(115-2) Anticoncepción
No entro a comentar las palabras del Papa sobre el uso del preservativo en ciertos «casos de carácter aislado», según están escritas en su reciente libro Luz del mundo. Son únicamente dos párrafos, referidos en principio –en el texto alemán– al ejercicio sexual de un «prostituto», al parecer infectado del virus VIH, pero ampliados después a otros supuestos: «si se es mujer, hombre o transexual, el punto sigue siendo el mismo» (declaración del P. Lombardi, S. J., portavoz de la Santa Sede. Trato sólamente de recordar en síntesis la doctrina de la Iglesia sobre el tema.
Antes observo que los que salieron en defensa de lo dicho por el Papa insistieron casi todos en que «no cambiaba en nada la doctrina de la Iglesia». Y realmente es éste el punto neurálgico. Al mundo anti-Cristo le trae sin cuidado la licitud o ilicitud de los anticonceptivos; ni siquiera se plantea el problema. Lo que desea con toda su alma es que la Iglesia cambie su doctrina, la cambie, la corrija aunque sólo sea en un punto, en cualquier cuestión, reconociendo así que en graves materias su enseñanza no es infalible, sino que está sujeta a correcciones substanciales.
1.- En la sexualidad conyugal el uso del preservativo es intrínsecamente malo. La sexualidad conyugal –«los creó Dios hombre y mujer»– es una de las manifestaciones más excelentes de la condición del ser humano, en cuanto «imagen de Dios». En efecto, «Dios es amor» (1Jn 4,8), y su amor es fecundo en la creación, que difunde su ser y su bondad a seres que no existían: bonum est diffusivum sui. En este sentido, amor y pro-creación son en el matrimonio una pequeña epifanía del mismo Dios, algo tan santo que en todas las culturas se ha intuído que hay en la unión sexual algo sagrado. Por tanto, algo que de ningún modo se debe profanar.
Por eso mismo, el ejercicio de la sexualidad sólamente es lícito dentro del sagrado matrimonio, en el que se unen intrínsecamente el amor unitivo y la posible procreación de una nueva vida. Y eso que ha unido Dios, ¡no debe separarlo el hombre! Siempre los cónyuges han de mantener unidos esos dos fines, no sólo de modo habitual, sino en todas y cada una de sus uniones sexuales. Y ciertamente «la gracia de Cristo da a los esposos la real capacidad de realizar toda la verdad de su amor conyugal» (Juan Pablo II, 5-VI-1987). Es la enseñanza siempre mantenida por las grandes Encíclicas apostólicas –Casti connubii, Humanæ vitæ, Familiaris consortio, etc.–, y enseñada en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Juan Pablo II: «Pablo VI, calificando el hecho de la contracepción como “intrínsecamente ilícito”, ha querido enseñar que la norma moral no admite excepciones: nunca una circunstancia personal o social ha podido, ni puede, ni podrá convertir un acto así en un acto de por sí ordenado», lícito (12-XI-1988).
2.- ¿Y cuando uno de los cónyuges está infectado por una enfermedad muy grave y contagiosa (p. ej. ébola, sida)? En este supuesto no les es lícito a los esposos realizar la unión sexual conyugal, pues ni es lícito poner en peligro grave la vida del cónyuge, ni es lícito eludir -disminuir, mejor- ese peligro mediante el uso de anticonceptivos. Para los cónyuges sólamente son lícitos los actos sexuales conyugales. Y aquellos actos que eliminan por medios mecánicos o químicos la posibilidad de la transmisión de vida no son actos conyugales, sino contrarios a la naturaleza y a la verdad del matrimonio.
El cónyuge enfermo, por tanto, no puede lícitamente exigir la donación conyugal. Y el cónyuge sano no está obligado a acceder a esa petición si se produce, pues nadie está obligado a arriesgar su vida. Puede, sin embargo, acceder a ella, aun poniendo en peligro su vida, si muy graves razones –la continuidad del matrimonio, el mantenimiento de los hijos, etc.– se lo aconsejan. Vuelvo sobre el tema en el punto 4.
El Vademecum para los confesores sobre algunos temas de moral conyugal dice que «presentan una dificultad especial los casos de cooperación al pecado del cónyuge que voluntariamente hace infecundo el acto unitivo» (n. 13), y señala los motivos, modos y límites que pueden hacer lícita esa cooperación (Card. López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, 12-II-1997).
3.-La unión sexual extra-matrimonial es un pecado grave, que se agrava por el uso de anticonceptivos. Es doctrina largamente tradicional que el pecado de la fornicación se agrava cuando el acto sexual se realiza contra la naturaleza, es decir, haciendo imposible la procreación (Santo Tomás, STh II-II, 154,1 y 12). Cuando Dios hizo el matrimonio, creando hombre y mujer, creó el acto sexual en su forma propia de matrimonio, como donación mutua de amor total y definitivo, y como posible fuente de vida, que no puede cegarse por actos contraceptivos: eso es el acto sexual. Según esto, la fornicación es una parodia horrible, una profanación sacrílega del acto sexual, y si se realiza en forma anticonceptiva, peor todavía. Los fornicarios anticonceptivos destruyen en su acto el significado de amor unitivo indisoluble; pero destruyen también su posible fin procreativo, usando anticonceptivos. Es, pues, menos culpable ante Dios quien peca aceptando las consecuencias naturales de su acto malo, que el que evita aquellas consecuencias que estima enojosas, para poder pecar con más facilidad o por otros fines. El acto de la lujuria, realizado de ese modo, se desvía aún más del recto orden natural.
La fornicación anticonceptiva, por otro lado, como la experiencia histórica claramente confirma, ayuda a la ilimitada multiplicación de las fornicaciones. No es incurrir en un consecuencialismo moral reprobable el tener en cuenta la norma de discernimiento dada por Cristo: «por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,20).
–Ahora bien, hay una diferencia cualitativa entre la unión sexual matrimonial y la unión sexual extramatrimonial. La fornicación, y no digamos la violación, aunque mecánicamente realicen un acto semejante al de la unión sexual conyugal, son acciones cualitativamente distintas. Puede decirse que son contra-natura, es decir, contra lo que el Creador hizo al crear hombre y mujer, unidos para siempre en matrimonio, en libre amor abierto a la vida.
No parece, pues, algo indiscutible que aquello que es «intrínsecamente malo» en la unión conyugal haya de ser «intrinsecamente malo», de modo igual y necesario, en otras formas degradadas de unión sexual. Alegan algunos, concretamente, que esta doctrina moral no está directamente enseñada en el Magisterio apostólico, pues siempre que en sus documentos declara «intrínsecamente mala» la anticoncepción lo hace en el marco de «la unión conyugal».
La Iglesia, en efecto, enseña que todo «acto matrimonial en sí mismo debe quedar abierto a la transmisión de la vida» (HV 11). «Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador» (HV 12). Habla siempre el Magisterio, en efecto, de la obligación de mantener la apertura a la vida –es decir, niega absolutamente la anticoncepción– en los actos conyugales. Ahora bien, aunque esta objeción es considerable, entiendo que puede ser respondida suficientemente.
–El Magisterio apostólico se ha manifestado ya en el hecho de que nunca corrigió como falsa la doctrina de que la anticoncepción agrava el pecado del acto sexual extramatrimonial, siendo ésta ampliamente enseñada por los doctores católicos de la Iglesia. No es admisible que lo que durante muchos siglos la Tradición ha condenado en forma unánime un día el Magisterio apostólico lo admita. «La Iglesia del Dios vivo es columna y fundamento de la verdad» (1Tim 3,16). Ella y su doctrina son como un árbol, que crece manteniéndose siempre fiel a sí mismo, en perfecta homogeneidad continua. Pero también pueden citarse algunas declaraciones de la Autoridad apostólica, en este caso de España:
La Conferencia Episcopal Española, en una Nota de Prensa sobre el SIDA y el preservativo (19-I-2005), resumía la conversación habida entre el Secretario General de la CEE, P. Juan Antonio Martínez Camino y la Ministra de Sanidad y Consumo, Dña. Elena Salgado, analizando los métodos usados en la lucha contra el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual. Terminaba la Nota diciendo (los subrayados son míos):
«Esta declaración ha de ser entendida en el sentido de la doctrina católica que sostiene que el uso del preservativo implica una conducta sexual inmoral. Por eso, la Iglesia colabora eficaz y racionalmente en la prevención del SIDA promoviendo la educación de las personas para el amor conyugal fiel y abierto a la vida, tratando de evitar de este modo las relaciones indebidas y promiscuas, que dan lugar a las llamadas “situaciones de riesgo” sanitario. De acuerdo con estos principios no es posible aconsejar el uso del preservativo, por ser contrario a la moral de la persona. Lo único verdaderamente aconsejable es el ejercicio responsable de la sexualidad, acorde con la norma moral. En consecuencia, a diferencia de lo afirmado desde diversas instancias, no es cierto que haya cambiado la doctrina de la Iglesia sobre el preservativo».
4.- Usar preservativo, tanto en el acto sexual conyugal como en el acto sexual extramatrimonial, puede aminorar la culpabilidad, como mal menor o según la ley del doble efecto, cuando hay grave peligro de transmitir por el acto una grave enfermedad, como el sida o el ébola. Esta doctrina no es ciertamente segura. Quienes la mantienen argumentan que si está vigente el mandato divino «no cometerás actos impuros», también es un mandamiento de Dios «no matarás». En situación de grave enfermedad contagiosa, la conciencia obliga a no realizar el acto sexual, tanto dentro del matrimonio como «a fortiori» fuera de él. Pero si se realiza, el uso de un anticonceptivo puede aminorar la culpa del acto. Entrarían en conflicto para su realización práctica los dos mandamientos de Dios citados.
En todo caso es preciso recordar siempre que el recurso al preservativo no sólo es incapaz de frenar el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, sino que aumenta notablemente su difusión, a causa de la promiscuidad multiplicada que la anticoncepción ocasiona. Esta realidad está científicamente comprobada.
Reitero que el uso del preservativo para evitar contagios no es una doctrina totalmente segura, al menos en todas sus justificaciones, condiciones y límites, pues el Magisterio apostólico no la ha enseñado nunca con clara firmeza. Sin embargo, autores fidedignos así la enseñan.
Mons. Juan Antonio Reig Pla, actual Obispo de Alcalá de Henares, siendo Presidente de la Subcomisión de Familia y Vida de la CEE, y Decano del Instituto «Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia», después de reafirmar la maldad de la fornicación, enseñaba hace unos años: «Ahora bien, al pecado contra la castidad puede añadirse la connotación –nuevamente contraria a la moral– de provocar el riesgo de transmitir una enfermedad tan nociva como el SIDA. En estos casos (violaciones, adulterios, promiscuidad sexual, relaciones homosexuales y fornicación en general), el uso del preservativo no convierte estos actos siempre inmorales en buenos, pero, su uso podría disminuir algo la probabilidad de una ulterior consecuencia dañina y pecaminosa de un acto malo, a saber, el poner en serio peligro la salud o la vida del otro, debido, en concreto, al contagio del virus del SIDA u otra enfermedad de transmisión sexual.
«Pero dicho esto, “la conclusión NO ES: la Iglesia dice, por fin, que se puede violar o adulterar o fornicar o practicar la sodomía con preservativo”, todo esto constituye materia muy grave de pecado. La conclusión es que hay que vivir en castidad, es decir: abstinencia antes del matrimonio y fidelidad absoluta, respetando los aspectos unitivo y procreativo, una vez casados» (la Gaceta en intereconomía.com, reproduciendo entrevista de la revista Alba, 2005).
No se dice en ese texto –y no es cuestión chica– si esta ocasional permisividad del preservativo se extiende sólamente a las formas degradadas de sexualidad, que son enumeradas, o también a la sagrada unión conyugal del matrimonio.
5.- Puede ser lícito el uso de preservativos como defensa a la agresión de una violación. Aunque mecánicamente sean iguales los actos sexuales de un matrimonio o de una fornicación voluntariamente consentida o de una violación, es evidente que se trata en realidad de acciones diversas en su entidad moral. Una violación apenas puede considerarse un acto sexual humano, pues éste implica el amor y la libertad de quienes se unen, que sí se dan, aunque sea en forma muy deficiente, en la fornicación mutuamente consentida. Por tanto, más bien ha de considerarse como una agresión violenta e invasora, que lícitamente puede ser resistida en legítima defensa. Aquí en modo alguno se trata de una disociación culpable entre el amor unitivo y la posible procreación. Aquí estamos simplemente ante una agresión física más que ante propiamente un acto sexual.
El Sr. Cardenal Javier Lozano Barragán, siendo presidente del Consejo Pontificio para la Salud, decía sobre la licitud del preservativo ante una violación: «Por el mandamiento “no matarás” estamos obligados a no matar a nadie, pero al mismo tiempo a no dejarnos matar, es decir, a proteger nuestra vida. Tanto es así, que es doctrina tradicional de la Iglesia, que nunca ha cambiado, que para defender la propia vida inocente se puede llegar incluso a matar al agresor. Si el agresor tiene el virus Ébola, gripe o sida, me tengo que defender del sida. ¿Cómo me defiendo? Con el medio más apropiado. El que yo considere: ¿que es un garrote?, con un garrote. ¿Si es una pistola?, con una pistola. ¿Con un preservativo? Si es eficaz para defenderme, sí, en este caso de injusta agresión» (Zenit 4-II-2005).
6.- Puede ser lícito el uso de preservativos en una relación homosexual, haya o no peligro de contagio de una enfermedad. Esta relación, ciertamente, es de suyo gravemente pecaminosa. Pero de tal modo se sitúa contra el orden natural y contra la doctrina de la Iglesia, que, sobre todo en casos de enfermedad contagiosa, nada desaconseja el uso de preservativos, pues éstos, obviamente, 1. pueden, sólo en alguna medida, evitar un daño, que probablemente se producirá con la reiteración, 2. obviamente no impiden una posible procreación, y 3. tampoco el prescindir de ellos haría más conforme a la naturaleza un acto que nada tiene que ver con la sexualidad humana, pues es absolutamente contra-natura.
7.- Cito a continuación algunos textos, publicados la mayoría en estos días, que contienen mezcladas afirmaciones verdaderas, erróneas o dudosas. Señalo en cursiva aquellas que estimo menos aceptables. Pero al leerlos adviértase que a veces, en la misma ocasión el autor habla por una parte del uso de preservativo en «los actos fuera del matrimonio», aludiendo en seguida a «un posible contagio» de grave enfermedad, de modo que trata en forma unitaria objetos morales distintos, que exigen diversos discernimientos. Esta falta de distinción es comprensible, tratándose de entrevistas o de ciertos escritos ocasionales poco medidos; pero no por eso sus efectos son menos desastrosos: la confusión del pueblo cristiano; la convicción de que no se sabe nada con certeza; la conclusión de remitirse sólo a la propia conciencia. El que no distingue, confunde.
–«Si el uso del preservativo en el uso de la sexualidad fuera del matrimonio, puede evitar la enfermedad, entonces es menos malo (justificable) que se use». «En las actuaciones concretas en este uso banal del sexo, puede ser mejor utilizar el preservativo algunas veces»… «¿Es mejor o peor que se dé lugar a la concepción de unos niños fuera del ámbito matrimonial? A mí me parece que mejor no sean concebidos. En este sentido, y en el de la no transmisión de una enfermedad es la situación en la que puede hacer menos daño utilizar un preservativo que no utilizarlo».
–Entrevista: «… en los casos en que ni la abstinencia ni la fidelidad se han podido seguir, que es por la vía que apuesta la Iglesia, existe esta última opción. Una persona puede hacer uso del preservativo de forma responsable para no contagiar ni producir un mal que dañe la vida. Las declaraciones entran dentro de la tradición de la teología moral de la Iglesia. Para ésta el acto sexual se entiende dentro del contexto de una relación conyugal. Ahí es donde se aplica la moralidad» que la Iglesia enseña.
Sigue preguntando el entrevistador: –«Entonces el pecado se comete al practicar sexo fuera del matrimonio, pero no al usar el preservativo cuando se comete este pecado». Responde: –«Efectivamente, el preservativo es un mal menor que evita un posible contagio». Nótese que a la clara pregunta se da una clara respuesta: Efectivamente. Y que al punto, desviándose ya de la pregunta, el entrevistado adjunta a esta cruda respuesta «el riesgo posible de contagio», que suaviza la respuesta, pero que se sale del tema cuestionado.–«Toda relación sexual entre dos personas del mismo sexo o entre un hombre y una mujer no casados entre sí es contraria a la norma moral, custodiada por la virtud de la castidad. Esta calificación no se ve afectada por usar o no usar preservativo».
No me parecen conformes esas tesis con la Tradición católica y el Magisterio apostólico. Siguiendo esa doctrina podrá ocurrir, por decirlo con un ejemplo, que un padre de familia muy cristiano diga al hijo que sale de fiesta en la noche: «¿Ya llevas preservativos? No cometas fornicación, por el amor de Dios, que es un pecado mortal. No te dejes tentar por alguna muchacha desvergonzada, como hay tantas. Pero por si caes en la tentación, lleva por favor preservativos». Esto implica sin duda un cambio radical en la tradición católica.
Someto al juicio de la Autoridad apostólica todo lo que he expuesto, y a cualquier doctrina mejor fundada. Y en caso de ser en algo corregido con verdad, daré publicidad a la corrección en este mismo medio católico de comunicación.
José María Iraburu, sacerdote
Post post.– Aconsejo el artículo de Juan José Romero, El preservativo y el consecuencialismo, en el que recuerda muy oportunamente la doctrina de la encíclica Veritatis splendor, aplicándola a estas cuestiones, publicado en InfoCatólica 23-XI-2010.
Índice de Reforma o apostasía
51 comentarios
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JMI.- Es posible, Luis Fernando, que lleguen a este artículo bastantes comentarios, algunos planteando casuísticas complicadas o analogías muy aventuradas, que sólo podrían ser aceptadas o rechazadas con gran esfuerzo y con muchas líneas de escritura. Yo este fin de semana, comenzando esta noche por una vigilia de la Adoración Nocturna, voy a estar harto ocupado. Y no me será posible entrar en debate polémico. Ya me disculparán.
Sobre Sto. Tomás acaba de surgir una cuestión si se usa su esquema y su catalogación de los pecados en STh II-II, 154
Si el preservativo se iguala así tan comodamente a lo anti-natura que propone Sto. Tomás, se deriva inmediatamente que es más grave un acto con preservativo con la misma esposa que una violación, un adulterio o incluso un incesto con la propia hija menor, siempre que sea sin preservativo.
A mí esto honestamente no me convence y me chirría.
Pero es preciso lo que digo y además bien claro:
Artículo 12
..
"Respondo
...Así, pues, dado que en los vicios contra la naturaleza el hombre obra contra lo que la misma naturaleza ha establecido sobre el uso del placer venéreo, sigúese que un pecado en tal materia es gravísimo. A CONTINUACIÓN viene el incesto, etc, etc"
Un preservativo con la esposa o novia, tanto da, deja ese acto al nivel del bestialismo o de la sodomía.
Puede ver todo el texto de Sto. Tomás, pero yo creo honestamnete que esa clasificación no es certera.
Debería haber una clasificación "intrínsecamente" contra natura, hombre- hombre u hombre-animal
y otra cosa "desnaturalizada", pero nada de "anti-natura" por usar un término que acabamos de escuchar, que recogiese un acto "natural" : hombre-mujer, pero con un elemento de anticoncepción incorporado.
Es claro que la union de una bestia con un hombre no se parece en mucho a la unión (plastificada) entre un hombre y una mujer, esposo y esposa.
Además, cuando leo las encíclicas, parecen completamnete alejadas del esquema y terminologías dominante en Sto. Tomás (y los que le siguen en este asunto).
En fin, como nada de eso es Magisterio, esperemos a ver qué dice el Santo Padre o la CDF. Es un tema interesante.
De nuevo, gracias Padre.
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De Sto. Tomás, Summa, añadiendo el preservativo como "anti natura", (cosa que no me queda nada claro que se quiera hacer), y siguiendo su esquema, resulta inmediatamente esto:
http://hjg.com.ar/sumat/c/c154.html#a11
En un mismo grupo de pecados, los anti natura, los más graves de todos, estarían:
- Bestialismo, sodomía y usar preservativo (con la novia o esposa, tanto da).
Y por otro, los "normales", SIEMPRE menos graves que los anteriores:
- Incesto, violación, pederastia hetero, adulterio, fornicación etc.
Querido Padre Iraburu:
Su artículo comienza bien (n° 1-2) pero termina mal(termina mal, debilitando la doctrina cierta):
"Reitero que el uso del preservativo para evitar contagios no es una doctrina totalmente segura, al menos en todas sus justificaciones, condiciones y límites, pues el Magisterio apostólico no la ha enseñado nunca con clara firmeza."
El magisterio de la Iglesia no enseña ni puede enseñar doctrinas contrarias a moral cristiana, aunque sea de manera menos cierta. Cada cita que da usted, son opiniones vertidas por importantes miembros de la jerarquía, pero hablando a título totalmente personal. Por eso, no se trata, de cosas enseñadas no con poca firmeza, sino de cosas que nunca han sido dichas oficialmente.
Por otra parte, no hay que entramparse con que la distinción de pecados según naturaleza y contra naturaleza, sería asunto de meros teólogos,aunque muy respetables. Se trata más bien, de la enseñanza del magisterio ordinario y universal de la Iglesia, que también se da por medio de ellos.
¡Que María Sede de la Sabiduría, nos ampare a todos!
Advierto además una cosa: la única doctrina que autorizaría la tesis del punto 4 es la del doble efecto, y su aplicación para este caso no ha logrado justificarse a la fecha, a pesar del pedido de analisis efectuado al Dicasterio romano que preside el Cardenal Lozano Barragán..
Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo, Sabiduría Eterna, que ilumine a nuestros pastores para alcanzar a ver la verdad y ratificarla de forma segura. La vida y la conciencia de muchos hijos de Dios está en juego.
Algún bloguero ya ha contestado a la cuestión 154 de Sto. Tomás, diciendo que se toma una cosa, pero no hay que hacer caso excesivo de las clasificaciones.
Por favor, un poco de seriedad en todo esto. Sto. Tomás no emite frases, son bloques de pensamiento, todo sintético y preciso. Lo uno se deriva de lo otro. Aquí no hay mantras publicitarios ni espirituales.
Si se admite un trozo, se admite lo que sigue, porque todo parte, para colmo de su importancia de lo más elevado -la salvaguarda de la naturaleza según los designios de Dios-. Hablamos de cuestiones anti-natura.
Si se admite su esquema, incorporándole el preservativo, inapelablemente una pederastia incestuosa (hetero) es mucho menor pecado que un acto conyugal con preservativo.
Y la gravedad de los pecados, no es un lema, siginifca que mientras más graves y más numerosos, mayor es el dolor y la ira de Dios acumulada.
Estaríamos así, nadie lo dude, ofendiendo a Dios por preocuparnos de unos pocos casos de pederastia no demasiado graves si son heterosexuales (¿para ayudar a "la Iglesia PUBLICITADA"?) mientras es rampante lo más grave y numeroso de todo que sería la fornicación masiva con preservativos.
A ver si alguien se toma esto con la seriedad que merece.
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l) An usus imperfectus matrimonii, sive onanistice sive condomistice (seu adhibito nefario instrumento vulgo 'condom') fiat, prout in casu, sit licitus?
2) An uxor sciens in congressu condomistico possit passive se praebere ? Resp. (decr. 6., publ. 19 avril):
Ad 1) Negative; est enim intrinsece malus.
Ad 2) Negative; daret enim operam rei intrinsece illicitae.
El uso del condón en el acto matrimonial fue considerado intrínsecamente malo por el Santo oficio.
¿Habría que considerar la doctrina expresada en el punto 4 como "poco segura"?
Saludos.
Tomado del Denzinger, versión publicada:
http://catho.org/9.php?d=byg#c4z
(Gentileza del Cnel. Kurtz).
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Esto es clave, para insistir en el punto.
Sto. Tomás al clasificar el bestialismo y la sodomía como contra natura, no hace sino seguir enseñanzas de la Sagrada Escritura cristalinas. Y todas asumidas por el Magisterio. Ahí están las citas del Denzinger sobre bestialismo y sodomía y otras muchas más.
La sodomía (rampante) es uno de los cuatro pecados que "claman al cielo", pecado anti natura y nefando por antonomasia. Sagradas Escrituras.
Incluir dentro de ese grupo anti natura, que es cosa de la Sagrada Escritura y del Magisterio, el uso del preservativo tan alegremente, lleva necesariamente a lo mismo.
El esquema de Sto. Tomás no se puede romper si no se rompe entero.
Y o caemos nosotros en la sensiblería que denunciamos lleva al relativismo, o asumimos y enseñamos objetivamente que ofende más a Dios un preservativo entre esposos que una pederastia incestuosa o una violación o un adulterio.
No se puede salir de ahí, no hay escapatoria alguna, si se incrusta en 154 el preservativo o se asume ese 154 por el Magisterio o la misma enseñanza tradicional.
Las cosas, tienen sus consecuencias y hay que asumirlas.
Si no captas la diferencia entre estas dos expresiones, estarás en una nebulosa mental permanente y no entenderás nada del Aquinate.
Hombre, es notorio que te supera, déjalo...
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Hombre!, me alegro mucho que por fin te importe si las cosas son dentro o fuera del matrimonio.
No voy a poder agradecerle al Pater Iraburu lo bastante lo que me voy a ahorrar de tiempo desde ahora....
:-))
De hecho, ya salió a la luz un artículo de un destacado vaticanista donde se hace público el estudio (http://chiesa.espresso.repubblica.it/?sp=y) de un profesor de la universidad de la santa Cruz en Roma, sacerdote de la Obra, el padre Rhonheimer, donde no es sólo el preservativo sino el diafragma y las pildoras anovulatorias que pasan a no ser censuradas fuera del matrimonio... y por su puesto, que dentro del matrimonio el preservativo también los es, si hay sida!
También, no es en vano que se niegan los fines 1 y 2 del matrimonio, así como del acto de la generación.
¡Virgen Santa ampáranos!
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Je, je, je
Pues anda que no ha tenido ocasiones de citarla cuando parece lo más conveniente: Humanae Vitae, CIC, Veritatis S, Persona Humana... etc, etc.
Honestamente Padre, mientras las leí y buscaba encontrar un vestigio de esa enseñanza tradicional que usted cita, mi sensación era cada vez más rara.
¿Como es posible que, aunque sea por despiste, no se les haya escapado "acto sexual" y así puedo al menos citarlo "por si cuela" en la discusión?
No es por llevarle la contraria, porque nadie más ardoroso defendió eso que yo hace poco, es que tiene toda la pinta de haber sido evitado cuidadosamente, a propósito desde hace mucho, mientras, quizás por motivos pastorales evidentes, se permitía la circulación de esa doctrina "tradicional".
No encontraba ni un párrafo ambiguo, que ya parece difícil la cosa, donde mezclase "un poquito" lo conyugal con lo meramente "sexual", que al fin y al cabo se parecen en mucho, por decirlo jocosamente.
Es muy difícil que me convenza que el Magisterio ya se ha pronunciado "no condenando" lo antes enseñado, porque lo que yo veo , incluso ahora, es un exquisito cuidado en no asumirlo. Lo que está muy lejos, por otra parte, de pasarse al lado contrario, que sería decir que evitar la concepción de una fornicación sería un acto virtuoso.
Usted mismo, y todos, pueden verlo continuamente. A algunos en el Vaticano se les puede ir la mano por el lado "no tradicional", y sin embargo jamás se ve nada que lo reafirme, ni siquiera por error o despiste. Y al Papa tampoco.
Las cosas, como las veo.
Yo, la próxima vida tambien quiero ser anarco- tradicionalista, y quitarme estos corsés papistas que no dejan expresarse a mi propio-yo-interior-por-descubrir .-))
1) Ya te he dicho que primero debes entender "simpliciter" y "secundum quid". Después, hacer la comparación.
"Simpliciter" puede ser más grave robar 4 que 40; "secundum quid", lo contrario. Y no hay contradicción.
El tema te supera por completo, pero eres pertinaz.
2) Y lo del Denzinger sólo está destinado a reforzar el argumento sobre la conveniencia de reformular el punto 4 de padre Iraburu. Porque la reiteración por más de un siglo de una misma sentencia tiene un peso especial.
Que Dios te ilumine, porque la voluntad te ciega.
Y no solo no me importa replantearme muchas preguntas, sino que tampoco me cierro a considerar las respuestas.
Es más, como creo que el Papa lo hace queriendo para eso mismo, pues entro a saco.
Ya me puede condenar (:-))), pero me hago abiértamente estas preguntas:
¿Y si resulta que a Dios no le importa demasiado que los "fornicadores" no vayan dejando hijos sueltos por ahí y etc etc?. ¿?
Igual tiene su lógica, engrandece, y mucho, a la Iglesia Doméstica, y la separa mucho más de cualquier otro "amor" extramatrimonial. Pero claro, crea hábito de antinatalismo en la sociedad y encima promociona la propia promiscuidad...etc. Las cosas son complejas.
Lo que más me ha gustado leer del Padre Iraburu es eso de separar radicalmente las dos realidades, por más que se parezcan en lo físico y en sus consecuencias.
- Un santo hogar, lleno de amor, compromiso, fidelidad, como el nido ideal para que sí o sí, nazcan todos los hijos que Dios quiera.
- Un sucio apareamiento sin amor, sin compromiso alguno, sacrilegio de Templos del Espíritu Santo etc, etc.
Son realidades tan distintas, pensándolo bien, que a pesar de las ambigüedades, está bien que el Magisterio no las mezcle.
Luego, un infinito campo intermedio.
Si uno acepta que el Magisterio no asume que la antinatalidad fuera del matrimonio añada gravedad de pecado, obviamente el campo queda libre para muchas cosas. Pero no necesariamente malas todas....
Todavía no he visto a un solo Obispo clamando POR la Virginidad en público y alabando ese estado y promocionándolo, mientras
perdemos un montón de tiempo en CONDENAR los preservativos, una y otra vez, lo cual no sirve de mucho, visto lo visto hasta ahora.
Igual el Papa tiene un plan.....
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Que sí que sí, Ya.
Pero es que las cosas son más sencillas, y yo entiendo que te gusten, pero a mí me cuesta entender que me tengo que tragar como "enseñanza tradicional", sí o sí, que un incesto con la propia hija menor sea menor pecado objetivo que un acto conyugal con la esposa con un preservativo de por medio.
¿Que tú dices que eso depende depende?. Sto. Tomás es taxativo: será SIEMPRE así.
Si es que te da la gana leerlo.
http://corazoncatolico.blogspot.com/2010/11/la-verdad-sobre-el-papa-y-los.html
Según mi opinión, esta es una aclaración bastante buena de sentido de las palabras "polémicas" del Santo Padre.
Le agradezco su artículo, D. Iraburu ya que expone muy bien lo que se conoce por la Tradición de la Iglesia.
En fin siempre viene bien artículos como estos para conocer la verdad. Es cierto que en la casuística siempre se podrán añadir matices de índole accidental. Pero la substancia de la doctrina católica está aquí bien tratada.
Gracias J.M.I.
La explicación es que un acto malo en sí no puede atenuar la responsabilidad, o hacer menos malo otro acto malo.
Sólo un acto bueno-, dentro de un complejo de actos malos, podría atenuar la culpabilidad. Como una luz entre tinieblas, por así decir. Y este no es el caso.
Nunca se puede realizar directamente un acto malo aunque el fin sea bueno. A lo sumo, se pueden tolerar un efecto malo, pero como de una causa buena.
La opción a elegir en estos casos siempre es abstenerse de relaciones sexuales.
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La solicitud por la salud del otro es un acto bueno, una luz entre tinieblas. Imaginemos un contexto donde la sexualidad se separe de su fin natural - porque se trata de una relación homosexual o de una relación heterosexual no abierta a la vida - . Cuando esas condiciones ya están "previamente", por decirlo así, presentes, entonces el recurso añadido del preservativo, usado como mera prevención frente a la transmisión posible de una enfermedad, es una primera luz. Muy insuficiente, pero es algo.
la razón es la doctrina de la superioridad intrínseca de la virginidad y el celibato sobre el matrimonio.
Cuando sea necesario abstenerse de relaciones sexuales, esta abstención, a modo de ofrenda, se convierte en una fuente de perfecciones y gracias.
No podemos olvidar que en casos difíciles de evaluación moral, se debe tener en consideración lo perfecto, lo mejor, lo que más agrada a Dios.
Entre abstenerse y usar un preservativo, hay un verdadero abismo moral.
Así, este celibato forzoso, pero ofrecido con sentido sobrenatural, tiene un valor inmenso en la santificación de los cónyuges.
En cambio, realizar cualquier acción mala, como usar un preservativo, es siempre negativo.
"Cuando esas condiciones ya están "previamente", por decirlo así, presentes, entonces el recurso añadido del preservativo, usado como mera prevención frente a la transmisión posible de una enfermedad, es una primera luz"
Pero el anticonceptivo, en una relación heterosexual no abierta a la vida, como dice, es un mal intrínseco. Es un atentado contra el quinto mandamiento. Es un agravante. Lujuria consumada contra natura, más grave que lujuria consumada según naturaleza.
"el que evita el hijo, cegando las fuentes de la vida, corta las manos de Dios e impide que llegue a la vida una persona que podría gozar eternamente de una felicidad inmensa" Curso de teología Moral, Editorial Palabra, pág.170
"trocar el uso conforme a la ley natural por el que es contra naturaleza es un crimen nefasto en sí mismo" (San Agustín, De bono coniug.XI)
No se debe cometer un acto malo con fin bueno.
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Padre, quizá en estos términos se plantea algo confuso, ya que nos estamos centrando sólo en los efectos y no en las causas. Me explico:
1. En primer lugar, el anticonceptivo no es el que impide la transmisión de la enfermedad, sino que el medio sanitario que la impide es además un método anticonceptivo (si lo vemos exclusivamente desde el punto de vista de la intencionalidad.)
2. Por lo tanto, si nos atenemos correctamente no sólo a la intencionalidad, sino al acto externo objetivo, ambos efectos son inseparables del acto moral.
3. Luego ateniéndonos a términos católicos, siempre es un agravante el uso de un mal (la anticoncepción), para prevenir un bien (el contagio de una enfermedad mortal.) Pero...
4. ¿Y si nos atenemos a las causas que dan lugar a esta confluencia de efectos en un único acto moral? Me explico: nos encontramos ante un caso en el que, a priori, la facultad procreativa está biológicamente lastrada por un efecto nocivo, que puede llegar a ser mortal.
5. Una posible atenuación no radicaría entonces, necesariamente, en el acto en sí, que deriva en una ley de doble efecto, sino en la causa: el hecho de que en la propia facultad procreativa haya un mal inherente: la transmisión de una enfermedad mortal.
6. Quizás nos hemos centrado demasiado en las consecuencias del Sida en cuanto enfermedad de transmisión sexual, y en la aparente contradicción de doble efecto que plantean sus soluciones sanitarias. Pero podemos ver el Sida no sólo en cuanto enfermedad en sí misma, que causa la muerte para quien la padece, sino ADEMÁS como un daño a la propia facultad procreativa de quien lo padece, que la envilece causando muerte. Es decir, considerar que los enfermos de Sida no sólo lo son en la enfermedad en sí, sino enfermos en su función procreativa.
7. Por tanto quizá la falta de libertad procreativa que a priori adolece el afectado, sea en sí mismo el atenuante, y no tanto el acto mediante el cual se evitaría el contagio.
Además del contagio conyugal, está la posibilidad de transmisión del VIH al feto.
Creo que considerar todo acto anticonceptivo como intrínsecamente malo, sin tener en cuenta si el acto se realiza dentro del contexto de una relación sexual matrimonial o extramatrimonial, es un rigorismo que puede conducir a extremos inhumanos.
Hagamos un experimento mental. Supongamos que existiera una "píldora del día después" que, con plena certeza científica, tuviera sólo efecto anticonceptivo, no abortivo. Eso no existe, pero supongamos que se inventara. Y supongamos que la hija de Pablo es violada. ¿Debería Pablo abstenerse de dar a su hija esa píldora porque estaría realizando un acto intrínsecamente malo? ¿Es moralmente obligatorio permitir que una violación esté abierta a la transmisión de la vida? ¿No se trata más bien de una agresión injusta que se tiene el derecho y hasta el deber de repeler? En este caso hipotético, ¿el acto anticonceptivo no sería más bien una defensa contra la continuación de la agresión?
Por razones análogas a ésta, las condenas de la anticoncepción como un acto intrínsecamente malo que ha hecho el Magisterio de la Iglesia siempre se han referido a las relaciones conyugales.
Eso no quita que la anticoncepción pueda ser mala también fuera del matrimonio. Pero no sería un acto intrínsecamente malo en cualquier circunstancia.
"Por razones análogas a ésta, las condenas de la anticoncepción como un acto intrínsecamente malo que ha hecho el Magisterio de la Iglesia siempre se han referido a las relaciones conyugales"
Me temo que no es así, de ninguna manera.
Recuerde: lujuria consumada contra natura.
Atentado contra el quinto mandamiento, aparte del sexto y noveno.
Defender la integridad corporal de una invasión coactiva no es un acto moral directamente contraceptivo. Objetivamente, se trata de un acto de legítima defensa; no hay acto moral esterilizante, que es la destrucción directa de la fertilidad de un acto sexual humano.
Sólo a nivel físico cabe una analogía entre la violación y la simple fornicación; así como sólo a nivel físico cabe analogar la patada mortal de un caballo con la patada homicida del karateca, o con la inyección letal del médico homicida.
Quien es envenenado mediante inyección coactiva, puede legítimamente prevenir el envenenamiento mediante la toma preventiva de un antídoto (que puede tener como efecto no querido, la infertilidad) así como podría emplear un medio para desalojar de su cuerpo un veneno invasor, o neutralizar su efecto (que puede tener como efecto no querido, la infertilidad).
La semejanzas no son suficientes por dos principios que falta conjugar: a) legítima defensa de la integridad corporal; b) doble efecto.
Saludos.
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Daniel,
Cuando decimos "acto intrínsecamente malo", explicitamos que es en cualquier circunstancia...
Previamente habría que definir acto anticonceptivo. Luego, si el acto es malo por su objeto, lo será con independencia de las circunstancias.
Saludos.
un acto intrinsecamente malo por su objeto no puede volverse bueno por las circunstancias.
Por tanto el acto unitivo no abierto a la vida es intrinsecamente malo (Magisterio) y las circunstanmcias pueden sólo atenuar la maldad de la acción, pero nunca cambiar su calificación moral.
Luego el uso de medios anticonceptivos es pecado de extrema gravedad y las circunstancias (No mataras) sólo atenuan, pero no corrigen, la maldad del acto.
Desde una visión positiva de la sexualidad en el matrimonio, será buena cuando se renuncie al acto conyugal en una vida que busca el camino de la santidad tambien en la castidad conyugal cuando las circunstancias lo pidan (no mataras).
En definitiva, lo que ha sido la guía de la teología moral en la Iglesia desde los Padres a Doctores.
Pareciera, ahora, que para un sector de teólogos, el uso de la Sagrada Escritura, el Génesis y la tradición, se hayan relegado sólo "para católicos", creando otra Moral en paralelo basada en la psicología, la casuística y todo esto lo justifican débilmente usando como base una parte del magisterio eclesiástico que lo dedica al acto conyugal principalmente.
Tanto el acto sexual (fornicario) como el acto conyugal (unitivo), tienen el objeto de la procreación como parte intrínseca del acto, es parte de su naturaleza para la perpetuación de la especie, el ordenamiento de la prole y eso lo afirma desde el Génesis, desde la Creación y desde:
"Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: creó varón y hembra; les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra..» (Gn 1, 28)
Por eso un acto que no está abierto a la vida es objetivamente malo, contrario a la naturaleza del acto sexual lo haga quien lo haga. Otra cosa es la estructura del pecado y los atenuantes que se toman en consideración, el voluntariado, la intención, la ignorancia, pero no como objeto moral que es invariable.
¿Ley Natural (que no necesita de la fe sobrenatural) de dos vías basada en estilos de vida según la casuística?
Oh, please… a ver si ahora el sacrificio del Señor por la redención del hombre y el pecado, va a ser sólo aplicable para un selecto club segregado.
A ver si ahora la misión evangelizadora de la Iglesia, que es precisamente la de salvar al hombre, se va a convertir en 2 vías de salvación ad-hoc porque resulta que hay que tomar la estructura del pecado y sus atenuantes en el plano subjetivo y elevarlo a la categoría de moral objetiva , olvidándose de la diferencia entre la recta ratio factibilium y la recta ratio agibilium.
Martín, una pista: para definir el pecado de "anticoncepción", hay que definir "acto sexual". Por eso, no es "anticoncepción" propiamente el acto de legítima defensa que ejerce la mujer violada. Porque no hay acto sexual. Por eso, no es "coitus interruptus" que una mujer a la que han empezado a violar logre escapar de los brazos de su violador
Pareciera que hay una ley natural para los matrimonio cristianos y otra para las uniones concubinarias...
Saludos.
De acuerdo. Creo que está implícito en mi mensaje (27/11/10 11:43 AM) a Daniel Iglesias.
Saludos.
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800 posts y no se quiere enterar hasta de lo mismo que el Padre Iraburu ha reconocido:
No se encuentra en el Magisterio por ninguna parte que la anticoncepción en una aberración como la fornicación sea contraria a la Ley Natural.
La Iglesia en su Magisterio restringe sus enseñanzas sobre la Ley Natural EXCLUSIVAMENTE al ámbito matrimonial.
Otra cosa son enseñanzas "tradicionales" de teólogos y moralistas que no han querido ser asumidas (hasta ahora y quien sabe si lo serán) por el Magisterio.
Ayudaría mucho a todos, incluido yo, que tratases de explicar y argumentar por qué se debería incluir la apertura a la vida en cualquier acto sexual como algo de Ley Natural.
Si no Luis, todo tu ejercicio es un triste acto de razonamiento circular que no lleva a ningún sitio.
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JMI.- Advertencia.Sólo he podido entrar algunos ratos desde que publiqué el artículo. Y únicamente he tenido que negar el paso a tres o cuatro comentaristas agresivos o no pertinentes. Pero en adelante voy a ser más restrictivo. Comentarios como el anterior de Luis Manuel, en los que, sin contribuir con ninguna luz ni argumento, simplemente se dan patadas irónicas, serán en adelante eliminados.
Y muchas gracias especialmente a los comentaristas , que han dado muestras de haber leído y entendido mi artículo, sea que lo aprueben, que lo maticen o que objeten en contra.
Sin embargo, veo que algunos de ellos entran una y otra vez con sus comentarios diciendo siempre lo mismo. También a ellos les ruego que no entren si realmente no tienen algo nuevo que aportar al debate.
Gracias.
"La intención creadora de Dios va ligada al acto conyugal, y por lo tanto al matrimonio. Forma parte de la ley natural, es decir que corresponde al matrimonio natural. El matrimonio canónico y sacramental sigue siendo un matrimonio natural, pero elevado por la gracia a sacramento entre los bautizados... ****Fuera de el acto conyugal no puede haber voluntad creadora de Dios, porque entonces Dios se contradiría a sí mismo al expresar una voluntad positiva como consecuencia de un acto que Dios no puede ni concebir, pues va contra su voluntad.***"
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Está recogida de un blog de Bruno, y yo mismo argumentaba contra él, y entonces se me pasó la profundidad del comentario, que marco entre estrellitas.
Ahonda de nuevo en que el Magisterio hace tales diferencias entre acto conyugal y el acto sexual [algo objetivo] que ni siquiera se pueden considerar como parecidos, y por eso argumenta como argumenta [subjetivamente] en contra de que pueda existir esa Voluntad Creadora de Dios en una fornicación.(añado yo: a pesar de que mecánicamente nos parezcan igual de manera intuitiva)
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JMI.- Catholicus, al parecer, no se ha enterado de lo que digo. Pues dice lo contrario sin molestarse en refutar lo que yo presento como enseñanza de la Iglesia.
Lleva varios días repitiendo incansablemente sus argumentaciones en diversos blogs. Yo creo que le conviene un descanso. Al menos en éste.
El Padre dice:
"La unión sexual extra-matrimonial es un pecado grave, que se agrava por el uso de anticonceptivos. Es doctrina largamente tradicional que el pecado de la fornicación se agrava cuando el acto sexual se realiza contra la naturaleza, es decir, haciendo imposible la procreación"
"No es admisible que lo que durante muchos siglos la Tradición ha condenado en forma unánime un día el Magisterio apostólico lo admita"
Y Catholicus dice:
"800 posts y no se quiere enterar hasta de lo mismo que el Padre Iraburu ha reconocido"
"No se encuentra en el Magisterio por ninguna parte que la anticoncepción en una aberración como la fornicación sea contraria a la Ley Natural"
Es decir, el Padre Iraburu escribe un artículo para decir exactamente lo contrario de lo que viene sosteniendo ad nauseam Catholicus desde hace días, y él cree que el artículo confirma su posición.
Ni el Papa, el cual no ha dicho en su libro absolutamente nada contrario a la doctrina o moral de la iglesia. Nada.
Yo le agradezco en general este artículo, padre. En otros podremos estar más o menos de acuerdo. No suelo participar demasiado en diferentes blogs, pero es mi deber agradecérselo.
Dentro del respeto a las diferentes opiniones o corrientes de pensamiento, leer ciertas cosas provenientes de católicos hacen hablar a las piedras y al más cauteloso del mundo.
Explicar qué es la Ley Natural, la que es inherente a los seres humanos porque compartimos unas características, una naturaleza, una esencia, y que no depende de la variabilidad de la conducta humana o del pecado, sino independiente de ella, produce perplejidad.
Y tener que recordar que la Ley Natural, para todo hombre desde la creación del universo, participa en la Ley Divina a través de la razón (recta ratio), es recordar el A-B-C de la teología y evangelización de la Iglesia, aunque seamos conscientes que la recta ratio se ve afectada por la naturaleza caída, por circunstancias externas que la deforma y por otras causas.
Cordiales saludos, padre. Hasta otra ocasión y thank you
1.- Compruebo que más o menos los mismos comentaristas llevan varios días repitiendo lo mismo en distintos blogs. Yo creo que las posiciones se han expuesto muy suficientemente de un lado y otro tanto en éste como en otros blogs.
2.- No me es posible seguir pendiente del ordenador para atender debidamente el flujo de comentarios. Tampoco me agrada dejarles esperando mi pase. Y más me desagrada no poder ir respondiendo sus dificultades. Pero no alcanzo a tanto.
3.- Algunos se han excusado por el destemple de alguna de sus intervenciones. Abrazo y paz en Cristo.
Muchas gracias a tantos comentarios, que muestran con mayor o menor acierto de ideas, su amor a la verdad de Cristo y de su Iglesia. Dios se lo pague a todos.
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