El Sagrado Corazón de Jesús y la victoria sobre el ateísmo (Bernhard Häring)
“Habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y se oscureció su insensato corazón. Diciendo ser sabios, se hicieron necios… Y como no procuraron tener conocimiento cabal de Dios, Dios los entregó a una mente depravada para hacer cosas indebidas, llenos de toda injusticia, malicia, perversidad, codicia, maldad; rebosantes de odio, de homicidio, de disputas, de engaño, de malignidad; chismosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, altaneros, soberbios, inventores de maldades, desobedientes a los padres, insensatos, desleales, sin amor y sin piedad.” (Romanos 1,21-22.28-31).
La devoción al Sagrado Corazón tuvo un período de grande esplendor antes y durante la revolución francesa, cuando una buena parte de las clases dirigentes de Francia y de las naciones limítrofes apostató de la fe en Cristo. La devoción al Corazón de Jesús fue vista como un llamamiento del amor misericordioso ante tanto extravío. La situación actual es todavía más dramática. El ateísmo se va difundiendo bajo múltiples formas.
El hombre se vuelve ateo cuando se separa práctica y teóricamente del Dios del amor. Una sociedad “sin amor y sin misericordia” se ha separado prácticamente de Dios, que es amor, aun antes de llegar a negarlo explícitamente.
La forma más vigorosa e impresionante de ateísmo es ciertamente el ateísmo dialéctico organizado, que opone a la fe cristiana en el Dios del amor una interpretación de la historia, que debería tener el propio motor en el odio y en la lucha de clases, que ve al hombre dentro de una vida económica llena de conflictos. Es, pues, un ateísmo “carente de amor y de misericordia”.
Dentro de esta forma organizada y agresiva de ateísmo y cerca de ella hay muchos ídolos, que separan al hombre de Dios: la autoglorificación llevada hasta el rechazo radical de la adoración a Dios, la arrogancia, la ambición de poder, el terrorismo, el armamentismo, la amenaza de una destrucción total de la humanidad, la avidez, la deificación del consumo.
A esto se añade el ateísmo oculto en el corazón y en el estilo de vida de muchos que se dicen cristianos, el contagio progresivo por parte del ateísmo práctico y, finalmente, hasta del ateísmo teórico.
La destrucción de todos estos falsos ídolos y la superación de las varias formas de ateísmo son posibles solamente por medio de una fe viva en el amor de Dios, que se reveló en Jesús. Solamente si nos dejamos tocar en nuestro centro más íntimo por el mensaje del amor y de la gracia y correspondemos con todo el corazón al amor infinito, que tiene su símbolo originario en el Corazón de Jesús, podemos escapar de los peligros y levantar un dique contra las oleadas del ateísmo.
En esta situación del mundo la fe cristiana exige de modo particular una gran decisión, un sí radical al reino del amor. Solamente quien ha sido plenamente conquistado por el amor de Dios en Cristo puede ser un predicador creíble y un testigo fiel de la fe.
Tenemos que adherir y unirnos íntimamente a la apremiante oración de Jesús: “Que todos sean uno como Tú en Mí, oh Padre, y Yo en Ti; que también ellos sean uno en Nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado” (Juan 17,21). El amor grande, generoso e íntimo del Corazón de Jesús nos reveló con cuánto amor el Padre lo envió. Él quiere atraernos a su Corazón, llenar nuestro corazón con su amor, para que a nuestra vez lo difundamos nosotros. Jesús nos envía con el mismo amor con el que el Padre lo envió a Él, y ora: “Para que el amor con el que me has amado esté en ellos y Yo en ellos” (Juan 17,26).
La fórmula breve de la devoción al Sagrado Corazón suena así: aprender a amar a Jesús y aprender a amar con Él: de esto y exactamente de esto tiene necesidad el mundo amenazado por el ateísmo y por la falta de amor.
Solamente un corazón que arde en el amor de Cristo convierte en cenizas cualquier forma de ateísmo secreto. Solamente este amor limpia la vista para desenmascarar los disfraces de la incredulidad. Solamente el amor encuentra los medios salvíficos que el mundo necesita urgentemente.
Los que han sido tocados y conquistados por el amor del Corazón de Jesús deben unirse más íntimamente en estos tiempos de grandes decisiones y apoyarse mutuamente en el testimonio comunitario de esa fe, que da fruto en el amor y en la justicia.
¡Corazón lleno de amor, luz suave, llama ardiente! Viniste para curar a un mundo enfermo, pero también eres el signo ante el cual los hombres tienen que decidirse. La decisión que Tú deseas y haces posible es la decisión por el reino de la paz y del amor, la decisión a favor de la glorificación del Padre celestial mediante un amor fiel. Quien rechaza tu amor cae en el reino de las tinieblas, de la mentira, del odio y de la enemistad.
Señor, quiero decidirme sin reservas por este amor, y me arrepiento sinceramente de las faltas que muy a menudo cometí en el pasado. Comprendo toda la injusticia cuando miro tu Corazón lleno de amor, y ahora veo más claramente la injusticia de un mundo que tiene necesidad de un testimonio creíble.
Ilumínanos a todos y sé nuestro apoyo, Corazón fiel de Jesús, para que en estos tiempos de decisión y de elección formemos un bloque unido en la fe y en el amor fiel, de tal manera que el mundo crea que el Dios infinito, misericordioso y bueno quiere cuidarnos como Padre, y que Tú eres el camino, la verdad y la vida: la vida para la vida del mundo.
Es triste ver que muchos cristianos son perezosos y descuidados a pesar de los signos tan elocuentes del tiempo. Despiértanos del sueño, de la indiferencia: llénanos de nuevo fervor y celo, y muéstranos los caminos más eficaces para dar testimonio de Ti y del Padre.
(Berhard Häring, El Sagrado Corazón de Jesús y la salvación del mundo, Ediciones Paulinas, Bogotá, 1988, Cap. 29, pp. 158-161).
InfoCatólica necesita vuestra ayuda.
8 comentarios
“Toda verdad, dígala quien la diga, procede del Espíritu Santo” (Santo Tomás de Aquino).
B. Häring no es santo de mi devoción, pero su librito sobre el Sagrado Corazón (que cito aquí), una de las últimas cosas que él escribió, es muy bueno y muy bello.
Saludos.
---
DIG: Gracias, Solodoctrina; pero el tema de este post no es Häring, sino el Sagrado Corazón de Jesús. Por lo demás, la frase de Jesús es así: "Hagan lo que ellos dicen, pero no lo que ellos hacen".
---
DIG: Gracias, Gregory; pero aquí el tema no es Häring. De todos modos, oremos por su alma.
---
DIG: Por cierto existen (y espero que muchos) ateos de buena voluntad, pero sólo gracias a una feliz incoherencia. Si no existe el Ser Absoluto, no puede existir el Bien absoluto, ni tiene sentido buscarlo. Al que no va a ningún lugar, cualquier camino le sirve.
De por sí (objetivamente) el ateísmo es un pecado grave, que tiende hacia las consecuencias negativas enumeradas en el texto de San Pablo citado aquí por B. Häring.
El ateísmo no es, como usualmente se da a entender y lo dan a entender a veces los mismos ateos, una carencia. El ateísmo es una fe positivamente sostenida. Es una fe falsa, sabemos los creyentes, pero una fe al fin. No una "falta de fe", sino que es una fe sustituta, defendida a veces con mucho ardor y convicción.
El ateísmo tampoco es algo a lo que llega el hombre por sí mismo, sino que es una doctrina falsa esparcida por falsos maestros, los cuales se han multiplicado en los últimos tiempos y contra los cuales nos previenen sobradamente las Escrituras. Que su satánica habilidad para presentarse como "algo nuevo" no nos engañe: antes los embusteros imaginaran inexistentes dioses, ahora imaginan que Dios no existe, pero eso no cambia la esencia del embuste.
Nihil novum sub sole.
Justamente acaba de aparecer entre las noticias de este portal una con el siguiente título:
"NO ERA ATEISMO, ERA ANTICRISTIANISMO"
El autor de esa frase también ha caído (como tantísimos otros) en la trampa que yo denuncio: el ateísmo no es un simple "no creer", eso no existe, eso es imposible. El ateísmo es un conjunto de doctrinas (a veces muy diferentes y hasta antagónicas entre sí, de hecho no hay un corpus doctrinario del ateísmo) que son en esencia anticristianas pero que lo ocultan cuidadosamente porque todavía ser anticristiano "no vende", es políticamente incorrecto. Todavía.
A mi juicio el título correcto podría haber sido:
ERA ATEISMO, O SEA ANTICRISTIANISMO.
Todos los meses de junio, en la Capilla del Convento franciscano de Benisa, un Padre Franciscano nos lee el libro de Haring sobre el Sagrado Corazón de Jesús.
Es una manera muy intima y dulce para recordar la importancia de la devoción al Sagrado Corazón.
---
DIG: Muchas gracias, Maria Giulia.
Dejar un comentario