Philip Trower, La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos -4B

(Véanse en este blog los tres capítulos anteriores y la primera sección del Capítulo IV).

PASANDO POR EXPERIENCIAS SUCESIVAS

El otro aspecto trata de lo que los hombres y las mujeres son específicamente, su naturaleza esencial, y enfatiza su nada, su voluntad y su libertad. Sobre este tema, Sartre es el que habla más fuerte.

Cuando los existencialistas hablan de la nada, no están describiendo lo que los cristianos quieren decir cuando hablan metafóricamente de la “nada” del hombre ante Dios. Ellos lo dicen literalmente. En relación con nosotros mismos, es una idea difícil de entender. ¿Cómo los hombres pueden existir y no existir al mismo tiempo? Sin embargo, ésta es otra parte vital del mensaje existencialista.

Los hombres y las mujeres no son seres que tienen una realidad sustancial y duradera desde el momento del nacimiento, o más bien de la concepción, en adelante. El hombre es un no-ser que logra, o semi-logra, ser de un tipo transitorio pasando por sus experiencias sucesivas. Es como una voluta de vapor —capaz de absorber la “experiencia"— que se ha materializado (inexplicablemente) en un vacío. La existencia de un hombre, como dice el famoso pronunciamiento existencialista, precede a su esencia. Pero, de hecho, el hombre existencialista nunca tiene una esencia. Lo que él es esencialmente sólo puede calcularse en la muerte cuando sus unidades acumuladas de existencia o experiencia son sumadas —presumiblemente por sus amigos después de su funeral— y luego él ya no es, en ningún sentido.

Sin embargo, para los existencialistas de línea dura del tipo sartriano, y más recientemente del tipo “cristiano", la mera recepción pasiva de la experiencia no confiere existencia verdadera. Un hombre sólo existe en un sentido real si realiza continuamente actos de voluntad libres y conscientes.

Quizás podamos entender lo que se dice aquí volviendo a la imagen de la realidad como una melaza o sopa extendida. La voluntad humana es representada como un remolino de energía que hace un agujero o espacio en la melaza o sopa del Ser. El hombre es este espacio vacío creado en el continuo de la realidad por el torbellino de su libre albedrío. Si él deja de ejercer su libre albedrío, el agujero se cierra y su existencia es tragada por la melaza. Él es, esencialmente, un libre albedrío y nada más.

Estas nociones pueden parecerte abstrusas y ridículas, pero dejan claro por qué las personas ahora “se vuelven” personas, en lugar de ser personas. Tú te conviertes en una persona en la medida en que eres capaz de actuar conscientemente, tomar decisiones y realizar tus posibilidades. Si, debido a la pobreza, la pérdida de las facultades corporales o mentales o su falta de desarrollo, te falta alguna de estas cosas, tú dejas de ser una persona y puedes ser tratado como corresponde.

Las nociones abstrusas tienen una forma de producir consecuencias públicas de gran alcance.

Cuando estas ideas se traducen a términos “cristianos", las personas no son cristianas como resultado de su fe y su Bautismo; están en un estado de “convertirse” perpetuamente en cristianos (pero quizás nunca serlo realmente) mediante la participación en actividades “cristianas” —una perspectiva que (involuntariamente) fomenta un nuevo fariseísmo, ya que estos cristianos existencialistas sólo pueden “probar” su cristianismo a sí mismos y a los demás por medio de buenas obras conspicuas sobre las que es necesario llamar la atención. Tenemos aquí otra razón por la que en el “cristianismo” modernista la actividad es muy importante y el conocimiento y la fe tienen un descuento.

En este punto de la filosofía, hay un cambio de clave de menor a mayor y el tempo se vuelve más vigoroso.

El sentido común debe de haber sugerido eventualmente a los padres guardianes del existencialismo que pocos hombres van a prestar atención durante mucho tiempo a un sistema de pensamiento que sostiene que la vida no tiene sentido. Por lo tanto, empezaron a salir a la palestra algunas ideas más positivas.

VIDA AUTÉNTICA Y COMPROMISO

Confrontado con su existencia absurda y sin sentido, que será extinguida por la muerte, el hombre tiene dos opciones.

Puede vivir de manera “inauténtica". Esto significa esconderse de la verdad, el hecho de que la vida no tiene sentido, y aceptar las normas y valores de la multitud: así él escapa a la desdicha interior y la desesperación que resultan de una evaluación honesta de los hechos.

O puede tomar el camino heroico y vivir de manera “auténtica", como lo hacen los héroes de las novelas de Camus. Vivir de manera auténtica significa afrontar la verdad, la futilidad de la vida y, temporalmente al menos, someterse a la desesperación que es la consecuencia necesaria, pero que, si no conduce al suicidio, eventualmente lo purificará. La desesperación lo sacará de sí mismo y lo alejará de las “trivialidades". Por ella se verá impulsado a comprometerse con una vida de elecciones dramáticas o con una causa particular. Como vimos, sólo el uso de la voluntad puede hacer que un hombre sea verdaderamente.

Es por eso que el Sr. Hombre Promedio, que se supone que va a la deriva por la vida sin comprometerse con nada en particular (excepto quizás mantener a su familia, educar a sus hijos en el servicio de Dios y cumplir tranquilamente los deberes de su estado), es mirado con tanto desprecio por los fieles existencialistas. Estos semi-seres o no-seres son, para los existencialistas, como los réprobos en el sistema calvinista, destinados a la condenación, o los burgueses en el sistema marxista, destinados al paredón de fusilamiento. Sin embargo, como la muerte aniquila lo “bueno” y lo “malo” por igual, el Sr. Hombre Promedio quizás haya seguido el camino más sabio.

Pero, ¿con qué debe comprometerse un hombre?

Teóricamente, no debería importar. Dado que la vida es una cadena de “sucesos” ininteligibles y sin sentido, la jardinería, la colección de sellos, la agricultura o derrocar al Estado deberían estar todos en el mismo nivel. Sólo la elección y la actividad del hombre dan a la experiencia de vivir cualquier significado efímero y artificial que pueda decirse que tiene. El hombre puede hacer que lo bueno sea malo y lo malo sea bueno. Él, no Dios, es el autor del significado, la “verdad” y el valor.

En la práctica, sin embargo, parece haber un consenso generalizado entre los existencialistas en que un hombre debería comprometerse con una u otra variante de esa empresa familiar de “transformar el mundo” o construir el paraíso terrenal. Él tiene ahora un plan para “realizar sus posibilidades” y “hacer su futuro".

La historia del pensamiento humano está llena de alianzas extrañas y una de las más sorprendentes es ésta, que ha puesto al servicio del colectivismo político a la que es quizás la filosofía más radicalmente individualista jamás inventada. Sartre y otros existencialistas franceses de izquierda como Merleau-Ponty han sido los principales negociadores matrimoniales.

¿Cómo llega el existencialista a esta decisión?

“Ellos (los existencialistas)", dijo Pío XII en su encíclica Humani Generis - Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica, “atribuyen a nuestra naturaleza apetitiva una especie de facultad intuitiva, de modo que un hombre que no puede decidir cuál es la respuesta verdadera a algún problema intelectual sólo necesita recurrir a su voluntad: la voluntad” —guiada únicamente, al parecer, por sus apetitos, y sin referencia a la mente— “hace una elección libre entre dos alternativas intelectuales. ¡Una extraña confusión", prosigue el Papa, “entre las esferas del pensamiento y la voluntad!” [Cf. Humani Generis, numeral 26 en la versión española; y numeral 33 en la versión inglesa].

SILBANDO EN LA OSCURIDAD

Para estimular a los hombres a no desanimarse una vez que han tomado la decisión y se han lanzado a transformar el mundo, y para impedir que recaigan en el nihilismo, para el que el existencialismo los ha preparado lógicamente, aquí el filósofo Ernst Bloch presentó atentamente su “filosofía de la esperanza", que ha sido introducida en círculos cristianos por Jürgen Moltmann. Es por eso que tú posiblemente hayas oído mucho sobre la esperanza desde el púlpito recientemente. Pero esta “esperanza” existencialista sin sentido no es la Esperanza cristiana —la confianza en la providencia de Dios y la esperanza de la felicidad eterna con Él. Es el hombre existencialista asustado que silba en la oscuridad cuando piensa que posiblemente las fuerzas que el hombre moderno ha desatado van a ser demasiado [grandes] para que él las controle, y que él reventará el mundo antes de poder construir el único paraíso que va a existir.

Al comprometerse con una actividad, elevándose así de la existencia inauténtica a la auténtica, un hombre se “trasciende” a sí mismo, y al hacerlo se encuentra con “el otro", con quien puede entablar una relación o “diálogo” “significativo". Él “se abre” a los demás; es “un hombre para los demás": se pone a su disposición. En la medida en que estas ideas tienen valor, son una manera grandiosa de decir que el altruismo es algo bueno. ¡Cuán a menudo, cuando se estudia el existencialismo, uno se siente tentado a definirlo como una fantasía interrumpida ocasionalmente por lugares comunes!

De esta forma, el hombre existencialista sale del solitario mundo privado de su experiencia personal. El “otro” suele ser el hombre, pero en el caso de Jaspers y sus seguidores podría ser Dios, quien, sin embargo, rara vez es llamado Dios; las expresiones preferidas son “la Trascendencia” o “el Ser Trascendente". El diálogo es principalmente un intercambio de experiencias. Puede generar sentimientos de compañerismo y llevar a decisiones conjuntas en asuntos prácticos. Pero nunca es una discusión de ideas emprendida con la esperanza de llegar a un acuerdo sobre una verdad seria, ya que eso sería imposible. Como hemos visto, los mundos de nuestras experiencias personales no son los mismos. Por su naturaleza, el existencialismo es el enemigo de la unidad humana, porque rechaza las precondiciones para ella: una naturaleza común y un entendimiento común de las cosas.

Hasta aquí he considerado principalmente el existencialismo ateo de Heidegger y Sartre y el existencialismo agnóstico de Jaspers. Pero antes de terminar con el tema, debemos mirar brevemente una corriente filosófica ligeramente diferente que ha estado fluyendo simultáneamente hacia la piscina existencialista. Ésta es el existencialismo teísta derivado del pensador judío Martin Buber (1878-1965), y los cuasi-existencialistas católicos franceses Gabriel Marcel (1889-1973) y Emmanuel Mounier (1905-1950).

UNA MIRADA AL EXISTENCIALISMO TEÍSTA

Todos han sido influenciados en su pensamiento por Kierkegaard y el existencialismo en general, pero rechazan sus formulaciones ateas, pesimistas y excesivamente individualistas. La persona humana y la comunidad humana son los sujetos de preocupación y los polos alrededor de los cuales gira su pensamiento.

Yo y Tú de Martin Buber es el libro fuente importante de esta corriente.

Aunque no es intrínsecamente dañino como el existencialismo que hemos estado discutiendo hasta ahora, esta marca personalista y comunitaria (que ha tenido la mayor influencia en Francia — la influencia de Heidegger ha estado principalmente en países de cultura alemana), es, debido a sus fundamentos generalmente vacilantes y subjetivos, fácilmente convertida en propósitos indeseables. (Todas las filosofías que toman como punto de partida al hombre y su vida interior en lugar de la creación como un todo probablemente terminen teniendo como su principio determinante los deseos del hombre en vez de las intenciones y designios del Creador expresados ​​visiblemente en las cosas a través de sus naturalezas).

Parte de la enseñanza de este tipo de existencialismo es bastante simple. Debemos recordar que las otras personas son seres humanos, no cosas. Cada ser humano es único y precioso. No debemos permitir que las funciones sociales de las personas traguen nuestra conciencia de lo que ellas son verdaderamente: un mecánico de garaje o un empleado de banco es más que sólo eso. Debemos superar nuestro egocentrismo; no somos unidades aisladas sino miembros de la sociedad. Ser es más importante que poseer.

Tal es, por ejemplo, el tema central del mensaje de Marcel; él también filosofa de manera interesante sobre temas particulares como la fidelidad y la amistad.

Nadie peleará con todo esto, aunque no sea una noticia. Incluso se lo puede enfatizar con ventaja. Es lo que hizo que el existencialismo fuera sabroso, e incluso atractivo, para una parte del clero europeo ansioso por revivir la vida parroquial.

Sin embargo, este personalismo francés también tiene cosas más expresamente existencialistas que decir, además de, creo, tender a fomentar un sentimentalismo rousseauniano sobre las personas y los problemas humanos en general.

Volvemos a encontrarnos con la idea de que las personas no son completamente humanas para empezar, sino que se vuelven humanas. Esta vez hay una nueva condición para la existencia genuina. Es dudoso que se pueda decir correctamente que una persona por sí sola existe, dado que existimos plenamente sólo cuando “trascendemos nuestro egocentrismo", estamos “abiertos a los demás” y nos comprometemos a “vivir para los demás". Lo que hace que una persona sea persona, se nos dice, es su compromiso. Entonces, para que exista un “yo” debe haber un “tú” para que lo encuentre, se comunique con él y pueda ponerse a su servicio. Robinson Crusoe en su isla era apenas humano hasta que apareció el hombre Viernes. Marcel resumió su pensamiento así: “Persona —compromiso —comunidad —realidad".

Éstas son algunas de las razones por las que el cristiano existencialista es, primero y sobre todo, un “hombre para los demás", no un hombre para Dios ni un siervo de Dios. En la medida en que se encuentra a Dios, lo es principalmente a través del encuentro con otras personas y compartiendo sus proyectos.

Si bien teóricamente, en este tipo de existencialismo, la persona humana es el centro de atención, en la práctica se tiende a dar a las relaciones entre las personas mayor importancia y un mayor grado de realidad, y [estas relaciones] tienden a ser vistas como bienes y fines en sí mismas. Cuando Crusoe y Viernes se encontraron, su “encuentro” fue el elemento realmente precioso de la situación, siendo ellos mismos significativos sólo como los polos entre los cuales el encuentro tuvo lugar y que lo hicieron posible.

Las comunidades, al ser una red de relaciones, reciben un valor y un grado de realidad aún mayores. Fácilmente se convierte a la comunidad en objeto de adoración, y al fomento del crecimiento de la “comunidad” en la única obra apostólica realmente necesaria. Uno puede ser total y finalmente humano, se sugiere, sólo cuando está consciente y continuamente comprometido en actividades comunitarias. Una comunidad, simplemente por ser tal, es vista como titular de un poder sanador y santificante. En la comunidad tiene lugar la “reconciliación": los atribulados son tranquilizados psicológicamente, y los divididos aprenden a vivir juntos, olvidando sus desacuerdos. Cómo es la comunidad o qué piensan y hacen sus miembros se convierte en una consideración secundaria —si es que se considera en absoluto.

De hecho, como todos sabemos, hay relaciones y encuentros en la vida que deberían ser evitados y comunidades de las que hay que separarse (como Lot de Sodoma y Elías de los sacerdotes de Baal). Además, al vivir para los demás (es decir, querer y trabajar por su bien), a menudo tenemos que decirles “no"; estar cerrados, no “abiertos", a sus deseos y anhelos. 

PUDRIR LAS RAÍCES

Si bien es verdad que siempre necesitamos la presencia de Alguien Más, el “Tú” Supremo, para existir, y que siempre estamos en una relación de al menos uno a Uno, Dios es un “Yo” que no necesita ningún “tú” para existir, y por más deliciosa y necesaria que sea la compañía humana, no es la fuente de la que derivamos nuestro ser, y se puede, y ocasionalmente se debe, prescindir de ella. A veces necesitamos estar menos con los demás a fin de ser más nosotros mismos. Quizás deberíamos añadir también que los egoístas son tan seres humanos como los altruistas; entonces ellos son seres humanos malos, no seres semi-humanos.

Sin duda Buber y Marcel habrían hecho la mayoría de estas distinciones, pero millones de sus seguidores rara vez las hacen. Y muchas de las distorsiones de su pensamiento parecen derivarse lógicamente de él, o ser el resultado de su centro de gravedad mal ubicado. Para Mounier, la importancia que le dio a la comunidad lo llevó a poner un halo alrededor del socialismo y eventualmente él se convirtió en uno de los padres del marxismo “cristiano".

La verdad es que no es siempre por sus errores positivos que las filosofías hacen daño. Todas las filosofías contienen granos o elementos de verdad, y se puede hacer mucho daño manejándolos mal; haciendo que lo que es una parte parezca ser el todo, o moviendo al centro lo que pertenece a un lado.

El existencialismo tiene muchas otras cosas interesantes que decir. Pero éstas son las únicas para las que tengo espacio aquí.

Quizás debería disculparme por haberme demorado tanto en él. Sin embargo, si entiendes el existencialismo, entenderás por qué en tantos corazones las creencias cristianas se están pudriendo en la raíz. Para el pensamiento inteligible de todo tipo, y la fe católica en particular, [el existencialismo] es como un solvente poderoso. Creo que no es difícil ver cuánto del neomodernismo fluye directamente de él.

(CONTINUARÁ).

Copyright © Estate of Philip Trower 1979, 2019.

Fuente: http://www.christendom-awake.org/pages/trower/church-learned/church-learned-chap-4.htm (versión del 07/03/2019).

Traducido al español por Daniel Iglesias Grèzes con autorización de Mark Alder, responsable del sitio Christendom Awake.


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1 comentario

  
Néstor
Simplemente brillante. La falta de distinción entre sustancia y accidente lleva a esas tesis de que todavía no somos plenamente personas. El privilegio injustificado de la "relación" llevó a alguno a decir que el diablo no existe, o no es persona, porque ha cortado toda relación con los demás. Difícil juntar más errores en tan pocas palabras: el diablo no puede eliminar su relación de dependencia creatural con Dios, y mismo al perjudicar a los seres humanos entra en relación con ellos, que no toda relación es maravillosamente buena como beatamente creen algunos "personalistas", hasta hay relaciones sadomasoquistas, finalmente, hacer consistir un ser en sus relaciones es como poner a la carrera corriendo sola por la pista y engendrando en todo caso al pasar a los corredores. Moralismo y sentimentalismo sin pensamiento, ésa ha sido la ganancia que los introductores del pensamiento "existencial" le han dejado a la Iglesia. Digo "moralismo" por la cantidad de "debemos" que aparecen en la exacta descripción que hace este autor. Al moralista no se le ocurre pensar que para deber hacer algo primero hay que ser algo determinado, o sea, tener una esencia, una naturaleza.

Saludos cordiales.
19/12/21 2:00 AM

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