(65) Voluntarismo semipelagiano –V. aún más síntomas. y 4
–¿Más síntomas todavía?
–En una casa edificada sobre un fundamento torcido, todo está mal: puertas y ventanas no se abren y cierran bien, el suelo es cuesta arriba o cuesta abajo, y las personas se tambalean al andar, etc. Un horror. Es lo que sucede en la casa espiritual semipelagiana. Todo en ella está más o menos torcido y malentendido. Por eso sería una tarea de nunca acabar ir señalando las innumerables consecuencias negativas que causa en la vida cristiana. Así que voy a terminar ya el tema con este artículo, aunque resulte un poquito largo.
Dios no te puede pedir. Allí donde se generalice un tanto en la cultura cristiana el Dios te pide, no tendrá nada de raro que, con un poco más, se dé el paso al Dios no te puede pedir. Cualquier contradicción en el pensamiento cristiano puede esperarse en cuanto se aleja de la verdad católica. Las dos actitudes, que son ciertamente contradictorias, coinciden en que centran la vida cristiana en la voluntad, la parte humana. Por el contrario, los católicos reconocemos la iniciativa absoluta de la gracia de Dios, a la que el hombre debe una docilidad incondicional, que no resiste ni pone nunca límites a lo que Dios quiera darle en su infinita misericordia.
Un buen número de moralistas católicos saben perfectamente aquello que Dios no puede pedir a los cristianos. Y elaboran planteamientos –conflicto de deberes, opción fundamental, mal menor, etc.– que permitan evitar en buena conciencia el martirio y la fidelidad a ciertas normas morales, como las que prohiben la anticoncepción, al menos en ciertos casos. «Llevan ustedes casados diez años y tienen ya cinco niños. Dios no les puede pedir que eviten los anticonceptivos».
Otros maestros espirituales –éstos, a lo mejor, muy estrictos– saben también perfectamente aquello que Dios no puede pedir a los fieles laicos, alegando la secularidad que Él quiere en sus vidas.
«Usted es una señora seglar, madre de familia, con muchas responsabilidades y trabajos. Por tanto, Dios no le puede pedir que haga una hora diaria de oración y menos aún que practique mortificaciones corporales». Prohibido. El director voluntarista, y más después del Vaticano II, sabe perfectamente lo que es un laico, y lo que Dios puede o no puede pedirle sin desmedro de su secularidad. Desde luego, con una espiritualidad semejante no tendríamos la maravilla de una Concepción Cabrera de Armida (1862-1937), madre mejicana de ocho hijos, fundadora de las Religiosas de la Cruz, de los Misioneros del Espíritu Santo y de otras asociaciones para laicos. Ella tuvo la dirección espiritual de Mons. Luis Mª Martínez, Arzobispo Primado de Méjico, gran maestro de espiritualidad católica (1881-1956). De ella cuenta su biógrafo, el P. Treviño, M. Sp. S.: «todas las noches dedicaba cerca de dos horas a la oración, interrumpiendo el sueño. Gustaba de unir a esta oración alguna penitencia, como hacerla postrada en el suelo, con una corona de espinas en la cabeza» (Concepción Cabrera de Armida, La Cruz, San Luis Potosí 1987, 7ª ed., 108). Semejantes «excesos» sólamente pueden ocurrir cuando la libertad del cristiano se abandona incondicionalmente a la acción del Espíritu Santo, que «sopla donde quiere» (Jn 3,8).
Lo que más cuesta es lo más santificante, lo más meritorio. Eso es falso. A esa convicción conduce aquella espiritualidad voluntarista que, al menos en la práctica, centra más la santificación en el esfuerzo del hombre (parte humana), que en la eficacia intrínseca de la gracia (parte divina). Y siguiendo ese camino, el cristianismo se va entendiendo mucho más como una ascesis costosa, que como un gozo, un don, una salvación inefable, que se recibe del amor de Cristo, «gracia sobre gracia» (Jn 1,16). No pocos bautizados entonces van cayendo en el alejamiento de la vida cristiana, para abandonarla finalmente por completo, cayendo en la apostasía. Ya sabemos, sí, que no es posible seguir a Jesucristo sin tomar la cruz de cada día. Esto el Maestro «lo decía a todos» (Lc 9,23). Pero sus discípulos sabemos que ese yugo es ligero, que pesa poco, y que en él hallamos nuestro descanso (Mt 11,29-30).
La obra más santificante y meritoria es la realizada con mayor caridad. Lo explico un poco.
–Es la caridad la que santifica y da mérito a nuestras obras: «sólo la caridad edifica» (l Cor 8,1). Sin ella, por mucho que yo haga, «no teniendo caridad, de nada me aprovecha», aunque dé mi fortuna a los pobres, aunque me mate a mortificaciones (1 Cor 13,3). Por eso enseña Santo Tomás que «el mérito de la vida eterna pertenece en primer lugar a la caridad, y a las otras virtudes [laboriosidad, paciencia, castidad, etc.] secundariamente, en cuanto que sus actos son imperados por la caridad» (STh I-II,114,4).
–Las obras hechas con más amor son las más libres y meritorias. Sigue diciendo Santo Tomás: «es manifiesto que lo que hacemos por amor lo hacemos con la máxima voluntariedad; por donde se ve que, también por parte de la voluntariedad que se exige para el mérito, éste pertenece principalmente a la caridad» (ib.). Y la caridad sobrenatural, evidentemente, sólo puede ejercitarse bajo la moción del Espíritu Santo. Es docilidad a la gracia.
–El mérito de la obras no está en función de su penalidad, sino del grado de caridad con que se realizan. Y cuanto mayor es el amor, menos cuestan. El principio de que «lo que más cuesta es lo que más mérito tiene» procede de inspiración semipelagiana, y no es verdadero, pues precisamente las obras hechas con más amor son las que menos cuestan y las que más mérito tienen. Santo Tomás: «importa más para el mérito y la virtud lo bueno que lo difícil. No siempre lo más difícil es lo más meritorio» (STh II-II,27,8 ad 3m).
A un cristiano rico, pero apegado a sus riquezas, le cuesta mucho hacer un donativo a unos familiares muy necesitados, porque tiene muy poca caridad. Un cristiano muy caritativo, en cambio, realiza la misma obra con verdadero gozo –si no da más es porque no puede–, y su obra es mucho más meritoria. Aquella pobre viuda del Evangelio, que para el honor del Dios y de su templo, «ha dado de su miseria cuanto tenía, todo su sustento» (Mc 12,41-44), lo ha hecho con inmenso amor y facilidad, bajo la acción de la gracia. «Dios ama al que da con alegría» (2Cor 9,7), porque Dios ama a quien da con amor, con caridad, bajo la moción de su Amor divino.
–Sólo la caridad más crecida es capaz de realizar las obras más costosas, más penosas para el hombre carnal. Bajo la moción de la gracia, el cristiano de gran caridad es capaz de obras que para otros son imposibles: dedicar la vida a cuidar leprosos, donar a un familiar la mitad de la propia hacienda para sacarle de la ruina, etc. Pero quede claro al mismo tiempo que todo lo que se hace en caridad, por duro que sea, se realiza bajo la moción del Espíritu Santo, que da la posibilidad, más aún, la inclinación, para obrarlo. Y en este sentido se hace con alegría, aunque sea en ocasiones con gran cruz. Por eso la vida de los santos es la más crucificada, la menos costosa y la más alegre.
San Pablo expresa con frecuencia este misterio: «así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación» (2Cor 1,5). «Estoy lleno de consuelo, rebosando de gozo en todas nuestras penalidades» (7,4). Sobreabunda en gozo, en medio de mil tribulaciones y trabajos, porque sobreabunda en la caridad a Cristo y a los hombres. En tres artículos sobre La alegría cristiana trato más ampliamente de este tema.
–Por otra parte, la virtud más crecida es la que se ejercita con más facilidad y más mérito. Cuando la virtud de la castidad, por ejemplo, está muy débil, cuesta mucho guardar la pureza en pensamientos y deseos, palabras y obras; es una guerra muy dura. Por el contrario, cuando la virtud (virtus: fuerza) de la castidad está muy perfecta, se ejercita con toda facilidad en los buenos actos que le son propios, incluso normalmente –normalmente– con gozo. Y ésa es sin duda la castidad más meritoria y grata a Dios. En el crecimiento de esta virtud, como en el de todas, suelen darse tres fases: cuando la virtud es 1) incipiente, hay mucha guerra; cuando está 2) adelantada, se viva con paz su objeto propio; y cuando está 3) perfecta, se ejercita con gozo. Lo que realmente resultaría costoso y repugnante sería obrar en contra de esa virtud.
Identificar grado de virtud y posibilidad de su ejercicio suele ser también un síntoma semipelagiano, pues el voluntarismo siempre es cuantitativo y operacionista. Acabo de decir que, en principio, van juntas la perfección de la virtud y la facilidad para ejercitarla. Pero sin embargo, como Santo Tomás enseña, no siempre puede identificarse grado de una virtud y grado de facilidad para su ejercicio. «Ocurre a veces que uno que tiene un hábito [virtud] encuentra dificultad en obrar y, por consiguiente, no siente complacencia en ejercitarlo [como sería lo natural], a causa de algún impedimento de origen extrínseco; como el que posee un hábito de ciencia y padece dificultad en entender, por la somnolencia o alguna enfermedad» (STh I-II,65,3).
Identificar sin más virtud y obras es un grave error, que causa grandes perturbaciones en la vida espiritual, que origina muchos discernimientos erróneos, muchas exhortaciones vanas, muchas correcciones inoportunas, muchos esfuerzos inútiles y no pocos sufrimientos. El cristiano, aun revestido de la gracia de Cristo, sufre grandes limitaciones y precariedades. Bien sabemos, con Santo Tomás, que «la gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona» (STh I, 1,8 ad 2m). Pero no necesariamente la gracia sana la naturaleza siempre y en todo, sino que, según el beneplácito de Dios providente, puede dejar que peduren en la naturaleza graves deficiencias, que no son pecado, para que la persona crezca en humildad y participe más de la pasión de Cristo. Trato algo más ampliamente de este tema en el artículo Santos no ejemplares.
Cuántas veces, por ejemplo, un cristiano muy fuerte en la virtud de la esperanza puede sufrir, sin embargo, depresiones profundas y duraderas, provenientes de huellas genéticas o familiares, por condicionamientos educativos erróneos, por causas somáticas o por noches espirituales. Un director espiritual voluntarista hará de esa terrible dolencia un diagnóstico claro: «falla en usted la virtud de la esperanza», con lo cual acabará de hundirlo en la angustia y el escrúpulo. Este mismo director, si se acercara a Cristo en Getsemaní, no dudaría en decirle: «menos angustias y más confianza en Dios, que un santo triste es un triste santo. Alegre esa cara, que da pena verlo».
Cuántas veces, por ejemplo, un hombre con verdadero espíritu de oración, que por lo que sea está pasando un tiempo, a veces muy largo, sin capacidad alguna para ejercitarlo en actos concretos –me refiero sobre todo a ratos largos de oración–, quizá intente, como dice Santa Teresa, «atormentar el alma a lo que no puede» (Vida 11,16). Y quizá se vea atormentado también, además, por un director voluntarista: «no se engañe; usted no hace oración porque no quiere, porque rehuye la cruz que a veces hay en ella». Los colegios de psiquiatras, para ganar clientes, deberían promover campañas pelagianas y semipelagianas en parroquias, catequesis y grupos cristianos, sea de religiosos, sea de laicos. Harían una inversión ciertamente rentable.
La santa Doctora Teresa entiende estos problemas muy de otro modo, porque los entiende al modo católico: «aunque a nosotros nos parecen faltas, no lo son; ya sabe Su Majestad nuestra miseria y bajo natural, mejor que nosotros mismos, y sabe que ya estas almas desean siempre pensar en El y amarle. Esta determinación es la que quiere; ese otro afligimiento que nos damos, no sirve de más que para inquietar el alma; y si había de estar inhábil para aprovechar una hora, lo está cuatro» (ib.). Ya dice San Juan de la Cruz que «hay muchas almas que piensan no tienen oración y tienen muy mucha, y otras que tienen mucha y es poco más que nada» (prólogo Subida 6).
El menosprecio de los débiles es uno de los aspectos más lamentables y dañinos del voluntarismo semipelagiano. El voluntarismo menosprecia a las personas de poca salud física y psicológica, de escasa inteligencia y cultura, de caracteres mal cristalizados, de inestabilidad emocional no superada. Y admira simétricamente a los hombres sanos, fuertes, estables, de firme carácter. Los juicios temerarios abundan inevitablemente en un ambiente espiritual semejante: «es un tipo formidable», «es mejor que lo dejes: con éste no hay nada que hacer», «aquél parece muy aprovechable» (esa frase la he oído yo: una persona «muy aprovechable»). El voluntarismo se avergüenza del Evangelio, que tantas veces muestra la preferencia de Cristo hacia los pequeños, hacia los que no cuentan nada para el mundo (Lc 10,21; 1Cor 2,26-31). Los deja a un lado. No le valen. Así, al mismo tiempo, deja a un lado a Jesús, que fue «ungido y enviado para evangelizar a los pobres» (cf. Lc 4,18).
Quedarían por describir muchos otros síntomas del voluntarismo, pero están más o menos incluídos en los ya señalados:
–Los esfuerzos activos son los que valen, los pasivos no, o no tanto. Una pobreza elegida santifica; padecida por ruina, no tanto. –Todo lo que es gratuito, sin esfuerzo, no vale, porque nada cuesta. Fuera, pues, el agua bendita, las novenas, los crucifijos en las habitaciones, las imágenes piadosas, y ya puestos, ¡la Misa dominical!… –Centrarse en la voluntad lleva necesariamente a una vida espiritual de ánimo cambiante, ánimo/desánimo. –La pobreza evangélica, todo eso de solo una túnica, no oro ni plata, tanto en la vida personal como en las actividades apostólicas, tiene valores románticos indudables; pero en la práctica es claro que hay que evitar la pobreza lo más posible. –Es mejor la riqueza de medios, hay que ser realistas: cuanto más fuerte esté la parte humana, tanto más crece el Reino en las personas y en el mundo. Por tanto, revista informativa carísima de un instituto o grupo cristiano, con estadísticas apabullantes. Liturgia con globitos, pantallas gigantes, danzas y cantautores. Evento juvenil cristiano, al modo de macro-maxi-hiper-super-show profano. Títulos académicos siempre que sea buenamente posible, y si no, también. Etc. Cuanto más y mejor, mejor. –Métodos de oración y de apostolado de segura eficacia (más o menos como los «crecepelos»), ejercitaciones de auto-ayuda, técnicas que perfeccionan tanto tanto al hombre y al mundo que no les cuento. –Adulaciones y elogios pestilentes de «la parte humana»: los jóvenes (la esperanza de la Iglesia), las mujeres (el mundo se salvará en clave de feminización), los obreros, los teólogos renovadores, la nueva pastoral, la familia (¡la familia salvará al mundo!), etc.
Todo ese mundo voluntarista es una miseria y un enorme error multiforme, que cierra en buena medida a la gracia del Salvador. Es causa muy suficiente para la descristianización progresiva de Occidente. Sólo nos ha sido dado bajo los cielos un nombre, el de Jesús, en el que podamos hallar la salvación, una salvación por gracia divina (Hch 4,12).
Reforma o apostasía.
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
35 comentarios
http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=27342
Dios no juzga las cosas como los hombres y valora el amor, no las capacidades según el mundo.
Hace un tiempo estuve en una muy afamada organización para laicos de la Iglesia de la que salí hastiado por varias razones. Una de ellas era la standarización (valga la palabreja) de la piedad y la entrega individual. La alegría era, literalmente, un precepto (se decía mucho la frase citada en el artículo: "un santo triste es un triste santo"), la oración medida al minuto, el apostolado, hiperactivo y repartido como se reparten las tareas en un ejército, el amor a Dios se medía en las normas de piedad cumplidas, el éxito académico y profesional era signo de éxito apostólico, las vocaciones, decididas por el superior y todo siempre bajo el marchamo de "la generosidad con Dios", como si Dios necesitara un carajo nuestra generosidad. Parecía atletismo espiritual y, sinceramente, llegué a la conclusión de que yo era mucho más parecido a los publicanos, leprosos, prostitutas o gentiles del Evaengelio asombrados ante el encuentro con Jesús que a estos campeones de la religión, así que me marché para no acabar desquiciado con tanto perfeccionismo.
Seguro que podría ilustrarnos con multitud de anécdotas.
P.D. Lo de semipelagiano suena un poco lacteo, como la leche desnatada o la semi.
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JMI.- El Señor me concedió la gracia de una educación católica en la familia y en el Seminario, sobre todo a través 1) de la espiritualidad bíblica y litúrgica que se vivía, 2) de mi santo formador don José Rivera (+1991) y 3) de los profesores, especialmente los dominicos (en Salamanca, en Roma-Angelicum), que me introdujeron en la enseñanza de Santo Tomás de Aquino.
Pero quiero preguntarle algo. La persona que me dirige espiritualmente, muchas veces me dice "si tu eres la que debes tu marido se convierte", que opina usted de esta expresion? Ser la Debo?...
Mil gracias por su respuesta y lo encomendare muchisimo en mis oraciones y rosario personal.
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JMI.- Es ud. lo que debe en la medida en que le deja obrar a Dios en ud., haciendo todo y solo aquello que le da hacer con su gracia. Y sí es cierto que muchas veces la santidad de una persona hace mucho bien espiritual a sus prójimos. Su esposo es su projimísimo.
Se recrea en los niños y en los que se hacen como tales. E incluso a esos niños-desvalidos humanamente- los llena de su gracia dándoles la del martirio. Para ello, la Santísima Eucarístía es la fuerza del alma.
Es muy bonita la historia que se puede leer aquí sobre cómo empezó a hacer la Hora Santa el arzobispo Fulton Sheen, por una niña china mártir.Una niña que, no era ni pelagiana ni semi. Una niña que creía en DIos en la Eucaristía, que fue mártir con once años y a la que , en este momento, encomiendo al P. Iraburu y a todos los lectores de este blog.
http://www.es.catholic.net/sacerdotes/822/1816/articulo.php?id=43734
yo siempre tuve una inquietud, en la que me he peleado con varios curas por ella ques la siguiente:
-El valor de la misa es infinito(objetivamente), pero el aprovechamiento subjetivo de la misma hace que sea mejor mientras mas misas se hagan.
-Por lo mismo, que la concelebración debería ser una exepción especialísima y desaconsejable, salvo el Jueves Santo, y en la misa de Ordenaciones, claro.
-Como la tarea sacerdotal es escencialmente sacramental en tanto signos sensibles y eficaces de la Gracia, lo primordial que deberían dedicarse es a celebrar misa lo mas dignamente posible, y si después la catequización de la grey.
¿es correcto lo que pensaba?
Muchísimas gracias desde ya, los artículos son claramente esclarecedores.
un Abrazo
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JMI.- Lo que piensa de la Misa concelebrada no es lo que ha dispuesto la Iglesia. No es, pues, correcto.
Padre, siempre me ha llamado la atención que los más apegados a la preponderancia de una sana doctrina de la gracia son siempre los más dedicados a la virtud, a poner el mayor empeño en su cultivo. Si al oír un llamado al abandono a la gracia siente uno que se prenden decenas de alarmas dentro diciéndonos que algo anda mal es señal de que muy probable nos ha infectado este Virus pelagiano. Para el que está sano de este Virus, no debería haber un mensaje más dulce y vitalizador que una predicación del Evangelio de la Gracia. El caso de Agustín con los monjes de Adrumetum es ejemplar.
Padre, oro para que Dios le dé suficientes fuerzas y tiempo (tiempo también) para seguir hablando del tesoro que guarda La Católica con la franqueza y claridad que lo hace.
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¡Y pensar que hay necios que se atreven a decir que Sto. Tomás está "superado"! Pues a mí lo que Ud. dice me suena actualísimo y acuciante. Y veo en eso con cuánta razón a la filosofía tomista se la denomina "perenne".
Por otra parte, esta parece ser la tradición de los santos, ¿no?
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JMI.- La fidelidad incondicional a la gracia, en abandono confiado, nada tiene que ver, efectivamente, con la pereza culpable, ni con luteranismos ni quietismos. La doctrina de la Iglesia y de los santos, que hemos de ver, lo enseñan claramente. Y la conciencia personal también.
Por cierto ¿va a hablar al final de san Ignacio?
Un saludo.
Ana
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JMI.- Sí.
¿qué opina usted?
Muchas gracias!
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JMI.- Voy a tratar de Sta. T. del Niño Jesús.
No sé, a mi lo anterior me ha parecido semipelagiano total, y eso que es un buen sacerdote.
he eliminado su último mensaje porque no trata del SEMIPELAGIANISMO. El blog no es un Consultorio para consultar cualquier tema que a uno le interese, p.ej., cuál es la normativa litúrgica sobre la Concelebración. ¿Qué tiene eso que ver con el post sobre el tema del semipelagianismo hoy? Los comentarios son una posibilidad para comentar el post.
Ud. dice
la concelebración debería ser una exepción especialísima y desaconsejable, salvo el Jueves Santo, y en la misa de Ordenaciones, claro.
y es obvio que no es ésa la normativa de la Iglesia. Ha habido muchas declaraciones, precisiones, normas sobre el tema. Le cito solo "De concelebratione" (7 ag. 1972), de la Sagrada Congregación del culto Divino, y con ese término, concelebratio, en www.vatican.va le saldrá un montón de documentos. En ninguno se dice ni de lejos que
la concelebración debería ser una exepción especialísima y desaconsejable, salvo el Jueves Santo, y en la misa de Ordenaciones, claro.
Dios le bendiga.
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JMI.- Bien. Pero le rogamos no escriba en mayúsculas.
Ruégole me disculpe.-
Tengo la pésima costumbre de irme por las ramas.
En próximos comentarios,serán sólo del tema en cuestión.
un abrazo, y esperamos el post de Sta. Teresita del Niño Jesús
Dios le bendiga y le guarde
He leído algo sobre COnchita Cabrera, de la que nos habla en el post y es muy impresionante. Tiene unas cartas dirigidas a sus hijos e hijas dándoles consejos sobre su vida cristiana y matrimonial llenas de visión crisitana y sensatez, que, si se llevasen a la práctica, salvarían muchos matrimonios.Cosas fáciles para amar a ese projimísmo que es el cónyuge, pero que día a día, hechas por amor, santifican.
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Gracias a Dios -nunca mejor dicho- el amor entre Dios y sus hijos no es tan cuartelario.
El Santo Cura de Ars decía que "Todas las buenas obras del mundo reunidas, no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres, mientras que la Misa es obra de Dios".
Para la patraña semipelagiana,
tisana de valeriana, filigrana agustiniana
y devoción mariana.
Pax.
Además, es un mensaje tan desconocido como LIBERADOR.
... por cierto, que me he reído un rato con los macro-espetáculos juveniles de luces y sonido pelagianos... terminaremos todos bailando los pajaritos, ya lo verá.
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JMI.- Igual.
A sensu contrario, en lo que no manda, libertad.
El que no obedece a Dios en lo que manda, no honra a Dios.
El que hace más de lo que Dios manda, pretende ser más santo que Dios; como dice la Escritura "no quieras ser demasiado santo, ¿para qué quieres destruirte?"
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JMI.- Siempre estamos bajo el influjo de Cristo Cabeza sobre sus miembros. Nunca debemos resistirle, sino movernos según nos mueve continuamente por su gracia. Si nos da hacer "estos" 5, no hagamos 6, ni 4, sino justamente estos 5, y no "otros" 5, por buenos que sean.
"Actiones nostras, quaesumus Dómine, aspirando praeveni et adiuvando proséquere: ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur. Per Christum Dóminum nostrum. Amen
Que todas nuestras oraciones y acciones comiencen en Ti, como en su fuente, y se consumen en Ti, como en su fin.
Eso de "en lo que no manda, libertad" suena mu mal. La libertad solo la logramos en la medida en que estamos haciendo siempre y en todo, en lo grande y en lo mínimo, la voluntad concreta de Dios providente.
Personalmente, llegue un día a la conclusión de que procuraraba celosamente -y encima sin conseguirlo- cumplir por cumplir en demasiá, hasta que me decidí a procurar a amar a Dios más desde la raíz.
De aquí se sigue, creo yo, mucha libertad de espíritu, pues se trabaja y se descansa todo por obediencia.
En cambio, si la idea es que Dios quiere que recemos "cuanto más mejor", entonces no viviré a gusto: si sigo ese pensamiento, porque rezaré más de lo que conviene a mi psicología o a mi estado, y si no lo sigo, porque sentiré remordimientos al creer desobedecer a Dios.
El truco está en estudiar qué Dios quiere de mí, y una vez estudiado, hacerlo. Esto lo hacían los directores espirituales, pero como hoy no se encuentran directores espirituales de fiar "¡cómo el oro fino perdió su valor¡" entonces hay que hacerlo todo uno solito; por supuesto, pidiendo primero a Dios la prudencia para dirigirse a uno mismo, o, mejor, que sea el Espíritu Santo quien te dirija a ti a través de la propia razón.
Nonplacet,
Dice el humildísimo Rey David: "Preserva mi vida porque soy santo"
Los "santos muy santos" son arquetipos insuficientes, San Juan de la Cruz dijo que nunca pongamos por modelo a hombres, pues Satanás pondrá frente a nuestros ojos los defectos de éstos. Nuestro modelo único está en Jesucristo, y en la medida en que obedezcamos al Padre, esto es, en la medida en Jesucristo actúe en nosotros, seremos más o menos santos.
Además, caridad es la virtud de hacer el bien, que cuando se dirige a Dios se dice teologal, y consiste en la obediencia a Dios, pues
"No te has complacido en sacrificio ni ofrenda, pero me has dado oídos, holocausto y expiación por el pecado no pides, entonces he dicho: He aquí que vengo, y en el rollo del libro me está prescrito hacer tu voluntad, y tal es mi deleite, o Dios salvador mío."
Al leer algunos comentarios me ha venido a la memoria la obra de Giussani.
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JMI.- Se me hace una miaja de raro que Mons. Luigi Giussani entendiera así la libertad. Pues estaríamos buenos si fuera eso la libertad... Las "exigencias de nuestro corazón" andan, las pobres, como pueden.
Un fuerte abrazo y por favor rece por mí.
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JMI.- De seguridad, nada. Apoyarse en uno mismo (me da control etc.) es edificar sobre arena. Edifique sobre la roca, sobre la gracia de Dios.
Bendición +
Dice en uno de los parrafos de este clarificador articulo;
-Centrarse en la voluntad lleva necesariamente a una vida espiritual de ánimo cambiante, ánimo/desánimo.-
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En efecto;El que depende de su fuerza de voluntad,de sus propias fuerzas cosechara,el que depende de
la Gracia de Dios,cosecha donde no ha sembrado,por que Dios todo lo puede y SU alimento es gratis.(Romanos;4;5)
Por que la fuerza de voluntad esta pronta a adjudicarse merito,y el merito infla el orgullo y el orgullo alimenta al ego,que es antagonista del Amor,y el Amor todo lo hace por Gracia y la Gracia depende de Dios.
Asi pues,la voluntad que no descansa en Dios,pronto se cansa y a nadie alcanza mas que a la desesperanza.
Descansemosla en el que todo lo alcanza por el beneplacito de SU voluntad y dependamos de Su Gracia.
Bueno,se que hace mucho que estan escritos,pero es que esta serie de articulos,bien merecen una accion de Gracias y alabanza al Señor,que es la inspiracion de su corazon.
Que precioso es el Señor Padre,que sublimidad la del Cristianismo,que Verdad tan grande,que Camino tan maravilloso, como ha cambiado mi muerte en vida(politoxicomano),por una VIDA de muerte.
Todo lo que dijo es Verdad,el Verbo ha encarnado en los suyos,la Palabra es vivificada,el Espiritu nos habla,el Sol ha despertado la conciencia,la carne muere,Cristo Rey manda;hemos sido libertados,de la esclavitud del pecado,ya no somos hijos de Agar,sino de Sara;hemos muerto como promogenitos de Faraon,para nacer como hijos de Bendicion ,¡Bendito sea Dios y Su Hijo Jesucrsito,que nos ha dado SU Espiritu!.
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JMI.-Splendor veritatis. La verdad es buena, santa y hermosa, y es Cristo.
Recuerde, por si le interesa, que a [email protected] puede pedirse el gran cuadernos A4 "Gracia y libertad" en el que se recogen todos estos temas, concretamente el del semipelagianismo, que tanto daña a gente buena.
¡Feliz Pascua! El Señor ha resucitado.
Al menos a si me lo parece,pues las mismas Escrituras nos revelan que tenemos libertad de decidir el bien o el mal,pero nuestra naturaleza mortal,separada de Dios, nos inclina al pecado,a separaranos mas,y,una vez recreados por el Espiritu,congraciados con Dios por Obra de Cristo,nos hace verdaderamente libres,al darnos Amor por el bien e indefectiblemente inclinarnos a el,para residir en la Verdad,el libertad.
El ego y sus manifestaciones pecaminosas esclavizan,el Amor y sus virtudes liberan.
Paz Padre,y disculpe por estos comentarios fuera de tiempo.
Para poner otro ejemplo de síntomas, he leído en un libro de un autor católico, de los considerados 'ortodoxos', libro en el cual proponía la acción a realizar para restaurar el Reinado Social de Cristo; y el espíritu de todo el libro era siempre el mismo, «esto es más eficaz, esto menos, eso otro ma' o meno', esto así lo será, esto así no, etc» refiriéndose a los tipos de acción, sin referencia alguna a Dios y su gracia. Y, pasando directamente al final, al menos proponía la oración, pero.... para la ayuda de la acción, porque que sí, que necesitamos la gracia, pero la gracia es tanto más eficaz tanto en cuanto nuestra acción lo sea... Ah, y cuanta más oración, Misas y demás, mejor.
Gracias a Dios ha caído en mis manos aquél libro luego de haber leído estos artículos, y a Dios gracias luego de espantarme lo suyo, lo he dejado abandonado.
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JMI.-No entiendo el mensaje. No sé si mis arts. anti-semipelagianos le han ayudado o por el contrario no está de acuerdo. Tampoco sé si el "abandonado" soy yo o el autor de ese liro.
A lo primero, me han ayudado completamente sus artículos, estando yo totalmente de acuerdo con usted.
A lo segundo, el abandonado es el autor del libro.
Ahora a pedir ayuda a Dios y al cura
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JMI.-En una ocasión dijo el Card. Ratzinger que la mayor parte de los católicos, que no quedan muchos, es más semipelagiana que católica en el tema de la gracia.
Bendición +
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