Los milagros de Jesús (1)
1. Introducción
En esta serie de artículos, apoyándome en el valor histórico del conjunto de la tradición evangélica, procuraré poner de relieve cómo los milagros de Jesús en general y la multiplicación de los panes en particular permiten afirmar la credibilidad de la fe cristiana.
Jesucristo, “con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros,… lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino” (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum, n. 4a). Él “apoyó y confirmó su predicación con milagros para excitar y robustecer la fe de los oyentes” (Concilio Vaticano II, Declaración sobre la libertad religiosa, Dignitatis Humanae, n. 11).
Los numerosos milagros de Jesucristo tienen una importancia fundamental para la comprensión de su Evangelio. Ellos son signos reveladores de la identidad de Jesucristo: Hijo de Dios encarnado, auto-revelación de Dios y salvación del hombre.
El milagro de la multiplicación de los panes es uno de los acontecimientos decisivos de la vida pública de Jesús y tiene una gran riqueza de significados, especialmente por ser la prefiguración del sacramento de la eucaristía, “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, n. 11a).
2. Clasificación de los milagros de Jesús
La clasificación más aceptada hoy es la propuesta por G. Theissen. Está basada en la naturaleza de las relaciones establecidas entre el taumaturgo y el beneficiario del milagro y en las motivaciones del milagro. Así se distinguen:
• Los exorcismos: manifiestan el aspecto interior del Reino de Dios, que es liberación del pecado y de Satanás.
• Las curaciones: manifiestan el aspecto exterior del Reino de Dios, que es liberación de la enfermedad y de la muerte; incluyen las tres resurrecciones.
• Los milagros de donación: en estos milagros Jesús interviene en beneficio de la gente, que experimenta la carencia de un elemento material.
• Los milagros de salvamento: en estos milagros Jesús interviene para salvar a uno o más hombres en una situación todavía más dramática que la de los milagros de donación.
• Los milagros de legitimación: son curaciones que justifican el comportamiento de Jesús y tienen un carácter de controversia.
• Las epifanías: por ejemplo, la transfiguración de Jesús y las apariciones del Resucitado.
Aunque sin duda las epifanías son un tipo de milagro muy especial, no creo que se los deba considerar “milagros impropiamente dichos”, ni mucho menos que se les deba restar “densidad histórica” (cf. la opinión contraria de X. Léon-Dufour, Los milagros de Jesús según el Nuevo Testamento, pp. 352-353).
3. Originalidad de los milagros de Jesús
La tradición evangélica permite descubrir los rasgos específicos (positivos y negativos) de los milagros de Jesús.
Entre los rasgos negativos podemos citar los siguientes:
• Jesús se niega a hacer milagros en su propio provecho o para la exaltación de sí mismo (cf. Mateo 4,1-11; Lucas 4,1-13).
• Jesús rechaza la afición por lo maravilloso y todo triunfo fácil que rechace la cruz (cf. Marcos 8,11-12; Juan 6,30-31; Mateo 4,1-11; 16,4; Lucas 4,1-13; 23,8).
• Jesús se niega a hacer milagros cuando choca contra la falta de fe (cf. Marcos 6,1-6; 9,29; Mateo 13,54-58; Mateo 16,20).
Entre los rasgos positivos podemos citar los siguientes:
• El milagro está destinado a la salvación de todo el hombre, en su unidad de cuerpo material y alma espiritual.
• El milagro se realiza con vistas a una vocación al Reino de Dios (cf. Marcos 5,1-20). Tiene una función de liberación y cumplimiento del hombre.
• El milagro establece una relación personal con Jesús, transformadora para el beneficiario. El hombre tiene una participación en el milagro, mediante una actitud de fe en Jesús (cf. Lucas 17,19; 18,39).
• El milagro es el lugar de una opción: el hombre puede acoger a Jesús y convertirse o cerrarse al signo. Es inseparable de la cruz (cf. Juan 9; 11,53).
• Los milagros de Jesús tienen carácter eclesial. Jesús trae una salvación universal (cf. Hechos 5,12); por eso da a sus discípulos el poder de hacer milagros (cf. Mateo 10,8; Marcos 16,15-18).
• Por los milagros de Jesús el futuro invade el presente. Jesús une en su persona la espera de la salvación escatológica y su realización presente. Con Jesús el Reino de Dios irrumpe en la historia (cf. Mateo 12,28).
• Los milagros de Jesús manifiestan el misterio de su persona. Si Jesús trae el Reino de Dios, la razón última de ello está en su misma persona.
4. Criterios de autenticidad histórica
Siguiendo a René Latourelle, Milagros de Jesús y Teología del Milagro, es posible aplicar a los relatos de milagros los siguientes criterios de autenticidad utilizados por la ciencia histórica:
Testimonio múltiple: “Un testimonio concordante, que procede de fuentes diversas y no sospechosas de estar intencionalmente relacionadas entre sí, merece reconocerse como auténtico.” (R. Latourelle, Milagros de Jesús y teología del milagro, p. 71).
Interpretación diversa, acuerdo en el fondo: “La diversidad de la interpretación y las divergencias de detalle proceden de la actividad redaccional, mientras que el peso y la presión de la tradición se hacen sentir en el acuerdo de fondo sobre la realidad del hecho conservado y reconocido por todos. Este acuerdo en la substancia del hecho, coexistiendo con ciertas fluctuaciones en la redacción y hasta en la interpretación, constituye un sólido indicio de historicidad.” (Ídem, p. 81).
Discontinuidad: “Se puede considerar como auténtico un dato evangélico que no puede reducirse bien a las concepciones del judaísmo, bien a las concepciones de la Iglesia primitiva, o mejor aún a las dos simultáneamente”. (Ídem, p. 73).
Conformidad: “La venida decisiva del reino de Dios es el tema fundamental de la enseñanza de Jesús… Se pueden considerar como auténticos los dichos y los gestos de Jesús íntimamente ligados a este tema.” (Ídem, p. 75).
Estilo de Jesús: “El estilo de Jesús es el sello inimitable de su persona sobre todo lo que dice y lo que hace;… en sus milagros, es idéntico al de su enseñanza; está a la vez impregnado de sencillez, de sobriedad y de autoridad.” (Ídem, p. 76).
Inteligibilidad interna del relato: “Cuando un dato evangélico está perfectamente inserto en su contexto inmediato o mediato y es además perfectamente coherente en su estructura interna (en todos los elementos que la componen), se puede presumir que se trata de un dato auténtico.” (Ídem, p. 79).
Explicación necesaria: “Si ante un conjunto considerable de hechos o de datos, que exigen una explicación coherente y suficiente, se ofrece una explicación que ilumina y armoniza todos estos elementos (que de otro modo seguirían siendo un enigma), podemos concluir que estamos en presencia de un dato auténtico.” (Ídem, p. 82).
Al aplicar estos siete criterios de historicidad a cada uno de los relatos evangélicos de milagros se concluye que la convergencia y coherencia de estos criterios constituye una prueba de solidez histórica difícilmente rechazable (cf. Ídem, pp. 87-261).
En bien de la brevedad, me limitaré a aplicar esos criterios a:
• el conjunto de los Evangelios, en busca de indicios de historicidad global de los milagros de Jesús (numeral 5);
• los dichos de Jesús sobre sus propios milagros (numerales 6-8);
Jesús mismo indica el sentido de sus milagros en tres textos que podrían pertenecer quizás a la Quelle, fuente hipotética que habría conservado la más arcaica de las tradiciones sobre los dichos de Jesús. El estudio de esos textos permite concluir que los milagros de Jesús están sólidamente atestiguados por una tradición muy antigua, que nos da acceso a la palabra del mismo Jesús. Jesús relaciona íntimamente sus milagros con la llegada del Reino en su propia persona.
• la multiplicación de los panes (numeral 9).
Daniel Iglesias Grèzes
2 comentarios
Serénate, "Y digo yo", aquí no hay creencias sino fe que se razona y argumenta, y eso es lo que hace Daniel.
Los milagros existen. Precisamente porque nos encontramos ante un universo racional y ordenado, podemos reconocer la existencia de los acontecimientos excepcionales. Se trata de la actuación de lo sobrenatural, presupuesto ontológico para que existan las realidades naturales o sensibles.
Y porque los milagros existen se ubican en el tiempo y espacio y, por tanto, tienen consecuencias como el resto de hechos históricos. Los cuentos de hadas, como son fantasías, no los tienen.
Y es que cuando negamos el Misterio, acabamos aceptando misterios más incomprensibles que Aquel que pretendemos negar.
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DIG: Los dos mensajes de "Y digo yo" los borré yo. Y voy a seguir borrando todos los mensajes que no muestren un mínimo de respeto y de voluntad de verdadero diálogo con nuestra fe católica.
No entiendo qué misterio mayor acepta quien niega la resurrección de Lázaro, por poner un ejemplo, explícalo por favor.
Saludos.
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DIG: Supongo que lo que quiere decir Chimo es que, por ejemplo, sin la resurrección de Cristo, la fe cristiana en la resurrección es un efecto sin causa proporcionada y, en ese sentido, un misterio aún más inexplicable que la resurrección de Cristo en sí misma.
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