Pruebas de la existencia de Dios (1)
Este capítulo está basado principalmente en Michel Grison, Teología Natural o Teodicea, pp. 27-134; también he utilizado a Otto Muck, Doctrina filosófica de Dios, pp. 122-178, 197-227 y Béla Weissmahr, Teología natural, pp. 19-118 (véase en el numeral 16 la bibliografía consultada).
1. La teología natural
La filosofía es el conocimiento de todas las cosas por sus causas últimas, adquirido mediante la razón. Todos los aspectos de la realidad pueden ser objeto de estudio filosófico, ya que de todos ellos pueden buscarse las explicaciones más profundas y radicales, aplicando el razonamiento a los datos proporcionados por la experiencia. En cambio cada una de las ciencias particulares estudia un aspecto concreto de la realidad, dejando fuera de su consideración los demás, y se limita a la búsqueda de explicaciones dentro de ámbitos restringidos.
La metafísica es la filosofía entendida en su sentido más estricto, ya que estudia la realidad buscando sus causas últimas de modo absoluto; se pregunta por lo más íntimo de toda la realidad, o sea, por su ser, estudiando cuáles son las causas que explican en último término el ser y los diversos modos de ser de los entes.
Es necesario distinguir entre el enfoque metafísico, que es común con las demás disciplinas filosóficas (cosmología, antropología, ética, lógica, etc.), y los temas propios de la metafísica. El enfoque metafísico consiste en el estudio de la realidad a la luz de sus causas últimas. Los temas propios de la metafísica abarcan las realidades que no dependen en su ser de la materia. Las partes de la metafísica son las siguientes:
• La ontología, que se ocupa del ser en cuanto ser y de los modos y estructuras de los entes;
• La gnoseología, que estudia el alcance del mismo conocimiento metafísico y su relación con el ser;
• La teología natural, que es la parte más elevada de la metafísica.
La teología natural es la ciencia que estudia a Dios como Ser Absoluto y Causa Primera de los entes en cuanto es accesible a la razón natural. Se distingue de la teología sobrenatural, que parte de la revelación divina sobrenatural.
A partir del ser de los entes limitados la razón humana puede llegar al conocimiento de la existencia de Dios, de algunos de sus atributos y algunas de sus relaciones con el mundo y el hombre. Desde Leibnitz la teología natural se llama también “teodicea", nombre mal escogido que etimológicamente significa “justificación de Dios".
Esta breve introducción a la teología natural está basada principalmente en Mariano Artigas, Introducción a la Filosofía, pp. 15-59; también he consultado a Jacques Maritain, Introducción a la Filosofía, pp. 81-89, 222-226 (véase el n. 16 - Bibliografía consultada).
2. La existencia de Dios no es evidente
Para este numeral, cf. Tomás de Aquino, Suma Teológica 1, 2, 1.
Un juicio es evidente (per se notum) si es necesariamente verdadero en todo mundo posible (juicio per se) y si además podemos comprender su verdad con sólo comprender sus términos, sin necesidad de demostración. Esto ocurre por ejemplo si la esencia del predicado está comprendida en la esencia del sujeto y si además comprendemos inmediatamente las esencias del sujeto y del predicado.
La proposición “Dios existe” es un juicio per se porque la existencia de Dios coincide con su esencia. Sin embargo dicha proposición no es evidente (per se notum), porque no conocemos la esencia de Dios. Esto se prueba sencillamente por la existencia de personas cuerdas que son ateas. Por lo tanto necesitamos demostrar la existencia de Dios.
No obstante lo expresado hasta aquí, existe en todo hombre un conocimiento implícito de la existencia de Dios: todo hombre conoce la existencia de la verdad y Dios mismo es la Verdad; además, todo hombre conoce la existencia del bien y Dios mismo es el Bien.
Sin embargo, este modo de conocimiento es muy diferente del conocimiento explícito. Es posible que un hombre no reconozca a Dios como Verdad Primordial y Sumo Bien.
A la doctrina de la necesidad de una demostración de la existencia de Dios se opone el ontologismo, cuyo representante principal fue Malebranche (1638-1715). Según Malebranche, la inteligencia del hombre ve a Dios mismo y ve en Él todas las ideas de las cosas finitas que conoce.
Contrariamente a lo sostenido por el ontologismo, en nuestra condición presente debemos elaborar una idea de Dios a partir de la experiencia. Esto es posible porque existe en el hombre una luz natural distinta de la luz increada, de la que es una participación. “Disminuir la perfección de las criaturas es disminuir la perfección del poder divino” (Tomás de Aquino, Suma Contra Gentiles, 3, 69).
3. La existencia de Dios es demostrable
Para este numeral, cf. Tomás de Aquino, Suma Teológica 1, 2, 2.
Demostrar una proposición es establecer su verdad a partir de premisas ya conocidas.
Existen al menos dos clases de demostraciones: las demostraciones a priori proceden del conocimiento de la causa al conocimiento del efecto; en cambio, las demostraciones a posteriori proceden del conocimiento del efecto al conocimiento de la causa.
Puesto que Dios es el Ser incausado, es imposible demostrar a priori su existencia. En cambio es posible demostrarla a posteriori, puesto que conocemos por experiencia los efectos de la obra creadora de Dios y podemos remontarnos racionalmente de estos efectos a su Causa Primera. Esto es así a pesar de que no conocemos positivamente la esencia divina, puesto que, como se verá luego, la podemos conocer analógicamente a partir de sus efectos. Dado que dichos efectos son finitos y Dios es infinito, no podemos alcanzar así un conocimiento perfecto de Dios, pero sí demostrar su existencia.
La verdad de la existencia de Dios no es propiamente un artículo de fe, sino un preámbulo de la fe, que puede ser conocido por la razón natural. La fe presupone el conocimiento natural y lo perfecciona. No obstante, un ser humano particular puede conocer esta verdad sólo por la fe (y por el conocimiento no reflejo).
A esta doctrina de la posibilidad de una demostración de la existencia de Dios se opone la corriente filosófica denominada “agnosticismo", cuyo representante principal fue Immanuel Kant (1724-1804). Según Kant, el principio de causalidad es una forma de la razón pura que está destinada a unificar la experiencia posible y no puede ser aplicada legítimamente fuera de esta experiencia, por lo que este principio no nos permitiría llegar a Dios. Kant considera la existencia de Dios como un postulado de la razón práctica. Esta posición kantiana depende de su gnoseología y debe ser refutada en este terreno. O bien la razón sólo puede conocer el “fenómeno” (la “cosa en mí"), no el “noúmeno” (la “cosa en sí"), y entonces no puede conocer la verdad de lo real y debería caer del idealismo al escepticismo; o bien la inteligencia es capaz de conocer la verdad absoluta de lo real en todo el campo del ser (la tesis realista). La crítica kantiana contiene además otros elementos que serán considerados oportunamente (cf. numeral 11).
4. El argumento ontológico y su refutación
Además de las demostraciones a priori y a posteriori, existen las demostraciones a simultaneo, que relacionan aspectos ontológicamente simultáneos de una misma realidad.
La demostración a simultaneo llamada por Kant “prueba ontológica” establece una identificación lógica entre la esencia y la existencia de Dios y a partir de allí afirma la existencia de Dios. Este argumento fue planteado primeramente por San Anselmo de Canterbury (1033-1109) en el Proslogion y fue defendido posteriormente por San Buenaventura, Descartes, Leibnitz y Hegel, entre otros. Por otra parte, el mismo argumento fue refutado por Santo Tomás de Aquino (Suma Teológica 1, 2, 1) y por Kant.
San Anselmo razona de la siguiente manera: Dios es el ser tal que nada mayor puede ser concebido. El ser tal que nada mayor puede ser concebido no puede existir sólo en la inteligencia, puesto que en este caso podría pensarse en otro ser que existiera también en la realidad y entonces este segundo ser sería mayor que el primero. Por lo tanto el ser tal que nada mayor puede ser concebido existe en la inteligencia y en la realidad.
Santo Tomás refuta este argumento de la siguiente manera: incluso suponiendo que al pensar en Dios el hombre entiende que la palabra “Dios” se refiere al ser tal que nada mayor puede ser concebido, no se sigue necesariamente de ello que piense que este ser existe realmente, sino sólo mentalmente. Argüir que este ser debe existir también realmente es una petición de principio (es decir, supone lo que habría que demostrar).
El argumento ontológico realiza un paso ilegítimo del orden lógico al orden ontológico, es decir de la existencia mental de Dios a su existencia real. A partir de la idea de la esencia de Dios sólo puede llegarse a la idea de la existencia de Dios, no a su existencia misma. Para llegar al ser de Dios debemos partir del ser de las cosas (del mundo y del hombre).
Las variantes de la prueba ontológica aducidas por Descartes y Leibnitz son muy similares al razonamiento de San Anselmo y pueden ser refutadas básicamente de la misma manera. Estos argumentos no son concluyentes porque nuestro conocimiento de la esencia de Dios es imperfecto; nuestra idea de Dios no puede igualar su objeto.
Un argumento diferente consiste en considerar la idea del Ser Absoluto como un hecho que debe ser explicado. Este argumento se parece al del “consenso universal” (cf. numeral 14). (Continuará).
(Daniel Iglesias Grèzes, Razones para nuestra esperanza. Escritos de apologética católica, Centro Cultural Católico “Fe y Razón”, Montevideo 2009, Capítulo 1).
El libro en cuestión está disponible en: http://stores.lulu.com/feyrazon
9 comentarios
El argumento de Santo Tomás no es otro que el empirismo de Aristóteles, bien desarrollado por los intelectuales ingleses como Bacon, Hume, Locke, y por aquel tristemente célebre prusiano llamado Emanuel Kant.
En particular, soy de la idea de Leibniz para quien Dios sólo le basta ser posible para ser actual.
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DIG: Las pruebas tomistas de la existencia de Dios son razonamientos "para hombres". Los ángeles tienen un modo de conocimiento diferente del nuestro, por lo cual también su forma de conocer a Dios es diferente de la nuestra. Considerada en sí misma, la existencia de Dios es algo evidente, pero no lo es para nosotros, que necesitamos razonar un poco para convencernos de la existencia de Dios.
El tomismo no es empirismo, aunque más no sea porque reconoce en la mente humana una capacidad de abstracción, y no de una mera asociación de ideas. El tomismo reconoce el valor ontológico y trascendente del principio de causalidad, negado o ignorado por el empirismo.
Por otra parte, no basta que algo sea posible para que sea actual. Que existe el Ser Necesario es lo que se pretende probar, por lo cual suponerlo en el punto de partida es una petición de principio.
"Santo Tomás equivoca su refutación..."
Yo me pensaría cuatro veces antes de decir que Santo Tomás equivoca un argumento. Sobre todo porque es una de las tres o cuatro grandes cabezas que ha dado occidente, y porque se maneja en el plano metafísico con una penetración casi sobre-humana. El año pasado se publicaron 1400 trabajos sobre Santo Tomás. La mayoría son desarrollos de unos pocos párrafos, a veces unas pocas frases, del Doctor Angélico, donde los estudiosos y comentaristas encuentran profundidades abismales. En fin, un poco temerario. Y es que la autoridad no se concede gratuitamente a nadie. El "argumento de autoridad" es válido desde el momento en que esa autoridad ha sido ganada y bien ganada.
Por lo demás, la "refutación" de jorge no es tal. No es sorprendente. Para refutar a Santo Tomás habría que tener al menos la altura de Santo Tomás. Y para eso hace falta una formación filosófica sólida como una roca. Si se empieza confundiendo el tomismo con el empirismo inglés... mal vamos. Pero esperemos a los siguientes artículos, que éste ha sido sólo el calentamiento.
Ojo, si queremos avanzar en el discurso es preciso aclarar esta afirmación. Hay que recordar que existen tres métodos de razonamiento diferentes según la naturaleza de nuestra indagación: el silogismo deductivo, la inferencia inductiva y la inferencia de abducción.
El silogismo deductivo nos ayuda a encontrar consecuencias o verdades implícitas en las premisas ciertas conocidas; su conclusión es necesaria y definitiva Es un tipo de razonamiento analítico.
Las inferencias de inducción o abducción nos proporcionan información novedosa que no está implícita en las premisas o datos de partida (razonamiento sintético). La inducción nos permite inferir leyes o regularidades a partir de datos concretos de la realidad. La abducción es un procedimiento de razón por el que aventuramos las causas más probables para los efectos que queremos explicar.
¿Cuál es el método de razonamiento adecuado para inferir la causa última de la realidad? En mi opinión sólo puede ser la abducción. Lo que implica que la inferencia de la idea de Dios no goza del estatus de certeza racional indestructible que pretendió darle Santo Tomás al intentar razonar mediante un discurso propio del silogismo deductivo. Kant puso de manifiesto la debilidad del método pero no comprendió que un error de método no cierra las puertas a la conclusión de la existencia de Dios como un logro al alcance de la razón. Sólo condiciona el estatus epistemológico de la conclusión.
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DIG: Las pruebas tomistas de la existencia de Dios son deducciones. Sus conclusiones no son probables sino ciertas.
Las críticas de Kant a las pruebas clásicas de la existencia de Dios son de dos tipos:
1) Por un lado Kant (como veremos luego) hace una crítica particular, pretendiendo reducir las pruebas clásicas a la prueba ontológica, a la que refuta (de un modo parecido al de Santo Tomás). Pero (como veremos) es falso que las pruebas clásicas puedan reducirse a la prueba ontológica. Se trata de dos argumentos muy diferentes entre sí, uno válido y otro inválido.
2) Por otro lado todo el sistema kantiano (es decir, su teoría del conocimiento) es incompatible con las pruebas clásicas, porque niega el valor ontológico y trascendente del principio de causalidad. Pero el kantismo es una filosofía equivocada. Apelo aquí simplemente al sentido común, que con toda razón rechaza la idea de que la mente humana no puede conocer nada del mundo exterior a ella misma, sino sólo los "fenómenos" (impresiones subjetivas causadas por el mundo exterior -¿cómo sabrá Kant que realmente existe?- en la mente, mediadas por las "categorías" que la misma mente impone a la masa amorfa de sensaciones que le viene de afuera). Por esta vía se desvanece la noción de verdad como adecuación del pensamiento a la realidad, ya que de la realidad exterior no podríamos saber nada. Sólo nos queda la verdad como coherencia: la adecuación del pensamiento consigo mismo. Pero así muere el verdadero diálogo, convertido en una yuxtaposición de monólogos. No veo cómo el kantismo pueda evitar, no sólo el idealismo, sino ni siquiera el más repugnante solipsismo.
En realidad lo que critica Kant no es tanto la posibilidad de extrapolar el principio de causalidad a lo trascendente, sino que, una vez admitido ello, lo que critica es la extrapolación de la intuición de un ser necesario al ens realissimum, en definitiva un paso similar al ya criticado al analizar el argumento ontológico. Por supuesto eso no implica que Kant confunda el argumento cosmológico con el ontológico ni mucho menos.
En realidad Kant se equivoca al concluir que del fallo del discurso del argumento cosmológico se deba concluir que las verdades trascendentes son inaccesibles para la razón. Lo único que se puede concluir es que el método empleado no es el apropiado. La abducción como inferencia a la mejor explicación, nos acerca de forma enormemente clarividente al conocimiento de Dios a través del conocimiento del orden y del diseño en la Naturaleza. Esta forma “inductiva” (como habitualmente, aunque erróneamente se la conoce, en especial en la literatura anglosajona) es, en mi opinión, una forma muy razonable y legítima de llegar a la convicción racional de una causa inteligente en el cosmos.
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DIG: Coincidimos en que el sistema kantiano es incompatible con las pruebas metafísicas de la existencia de Dios y en que ese sistema es falso. No coincidimos en la valoración de la crítica particular de Kant a lo que él llama la "prueba cosmológica" (nombre aplicable sobre todo a las tres primeras vías tomistas). Como veremos en la parte 2 de mi artículo, es falso que la prueba cosmológica se pueda reducir a la prueba ontológica. Se trata de dos argumentos muy diferentes entre sí, e irreductibles el uno al otro.
En este sentido científico, la existencia de Dios parece indemostrable.
El meramente existir, aplicado a Dios, se refiere, por supuesto, a un existir real, objetivo, óntico; no a una mera realidad de conciencia, de imaginación o de cultura, en que piensan los profetas de «la muerte de Dios». Debemos precisar, además, que el verbo existir, dicho de Dios, debe ser entendido sin la nota de dependencia u origen que sugiere el prefijo ex (ex sistere, en latín), dando al verbo ser (esse, en latín) toda su intensidad óntica, que es más que el durar cosmológico: Dios no existe, ES simplemente.
( Juan: " Yo soy el que soy " ).
La respuesta a la pregunta ¿ existe Dios ?, debe ser dada con una doble distinción: el conocimiento de la existencia de Dios es difícil, como término de un proceso metódico y científico, rigurosamente crítico, que lleve a un Dios trascendente y personal. Pero un conocimiento precrítico, cuasi espontáneo de Dios a través del espectáculo de la naturaleza y del fenómeno de la propia conciencia, resulta fácil para un hombre normalmente educado, sin deformaciones intelectuales (prejuicios) o morales (vicios); en cambio, ha de resultar muy difícil para el hombre agnóstico o de vida moral desordenada, que chocaría instintivamente con una idea de Dios que comprometiese consecuentemente su vida.
De todos modos es un sistema de creencias basado en razonamientos lógicos y convincentes, que no todo el mundo acepta.
Teología Natural basa su posibilidad de llegar al conocimiento de la existencia de Dios en la consistencia crítica del objeto de la Metafísica, en la capacidad y posibilidad de la mente humana de operar con conceptos metaempíricos, irreductibles a la imagen sensible o imaginaria, y en la condición del mundo observable, que necesita de una razón de ser extrínseca al mismo.
Sin llamar aquí a la mayor certeza que esta posición tiene en Sagrada Teología, notemos que la Iglesia católica, amén de las reiteradas reprobaciones del agnosticismo teológico, en el Concilio Vaticano I (Ses. 3, cap. 2, canon l) definió como dogma de fe que la razón humana puede conocer naturalmente y con certeza la existencia del verdadero Dios a través de las creaturas, como indican las Sagradas Escrituras.
Muy bonito Post.
Esperamos ansiosos las 2ª Parte y siguentes.
Saludos.
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DIG: Gracias, Asclepio. La existencia de Dios no es demostrable mediante la ciencia experimental, debido al alcance limitado de esta ciencia, pero sí es demostrable mediante la filosofía, que es una ciencia universal.
Por otra parte, según el sentido corriente del verbo "existir", que no implica dependencia, Dios es y existe.
Totalmente de acuerdo, en todo con la amable nota que
me escribe. En TODO.
No me he expresado bien, Dios existe y ES a la vez.
La inefable palabra Dios (en latín Deus) parece descender y proceder de la raíz aria div, que implica la idea de luz, luminosidad. Usualmente, por Dios, se entiende, con mayor o menor precisión, según la cultura teológica de quien emplea la palabra, el Ser óptimo, Ordenador del universo y plenamente Trascendente al mismo, ser personal y providente, principio y fin de todo. El Concilio Vaticano I precisó cuidadosamente el sentido que dan los católicos al término Dios, frente a las necias posiciones ateas y panteístas.
El asunto de la existencia de Dios se nos presenta como problema en dos sentidos y momentos distintos. En primer lugar, en el sentido de su demostrabilidad, que supone o implica dos cosas: que la existencia de Dios no es un dato evidente, simplemente observable (en ese caso sería mostrable, no demostrable); y que, no siendo evidente en sí, es posible y se puede llegar a su conocimiento por vía de demostración o conocimiento puramente argumentativo racional.
En segundo lugar, supuesta la posibilidad de indagar su existencia, queda el problema de la demostración o realización de esta posibilidad con mayor o menor acierto o certeza.
Para el raciocinio humano, se nos revela que todas las causas que actúan en el mundo tienen el carácter de causas segundas, es decir, de causas causadas, y que todas las cosas que obran son contingentes (o no tienen en sí mismas la causa de su ser).
Es necesario entonces buscar una Causa Primera, causa de sí misma, que explique el Ser de cuanto ES y la actuación de todas las causas segundas que en sucesión o en simultaneidad obran en el mundo.
Os recomiendo a todos, la lectura del precioso libro de la Coopatrona de Europa Edith Stein. " Ser finito y ser eterno " ( ensayo de una ascensión al sentido del ser ).
Edith Stein
Fondo de Cultura Económica
549 páginas
ISBN: 9681642198 ISBN-13: 9789681642198
(1995)
En esta gloriosa obra ( la más importante que se ha escrito nunca sobre Filosofía Mística ) E. Stein nos induce a presuponer que el concepto de verdad es la convergencia sintética del Aristotelismo, Tomismo y de la Fenomenología: la verdad es el Ser mismo ( DIOS )que se abre espacio, que se revela, que se manifiesta, que se descubre, a la inteligencia humana.
La gnoseología de Edith Stein, no se circunscribe al aspecto religioso solamente, sino que se proyecta a los campos de la antropología, la educación y la misma política. Además de la actitud de los católicos frente a la Iglesia. Os gustará.
Si lo que conocemos es, ante todo, las cosas finitas, y si éstas no tienen en sí mismas su causa o razón de ser, será necesario que exista una causa o razón suprema. Si esta causa fuera incognoscible o si no existiera, habría que declarar fracasada la empresa humana de saber y de la filosofía como ciencia de las causas últimas.
Cuando Pablo de Tarso entró en diálogo con los filósofos en Atenas, empezó a hablarles del " Dios desconocido ", a quien se puede " buscar y hallar a tientas, que no está lejos de nosotros, porque en El vivimos, nos movemos y existimos ". Ese es justamente el punto de partida de nuestro tema: inevidencia de Dios y posibilidad de llegar a conocerlo.
La ciencia es producto del hombre y el hombre, sabemos que es imperfecto, luego la ciencia inevitablemente es tambíen imperfecta.
Pero dada la enorme capacidad de inteligencia que posee el homo sapiens sapiens, la ciencia actual, sobre todo en los últimos 100 años, ha dado pasos de gigante.
Y los datos que aporte la novísima ciencia acerca de la realidad material nos pueden ser perfectamente y de mucha utilidad como base sobre los que la filosofía y la teología natural pueden actuar a continuación, la filosofía desde la razón, y la teología natural desde la razón iluminada por la fe.
Y quizá, hoy no es aún posible, algún día la verdadera ciencia más elaborada, desarrollada y completa, pueda llegar a acercarnos más, al conocimiento del Ser supremo y mostrarnos la su preclara existencia y el Ser en si de nuestro Dios.
Atentos saludos.
Solo debo, con todo respeto, hacer dos objeciones a este Post.
1º.- Usted escribe : " todo hombre conoce la existencia de la verdad ". Esto no es cierto.
Se puede decir ciertamente, algún hombre conoce la existencia de la verdad, pero NO, TODO HOMBRE.
El mismo Pilato de dice a Jesús de Nazaret ( San Juan 18 ) :
37. Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.»
38. Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?»
No le es ciertamente fácil para al hombre, conocer y estar en posesión de la verdad.
2º.- Escribe usted :
" La verdad de la existencia de Dios no es propiamente un artículo de fe, sino un preámbulo de la fe ". Encuentro que esto no es cierto.
Para un católico en la Fe de Cristo, llegar a la verdad de la existencia de Dios, es una proposición firme y cierta, un Dogma de fe, de obligado cumplimiento y que no admite réplica alguna.
Ya lo he escrito, en mi primer comentario:
" La Iglesia católica, amén de las reiteradas reprobaciones del agnosticismo teológico, en el Concilio Vaticano I (Ses. 3, cap. 2, canon l) definió como DOGMA DE FE que la razón humana puede conocer naturalmente y con certeza LA EXISTENCIA del verdadero Dios a través de las creaturas, como indican las Sagradas Escrituras ".
Lo decimos en el Credo:
" Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra ".
No existe tal preámbulo. La creencia en la existencia de Dios para un cristiano, es un imperativo categórico de necesario e inexcusable complimiento, y un claro artículo de FE. Un verdadero Dogma de FE.
Atentos y respetuosos saludos.
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DIG:
1) He intentado expresar que todo hombre con uso de razón reconoce (al menos implícitamente) la existencia de verdades. Se puede profesar teóricamente el escepticismo, pero nadie puede vivir escépticamente de un modo coherente. Como dice Aristóteles, los escépticos, para ser coherentes, deberían comportarse como plantas.
2) La fe es adhesión a la Divina Revelación. No se puede creer en la Palabra de Dios sin antes aceptar que Dios existe. Cada uno tiene cierta noción de Dios antes e independientemente de encontrarse con la Divina Revelación. El Vaticano I proclamó como dogma de fe, no que Dios existe, sino que la razón humana natural puede -por sí misma, sin el auxilio de la Revelación y de la fe- llegar a conocer que Dios existe.
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