sabemos, como en otras muchas materias, que sería peor el remedio que la enfermedad. Sólo si se tiene buena intención se acierta, y no si se utilizan los "problemas" (algunos creados adrede, o algunos simulados) para satisfacer los propios intereses.
Creo que los cristianos tenemos que ser sumamente prudentes con respecto a la información concreta; entre otras cosas, lo que los medios de comunicación refieren está todo manipulado, y todo se dice por algún interés concreto, que desgraciadamente, no es el bien de la población.
Si la exposición es hacia el espacio público y/o accesible a los menores, creo que se puede (hace algún año se podía, al menos), denunciar.
No se tendría tampoco que permitir la instalación de pantallas de publicidad en muchas ciudades, que luego ya sabemos, sin ir más lejos cómo han sido utizadas recientemente en no sé cuál ciudad. Por supuesto, que los mil detalles, sólo se solucionan cuando la gente, deje de mirar para lo suyo, deje de pasar, y empiece a pensar en el bien de la sociedad, de la humanidad.
Así pasa con Internet. Del mismo modo y con la misma facilidad accedemos a la Suma Teológica de Sto. Tomás de Aquino que a la pornografía más depravada. No sé quién dijo que en la Red está todo, todo lo bueno y todo lo malo. Sobre el dato lamento no recordar la fuente, citaba de memoria, pero no dudaría de su verosimilitud. Desde luego, mi intención no era al aportarlo insinuar la conveniencia de una restricción genérica por motivos ideológicos para acceder a ciertas informaciones inconvenientes al poder de turno. Sin embargo, apruebo que debe haber ciertas limitaciones en algunos aspectos en los que cabría llegar a un acuerdo razonable. Así como el material pedófilo se persigue en la Red y constituye un delito su producción, uso y distribución, no sería nada malo extender estas limitaciones al menos en cuanto a pornografía se tratase. No podemos tolerarlo todo en nombre de una libertad bajo la cual se ampare todo tipo de actitudes aberrantes no consideradas delictivas. Aunque existen filtros para que no accedan menores a ciertas páginas, el hecho es que no debería acceder nadie con esa facilidad a ciertos contenidos. Hay que ponérselo un poco difícil a Satanás, si no, nos come. Está bien la oración, el cultivo de una vida ordenada, etc., pero debemos hacer algo para que se beneficie el mayor número de personas, no sólo las más fuertes o equilibradas. A Dios rogando, pero...
Seguro que conocen padres que se duchan con sus hijos cuando estos son relativamente mayorcitos.
Seguro que conocen que la mayoría de la gente se asea y se cambia sin nigún pudor en los gimnasios, piscinas, etc bajo el lema de "!qué más da, somos todos iguales"!.(Al menos, se respeta la separación de sexos, pero todo se andará)
Seguro que han visto varias señoras parturientas esperando juntas en las salas previas a los paritorios en la medicina publica española, sin guardar el menor pudor en esos momentos y siendo "reconocidas" ginecológicamente por los sanitarios delante de otros.
Seguro que cuando van al médico muchas veces los atienden sin una mala sabanilla para cubrirse.
Seguro que han visto amigas que entran juntas en los probadores o aseos.
Seguro que a mucha gente le parece normal que todos los tíos que hacían la mili se duchasen juntos a mogollón; y lo mismo, en los equipos deportivos...
Vale, pues ahora, que intenten los curas arreglar esto.
Conste que lo digo sólo para indicar lo difícil que lo tienen. Pero que si nadie habla de castidad y pudor, nadie cambiará. Por mí, que hablen cuanto antes, claro, alto y fuerte. Yo los apoyaré, desde luego. Como apoyo todo lo que dice el P Iraburu.
Bueno, sí que hay instrumentos que son malos en sí mismos, aunque no se trate del caso de Internet; no sólo depende del uso que se haga de ellos; y creo que muchas veces la buena o mala intención es previa a la existencia de un determinado instrumento; por eso que creo que con el bien, el bien que puede alcanzarse siempre es mayor que el posible beneficio concreto que vendría por la vía del mal.
Yo creo que la mejor limitación la pone uno cuando está bien formado; no creo, y me parece perverso, una regulación de todos los aspectos de la convivencia: eso mataría mucha cosas genuinas del ser humano, con sus consecuencias consiguientes.
Si uno no quiere ver ciertas cosas, tiene más problema al enchufar la tele, donde la repetición de imágenes de este tipo es continua, o al salir a la calle (pantallas, kioscos), que en Internet. El que favorece que esto esté en la calle o en la tele, no va a solucionar lo que pudiera haber de este tipo en Internet.
No estoy de acuerdo con lo de "más controles"; por lo anterior, porque pretenderían hacerlos quien vemos que no tiene ninguna intención al respecto (entra en un simple centro de la juventud, ¿crees que el que dirige eso, tiene alguna intención de resolver algún tema de pornografía?).
En China se utiliza esto para detener a mucha gente, acusándolos de estar viendo determinadas páginas y este supuesto interés en resolver el tema, sirve para que los policías estén merodeando en todas las partes.
No te olvides de que Satanás es el padre de la mentira, y del engaño; diciéndote que va a resolver el tema de la pornografía puede estarte quitando a ti y a otros muchas cosas, con graves consecuencias.
Los problemas de la sociedad se resuelven con vivencia y educación moral, que es lo que no vemos, ¿por qué? porque no interesa, y así vemos como los problemas van sucesivamente creciendo. La vigilancia y el control, que es lo que se brinda como "solución" no nos lleva más que a una dictadura, no a la solución de problema alguno.
Por supuesto que hay que hacer algo, Eduardo Jariod, pero no lo que diga Satanás.
Por favor Sra., colabore positivamente en la moderación de este blog. No olvide que lo bueno si breve, dos veces bueno.
El pudor no es sólo cuestión de centímetros, sino también de actitudes. Se puede ser impúdico con la mirada, con la expresión del cuerpo, con lo que se dice o se sugiere, aunque no se enseñe nada.
También es cierto que determinadas formas de vestir son difícilmente compatibles con el pudor, aunque la actitud de la persona sea de aparente naturalidad o incluso de timidez. Es frecuente ver alguna chica en lucha constante por bajar una falda demasiado atrevida, como pasándolo mal ante el acoso visual que ella misma provoca, como sintiendo de pronto la desnudez que no percibió antes de salir de casa. En estos casos existe una contradicción entre mensajes, entre lo que se está diciendo de una forma y de otra.
El pudor exige un mensaje coherente. Los distintos “idiomas” tienen que estar sincronizados para transmitir un mensaje eficaz e inteligible.
Igual pasa en la liturgia, en la oración: tiene que haber armonía entre nuestro interior y nuestra actitud corporal, algo que también se descuida muy a menudo en las celebraciones. Otro signo de “impudor” de nuestro tiempo.
No obstante, me queda una duda que agradecería me aclararan, y es en relación a los vestuarios en gimnasios, colegios, ejército, etc... ¿Qué problema hay en que personas del mismo sexo puedan coincidir desnudas en ese tipo de situaciones? Me refiero que por un lado entiendo el pudor ante la desnudez propia, pero personalmente nunca me he escandalizado porque un hombre esté desnudo cerca de mi en una situación razonable como puedan ser unos vestuarios o unas duchas. Tampoco creo que haya que avergonzarse del propio cuerpo porque uno tenga arrugas o "flotadores"... Entiendo el pudor en el vestir siempre en relación al otro sexo, y por descontado en celebraciones religiosas, pero en el vestuario del gimnasio me cuesta más entenderlo.
Agradecería algo de pedagogía al respecto.
Y muchísimas gracias por estos artículos tan estupendos.
En fin, no quiero crear un debate paralelo contigo. Simplemente decir que, en efecto, no hay mejor control que el interiorizado por la propia persona, realidad que se logra, como bien señalas, principalmente mediante la educación. Lo que ocurre es que nunca (y digo bien, nunca y en ningún lugar) se llega a este ideal de perfección moral cuando hablamos de sociedades o de colectivos amplios. Todo sistema social ha de establecer unos límites para preservar un orden y una convivencia entre sus miembros. La educación en sí misma implica el establecimiento de límites entre lo bueno y lo malo, lo aceptable y lo intolerable, etc. No debemos asgarnos las vestiduras por defender estas limitaciones exógenas que se establecen precisamente para salvaguardar o constituir las endógenas propias de la educación moral de los individuos. Esto ha ocurrido así en todo tiempo y sociedad con independencia de los principios morales con los que se rigiesen. Una malentendida noción de libertad, de indudable raíz diabólica, no debe servir de coartada para criticar toda intervención social que ampare el orden moral justo. Vuelvo a insistir con lo del agente y el instrumento: no debemos criticar el modo en que se establece la moralidad social por el hecho de que haya contenidos de dudosa moralidad en muchas sociedades, como la que nos pretende construir ZP, sin ir más lejos. La educación de los individuos se basa esencialmente en una intervención social de acuerdo a los valores que aquella porta y transmite. Lo contrario, es un sinsentido y un imposible.
Oración, oración. No es tan difícil ser cristiano.
Yo creo que cualquier actuación que hagamos tiene que estar dentro de una vida entregada, dentro de buscar el bien real de la humanidad, por encima de los propios intereses (y por supuesto que vivir esto las 24 horas del día; en el trabajo, ante cualquier persona o grupo, etc.); sin esto, creo que falla el concepto que se tiene del ser humano y su auténtica libertad,falta la gracia, etc.
Sobre miradas, que el mal sale del corazón y mirar con deseo es ya adulterar. El problema sería del corazón del que mira con deseo, no de la mujer mirada, ni del que mira con ojos limpios a esa misma mujer.
En definitiva, que seguro que debe haber alguna cita que venga al caso, pero no consigo encontrarlas.
¿Alguien puede colaborar?
Si una bella mujer se pasea desnuda y muchos hombres la miran con mal deseo, y pecan con ella en su corazón (Mt 5,28), dice usted que "el problema sería del corazón del que mira con deseo, no de la mujer mirada”. ¿De verdad? Creo que se equivoca: hay culpa en ella, porque su impudor la presenta como ocasión próxima de pecado, y hay culpa en los que la miran con mal deseo. Y sigue diciendo: “ni del que mira con ojos limpios a esa misma mujer”. Perdone, pero la única manera de “mirar con ojos limpios” a una bella mujer impúdica es no mirarla.
Las exhortaciones apostólicas al pudor y la modestia, ya citadas en “El pudor –II” (1Pe 3,3-5; 1Tim 2,9), tienen muchos antecedentes en el A.T.; le cito solo la descripción que hace Ez 16,14-19 de la mujer impúdica que se adorna para seducir y hacer pecar. Una imagen muy semejante emplea el apóstol San Juan en el Apocalpsis (17-18), cuando ve a Babilonia, la ciudad del pecado, como la Gran Prostituta, revestida de lujo y de impudor, que seduce a las naciones, hasta que le llega la hora de su ruina total.
Si es así, ¿cuál es la mejor solución, o bien,la más definitiva, al problema del hypersexualismo de nuestros tiempos?
Creo que señalas sin duda el remedio fundamental para todos los males del hombre. Contra el impudor y la lujuria, contra la avidez de riquezas, que deja morir de hambre a millones de personas, contra la prepotencia soberbia que humilla a los prójimos, contra todos los males que puedan arruinar al hombre, contra todos y cada uno de ellos, el remedio fundamental es conocer y amar a Dios, y en la medida en que nos enamoramos del Creador, que se nos revela plenamente en Cristo, quedamos libres de toda fascinación pecaminosa, del orden que sea.
Está dicho: “Ésta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17,3).
Y también está dicho claramente lo contrario, concretamente en Rom 1: que todos los males del hombre vienen de no querer conocer y re-conocer a Dios, ninguneándole, y de centrarse idolátricamente en el culto a las criaturas
Dígame algo porfavor...
SAludos
Oscar
Algunas conferencias las siguen poniendo en reposiciones.
Pero yo, de acuerdo con RM, tomé un tiempito de descanso de grabaciones.
Descanso también para los pobres oyentes, que llevaban tanto tiempo oyéndome.
El mejor filtro es el corazón, que nos permitirá guardar la mirada.
Nosotros debemos ser ejemplo en las playas, con toda la familia.
Supongo que el P. Royo también hubiese dicho en el siglo I que los cristianos no debían pisar Roma debido a la depravación de costumbres.
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JMI.-No le aconsejo calificar de "gilipollez" lo que piensa o dice un señor con el que Ud. pretende discutir. El término es tal que corta el diálogo.
Respondo a lo que dice Ud. del P. Royo-Marín, porque también yo lo digo. Los Padres de la Iglesia no predicaban a los cristianos que fueran a la termas, pero que se guardaran de posibles malas miradas; sino que les decían que no fueran.
Igualmente hoy con las playas (aunque, por supuesto, hay playas y playas). A las playas abiertamente indecentes, que son tantas, un cristiano no debe ir, y si está con críos, menos.
N.B.-No publico su segundo comentario porque ese va dirigido al P. Royo-Marín, O.P., ya fallecido.
Y es verdad, la última vez que lo quité a cuanto fue cuando apreció el autor del robo del famoso Códice Calixtino: los curas a rezar y...a contratar una empresa de vigilancia profesional.
Las playas las arreglaremos, si el Jefe quiere, los laicos. Ya existen iniciativas serias y funcionanado como "Playas familiares". Y los curas a rezar.
Y lo digo con todo el respeto. Reze mucho, D. José María.
Y perdón por lo de gilipollez (sinónimo de tontería). Lo malo de expresarse por escrito es no poder amortiguar con una sonrisa "gilipollez". Pero apunto la corrección y tomo nota.
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JMI.-Hay palabras sumamente soeces, que lo son con sonrisa o sin ella.
En cuanto a la norma "los curas a rezar" es una falsedad tan obvia, que no merece refutación. Los curas tenemos muchas cosas que hacer por exigencia de nuestro ministerio de Palabra, Liturgia y Gobierno pastoral, como enseña el Vaticano II (Presbyterorum Ordinis).
¿Me da usted permiso de criticar una idea y no a su autor fallecido?. Pu-pu-puedo?
Yo opino como un buen santo español dijo "de 100 almas nos interesan 100". Y hoy lo decimos 85.000 almas a lo largo y ancho del mundo.
Una cosa es no dejarse arrastrar por las costumbres de los paganos y otra cosas es negarle nuestra amistad. La amistad es la gran ocasión del apostolado, algo de máxima urgencia para una España que se ha paganizado.
Aunque sea desde el anonimato, quisiera disculparme por mi actitud de "Troll" (chulesca y agresiva) cuando entre en el foro.
Yo admiro su obra, le considero como uno de los pilares o referencias seguras del catolicismo en esta España nuestra y en general en el mundo donde hay tanta confusión y en la que a menudo psudoteólogos se dedican a horadar los pilares de nuestra fe.
Yo me encuentro entre las católicos que tienen la suerte de contar con un director espiritual, con curas ensotanados y celosos del Señor y me he emocionado al escucharle hace días en un audio el tema de la dirección espritual. GRACIAS.
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JMI.- Paz y bendición +
Tengo 27 años y llevo un año intentando restablecer mi fe infantil despues de 13 o 14 años de ateísmo, relativismo moral y diversos comportamientos idolátricos conscientes e inconscientes. Tras más de una década consumiendo pornografía en Internet con mucha asiduidad, puedo decir que ha causado una herida tal en mí que temo sea irreparable. Mi memoria está plagada de recuerdos e imágenes. La gracia de Dios misericordioso, me hizo ver en entre tanta obscenidad y mi más profunda ofuscación la cara misma del Demonio, que me hizo huir de espanto. Igual que el hijo pródigo, me he sentido "criando cerdos". No obstante mi corazón está tan endurecido que temo que solo un milagro podría restablecer en mí una consciencia recta del pudor.
Que consejo daría a una persona como yo, que ha sido seducida y ofuscada por el vicio, para que pueda llegar a salvarme?
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JMI.-Confianza absoluta en Dios, que puede y quiere darle "un corazón nuevo". Oración, frecuencia de sacramentos, de la penitencia también, algunas mortificaciones voluntarias, sobre todo de la vista, aplicarse a obras buenas y a descansos sanos (ejercicio físico, arte, música, literatura), ayuda en lo que Dios le dé en algo de apostolado (catequesis, lo que sea, o en acción personal privada), mejorar su formación doctrinal católica, mantener una esperanza muy viva: un SAgustín llevó mala vida, y en su conversión le afligía pensar si podría pasarse sin mujeres... Dios le dió un corazón nuevo, y no le dejó ni cicatrices de la mala vida pasada: no hay más que leer las Confesiones y se ve que está totalmente enamorado de Dios, y que todo lo demás es ya para él paja (Flp 3,8).
Y aplicarse un régimen absolutamente estricto en el uso de internet.
Y la Virgen: "Bajo tu amparo nos acogemos"... Rosario, Ángelus.
Rece por mí.
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JMI.-No sabría decirle dónde está la raya que separa una acusación
+insuficiente, que no deja al confesor enterarse de lo que realmente ha pasado, si fue una vez, si es habitual, si fue-es un instante, si son horas, etc. o es más bien
+excesiva, entrando a describir unos detalles que son morbosos e innecesarios.
Encomiéndese siempre a la Virgen María antes de confesar. Ella es la madre y maestra de la humildad, y "andar en humildad es andar en verdad" (Sta. Teresa).
Pido al Señor por usted. Bendición +
1. Dado que Dios quiso los vestidos por el pecado original, en el cielo una vez resucitados, ¿no tendremos vestidos, no? Se puede decir que recuperaremos la inocencia original.
2. Según leí, santo Tomas de Aquino había recibido un don de castidad preternatural, o algo así, lo que le impedía tener tentaciones contra la misma, y eso explica en gran medida su elevado intelecto, casi angélico, ¿qué hay de cierto en esto padre? Concedo que Dios pueda hacer eso, pero no sé si realmente ocurrió con el Santo, ¿hubo otros casos parecidos en la historia?
Desde ya, muchísimas gracias, que Dios le bendiga y la Virgen Santa lo guarde ahora y en la hora de su muerte.
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JMI.- Respondo
1- El vestido lo piensa-quiere Dios para los pecadores. No para los cuerpos gloriosos.
2- En biografías antiguas-fiables de StoTomás se cuenta que su familia noble se oponía a que ingresara en los frailes mendicante OP. Que le tendieron una trampa-tentación con una mala mujer, y que él tomando fuego de la chimenea la auyentó. Y que nunca más tuvo tentaciones contra el 6º.
Respecto al pudor, dejo un comentario por si pueda servirle a alguien: personalmente me ha ayudado respecto a estos temas la contemplación de las criaturas angélicas, pues ellas por propia naturaleza están impedidas de sufrir cualquier tipo de tentación propiamente carnal, y al estar tan elevadas y cercanas a Dios, hay que pensar que al observarnos y ver en nosotros el pecado de impureza, causa un repudio gigantesco en ellas. Pienso en el ángel de la visión de los pastorcitos de Fátima, que quería prenderle fuego al mundo, ¿será que ese deseo era principalmente por los pecados contra la castidad? También, creo que un Doctor de la Iglesia decía que hasta los demonios sentían horribles repulsiones hacia los pecados contra la impureza, pero suscitan a los hombres a pecar en estas materias por ser tan ofensivas a Dios y ser tan fáciles de caer.
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JMI.-TODOS los pecados son indeciblemente horribles, porque todos rechazan la gracia y el amor que Dios quiere comunicarnos. Seríamos incapaces psicológica y moralmente de pecar si viéramos el horror que hay en ellos. "Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen". Por eso rezamos: "Ven, Espíritu Santo, ilumina los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor".
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JMI.-No puedo responderle. El discernimiento en estas cosas queda para la virtud de la prudencia, que según las personas afectadas y las circunstancias pueden hacer un juicio conforma a lo que Dios quiere. Siempre con oración, claro: "Dame, Señor, tu luz y tu verdad".
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