(03) La apostasía, el máximo pecado
Judas es el primero de todos los apóstatas. Él creyó en Jesús, y dejándolo todo, le siguió (en Caná «creyeron en Él sus discípulos», Jn 2,11). Pero avanzando el ministerio profético del Maestro, y acrecentándose de día en día el rechazo de los judíos, el fracaso, la persecución y la inminencia de la cruz, abandonó la fe en Jesús y lo entregó a la muerte.
La apostasía es el mal mayor que puede sufrir un hombre. No hay para un cristiano un mal mayor que abandonar la fe católica, apagar la luz y volver a las tinieblas, donde reina el diablo, el Padre de la Mentira. Corruptio optimi pessima. Así lo entendieron los Apóstoles desde el principio:
«Si una vez retirados de las corrupciones del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo se enredan en ellas y se dejan vencer, su finales se hacen peores que sus principios. Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocerlo, abandonar los santos preceptos que les fueron dados. En ellos se realiza aquel proverbio verdadero: “se volvió el perro a su vómito, y la cerda, lavada, vuelve a revolcarse en el barro”» (2Pe 2,20-22). De los renegados, herejes y apóstatas, dice San Juan: «muchos se han hecho anticristos… De nosotros han salido, pero no eran de los nuestros» (1Jn 2,18-19).
La apostasía es el más grave de todos los pecados. Santo Tomás entiende la apostasía como el pecado de infidelidad (rechazo de la fe, negarse a creer) en su forma máxima, y señala la raíz de su más profunda maldad:
«La infidelidad como pecado nace de la soberbia, por la que el hombre no somete su entendimiento a las reglas de la fe y a las enseñanzas de los Padres» (STh II-II,10, 1 ad3m). «Todo pecado consiste en la aversión a Dios. Y tanto mayor será un pecado cuanto más separa al hombre de Dios. Ahora bien, la infidelidad es lo que más aleja de Dios… Por tanto, consta claramente que el pecado de infidelidad es el mayor de cuantos pervierten la vida moral» (ib. 10,3). Y la apostasía es la forma extrema y absoluta de la infidelidad (ib. 12, 1 ad3m).
Las mismas consecuencias pésimas de la apostasía ponen de manifiesto el horror de este pecado. Santo Tomás las describe:
«“El justo vive de la fe” [Rm 1,17]. Y así, de igual modo que perdida la vida corporal, todos los miembros y partes del hombre pierden su disposición debida, muerta la vida de justicia, que es por la fe, se produce el desorden de todos los miembros. En la boca, que manifiesta el corazón; en seguida en los ojos, en los medios del movimiento; y por último, en la voluntad, que tiende al mal. De ello se sigue que el apóstata siembra discordia, intentando separar a los otros de la fe, como él se separó» (ib. 12, 1 ad2m).
El fiel cristiano no puede perder la fe sin grave pecado. El hábito mental de la fe, que Dios infunde en la persona por el sacramento del Bautismo, no puede destruirse sin graves pecados del hombre. Dios, por su parte, es fiel a sus propios dones: «los dones y la vocación de Dios son irrevocables» (Rm 11,29). Así lo enseña Trento, citando a San Agustín: «Dios, a los que una vez justificó por su gracia, no los abandona, si antes no es por ellos abandonado» (Dz 1537). Por eso, enseña el concilio Vaticano I, «no es en manera alguna igual la situación de aquellos que por el don celeste de la fe se han adherido a la verdad católica, y la de aquellos que, llevados de opiniones humanas, siguen una religión falsa. Porque los que han recibido la fe bajo el magisterio de la Iglesia no pueden jamás tener causa justa para cambiar o poner en duda esa misma fe» (Dz 3014).
Hubo apóstatas ya en los primeros tiempos de la Iglesia. Como vimos, son aludidos por los apóstoles. Pero los hubo sobre todo con ocasión de las persecuciones, especialmente en la persecución de Decio (249-251). Y a veces fueron muy numerosos estos cristianos lapsi (caídos), que para escapar a la cárcel, al expolio de sus bienes, al exilio, a la degradación social o incluso a la muerte, realizaban actos públicos de idolatría, ofreciendo a los dioses sacrificios (sacrificati), incienso (thurificati) o consiguiendo certificados de idolatría (libelatici). Y en esto ya advertía San Cipriano que «es criminal hacerse pasar por apóstata, aunque interiormente no se haya incurrido en el crimen de la apostasía» (Cta. 31).
La Iglesia asigna a los apóstatas penas máximas, pero los recibe cuando regresan por la penitencia. Siempre la Iglesia vio con horror el máximo pecado de la apostasía, hasta el punto que los montanistas consideraban imperdonables los pecados de apostasía, adulterio y homicidio, y también los novacianos estimaban irremisible, incluso en peligro de muerte, el pecado de la apostasía. Pero ya en esos mismos años, en los que se forma la disciplina eclesiástica de la penitencia, prevalece siempre el convencimiento de que la Iglesia puede y debe perdonar toda clase de pecados, también el de la apostasía (p. ej., Concilio de Cartago, 251). San Clemente de Alejandría (+215) asegura que «para todos los que se convierten a Dios de todo corazón están abiertas las puertas, y el Padre recibe con alegría cordial al hijo que hace verdadera penitencia» (Quis dives 39).
La Iglesia perdona al hijo apóstata que hace verdadera penitencia. Siendo la apostasía el mayor de los pecados, siempre la Iglesia evitó caer en un laxismo que redujera a mínimos la penitencia previa para la reconciliación del apóstata con Dios y con la Iglesia. De hecho, como veremos, las penas canónicas impuestas por los Concilios antiguos a los apóstatas fueron máximas.
Y siguen siendo hoy gravísimas en el Código de la Iglesia las penas canónicas infligidas a los apóstatas. «El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latæ sententiæ» (c. 1364,1). Y «se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento, 1º a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos» (c. 1184).
El ateísmo de masas es hoy un fenómeno nuevo en la historia. El concilio Vaticano II advierte que «el ateísmo es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo» (GS 19a). «La negación de Dios o de la religión no constituyen, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual; hoy día, en efecto, se presentan no rara vez como exigencia del progreso científico y de un cierto humanismo nuevo. En muchas regiones esa negación se encuentra expresada no sólo en niveles filosóficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretación de las ciencias humanas y de la historia y de la misma legislación civil» (ib. 7c). Y eso tanto en el mundo marxista-comunista, más o menos pasado, como en el mundo liberal de Occidente. Pero se da hoy un fenómeno todavía más grave.
La apostasía masiva de bautizados es hoy, paralelamente, un fenómeno nuevo en la historia de la Iglesia; la apostasía, se entiende, explícita o implícita, pública o solamente oculta. El hecho parece indiscutible, pero precisamente porque habitualmente se silencia, debemos afrontarlo aquí directamente. Vamos, pues, derechos al asunto. Imagínense ustedes a un profesor católico de teología –imagínenlo sin miedo, que no les va a pasar nada–, que, en un Seminario o en una Facultad de Teología católica, después de negar la virginidad perpetua de María, los relatos evangélicos de la infancia, los milagros, la expulsión de demonios, la institución de la Eucaristía en la Cena, la condición sacrificial y expiatoria de la Cruz, el sepulcro vacío, las apariciones, la Ascensión y Pentecostés, afirma que Jesús nunca pretendió ser Dios, sino que fue un hombre de fe, que jamás pensó en fundar una Iglesia, etc. Y pregúntense ustedes, si les parece oportuno: ¿estamos ante un hereje o simplemente ante un apóstata de la fe? Y tantos laicos, sacerdotes y religiosos –todos ellos bien ilustrados–, que reciben y asimilan esas enseñanzas ¿han de ser considerados como fieles católicos o más bien como herejes o apóstatas? La pregunta, deben ustedes reconocerlo, tiene su importancia. ¿O no?
José María Iraburu, sacerdote
Índice de Reforma o apostasía
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"no es en manera alguna igual la situación de aquellos que por el don celeste de la fe se han adherido a la verdad católica, y la de aquellos que, llevados de opiniones humanas, siguen una religión falsa. Porque los que han recibido la fe bajo el magisterio de la Iglesia no pueden jamás tener causa justa para cambiar o poner en duda esa misma fe"
¿Por qué es importante?
Porque la inmensa mayoría de los evangélicos (y de sectas como los TJs o los mormones) de Hispanoamérica son bautizados católicos que han abandonado la Iglesia camino del protestantismo. Su situación no es por tanto comparable a la de los protestantes que nacieron en el seno de una familia que ya era protestante.
Ahora bien, el texto dice "los que han recibido la fe bajo el magisterio de la Iglesia". Supongo que ahí no se refiere tanto al bautismo como al proceso de catecumenado que todo católico debería de recibir de la Iglesia. Si la formación de los fieles es deficiente o inexistente, se pueden dar situaciones cercanas a la "ignorancia invencible" que atenuaría la gravedad del pecado de separación de la Iglesia.
Soy de la opinión de que hay más gravedad en la apostasía de muchos fieles que aparentemente permanecen en la Iglesia pero no confiesan su fe, que en la de aquellos que salen visiblemente de la misma pero mantienen creencias básicas para todo cristiano como son la trinidad, la condición sacrificial y expiatoria de la Cruz, la encarnación del Verbo en una verdadera virgen y la verdadera resurrección de Cristo (sepulcro vacío incluido, por supuesto), ... entre otras.
Y en cualquier caso, al Señor siempre le quedan al menos 7000 rodillas que no se doblan ante Baal. Si los fieles, cada uno según su capacidad, se implican más en tareas apostólicas y de evangelización, muchos que se han apartado de la fe podrán volver.
Para que exista Fe (con mayúsculas) es menester haber dejado atrás la ceguera hacia lo espiritual que define nuestra condición humana. Esa ceguera es nuestra sustancia natural y, de acuerdo con la doctrina católica,es el Espíritu Santo quien nos "abre los ojos": por haber sido bautizados de bebé y posteriormente inculturizados en un contexto más o menos católico no hemos dejado atrás nuestra ceguera ni mucho menos, por eso cuando llegas a los doce años te das cuenta de que la misa te aburre, la doctrina que te sabes bastante bien no la "entiendes", el rosario se te hace de una pesadez abrumadora y toda oración te parece un monólogo solitario, tú mismo empiezas a percibirte extrañamente solitario en medio del mundo al que te empiezas a asomar por ti mismo y en donde Dios es una palabra cuyo significado real honestamente desconoces porque no lo has descubierto por ti mismo, sólo tienes lo que otros te han dicho, careces de la experiencia personal del encuentro con Dios y ni te imaginas lo que es eso, sencillamente se te escapa... ¿le suenan estos síntomas padre Iraburu?.
Esta tremenda dificultad hay que afrontarla a edad muy temprana y además en un contexto mundano que es una contracorriente materialista muy pero muy poderosa,cotidiana y omnipresente. Entiendo que estos son los hechos y que por ello el descreimiento masivo entre bautizados no es sorprendente en absoluto, al contrario: es esperable. Entiendo también que la Iglesia docente no ha sido realista y por eso no ha facilitado a los bautizados cauces eficaces de evangelización esto es: no la mera comunicación intergeneracional de un discurso, de un sistema de ideas, ritos y costumbres sino la comunicación de la espiritualidad, pues la Fe cristiana es adoración en espíritu y verdad.
Es el Espíritu el que convierte, el que te abre los ojos para que captes el sentido de la Sagrada Escritura, el que arranca de cuajo el desafecto por la oración y te da en cambio un dulce apego por ella el que te revela la presencia real de Cristo en el Santo Sacramento, el que te va transformando de carnal a espiritual poderosamente ¿no es así? y sin embargo no se te enseña que antes de leer la Biblia has de invocar al Espíritu por ej. no se envía a los que se preparan para la confirmación a un retiro carismático donde puedan recibir la efusión del Espíritu, ni a los niños de primera comunión ni nada. Ese tema es como accesorio, cosa de "los carismáticos" que son gente que "hace esas cosas"... Pero lejos de ser algo accesorio, una especie de "extra" para fieles con carisma "especial" es central en el cristianismo y los papas exhortan a que así se considere, sin embargo sigue estando ausente de la Iglesia, se ha quedado para grupitos de "iniciados" en el llamado movimiento carismático que de movimiento tiene poco a mi parecer -sin ánimo de molestar a nadie- y no es praxis general, cuando la relevancia de la efusión del Espíritu no es menor que la de la vida sacramental sino su complemento y catalizador.
En fin... someto estas reflexiones a su consideración y la de los demás lectores y me disculpo por el "rollete".
Me gusta mucho tu análisis y tu punto de vista. Lo primero que que hay que hacer al empezar(como siempre) es reconocer nuestros propios pecados; y luego ver como podemos reparar lo que hay que reparar: ser críticos y autocríticos cuando vemos que las cosas van mal y no se obtienen buenos resultados; y lo último último será echarle las culpas a otros, o las estructuras, como hacen los aprendices de politiquillo barato.
Por otra parte, el ambiente es terriblemente pernicioso para la fe. Viene de lejos, pero a partir de la segunda mitad del siglo XX, el materialismo y el racionalismo han agobiado con muchas dudas a multitud de fieles. La fe ha pasado, en algunas ocasiones, a suponer un gran esfuerzo en la lucha contra el mundo, más mundanal que nunca.
Y, claro está, luego hay personajes que, teniendo una inteligencia privilegiada, sin embargo se han dejado llevar por los éxitos terrenales. Empezando por la casta política que, haciendose pasar por católica, ha legalizado en España o Italia el divorcio, ha apoyado el aborto, ha dado rienda suelta a la promiscuidad, etc. Pero también los religiosos que en colegios o universidades católicas han enseñado auténticas barbaridades.
Estas, quizá, sean las formas más perniciosas y graves de contradecir a la Iglesia, pues acaba afectando a un sin fin de almas.
También coincido plenamente con el excelente comentario de Maris y con las atinadas observaciones de Luis (verdaderamente qué nivel presenta InfoCatólica en blogueros y comentaristas).
Quizá la mayor tragedia de nuestro tiempo sea de carácter espiritual. Viviendo en un mundo absolutamente materialista, hedonista y ateo, el hombre se transforma en el ser más frágil de la naturaleza, precisamente porque se ha alejado esencialmente de aquello que le constituye. Desde esta fragilidad se nos hace imperativo en grado máximo hallar esas manifestaciones de nuestra espiritualidad asfixiada y alienada. Por ello, quizá hoy más que nunca se hacen precisos testimonios de la misma en la vida de hombres ejemplares, de verdaderos santos. Al hombre de hoy ya no le convencen las palabras, las ideas, las promesas; necesitamos personas como nosotros pero poseídas de esa fuerza que nos arrebate para reorientar nuestra mirada a Aquél que nos da sentido.
Por esto, la mediocridad de la que todos somos partícipes nos hace tanto daño y hace tanto daño a tantos. Lo peor del hombre contemporáneo es que lleva una vida espiritual tan absolutamente insatisfactoria y empobrecida que se siente incapaz de superar esa vida vacía sin la intervención directa de un otro que, casi diríamos, le lleve en volandas hacia el trato con Dios. Es tal el grado de pereza, prejuicio, ignorancia o indiferencia que sólo un encuentro cuasi milagroso con alguien no común que nos ilumine es capaz de romper esa inercia mortal. Vivimos tiempos durísimos en los que la conversión de los corazones es una exigencia urgentísima, por lo que se hace más necesaria que nunca la santidad y la vida en comunidad espiritual auténtica y profunda. Cada uno por su lado nunca hallaremos la salvación por mucho que escudriñemos la Palabra de Dios u oremos en eremítica soledad. Pero para ello hemos de superar, en primer lugar, la fatídica mediocridad espiritual de nuestras comunidades.
A menudo pinta usted un cuadro en el que los creyentes aparecemos como seres necesariamente ignorantes de las causas, circunstancias y experiencias vitales del ateísmo y con ideas preconcebidas tales como que todo ateo por el hecho de serlo muerde y/o muestra una irresistible afición por la entomología...
Le puedo asegurar que no he conocido un solo creyente que encajara en semejante descripción, si bien es verdad que aún no he terminado de conocerlos a todos... como tampoco usted... pero si se queda por infocatólica creo sinceramente que disfrutará de un buen puesto de observación y podrá comprobar que el mundo de los creyentes es un ecosistema interesante.
No olvide el buen humor ni su cuaderno de campo...
El cristianismo es, por lo tanto, en una palabra, "fiarse" (de Jesús), al igual que en nuestra vida continuamente nos fiamos de familiares y amigos que sabemos nunca que nos defraudarán. Y si hay algo muy claro que nos dijo Jesús es que "el que perseverare hasta el final se salvará" (Mt. 24,13). Le aconsejo que no dé la batalla por perdida. Ser ateo es reconocer una derrota, y renunciar a una lucha. Persevere y podrá salvarse.
Yo no estoy de centinela fijo las 24 hs. del día junto al ordenador, por supuesto. Pero adelanto a los visitantes de este modesto blog que eliminaré los comentarios que nada tengan que ver con el tema que se ha expuesto en el post.
No se nos transmite con claridad la doctrina católica. No se cuida la Liturgia. Hay una acusada tendencia a relativizar, a cuestionar el magisterio. Contagiados por el entorno, también en la Iglesia hemos abandonado valores tradicionales que ya no están de moda, como la obediencia, la humildad, la modestia, que se ponen de manifiesto, por ejemplo, en la actitud corporal-postural que mantenemos en el templo.
Si al “ruido” generado por los medios de comunicación, se le añade el “ruido” interno de la propia Iglesia, el resultado es la confusión, el desánimo y el abandono de la Fe por muchos de aquellos que en principio se mostraban receptivos hacia el mensaje de Cristo.
En definitiva, hoy el racionalismo nos invita a "negociar" la fe con Dios. Es una barbaridad, pero es una tendencia humana fomentada por el ambiente actual. La mayoría de la gente cree que éso está bien, no lo hacen adrede, si no que tienen una confusión enorme.
Por cierto, padre, si quiere evitar que cualquier pesado empeñado en poner mensajes incordiantes se salga con la suya, Luis Fernando o el administrador de la web le pueden indicar como bloquear su acceso, y así no estar borrando mensajes suyos cada dos por tres.
En resumen, que las cosas son mas sencillas. Si fallan los padres poco pueden hacer los curas, peri si ademas los curas tambien fallan, pues vamos listos. Luego, muchas veces, se complica el asunto mas de lo debido. Mucha gente no tiene problemas con el Evangelio, ni siquiera con la Iglesia, si no con la moral que se deriva del Evangelio y la Iglesia ensena, sobre todo con la expliciatcion de la misma por parte de Iglesia. La soulucion a esto, al menos en micaso, es tans encilla como hacer el siguiente razonamiento: Si aceptas que Jesus de Nazaret es el Hijo de Dios, como pone en el Evangelio, si por lo tanto aceptas el Evangelio como cierto, has de aceptar a la Iglesia y su ensenaza pues el mismo Dios la ha instituido por Cristo. Vamos, que si crees en el Evangelio, ya esta, porque ahi esta todo dicho. Otra cosa es vivir acorde a lo que se cree, pero hay que creer qeu Dios es misericordioso, como dice el Evangelio, que no nos abandona, que tiene paciencia, que nos ama. Asi, anhelar la santidad sin escandalizarse de nuestro pecado, volver una y otra vez a pedir perdon. Lo demas, me parece, complicarlo todo un poco y pensar que la gente nos leemos las enciclica, documentos sinodales, etc., lo que no es cierto, aunque no estaria mal, seguro.
Pues bien: la sal se ha vuelto insípida en gran parte. Esa es la situación.
Los apóstoles y demás discípulos predicaron y convirtieron a individuos cuyos padres no fueron la fuente de esa fe que suscitaron. Así se levantó la Iglesia.
Si no se es sensible a la Gracia, si se carece de vida espiritual la lujuria, como cualquier otro pecado, no se ve como tal y se carece de motivación para oponerse a ella en uno mismo y/o en los otros. Muy al contrario se verá como una mera tendencia "natural" (y por lo tanto neutral si no benéfica) que el cristianismo "se empeña" en "reprimir" "antinaturalmente" para "amargarte la vida" y "despojarte" del "control" de tu propia existencia. Sin espiritualidad la moral parece un artefacto cultural diseñado para constreñir fastidiosamente -como un zapato pequeño para tu pie "natural"- y para amargarte el "dulce" que tu sensualidad o tu emotividad o tus falacias de razonamiento te dicen que efectivamente es eso que estás gustando a corto plazo. Y es que una de las consecuencias de la Fe es que proporciona siempre una visión a largo plazo que es condición necesaria para el dominio de sí tanto como para la esperanza... por eso es cierto también que en ausencia de la Fe se extiende el nihilismo y con él el relativismo.
Total: que en efecto no es cuestión de encíclicas y tal sino de despertar o no a la vida espiritual y todo lo que dificulte ese despertar lo puede hacer imposible para muchos. El papel de la Iglesia es facilitar ese despertar y eso nos afecta a todos: colegios católicos, padres, curas, catequistas, amigos vecinos...bloggers...pero es que precisamente, me parece a mí, es la perspectiva espiritual la que se ha dejado de lado en la Iglesia de las últimas décadas y eso ha sido desalar la sal.
La verdad es que la apostasía generalizada en el cuerpo de los bautizados es un hecho inédito en la historia de salvación. No se trata de unos tiempos "recios" como han sido otros, sino de un fenómeno del todo singular, cristalización morbosa de un amalgama de herejías. A este respecto alude el catecismo: "La Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numeroso creyentes" (CEC 678); el mismo catecismo prosigue: "Jesús anunció en su predicación el Juico del último Día (...) Entonces será condenada la INCREDULIDAD CULPABLE que ha tenido en nada la Gracia ofrecida por Dios".
En realidad el misterio siniestro de la Gran Apostasía solo se esclarece a la Luz de la Teología de la Historia y documentos magisteriales, lucernarios proféticos perfectamente silenciados (Pascendi Dominici Gregis, Libertas Praestantissimum; Divini Redemptoris, etc). La Apostasía viene precedida por la mentira, origen en el Padre de la Mentira, Serpiente Antigua, Satanás.
Así, Dios desaperece del horizonte del hombres posmodernos. Unos lo combaten, -son enemigos de la Cruz de Cristo- y, otros, simplemente se dejan arrastrar; aceptan gustosos "la marca de la Bestia en la frente y en las manos", tienen libertad para comprar y vender, al precio de la Verdad. Después de todo... "¿qué es la verdad?" (Jn 18,38)
¿No es la Iglesia el cortafuegos de ese "hombre impío" (Ap.20, 2-3), pero que no podrá impedir que algún día sea desencadenado" (Ap. 20,7) cuando la propia Iglesia sea devastada por la impiedad, la amoralidad, el descreimiento generalizado, la cobardía de los cristianos y la desobediencia de los pastores a sus superiores?
Sé que es una reflexión tremendista, pero ¿Realmente estamos viviendo esa época ya profetizada?
Pero, si nos encontramos en ese momento profetizado, ¿qué hacer? ¿es posible hacer algo para cambiar el rumbo de la Historia? ¿o sólo es posible actuar a nivel individual, dando por perdido el grueso de las gentes? Me resigno a pensar así. Algo se podrá hacer.
Respecto del comentario de Luis López, apoyo su petición al Padre Iraburu. Sé que resulta comprometido emitir una opinión en ese sentido, más en público, pero me parece que el Padre no se caracteriza por adoptar posturas cómodas. Anímese, Padre Iraburu. Le esperamos con ansiedad.
FIN DEL MUNDO Y APOSTASÍA PREVIA. Algunos querrían saber más sobre el fin del mundo, la apostasía precedente, si ya se dan en el presente los signos que indican la proximidad de la segunda venida del Señor... Yo no sé más de lo que dice el Catecismo de la Iglesia (nn. 668-677). En esos números se hace una síntesis muy preciosa y exacta de lo que la Iglesia enseña, es decir, de lo que el Señor le ha revelado.
ANA VAZQUEZ pide explicación sobre lo que "dice Luis", pero como resulta que Luis no lo dice, resulta que no hay nada que explicarle. ATENCIÓN aquí. En las conversaciones (o si se quiere, discusiones) hay que evitar con todo cuidado atribuirle al interlocutor cosas que no ha dicho.
ALFA pregunta si es válida la consagración en boca de uno que piensa como lo describo en el último párrafo de mi escrito (14.06.09 @ 17:41). Respondo que nuestro Señor Jesucristo es el ministro principal de los sacramentos, y el sacerdote es el ministro secundario o instrumental. La validez de los sacramentos resultaría para los fieles siempre dudosa si "dependiera" del estado de gracia del sacerdote o de su perfecta ortodoxia personal. Un sacerdote que guarda las formas prescritas por la liturgia de la Iglesia y quiere hacer lo que la Iglesia quiere hacer en el sacramento, esté en gracia o en pecado, tenga su fe perfecta o imperfecta, realiza válidamente los sacramentos, y en el caso que Ud. consulta, la Eucaristía. Habría que precisar bastante más algunos puntos de la cuestión, pero creo que con esto que le digo puede bastarle.
Aunque las preguntas que a todos nos surgen a la primera de cambio: ¿cuándo vendrá el Señor? ¿ya es la hora? creo que son sinceras, pidamos gracia para ser mártires y confesores mientras va llegando. Pues el Señor nos dijo que estemos siempre preparados, porque a la hora que menos esperemos, vendrá. Ven Señor Jesús, prepáranos tú mismo para tu venida y en esa hora, oh María, Madre de Misericordia, danos tu mano para ser salvos.
P. Iraburu responde: corto el comentario porque continúa haciendo calificativos muy ofensivos. Y obviamente no es éste el lugar para examinar un programa radiofónico que no he oído. La vía normal es que envíe Ud. sus quejas directamente a RADIO MARIA, donde siempre corrigen lo malo que se les haya podido colar (si es que en este caso ha habido algo malo, que, como le digo, lo ignoro). Un saludo en Cristo.
http://www.radiomaria.es/sugerencias.htm
o en el teléfono 917107700
En cualquier caso, yo creo que estas personas se definen como cristianas y católicas, y, de hecho, o en cualquier caso, no salen de círculos católicos, de hecho me imagino que a la mayoría de los que se les permite exponer este contenido en Institutos Teológicos, son sacerdotes, en donde enseñan a los futuros sacerdotes, y a los adultos que pretenden ampliar conocimientos teológicos, espantando realmente a las personas convertidas, excepto como tierra de evangelización.
Me imagino que uno de los mayores perjuicios, en este caso de los Institutos teológicos, puede ser para los futuros sacerdotes, los cuales imagino que no tienen otro medio de obtener sus conocimientos necesarios en teología, y pueden quedar gravemente influidos en este proceso, ya que, entre otras cosas, el contenido no es presentado claramente, con lo cual la posible defensa frente a esto, en personas en período de formación, se dificulta.
La presentación de estas herejías o lo que sea, no suele ser tan descarado, sino que siempre es más sibilino, más engañoso, afectando a áreas eminentemente prácticas. Se basan en muchas ocasiones en aquello de "ama y haz lo que quieras", a lo que se agarran para vivir su egoísmo y su "amor" superficial.
Me imagino que los seguidores que, sin duda, tienen, será por esta menor exigencia a la hora de entregar la vida. Un "cristianismo" que permite a uno continuar con su egoísmo tiene mucho "atractivo" para muchos, mientras que el auténtico cristianismo sigue siendo fuente de escándalo, incluso en medios cristianos y católicos. Y. curiosamente, también tienen éxito entre algunas congregaciones religiosas.
El tema del fin de los tiempos, al fin y al cabo, no pertenece ni a los astrólogos, ni a los testigos de Jehová ni a los visionarios chiflados, sino a la más estricta ortodoxia, y no podemos vivir pateándolo como si "quedara mal", porque podemos estar renegando de nuestra fe sin darnos cuenta, casi. A veces deberíamos preguntarnos si realmente creemos que vendrá el Anticristo, y si deseamos y rogamos insistentemente "¡Ven, Señor Jesús!", sabiendo no obstante todo lo que habrá de precederLo. Una fe sólida en estos puntos pero con "huída sistemática del martirio", resulta incomprensible (me refiero al temer el ridículo a veces, por hablar claro..).
Sabemos que la "gran apostasía" es signo inequívoco de los últimos tiempos, pero eso no significa que nos quedemos tan tranquilos contemplándola. No es, por lo tanto, "tremendismo" hablar claro, por caridad, simplemente; si veo que el barco está próximo a hundirse, "pues bien, señores, lamentamos perturbar su siesta, pero a ponerse los salvavidas, y si el agua está fría, hay que saltar igual!" Aquí el barco sería el mundo (no uso la figura tradicional de mar-mundo y barca-Iglesia, sino a la inversa), y lo más caritativo y sencillo es decirle a la gente que el mundo está podrido, y muchísimas almas con sentido común y recta intención lo ven muy razonable, aunque jamás hayan ido a catequesis; y creo que tal vez muchas de esas aventajarán en la "última hora" quizá a varios teologuillos que todavía siguen escarbando si el infierno está lleno o vacío...
Esta es parte de la confusión, que nos debe mover a todos a una enorme humildad... A mí siempre me ha maravillado con qué serenidad la gente sencilla (letrada o no, pero sencilla de corazón) admite el Credo como un bloque, cuando no se interponen prejuicios de "metodología catequética". Nuestra Señora en Fàtima no pidió asesor pedagógico para mostrar el infierno a los pastorcitos..
Con respecto al "qué hacer", comparto con todos algo que el padre Iraburu me ha ido enseñando en estos años: pedir mucho al Espíritu Santo el discernimiento para saber descubrir, y la docilidad para lo que el Padre nos va "dando hacer"... Sin prisa, pero sin cansancio.
Para mi la apostasía nació con la revelación del ángel contra DIOS, cuando quiso superar al Creador, fue expulsado del paraíso, desde ese momento tienta a las criaturas a destruir el plan Divino.
Es el, el que más provecho saca de los errores del cuerpo de la iglesia, cuando Lutero detecto malos actos en representantes de la iglesia Católica Apostólica Romana, y quiso corregir no lo escucharon, lo rechazaron, pero me parece que cometió un error mas grave al separarse y crear otra iglesia, porque se han multiplicado las ramas y el ser humano no se ha liberado, cada vez esta mas esclavo de si mismo.
En el Jubileo del 2000 nuestra iglesia pidió perdón por los pecados cometidos. ¿Serán estos los frutos? Poder ver el desorden en nuestra casa, para comenzar a restaurar, renovar y convertirnos en verdadero cuerpo de la iglesia bajo su cabeza que es CRISTO.
No hay duda que la vida entregada al misterio del Redentor es maravillosa porque nos dijo, Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos, así lo vivo, y deseo que la humanidad se de cuenta de cuanto se pierde rechazando al Todopoderoso o dudando de su Gracia.
Cuando la reforma es inspirada por el Espíritu Santo transforma lo viejo en nuevo sin que pierda su origen, contexto, sabor y valor. Gloria al Señor, paz y coraje a los hombres que son dignos de su Amor.
Me he esforzado bastante en informarme sobre el tema y he leído bastantes artículos que estipulan que uno incluso después de apostatar continua siendo parte de la iglesia católica por el simple hecho de estar bautizado, y, por lo tanto con la apostasía sólo se reniega de Dios... Pero, ¿Acaso no fue Dios quien nos dio libre albedrío? Y, ¿Parte de este libre albedrío no incluiría seguir sus enseñanzas en una manera que concuerde con nuestras ideologías?... Muchos podrían argumentar que esto sería caer en libertinaje, y por consecuencia cada uno adoraría a Dios de una forma egoísta, de una forma que no implicara esfuerzo de ningún tipo, pero no tiene por que ser así.
Realmente hablando sin prejuicios y con una mente abierta, ¿De verdad sería tan malo sentirse libre de amar a Dios sin tener que profesar una religión en específico?, y avanzando más allá, tomándome la libertad de hablar un poco por los denominados ateos, ¿De verdad es algo terrible y aberrante no creer en un ser superior, en sólo dedicarse a creer a la verdad que pertenece a este mundo?
Pero al final éste solo es un pequeño punto de vista, tan insignificante o importante como cualquier otro dependiendo de su interpretación.
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JMI.-Tendrá que leer de nuevo mi artículo. Ánimo, a ver si le convence.
Tengo una pregunta respecto al tema de la apostasia.
Quien no apostata formalmene (documentos) pero si lo hace en su interior de forma deliberada y consciente, de modo que renuncia a todo lo catolico (incluyendo los sacramentos).......
¿Queda excomulgado dicha persona en este caso?
¿Dicha apostasia puede ser considerada como una genuina apostasia aunque no sea formal?
gracias de antemano......
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El abandono y rechazo de la fe en la apostasía no necesita de declaraciones documentales para formalizarse y venir a ser apostasía: lo es sin más. Y lógicamente queda excomulgado, con papeles o sin ellos.
Si la apostasía no solo es informal sino que también oculta, es decir, no solo no existen declaraciones documentales, sino que nadie excepto el que ha cometido la apostasía interior conoce su voluntad apostata (no hay manifestaciones externas de apostasía como ocurre con el hereje que abandona la Iglesia)
¿Ese tipo de apostasía también es genuina?
¿Tiene excomunión ese tipo de apostasía?
Hago estas preguntas porque he visto que la Iglesia excomulga a quienes abandonan la Iglesia de manera formal (documentos), mientras que a quienes están realizando los tramites de defección (ellos ya cometieron apostasía con el corazón) solo les advierte de la excomunión en caso ellos consuman su acción formal de defección.
gracias de antemano.
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JMI.-Como es lógico, una cosa es el proceso REAL de la persona, y otra el proceso DOCUMENTAL, canónico, a efectos de la sociedad que es la Iglesia.
Lo que es evidente es que quien, aunque se ocultamente, ha negado en su corazón a Cristo Salvador del mundo, ha perdido consciente y libremente la fe, queda REALMENTE FUERA de la comunión de fe y de caridad que es la Iglesia. Queda fuera de esa comunión. Él mismo se ha ex-comulgado.
La Iglesia es primariamente una comunión en uns sola fe, es una comunión de fe salvífica. El que abandona y rechaza esa fe se sale de la comunión de la Iglesia.
Tengo dos inquietudes:
¿La excomunión impide rezar al apostata?
¿Si la apostasía es interior, oculta e informal; basta el párroco para obtener el perdón de los pecados o incluso en este caso es necesario ir donde el Obispo?
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JMI.-No tengo claras las respuestas, pero responderé lo que alcance a ver.
1.-Lo que impide al apóstata rezar no es la excomunión sino la apostasía, que le ha llevado a negar la fe, la fe que le abre el acceso al diálogo de la oración con Dios.
2.-Una apostasía oculta-interior, una crisis de fe, digamos, puede ser en la confesión sacramental perdonada por el sacerdote sin más.
Tengo una duda
Digamos que yo apostate en forma publica, integrandome a un grupo marxista, sin embargo, nunca realice la defeccion por medio de documentos.
¿De estar arrepentido, debo confesarme con el Obispo o basta hacerlo con el parroco local?
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JMI.-No sabría decirle cuales son los trámites requeridos por la Iglesia (o por la normativa concreta de tal Diócesis) para los que habiendo apostatado públicamente quieren reintegrarse a la Iglesia.
Apostasia:Persona que cambia de religion,partido politico,ideal,o simplemente se separa de algun gremio Univerisdad y escuela
Decir que la Apsotacia es el peor de todos los pecados cabe señalar que eso raya en anacronismos porque porque hay que señalar que la Apostasia no es desobeder a las leyes y palabras de Dios si no cmabiarse de Religion al decir que la Apostasia es el peor de todos los pecados estan diciendo literalmente de acuerdo a su propia logica que un Protestante que se convierte en Catolico cometio el peor pecado ya que ese protestante es Apostata y por ende cometio un grave pecado al cambiar de religion lo mismo cualquiera de otra denominacion que se vuelva catolico se convierte en Apsotata por conisguiente esta cometiendo el peor pecado
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JMI.-Yo no empleo el concepto de apostasía del LAROUSSE, sino el de la Tradición católica y del Derecho Canónico (canon 751 et passim).
Al tratar de temas católicos, como lo hago siempre en el blog, no tengo por costumbre consultar el LAROUSSE.
Espero que esta confesión no le escandalice.
Necesito que me aclaren esas dudas, de la evangelización y del martirio y que consejos pueden darme. Gracias.
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JMI.-Usted procure vivir la vida cristiana, dócil a la gracia de Dios que va obrando más y más en ud., y cada vez tendrá más capacidad personal de hacer apostolado y de evangelizar. Pero tranquilo, al paso que la gracia le vaya llevando y la potencia que el Espíritu vaya poniendo en su mente y corazón.
Lo del martirio... es como el que se acusa de temer demasiado la muerte. A esto no hay otra que la oración de súplica (guárdame, Señor, del temor malo, hecho de poca confianza en ti). También la meditación, considerando a la luz de la fe que si llegara a nosotros el martirio sería la gracia más grande que se puede recibir: la que nos lleva directamente al cielo.
Y tanto en la muerte como en el martirio-posible, pensar siempre que "ahora" no nos falta quizá la confianza y la paz, pero que el Señor nos asistirá con esas y otras virtudes "cuando llegue el momento". Él está siempre con nosotros, ayudándonos con su gracia a crecer en fe-esperanza-caridad. Nunca nos deja de su mano, y menos a la hora de la muerte o a la hora del martirio, si llegara.
Bendición +
JMI.-Si, la apostasía es el más grave de todos los pecados, como explico y documento en el artículo.
Según veo, no basta rechazar totalmente los mandamientos, la religion y a Dios mismo para que hablemos de una apostasia de la fe.
Si la Fe es la adhesión de la inteligencia a la verdad revelada, significa que apostatar implica una incredulidad total.sobre esa verdad.
Sin embargo, me resulta dificil pensar que Satanas sea un incrédulo, porque para odiar a Dios implica creer en su existencia.
Como puede ser Judas Iscariote un apostata si evidentemente el creia en la existencia de dios?
En fin (por favor, sepa disculpar la extensión del comentario), ¿qué es lo que debo hacer en mi situación actual de apostasía?
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JMI.-"Dame, Señor, tu luz y tu verdad". Está claro que la oración de petición ha de ir siempre por delante, como la proa del barco de la navegación cristiana. Pero sin conocerle a usted ni conocer sus circunstancias y posibilidades no puedo decirle "qué debo hacer en concreto". Hablar con personas de fe profunda, leer bueno libros cristianos sobre la Sagrada Escritura y la doctrina (el Catecismo), leer vidas de santos, ir acercándose a los sacramentos con la ayuda de algún sacerdote (confirmación, confesión, eucaristía), ir a Misa, etc.
De todos modos no sé cómo se puede dejar (apostasía) algo (la fe) que no se ha tenido nunca, por falta de formación y educación cristiana.
Pido al Señor por usted. Bendición + JMI
Tengo entendido que los excomulgados no pueden lícitamente comulgar, sino que tampoco pueden recibir sacramentales (agua bendita, recibir la bendición, recibir la exequias católicas, etc...)
Sin embargo¿que ocurre cuando el familiar fallecido de un apostata es católico y el apostata tiene el deseo de asistir respetuosamente a la Misa y Funeral que se hace en favor de ese ser querido? ¿Es posible para el apostata asistir respetuosamente a esa Misa -negativa a comulgar- sin que eso implique aumentar su pecado?
Gracias de antemano
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JMI.-Si asiste respetuosamente, y sin comulgar, no aumenta su pecado.
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JMI.-... "por lo que sé se trata del rechazo explícito de la redención de Cristo. Creo que este es el pecado mayor". Y su nombre es apostasía.
Hasta el momento de la muerte es tiempo de gracia, y por grandes fueran los crímenes, por ejemplo, del mal ladrón, muy poco antes de su muerte, Dios lo mueve al arrepentimiento, reconoce sus culpas, y Cristo le asegura un paraíso inmediato.
Rechazar al Espíritu Santo ,esto significa ,aceptar como bueno y santo el espíritu de Satanás ,y llegados a este estado ; no hay vuelta atrás.
Padre José Maria ,usted debe saber lo que se cuece en los seminarios que enseñan sistemáticamente la herejía y la apostasía ,como ha confesado anteriormente un seminarista .
El Diablo ha sido soltado por un corto espacio de tiempo para engañar a los que deliberadamente quieran dejarse engañar ; menos mal que será por poco tiempo,y tal vez nos lleve hasta finales del presente siglo, no creo que más ; hoy día, una década son muchos años ,y los acontecimientos van muy rápidos ; pero Toda la Iglesia no puede dejarse engañar,y por tanto no puede permitir que el Diablo se instale en el Templo de Dios; sin que el que está sentado en el Trono haga lo posible para arrojarlo fuera de la Iglesia y del Vaticano.
Ya ve usted que finalmente ven la urgencia de retornar a la fuente?.
Dios lo bendiga mucho, mucho, padre I.
Alabado sea Dios.
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JMI- Paqueveas, Maricruz, lo famosos que semos.
Abrazo y bendición +
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JMI.- Lástima. Ya se ve que no ha tenido una buena relación con lo religioso.
"Hacer lo que yo quiera" no va a ser solución, sino voluntarismo estéril. No puede el hombre salvarse a sí mismo. "Sin mí (Jesús) no podéis hacer NADA". Es el Salvador único del mundo, y a El tenemos pleno acceso por la Iglesia Católica.
Dios rechaza a quienes se obstinan en la soberbia, y da su gracia a los humildes.
Pídale: "Dame, Señor, tu luz y tu verdad".
Yo tenía entendido que tal era la alegría que un hijo descarriado volviera a la Iglesia, que se hacía fiesta, no que se le daban penitencias durísimas. No sé si pudiera resolverme esa duda
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JMI.-No hay contradicción entre penitencias y alegría.
Santos como S. Francisco de Asís, s. Pedro de Alcántara, etc. eran sumamente penitentes y sumamente alegres.
Recibí una carta donde el obispo de mi diócesis acepto. Señalaron mi nueva condición dentro de la Iglesia.
No pensé que fuera tan sencillo pues en internet leí que era muy complicado. No le di importancia, hoy día pienso que sí me lo hubieran negado lo habría dejado estar, no lo sé.
Ahora tengo 27 años y el caso es que llevo unos años sintiéndome vacío. Ese vacío lo he intentado llenar con meditación, mindfullnes, yoga. Pero no se va.
Por cosas de la vida llevo un tiempo atravesando dramas tanto personales como familiares y hace unos días recordé lo bien que me sentía de pequeño cuando acudía a Dios.
Así que me puse a rezar, antes de dormir ya llevo dos noches rezando. Casi he olvidado cómo se hacía, si es que alguna vez aprendí a hacerlo bien.
El caso es que quiero revocar mi apostasía, pero no sé qué pasos seguir. Había pensado acudir a mí parroquia a preguntar, a mí diócesis. Estoy dispuesto a aceptar cualquier penitencia.
Hoy adquirí la Sagrada Biblia de edición popular de la CEE. De pequeño me leí entera la que daban en el colegio concertado al que fui.
Un saludo.
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JMI.-Doy muchas gracias a Dios, que según dices está tirando de ti con su gracia para moverte a volver a la Casa del Padre, que en este mundo es la Iglesia.
Mi próximo rosario irá por ti a la Virgen, para que te allane el camino.
No tengo la menor idea de lo que hay que hacer. Tendrás que preguntar en tu parroquia, o a algún cura que conozcas, o en la Curia diocesana, preguntando quizá por el Vicario General.
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JMI.-Triste tarea la suya: visitar blogs católicos para en cada uno de ellos defecar su incredulidad en los más sagrados misterios de la fe.
Se está usted matando.
Soy un arrepentido pecador de Apostasía. ¡Alabado sea el Señor! Tuve hace algo más de dos años una revelación Divina que me llamó a salvarme, y desde ese momento me dije: Dios existe. Fui a la Iglesia a orar y después de mi penitencia, hace unos meses, regresé a la Iglesia a través de un acto de reconciliación en el Arzobispado de Toledo, mi ciudad natal donde fui bautizado.
Me alejé del Señor con nueve años, sin recibir la comunión, y sin volver a misa ni a dar clase de religión en la escuela. Con treinta años, cometí pecado de Apostasía, al tomar la Iglesia como una institución de la que debería darme de baja por congruencia con una vida materialista y sin religión.
Ahora Dios me colma de Amor, un Amor que no merezco, pero que demuestra que su misericordia infinita nos llega a los apóstatas con su perdón.
Espero aportar luz al debate con mi testimonio.
Dios los bendiga a todos.
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JMI.-Todos los días, y concretamente en el prefacio de la Misa, "damos gracias a Dios siempre y en todo lugar", porque es eterna su misericordia. Es infinita, como su bondad, verdad y belleza.
Bendición +
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JMI.-Con cerca de 90 años, y con MUCHO más trabajo del que alcanzo, no puedo responderle a su pregunta, que para ser bien respondida requiere desarrollos largos.
Solo le digo que la guía para el regreso a la Iglesia requiere una ayuda presencial personal de algún sacerdote o laico de buen espíritu de fe y caridad.
Mañana ofreceré la Misa por usted. Va mi bendición +
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