Jesucristo es Dios Salvador

“Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ Ellos le dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.’ Y él les preguntaba: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’ Pedro le contesta: ‘Tú eres el Cristo’.” (Marcos 8,27-29).

También a cada uno de nosotros Jesús nos plantea hoy la misma pregunta que hizo a sus discípulos: “¿Quién dices tú que soy yo?". Y también hoy Jesús recibe diversas respuestas: eres sólo un gran hombre (tal vez el mayor de todos); eres un mensajero de Dios semejante a otros (Moisés, Buda, Mahoma, etc.); eres el Hijo de Dios hecho hombre…

Esta pregunta de Jesús sobre Sí mismo no puede dejarnos indiferentes, porque quien la plantea pretende tener una relación especialísima con Dios y su pretensión no puede ser descartada fácilmente.

Jesús nació en el seno de un pueblo en cuya historia se había manifestado portentosamente la acción salvadora de Dios y con el cual Dios había establecido una particular relación de alianza. Su venida al mundo supuso el cumplimiento de las antiguas profecías referidas al Mesías (= Cristo = Ungido). Enseñó una doctrina nueva, que por sí sola sugiere un origen divino (Juan 7,46: “Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre“) y fue el primero en llamar a Dios “Abbá, Padre” (Marcos 14,36). Predicó una moral elevada y exigente, perfeccionando la antigua Ley de Moisés, y vivió en un todo de acuerdo con sus enseñanzas, en incomparable santidad (Marcos 7,37: “Todo lo ha hecho bien“). Realizó muchos milagros. Amó a todos, especialmente a los niños, los pobres, los enfermos y toda clase de marginados. Perdonó a los pecadores y hasta a sus propios enemigos. Y finalmente culminó una vida de total donación y obediencia a Dios Padre entregándose en su pasión y muerte en la Cruz para redimir a todos los hombres. Sus discípulos dieron testimonio de que Él resucitó al tercer día, se les apareció vivo durante 40 días y completó entonces sus enseñanzas sobre el Reino de Dios, Reino que Él mismo hizo presente en plenitud en su propia Persona. La Iglesia que Él fundó, cimentada en sus doce apóstoles, continúa extendiéndose por el mundo, según su mandato y con la asistencia que Él le prometió. Hoy sus seguidores somos unos 2.000 millones, de los cuales unos 1.100 millones estamos en plena comunión con el sucesor de San Pedro, a quien Jesús escogió para que apacentara sus ovejas (cf. Juan 21,15-17) y confirmara a sus hermanos en la fe (cf. Lucas 22,32). Esperamos la segunda venida de Jesucristo, cuando Él juzgará a vivos y muertos y consumará el Reino de Dios, que no tendrá fin.

Hay muchas razones para creer en la existencia de Dios, pero el hombre sabe que, librado a sus solas fuerzas, no podrá penetrar en su misterio incomprensible. El mismo hombre, enfrentado al drama del sufrimiento y de la muerte y envuelto en la culpa del pecado, entrevé que necesita ser iluminado y salvado por Dios. Por eso es razonable que los hombres esperen una revelación divina. Ahora bien, Jesús no sólo colmó esa expectativa, pues Él es la cumbre de la historia de la Revelación, sino que la superó, porque es más que un profeta del Altísimo. La Iglesia nos enseña que Él es una persona divina (el Hijo de Dios Padre), con dos naturalezas (divina y humana) reales y completas. Él es perfecto Dios y perfecto hombre, “en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hebreos 4,15). Al encarnarse, el Hijo de Dios no perdió su condición divina (aunque ésta quedó velada, perceptible sólo a la luz de la fe) y asumió la condición humana, uniendo así íntimamente a los hombres con Dios. Al morir en la cruz destruyó el poder del pecado y al resucitar nos dio la vida divina. Su Pascua es la Alianza nueva y eterna de Dios con todos los hombres, realizada en la Iglesia, a la cual todos somos llamados.

Cristo y el cristianismo no tienen parangón. Por eso los cristianos reconocemos a Jesucristo como único Salvador del mundo y proponemos el encuentro con Él (que está vivo) como el verdadero camino de conversión, comunión y solidaridad. Sólo Él tiene palabras de vida eterna. Conozcámoslo, amémoslo y sigámoslo.

Daniel Iglesias Grèzes

7 comentarios

  
Vicente
sin duda, Jesucristo es Dios salvador.
01/09/10 1:00 PM
  
Luis López
Todo el destino salvífico de la humanidad reside en esa impresionante frase que Pedro dijo ante el Sanedrín: "En ningún otro se encuentra la salvación, pues no se nos ha dado debajo del Cielo otro nombre para salvarnos que el de Jesús" (Hch. 4,12).

Y "en ningún otro" es eso: en ningúno, salvo en Jesús.
01/09/10 2:01 PM
  
rastri
Haber si entiendes esto:

-Así como tu dedo miñique, o una célula tuya eres tú parte limitada de ti.

-Así, en la Tierra, Jesús el Cristo es Dios parte limitada del infinito Unigénito Dios en el Cielo.

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DIG: Jesús y el Hijo de Dios no son dos personas distintas, sino una sola persona (divina) con dos naturalezas (divina y humana) reales y completas. Jesús no es una parte de Dios, ni parcialmente Dios. Es verdadera y totalmente el Hijo de Dios, que es uno con el Padre; no un segundo Dios, sino el mismo y único Dios. Ésta es la fe de la Iglesia Católica. ¿Tú crees en esto?
01/09/10 4:27 PM
  
APoL0
En sentido metafórico los hombres tienen un “parentesco de sangre” con Dios, pues participan de la
sangre de Cristo y comen su carne, lo cual significa algo más que una simple adopción. Estas transformaciones radicales en el status humano son directamente causadas por obra de la redención de Cristo. La redención o salvación tiene diversos aspectos, y sobre todo el de ser una reparación, por
medio de la muerte expiatoria de Cristo, de los pecados de la humanidad. La sangre de Cristo nos lava
de las malas consecuencias del pecado. Cristo reconcilia a Dios con el hombre y libera a éste de la de la ira de Dios y de la condenación eterna.

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DIG: Somos parte de la "familia de Dios", no por naturaleza, sino por la gracia de Dios. La vida eterna de comunión íntima de amor con Dios en el Cielo no es para nosotros un "derecho natural", algo que podamos exigir a Dios (como sería el caso si fuéramos simplemente "de naturaleza divina"), sino un regalo libérrimo y gratuito de Dios, quien, porque es infinitamente bueno y porque así lo ha querido, nos hace partícipes de su misma vida por la fe, el Bautismo y los demás sacramentos, sobre todo la Eucaristía.
01/09/10 4:45 PM
  
rastri
Apolo.

Cristo reconcilia a Dios con el hombre y libera a éste de la de la ira de Dios y de la condenación eterna.
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Con permiso:

-Digamos mejor que Cristo "rescata o arrebata" al hombre para Dios. (Ap.12,5)

Porque eso der "reconciliar" se me antoja como si dos, cada cual con su razón válida estuvieren reñidos.

Y aunque me creas pesado: Dios no odía, ni tiene ira contra nadie; Él es tan superior a todo que nadie puede herirle. Quien se condena a la oscuridad es porque se aleja de Él, y en la medida que lo hace, no puede recibir el benefico de su Luz que es Vida.

Yo diría más bien que es Cristo Dios, quien al encarnarse en cuerpo y sangre de hombre -Hijo de hombre- es Él quien se emparenta con el hombre.


Por lo que respecta a comer y beber su cuerpo y sangre es lo que es: Y es que el comulgante, comiendo y bebiendo dignamente su cuerpo y sangre: no sólo provoca la muerte del cuerpo viviente; sino que éste al resucitar deja un beneficio místico al comulgante.
Esto es un misterio que se puede comprender en la forma más no en la dimensión generosa.


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DIG:

Romanos 5,8-11: "mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación."
01/09/10 8:07 PM
  
abcba
Comente algo de lo que ha dicho Stephen Hawking.. nos interesa su opinión, no precipitada.. espero su post sobre el tema en los proximos dias o semanas. gracias

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DIG: Simplemente, Hawking es un gran científico, pero un mal filósofo. Ciencia y filosofía son dos disciplinas diferentes, con métodos bastante diferentes. Es una pena que a menudo se pretenda hacer pasar por ciencia a los malos argumentos filosóficos de algunos científicos ateos.
02/09/10 2:23 PM
  
Daniel Iglesias
Estimados lectores: este fin de semana estaré de retiro. Nos reencontraremos el próximo lunes, Dios mediante. Que el Señor los bendiga a todos (de verdad a todos).
02/09/10 5:16 PM

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