¡Feliz Navidad!
“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los habitantes de la tierra de sombras de muerte resplandeció una luz. Multiplicaste el pueblo, hiciste grande su alegría; se regocijan delante de Ti con la alegría del tiempo de la siega; como los que saltan de gozo cuando reparten los despojos. Porque el yugo que pesaba sobre ellos, y la vara que hería sus hombros, y el bastón de su exactor, Tú los hiciste pedazos, como en el día de Madián. Pues todo zapato que el guerrero lleva en la batalla, y el manto revolcado en sangre, serán quemados y hechos pasto del fuego. Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, que lleva el imperio sobre sus hombros. Se llamará Maravilloso Consejero, Dios poderoso, Padre de la eternidad, Príncipe de la paz. Se dilatará su imperio, y de la paz no habrá fin. Se sentará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y consolidarlo mediante el juicio y la justicia, desde ahora para siempre jamás. El celo de Yahvé de los ejércitos hará esto.” (Isaías 9,1-6).
“Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en Sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerlo partícipe de su vida bienaventurada. En la plenitud de los tiempos, Dios Padre envió a su Hijo como Redentor y Salvador de los hombres caídos en el pecado, convocándolos en su Iglesia, y haciéndolos hijos suyos de adopción por obra del Espíritu Santo y herederos de su eterna bienaventuranza.” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1).
Que en esta Navidad el Logos de Dios hecho carne para nuestra salvación nos conceda experimentar la alegría de ser hijos de Dios y nos llene de Su gracia, que hace nuevas todas las cosas.
¡Feliz y Santa Navidad para todos y cada uno de ustedes! ¡Y feliz Año Nuevo!
Daniel Iglesias Grèzes
4 comentarios
Ya de adelantar el trabajo, lo dejamos todo hecho.
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DIG: Al que madruga, Dios lo ayuda, ¿no?
Que el Niño Dios halle sitio en nuestra posada para nacer.
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DIG: Muchas gracias, Marta.
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DIG: Para mí, un saludo como éste es análogo a las tarjetas de Navidad que solíamos enviarnos unos a otros hasta no hace mucho tiempo. En general las enviábamos antes de Navidad, no después; y pretendíamos que llegaran a destino a más tardar el 24 de diciembre. En mi casa (y creo que esto era una costumbre generalizada) íbamos colocando las tarjetas recibidas en torno al pesebre o al arbolito de Navidad. En el Adviento, obviamente.
Publiqué mi saludo el 9/12, pero como no pienso publicar nada más en mi blog hasta el 26/12, muchos lo leerán más cerca de la Navidad, o el mismo día, o el día después.
Además, el Adviento es una preparación para la Navidad. ¿Qué hay de malo en levantar la mirada hacia la meta mientras uno está en camino hacia ella? El año litúrgico es una ayuda, no un corsé.
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DIG: ¡Muchas gracias! Igualmente para ti.
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