Anticristianismo en la génesis del Uruguay moderno

José Batlle y Ordóñez

José Batlle y Ordóñez odió el cristianismo.

Daniel Iglesias Grèzes

Don José Batlle y Ordóñez (1856-1929), dos veces Presidente de la República Oriental del Uruguay (1903-1907 y 1911-1915) dominó el escenario político uruguayo desde el comienzo de su primer gobierno hasta su muerte.

Hablando de sí mismo en tercera persona, Batlle dijo: “[En su niñez y adolescencia] Ignoraba que la impostura [católica] no tiene límites. No sospechaba que, detrás de todo aquello, había un negocio lucrativo que hacía posible la ignorancia de los demás, como la suya propia… En la edad de la reflexión había notado la falsedad de las ideas de que lo habían imbuido, aunque no se había despojado aún del respeto a Jesús, a quien creía un gran hombre, una gran luz moral, y de quien piensa ahora que no era más que un insensato. El señor Batlle y Ordóñez piensa actualmente que el Cristianismo es una fuente de males inconmensurables, y está seguro de que no caerá a este respecto en contradicción en el porvenir, como no ha caído en el pasado en nada de lo que se refiere al catolicismo1.”

Domingo Arena, uno de los principales colaboradores de Batlle, lo describió así: “No podía soportar… ninguna religión positiva, sobre todo la católica, por creer que todas, y especialmente la última, sólo sirven para nublar la conciencia del pueblo, envenenándola con prejuicios embrutecedores. Si se ensañaba especialmente con el catolicismo, era porque lo consideraba como el culto que había hecho más daño… De ahí que malquisiera tanto a los sacerdotes… De ahí que consagrara buena parte de su tiempo… para comentar la Biblia, ya que le parecía… importante poner de relieve, ante el pueblo, que el llamado libro santo hace a cada rato la apología de… crímenes abominables2.”

Un hijo de otro de los principales colaboradores de Batlle escribió: “[Para Batlle y los batllistas] Todas las oportunidades… son buenas para mover alguna iniciativa anticatólica… Se volverá casi una obsesión, cuyo paradigma se encuentra en aquella inculpación primaria atribuida al diputado batllista Román Freire, quien ante cualquier catástrofe y frente a todo problema, exclamaba: ‘¡Es la mano del Papa!’… Los años y los tiempos fueron después suavizando actitudes… Hubo sí un sector del batllismo, con Batlle al frente y rodeando a [su diario] El Día, que mantuvo intacta la irreligiosidad filosófica y el más inflexible anticlericalismo formal, lo que concluía por hacer sonreír cuando suprimía las cruces de los avisos mortuorios, escribía dios en lugar de Dios y llamaba a Pío XI el señor Ratti; prosiguiendo una agresiva y activa propaganda de divulgación anticristiana con su sección Leyendo el Evangelio, que redactó el mismo Batlle y Ordóñez hasta su fallecimiento3.”

Por ejemplo, el artículo La Resurrección, publicado el Domingo de Pascua de 1906 en El Día con la firma de Judas, pseudónimo de Batlle y Ordóñez, afirma que María concibió a Jesús en una relación extramarital y engañó a José; que Jesús no murió en la cruz, sino que fue enterrado vivo en el sepulcro; que más tarde sus discípulos, después de hacer dormir a los guardianes por medio de una intoxicación, sacaron a Jesús del sepulcro; que la resurrección de Jesús no es más que un grosero embuste; y que luego Jesús fue a Roma y vivió allí con un nombre supuesto, en las catacumbas, predicando su propia religión a los primeros cristianos, hasta que, al cabo de algunos años, murió tísico4.

Como se deduce de un artículo de su autoría, Batlle admiró a Lenin, inventor del totalitarismo y sanguinario perseguidor de los cristianos: “Con él [Lenin] se extingue un magnífico ejemplar humano… Lenin era en estos momentos la palabra de sensatez y de cordura, la mirada avizora y penetrante, la mano que no temblaba en el timón… Desaparece con Lenin un hombre excepcional, ante cuya tumba, prematuramente abierta, sería pueril no descubrirse con respeto5.”

En 1926 Batlle vetó la candidatura presidencial del batllista Gabriel Terra (quien fue Presidente de la República entre 1931 y 1938, después de la muerte de Batlle) porque Terra había actuado como padrino en el matrimonio cristiano de su propia hija.

Batlle “denigraba en toda ocasión a sacerdotes y monjas; se complacía en relatar las infracciones a los votos –particularmente el de castidad– y atacaba en forma constante al arzobispo [de Montevideo] Aragone, a quien llamaba el Cotorrón6.”

Una biografía de Batlle y Ordóñez escrita por dos de sus partidarios elogia su labor descristianizadora: “En el Uruguay nada tiene que hacer ninguna religión ni en los centros de enseñanza ni en los establecimientos hospitalarios del Estado. El niño, antes de Batlle, cumplía ciertas prácticas religiosas en la escuela [pública]. No eran muchas, es cierto. Todo se reducía a rezar un padre-nuestro, terminada la hora de clase, y a aprender todo o parte de un sucinto resumen del Catecismo. Contra estas prácticas reaccionó la tendencia francamente librepensadora del batllismo, que fue haciéndose camino en este país poco a poco, pero de manera tan segura y firme que puede afirmarse que es hoy nuestra República la tierra menos religiosa del mundo. Fueron abolidas así todas las enseñanzas y prácticas religiosas que se efectuaba[n] en la escuela primaria. Hoy, a ningún niño se le impone[n] determinadas creencias que sólo podrán contribuir a deformar su espíritu7.”

Batlle y Ordóñez es considerado el principal constructor del Uruguay moderno. Concluyo con una variación sobre una frase atribuida a Porfirio Díaz8: ¡Pobre Uruguay! ¡Tan lejos del Primer Mundo y tan lejos de Dios!

1) José Batlle y Ordóñez, en: El Día, 02/06/1929.

2) Domingo Arena, Batlle. Recuerdos, anécdotas, reflexiones. La muerte, 1930, p. 16.

3) Carlos Manini Ríos, Anoche me llamó Batlle, 2ª edición, Montevideo, 1973, pp. 88-89.

4) Cf. Ibídem, pp. 387-390.

5) José Batlle y Ordóñez, De pie, ha muerto Lenin, en: El Día, 26/01/1924.

6) Jorge Pelfort, Iglesia y Estado, en: El Observador, 21/08/1999, Correo del Lector.

7) Roberto B. Giúdice y Efraín González Conzi, Batlle y el batllismo, Segunda edición, Editorial Medina, Montevideo, 1959, pp. 363-364. La primera edición de esa obra es de 1928.

8) “¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!”

1 comentario

  
1345 del Catecismo= La Misa de Todos los Siglos
Como está el patio en Uruguay, macho!
11/01/25 9:21 PM

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