Nueva datación del Nuevo Testamento (0)
Desde la época apostólica, la tradición eclesiástica sostuvo que los cuatro Evangelios fueron escritos poco después de la muerte y resurrección de Cristo, con base en el testimonio de testigos oculares de los hechos narrados en esos mismos libros. Éste es uno de los motivos principales de la multisecular confianza de la Iglesia Católica en el valor histórico de los Evangelios. Algo análogo puede decirse sobre los restantes escritos del Nuevo Testamento (NT). La más antigua tradición afirma que también ellos fueron redactados tempranamente por distintos apóstoles, algunos de los cuales (como Pedro y Juan) formaron parte del grupo de los Doce que acompañaron a Jesús durante su vida pública.
A partir del siglo XVIII el estudio crítico de la Biblia desafió estas convicciones tradicionales, negando en muchos casos que los autores de los libros del NT fueron los apóstoles a los que son atribuidos, y asignando a dichos libros fechas de redacción tardías, en general. De este modo, durante el siglo XIX muchos estudiosos de tendencia racionalista sostuvieron que los Evangelios y los demás libros del NT habían sido compuestos en el siglo II, e incluso en la segunda mitad de ese siglo. Así se puso en duda la historicidad de los Evangelios, para sostener diversas tesis sobre el origen de la fe cristiana a partir de mitos, de fraudes o de la creatividad de las comunidades cristianas primitivas.
En el siglo XX el estudio histórico-crítico del NT descartó las críticas más extremas y revirtió parcialmente la tendencia anterior, regresando a dataciones más tempranas, pero (en general) sin volver del todo a la visión tradicional. Desde 1950 hasta hoy la mayoría de los expertos sitúa la composición del Evangelio de Marcos en torno al año 70, la de los Evangelios de Mateo y Lucas en torno al período 80-90 y la del Evangelio de Juan en torno al año 95. Se podría describir este consenso mayoritario actual como una especie de “empate”, que debilita algo los argumentos apologéticos a favor de la historicidad del NT, sin destruirlos en absoluto.
No obstante, en las últimas décadas varios estudios exegéticos, filológicos y papirológicos, desarrollados independientemente unos de otros, han convergido en un resultado inesperado para muchos: un fuerte cuestionamiento del citado consenso, en el sentido de un regreso integral a las tesis de la antigua tradición cristiana.
Tal vez el primer hito de ese proceso fue dado en 1976 con la publicación del libro Redating the New Testament (Nueva datación del Nuevo Testamento) del teólogo inglés John A. T. Robinson (1919-1983), ex obispo anglicano de Woolwich (Inglaterra). En ese libro Robinson defendió la tesis de que todo el NT fue escrito antes del 70 DC, año de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos.
Lo que contribuyó a hacer aún más sorprendente esta tesis de Robinson fue que él era un teólogo ultra-liberal, que se había hecho famoso en 1963 mediante su libro Honest to God (Sincero para con Dios), donde expuso una teología afín al secularismo: el rechazo de la noción de un Dios trascendente, la propuesta de un cristianismo sin Iglesia, etc. Paradójicamente, después la publicación de Redating the New Testament, muchos pasaron a considerar a Robinson como un teólogo ultra-conservador.
Lo que yo destaco de esto es que Robinson tuvo la honestidad y el coraje de superar sus prejuicios acerca del importante tema de la datación del Nuevo Testamento y la lucidez de reutilizar observaciones hechas por estudiosos anteriores a él para formar un argumento nuevo y poderoso a favor de la datación temprana.
Me propongo, con la ayuda de Dios, resumir y comentar Redating the New Testament a lo largo de una nueva serie de posts. Me basaré en la siguiente edición on-line:
http://www.preteristarchive.com/Books/1976_robinson_redating-testament.html
Cuando cite textos de ese libro, lo haré según mi traducción del inglés e indicando los números de página de esa edición. El libro tiene once capítulos. Presentaré un capítulo por post.
Daniel Iglesias Grèzes
InfoCatólica necesita vuestra ayuda.
13 comentarios
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DIG: Muchas gracias, Manuel.
¡Ánimo con esta serie! Estaré encantado de leerla.
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DIG: Muchas gracias, Andrés.
A los protestantes les conviene dataciones tempranas porque, si no, ¿Cómo explican que la Tradición no sea fuente de Revelación siendo que la Biblia se termina el año 95? Y además, les interesa que el original sea en griego, no en arameo, ya que algunas interpretaciones, como la de los "Hermanos" de Jesús, las basan en las palabras griegas clásicas y no les conviene que haya "influencia" aramea.
Y a los católicos... pues nos da más o menos igual, el año 40 que el 95. Según veo, todas ls dataciones están basadas, junto con algún otro detalle menor, en si mencionan y cómo lo hacen, la destrucción del templo de Jerusalén. Nada más.
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DIG: A los católicos también nos interesa mucho el tema de la datación de los Evangelios. Las dataciones que predominan actualmente abren un espacio de 40-60 años entre la redacción de los Evangelios y los hechos narrados en ellos, espacio que puede ser aprovechado (y ha sido aprovechado por muchos) para abrir un foso entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.
Por otra parte, a los protestantes les convienen las dataciones tardías de textos como las cartas pastorales de Pablo, que evidencian claros signos de lo que ellos llaman "protocatolicismo" o "catolicismo temprano".
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DIG: Nadie sostiene hoy esa tesis absurda, entre otras cosas porque hay varios papiros de los Evangelios que son anteriores al año 150 y porque varios otros escritos anteriores a ese año citan explícita o implícitamente a los Evangelios.
Por cierto, yo tengo el libro que vas a comentar, Daniel, y creo que justifica plenamente el esfuerzo que le vas a dedicar. Lamentablemente, no está traducido al castellano, pero se puede comprar en inglés por Amazon (yo lo hice así).
Y creo que los argumentos que da J.A.T. Robinson para decir que se escribieron ANTES de la caída de Jerusalén son absolutamente irrebatibles.
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DIG: Muchas gracias, Joaquín.
Que todos los evangelios se escribieran antes de esa fecha, muy difícil.
Que todo el Nuevo Testamento es anterior a la destrucción del Templo, casi imposible.
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DIG: Pues ya lo veremos. Primero escucha a Robinson y luego juzga su tesis.
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DIG: Hazme el favor de indicar exactamente en qué parte de Adversus haereses escribió eso San Ireneo de Lyon.
Me parece muy difícil que muriendo Jesús en el 33, su primer evangelio se publicara casi 40 años después.
Y me parece extraño que en el ínterin (muerte y primer evangelio), no se publicara nada en absoluto, aunque fueran fragmentos.
En clave protestante, al ser estas cartas del siglo II y pseudoepigráficas, se considera que en ellas hay un deseo humano de instaurar un orden jerárquico, (obispos, presbíteros, diáconos) diferente al modo en que Jesús vivió y se interpreta que organizó la Iglesia, ya que el protestantismo no acepta Mt 16:18 como la fundación de la Iglesia. El concepto de "sana doctrina" de las pastorales, parece indicar que la salvación es seguir a la iglesia y no a Cristo, cuando para un protestante la iglesia no salva. Por eso es importante la brecha temporal, para que responda a una opinión humana de la iglesia naciente, y no a lo enseñado por Jesús.
Me interesa mucho el tema. Espero los próximos posts.
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DIG: Gracias, Mirta.
Además el protestantismo, debido a su postulado de la "sola fe", tiene una tendencia al fideísmo y, por lo tanto, una tendencia anti-apologética, en tanto juzga a la apologética como una obra de la razón humana en cierto modo contrapuesta a la sola fe. Esa tendencia lleva a muchos protestantes a pensar que, cuanto menos motivos racionales haya para creer, tanto mejor, porque entonces la fe, como un salto a ciegas al vacío, se basará únicamente en la confianza en Dios. El católico, en cambio, es fiel a la exhortación de San Pedro: "Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pida" (1 Pedro 3,15).
Y, efectivamente, el caso de J.A.T. Robinson fue paradigmático. Partiendo del liberalismo teológico, que consideraba obligado que la profecía de la destrucción de Jerusalén fuera escrita a posteriori, llegó a la conclusión opuesta.
No comprendí nunca ni el seguidismo católico a la crítica protestante de las fechas de composición de los evangelios, ni tampoco por qué dicha crítica protestante se autocalificaba de científica, cuando nunca pudo demostrar con documentos físicos dichas fechas de redacción, como tampoco la existencia del texto Q, ni los famosos autores elohistas, yavista y deuteronómico, ni las tesis de la escuela minimalista.
¿Por qué dicen, sin prueba documental, que un evangelio que contiene una profecía sobre la destrucción de Jerusalén, se redactó después de dicha destrucción?
Es un contrasentido, dado que la finalidad de la redacción de un evangelio es su conocimiento público para todos los católicos en las celebraciones: avisar a todos para prepararse; lo contrario habría sido el secretismo: sólo un grupo reducido de conocedores de la profecía podría haberse salvado.
De otro lado, me parece que el evangelio de San Mateo se dice que fue el primero en escribirse, primero en hebreo y luego en griego, y que la versión hebrea se compuso al entorno del año 50.
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DIG: Si la profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo hubiera sido fabricada después del año 70, el redactor no habría dejado de señalar que la profecía se había cumplido.
Por otra parte, esa profecía de Jesús ("no quedará piedra sobre piedra") se cumplió plenamente recién en el siglo IV, cuando después de una serie de fenómenos asombrosos fracasó inesperadamente un intento de reconstrucción del Templo respaldado por el Emperador Juliano el Apóstata. El P. Stanley Jaki publicó un librillo sobre este episodio histórico semi-olvidado.
Más adelante, Dios mediante, analizaremos los estudios del Padre Jean Carmignac, que prueban que los tres Evangelios sinópticos fueron escritos primero en hebreo o arameo y luego traducidos al griego.
Mi experiencia es opuesta a lo que usted menciona. En mi secundaria religiosa no católica, existía una excelente formación de unas dos horas diarias en la razón de cada una de las cosas que se creía. Nadie ignoraba la razón de que un libro esté o deje de estar en la Biblia, ni la historia de cada una de las creencias, ni por qué no se creía lo que otros creían. El conocimiento que recibí en la escuela dominical es equiparable al trienio para laicos, pero en forma permanente.
Cuando me convertí al catolicismo, me encontré en un grupo donde no supieron decirme qué cosa es una novena (si bien me invitaron a ella), donde no se creía en la virginidad de María ni en que no tuvo otros hijos, y donde nadie lee la Biblia ni el Catecismo. Fui testigo del modo en que se hizo pedazos a una persona por decir que ese catolicismo no era nada. Mientras explicaba en casa la diferencia entre "redención" y "perdón", lo enseñado se volvió confusión en mi niña cuando se la hizo confesar como condición para bautizarse.
La Iglesia Católica, como institución, tiene una delicia de estudios y estudiosos, a los que jamás movimiento protestante alguno podrá compararse, porque el catolicismo es universal con dos mil años de historia, y el protestantismo está acotado a denominaciones y pastores. Uno de mis primeros contactos con el catolicismo, fue una encíclica. Después leí otra y otra, y fue para mí un mundo nuevo. Pena tan pocos católicos que han leído una.
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DIG: Gracias, Mirta. Yo me refería a las tendencias de las doctrinas, no de las personas. La doctrina católica valora en su justa medida a la razón, la apologética, la teología, etc., aunque muchos católicos tengan una formación doctrinal deficiente. Y la doctrina protestante, de por sí, lleva implícita una tendencia anti-apologética y anti-intelectual, aunque muchos protestantes sean estudiosos de la Biblia y de la religión.
"¿Por qué dicen, sin prueba documental, que un evangelio que contiene una profecía sobre la destrucción de Jerusalén, se redactó después de dicha destrucción? "
Este es el colmo del absurdo. Los cristianos de entonces estaban preocupados de hacer cristianos en ESOS mismos años, no en fabricar mentiras útiles para 2000 años después.
Se argumenta desde el absurdo más absurdo por la sencilla razón de que las profecías..."no pueden ser".
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