Cinco preámbulos de la fe
Algunos comentarios sobre el libro: P. A. Hillaire, La Religión demostrada o los fundamentos de la fe católica ante la razón y la ciencia, Librería Católica Internacional, Barcelona 1920, 3ª edición; versión castellana de la 16ª edición francesa por Monseñor Agustín Piaggio.
El prefacio de “La Religión demostrada…” del P. Hillaire está fechado el 8 de diciembre de 1900. Este notable libro tuvo una gran difusión en todo el orbe católico durante la primera mitad del siglo XX, pero luego cayó rápidamente en el olvido, en parte debido a la crisis general de la apologética católica.
La primera parte del libro (pp. 3-524) –la principal– está estructurada en cinco capítulos que se corresponden con las siguientes cinco “verdades”:
“1ª. Hay un Dios criador de todos los seres.
2ª. El hombre, criatura de Dios, posee un alma espiritual, libre e inmortal.
3ª. El hombre necesita de una religión: sólo una religión es buena, y sólo una es verdadera.
4ª. La única religión verdadera es la religión cristiana.
5ª. La religión cristiana no se halla más que en la Iglesia católica.” (pp. 1-2).
En esta primera parte se fundamentan extensamente estas cinco “verdades”, por medio de 206 preguntas y respuestas.
En la segunda parte (pp. 525-568), titulada “¿Por qué somos católicos?”, el autor vuelve sobre los mismos temas, pero presentándolos de forma mucho más resumida. La estructura de esta parte es similar a la de la primera parte, pero tiene una forma más práctica y silogística. Esta segunda parte comprende cinco apartados que se corresponden con las siguientes cinco proposiciones:
“I. Todo hombre razonable debe creer en Dios, criador del mundo.
II. Todo hombre que cree en Dios, debe creer en la inmortalidad del alma, destinada a glorificar a su Criador.
III. Todo hombre que cree en Dios y en la inmortalidad del alma, debe practicar la religión exigida e impuesta por Dios.
IV. La religión impuesta por Dios es la religión cristiana: luego todo hombre que cree en Dios debe ser cristiano.
V. La religión cristiana no se halla más que en la Iglesia católica: luego todo cristiano debe ser católico.
Por consiguiente, todo hombre razonable debe ser católico.” (p. 525).
La tercera y última parte del libro (pp. 569-673) es un “Compendio de la doctrina cristiana”.
Este célebre escrito del P. Hillaire, como toda obra humana, tiene luces y sombras.
Sus méritos son muy grandes. Suministró a varias generaciones de católicos un acceso fácil a un conjunto muy completo y ordenado de argumentos a favor de la razonabilidad de la fe católica, presentados de un modo muy claro, conciso, sólido y generalmente convincente, con muchos pasajes amenos y recordables.
Sin embargo, no hay por qué ocultar que esta obra presenta algunas debilidades: por ejemplo, el tono algo triunfalista empleado con frecuencia por el autor y cierta apariencia de agresividad hacia los no católicos, que se trasluce en algunos pasajes, como los textos ya citados. Allí parece no tomarse en cuenta que hay muchos motivos subjetivos que impulsan a personas razonables a apartarse de la verdad objetiva en materia religiosa, ni que fuera de los límites visibles de la Iglesia católica se puede encontrar muchos elementos de la religión cristiana, aunque no su substancia plena e íntegra.
La obra contiene algunas deplorables expresiones antisemitas (cf. pp. 439-440) e incurre en grandes exageraciones en el capítulo dedicado a la francmasonería (pp. 437-452). La intensidad volcánica de este capítulo (1) se explica en gran parte por la situación de la Francia del 1900. La muy fuerte y manifiesta hostilidad desplegada por los masones contra la Iglesia Católica produjo una especie de obsesión antimasónica en los católicos de esa época, sobre todo en Francia.
Por otra parte, el autor tiene cierta tendencia a probar sus tesis o refutar las posiciones contrarias con demasiada facilidad. Por ejemplo, para probar la eternidad del infierno aporta cuatro argumentos; el primero de ellos consiste en que la creencia de todos los pueblos afirma la eternidad del infierno, lo cual no es cierto (cf. pp. 70-72).
Inevitablemente, el libro ha envejecido. Unos cuantos de los ejemplos citados por el autor se refieren a las relaciones entre señores y siervos, propias de su época, pero que resultan extrañas y malsonantes para el lector contemporáneo. Obviamente, varios textos manifiestan el rol secundario o subordinado de la mujer en la sociedad del 1900. En otros casos, los argumentos del P. Hillaire no pueden ser más fuertes debido al desconocimiento de ciertas verdades científicas en su época.
Por ejemplo, la primera prueba de la existencia de Dios expuesta por el P. Hillaire (pp. 5-6) es en el fondo el “argumento kalam”. Allí el P. Hillaire dice lo siguiente: “El universo no ha existido siempre tal como es ahora. He ahí un hecho reconocido por todas las ciencias modernas. La geología, o la ciencia de la tierra, la astronomía, o la ciencia del cielo, la biología, o la ciencia de la vida, etc., todas reconocen que el mundo tiene un principio.” (p. 5).
En realidad, la ciencia de la época no ofrecía puntos de apoyo muy firmes para esta última afirmación. Constataba sí que la tierra y los seres vivos habían sufrido cambios en el tiempo, pero hasta ese momento seguía predominando la visión de un universo material globalmente estático. Recién en la década 1920-1930 se descubrió la expansión del universo y se formuló la teoría del Big Bang. Dicha teoría, que más adelante fue confirmada por varios datos experimentales y que hoy goza de un apoyo casi unánime entre los científicos, ofrece un fortísimo indicio de la no-eternidad del mundo, afirmada por la fe cristiana.
Me detendré ahora en un punto particular de la doctrina católica que creo que no fue muy bien expuesto por el P. Hillaire:
“23. P. ¿Por qué ha creado Dios el mundo?
R. Dios ha creado el mundo para su propia gloria, único fin verdaderamente digno de sus actos; y, además, para satisfacer su bondad comunicando a los seres creados la vida y felicidad de que Él es principio.
Dios no podía crear sino para su gloria: Él debe ser el único fin de todas las cosas, por la razón de ser su único principio. Dios no podía trabajar para otro, porque Él existía solo desde toda la eternidad. Aparte de esto, ningún obrero trabaja sino para su propia utilidad. Si trabaja para otro, es porque espera ser remunerado. Dios, comunicando el ser, cuya fuente y plenitud posee, no podía proponerse otra cosa que grabar en sus criaturas la imagen de sus perfecciones, manifestarse a ellas, ser reconocido, adorado, glorificado por ellas como un padre es bendecido, amado, alabado por sus hijos.” (p. 36).
Lo menos que se puede decir de este pasaje es que evidencia una pobre filosofía del trabajo. El ser humano no trabaja sólo por dinero, sino también para auto-realizarse en el trabajo y para servir a los demás y dar gloria a Dios con su trabajo. A través de la analogía planteada entre el obrar de Dios y el obrar del hombre, la forma individualista y utilitarista en que se enfoca aquí el fenómeno del trabajo humano refuerza la impresión de que el pasaje favorece (seguramente en forma involuntaria) la visión de un Dios que crea el mundo por motivos egoístas o egocéntricos.
Creo que no es un simple anacronismo comparar ese pasaje con el siguiente y bellísimo pasaje del Catecismo de la Iglesia Católica:
“III “El mundo ha sido creado para la gloria de Dios”
293 Es una verdad fundamental que la Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y de celebrar: “El mundo ha sido creado para la gloria de Dios” (Cc. Vaticano I: DS 3025). Dios ha creado todas las cosas, explica S. Buenaventura, “non propter gloriam augendam, sed propter gloriam manifestandam et propter gloriam suam communicandam” ("no para aumentar su gloria, sino para manifestarla y comunicarla") (sent. 2,1,2,2,1). Porque Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad: “Aperta manu clave amoris creaturae prodierunt” ("Abierta su mano con la llave del amor surgieron las criaturas") (S. Tomás de A. sent. 2, prol.) Y el Concilio Vaticano I explica:
En su bondad y por su fuerza todopoderosa, no para aumentar su bienaventuranza, ni para adquirir su perfección, sino para manifestarla por los bienes que otorga a sus criaturas, el solo verdadero Dios, en su libérrimo designio , en el comienzo del tiempo, creó de la nada a la vez una y otra criatura, la espiritual y la corporal (DS 3002).
294 La gloria de Dios consiste en que se realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad para las cuales el mundo ha sido creado. Hacer de nosotros (2) “hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef 1,5-6): “Porque la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre es la visión de Dios: si ya la revelación de Dios por la creación procuró la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procurará la vida a los que ven a Dios” (S. Ireneo, haer. 4,20,7). El fin último de la creación es que Dios , “Creador de todos los seres, se hace por fin ‘todo en todas las cosas’ (1 Co 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad” (AG 2).”
Dios, que es amor, creó el mundo libremente por amor, para compartir su infinita felicidad con seres distintos de Él.
Mi conclusión es la siguiente: el libro “La Religión demostrada” del P. Hillaire debe ser apreciado como una muy valiosa expresión de la apologética católica tradicional, pero para poder ejercer un influjo importante hoy necesitaría ser re-escrito casi por completo. Dicho de otro modo, sería muy conveniente que hoy algunos pensadores católicos acometieran de nuevo la ardua tarea que el P. Hillaire realizó con tanta brillantez en 1900: presentar de forma sintética y convincente el conjunto completo de los fundamentos racionales de la fe católica, en diálogo con los hombres de nuestro tiempo y tomando en cuenta el estado actual de los conocimientos científicos, filosóficos, históricos, bíblicos y teológicos.
Daniel Iglesias Grèzes
1) Dicho capítulo contrasta fuertemente, por ejemplo, con el artículo “Masonry” de The Catholic Encyclopedia, escrita en los Estados Unidos de América de 1905 a 1914. Este artículo, sin dejar de ser crítico con respecto a la masonería, tiene un carácter sereno, mesurado y erudito.
2) Esta oración, gramaticalmente incorrecta, debería ser corregida según la versión latina (que es la versión típica) del Catecismo: “Él nos predestinó para ser hijos adoptivos…” La versión francesa (que es la versión original) dice: “Hacer de nosotros ‘hijos adoptivos por medio de Jesucristo; tal fue el beneplácito de su voluntad,…’”, lo cual es otra forma de corregir el error señalado. La versión portuguesa sufre el mismo error sintáctico que la española. La versión inglesa es gramaticalmente correcta, pero no traduce de un modo muy exacto ni la versión francesa ni la latina en este punto: “Dios nos hizo ‘para ser sus hijos por medio de Jesucristo…’”
15 comentarios
En efecto, la obra que comentas presenta muchas deficiencias. Hay una que es filosófica: la influencia del racionalismo. El racionalismo se filtró en los manuales denominados aristotélico-tomistas del siglo XIX y primera mitad del XX. Gilson clamaba contra esos manuales realizados según la mente de Descartes.
De alguna manera, se llegaba casi a pensar que el acto de fe es la conclusión de un silogismo, y no un don gratuito de Dios. Así, los preámbulos de la fe eran como las premisas y el acto de fe la lógica conclusión. Y el que no llegaba a la conclusión, el incrédulo, lo era por tonto o malvado.
Los argumentos de credibilidad ayudan, facilitan el acto de fe, pero la fe es sobre algo que no se ve, y supone un don gratuito de Dios. Sin negar los preámbulos de la fe, no hay que olvidar la primacía del Misterio. Y así se puede ayudar a quien no ha recibido el don de Dios, pero no se lo puede maltratar, presumiendo que es un estúpido o malvado.
Saludos.
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DIG: Gracias, Martin.
Es verdad que una tendencia cuasi-racionalista se puede apreciar ya en el mismo título del libro: "La religión demostrada". En rigor, la verdad de la religión católica no puede ser demostrada, como un teorema matemático. Pero sí se puede, y es lo que intenta (con más luces que sombras) el autor, demostrar la razonabilidad de la fe católica, es decir mostrar la fuerza racional y la coherencia de sus motivos de credibilidad.
Extraña tanta moderación en un país lacerado por la masonería como es el Uruguay. Y en un continente en el que dos décadas después la masonería derramaría la sangre de innumerables mártires durante la guerra cristera.
Por lo demás, muy flojo el trabajo de Hilaire, muy malo en metafísica.
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DIG:
Desestimar lo que dice la Enciclopedia Católica sobre la masonería por el origen inglés de esa magnífica enciclopedia parece bastante prejuicioso.
Ahora no tengo a mano "La Religión demostrada", pero creo que se podría demostrar fácilmente que incurre en excesos retóricos en este punto. La firmeza en el fondo del asunto no impide usar de cierta suavidad en la forma, que por lo común viene exigida por la caridad cristiana. En eso, como en tantas otras cosas, ha habido una evolución en la historia de la Iglesia, desde el tiempo en que los santos Padres de la Iglesia combatían a los herejes con muy duros epítetos hasta el lenguaje más sobrio y caritativo, pero no menos firme, del Magisterio actual.
Además, sin negar ni el poderío ni la negatividad de la influencia masónica, me parece que debe admitirse que hacia el 1900 en los ambientes católicos (incluso en la Santa Sede) se dio credibilidad a ciertas fantasías exageradas sobre esa institución. De lo contrario sería inexplicable, por ejemplo, el "caso Taxil".
Por último, discrepo con tu valoración de la famosa obra del P. Hillaire, tan ampliamente apreciada por la Iglesia de la primera mitad del siglo XX. Repito que, a mi juicio, tiene más luces que sombras, pero que hoy, tal como está, no es muy útil y habría que reescribirla casi por entero.
"3ª. El hombre necesita de una religión: sólo una religión es buena, y sólo una es verdadera.
4ª. La única religión verdadera es la religión cristiana.
5ª. La religión cristiana no se halla más que en la Iglesia católica.”
Nunca entenderé este afán por denigrar a las otras religiones. Para un cristiano su religión es tan verdadera como para un budista lo es la suya, y punto. Ir más allá de esto son ganas de rizar el rizo y de provocar falsos debates.
Es como si afirmáramos que una cultura o una lengua es más verdadera que cualquier otra de las muchas que hay en el mundo. Creo que nadie mínimamente culto entendería esa afirmación, y en cambio hay muchas personas, y no sólo cristianos, que casi llegarían a una guerra santa para afirmar y defender todo lo contrario.
El mundo siempre ha sido y es muy sorprendente.
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DIG: El texto que citas es del P. Hillaire, no mío. Ya expliqué, en el mismo post, por qué esa forma de expresarse requiere unas cuantas matizaciones para no convertirse en una especie de agresión injusta contra los no católicos.
Dicho esto, paso a contradecir tu tesis principal, que es ni más ni menos que el relativismo o indiferentismo religioso. Es obvio que cada creyente cree que su propia religión es verdadera. Pero dejar el asunto ahí, declarando que todos tienen razón, porque cada uno tiene "su verdad" y todas esas "verdades subjetivas" tienen el mismo valor, no es más que otra forma de decir que la verdad no existe y que, en el fondo, ninguna de esas religiones vale nada.
Si uno no ha perdido completamente el sentido común, tiene que sostener a capa y espada el principio de no-contradicción: no puede ser que algo sea y no sea a la vez y en el mismo sentido. Por lo tanto, no puede ser que todas las religiones, hablando simplemente, sean verdaderas (sin más), porque se contradicen entre sí de muchas maneras.
Un ejemplo entre miles: O existe la "transmigración de las almas" (como creen hinduístas y budistas) o no existe (como creemos los cristianos), porque al final de la vida terrena, que es única, cada uno será juzgado por Dios según sus obras buenas o malas, y recibirá inmediatamente la recompensa o el castigo eterno, o comenzará su purificación en el purgatorio, antesala del cielo. No tiene sentido pensar que los hinduístas se reencarnarán y los cristianos no; por lo demás, si ese absurdo ocurriese, ni el hinduismo ni el cristianismo sostendrían la verdad.
http://www.mercaba.org/LEON%20XIII/leo13-04.htm
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Siempre he tenido, y lo sigo teniendo, un gran respeto por las enseñanzas de la Iglesia. Y por sus dogmas: De los que he de decir que ciertamente son dogmas, más porque son afirmaciones que nadie haya podido rebatir que por lo que de ellos se desprenda un conocimiento en causa dogmático.
Pero decir que Dios, -el Dios que yo conozco- ha creado este Mundo, Universo, Tiempo que pasa. De por sí es no saber ni quién es el Dios Creador; Ni cómo Dios crea. Ni menos, que es lo más triste, es no saber qué es y de qué está formado este Mundo nuestra morada. Para pretender que de Dios pueda crear algo que le niega a sí mismo Sin que en ello medie el efecto de la rebeldía.
Pues una cosa es que del Dios Creador justifique su amor generando continua creación, libre y responsable de ser y estar alabando a su Creador. Y otra cosa es que el Ángel creado se re rebele contra su Creador y de principio a una nueva morada como es este Mundo, Univero, Tiempo que pasa.
Algo que al final Dios cambia conservando lo que es y procede de Él. Y destruyendo lo que en este Mundo asentado procede de su enemigo Satanás.
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DIG: "En el principio creó Dios el cielo y la tierra" (Génesis 1,1). "Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible" (Credo de Nicea). Ésta es la fe cristiana y católica, contra la cual nada pueden las especulaciones gnósticas y maniqueas.
Obviamente, esto no implica creer que Dios es el autor del mal, que no es un ser, sino un desorden, una privación de ser.
- La obra del P. Hillaire me ayudó en determinado momento de mi vida y hoy "se me cae de las manos". Hay un artículo muy bueno del p. Morerod, op sobre cómo debiera ser la apologética hoy, creo que en conoze.com.
- Además de cierta impronta racionalista, el estilo me recuerda más a Manning y Ward que a Newman. Cosa comprensible en ambiente post Vaticano I, en Francia.
Dicho sea de paso, me llama la atención haberme encontrado con con personas que además de subvertir la "jerarquía de las verdades" (Vat. II) se inventan un "superdogma" (Ratzinger), al que defienden con un triunfalismo, y una agresividad, que me recuerda mucho al estilo del P. Hillaire.
- Si quieres descargar el libro gratuitamente -no tiene derechos de autor- puedes buscarlo en scribd.com
- Sobre la masonería: poderosa o débil, real o ficticia, lo que me parece es un hecho es el éxito alcanzado por el ideario masónico, que se ha materializado en numerosas leyes.
Saludos.
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DIG:
1) No sé si entendí lo que quisiste decir, pero por si acaso digo que adherir al Concilio Vaticano II no implica desconocer la jerarquía de las verdades.
2) No sé a qué te refieres al hablar de un "superdogma".
3) ¿Cuál es el libro que me recomiendas descargar?
4) Concuerdo contigo en que la masonería ha tenido mucho éxito. Quizás por eso (es decir, porque ya logró en gran parte lo que quería) esté en un cierto declive. Además, los masones deberían reconocer que el mundo que han construido deja muchísimo que desear, no pese a sus ideales, sino debido a su aplicación.
Espero que, tan fiel al magisterio de los últimos cuarenta años, tengas la misma fidelidad con las condenas que durante dos siglos el magisterio de los Papas ha desarrollado contra la Viuda. Te recuerdo que continúa la sanción de excomunión contra quienes pertenecen a la masonería, conforme dubium resuelto por la CDF durante la gestión del cardenal Ratzinger.
SS León XIII, Humanum Genus
"En el decurso de los siglos, las dos ciudades han luchado, la una contra la otra, con armas tan distintas como los métodos, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la guía y auxilio de la sociedad que llaman de los Masones, por doquier dilatada y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados por Jesucristo, nuestro Salvador".
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DIG: Estoy de acuerdo contigo en que la masonería sigue siendo esencialmente incompatible con la fe católica y en que las sanciones canónicas contra los fieles católicos que ingresan en esa organización secreta son muy justificadas.
"En el principio creó Dios el cielo y la tierra" (Génesis 1,1). "Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible" (Credo de Nicea). Ésta es la fe cristiana y católica, contra la cual nada pueden las especulaciones gnósticas y maniqueas
-Déjate de salidas por la tangente si no llegas a comprender. Que el Concilio de Nicea está muy lejos y desde entonce hasta hoy la fe cristiana ha crecido mucho en gracia y sabiduría de lo que es el Cielo de Dios y la Tierra de los hombres.
Y por lo que respecta a especulaciones maniqueas, si no entiendes esto menos entenderás los dichos y errores panteíticos de Mani.
Obviamente, esto no implica creer que Dios es el autor del mal, que no es un ser, sino un desorden, una privación de ser.
01/09/10 11:02 AM
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-Así que, el mal personificado en el Demonio no es un ser, Sino un desorden.
¿Y quién, en grado y manera de condición y categoría desordena este desorden hasta "el no ser"? Te ha faltado decir: como absoluto o relativo.
¡Estamos apañados con estos teólogos con tan demasiada vieja cultura y tan poco nuevo conpromiso revelado!
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DIG:
1) Trato siempre de responder sin rodeos a las dificultades que se me plantean.
2) El Concilio de Nicea está muy lejos en el tiempo, pero sigue siendo un dogma de la fe católica. Dios ha creado no sólo el cielo, sino también la tierra. ¿Tú crees o no crees esto? ¿Crees o no crees en el Símbolo de Nicea? Por favor responde tú también sin rodeos.
3) El mal no es una sustancia, por lo tanto tampoco una persona. Los demonios son ángeles que fueron creados buenos por Dios y por su culpa se hicieron malos. Por lo tanto, su naturaleza creada por Dios es buena. Son ontológicamente buenos (como todo ente existente) y moralmente malos. Ésa es obviamente la doctrina católica. ¿La has estudiado? ¿Cuáles son tus "credenciales" en teología?
1) Digo que he leído a lectores de estos foros hablar del Vaticano II subvirtiendo la jerarquía de verdades, haciendo apologética triunfalista del post-concilio, con tono dogmatizante y a veces agresivo. Deficiencias análogas a las de la obra de Hillaire, pero en pleno siglo XXI y en un contexto de mayor precisión en eso que denominan "epistemología teológica", como parte de la "Teología Fundamental".
2) A lo que quiso decir el Card. Ratzinger en su conferencia en Chile: infalibilizar indebidamente actos del magisterio que no lo son.
3) Si te interesa, en formato digital, “La religión demostrada” de Hillaire, está disponible en scribd. Los derechos de autor están vencidos, casi con seguridad.
4) De acuerdo.
Saludos.
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DIG: Gracias, Martin. Buscaré el libro en scribd.
En cuanto al Concilio Vaticano II, lo que he sostenido y sostengo es que debe ser aceptado y valorado con el aprecio que le corresponde en cuanto expresión privilegiada del Magisterio de la Iglesia. Me opongo a quienes lo rechazan y a quienes, sin rechazarlo, lo desprecian.
En cuanto a las diversas calificaciones teológicas de las doctrinas del Magisterio, es clarísimo que es deber de todo fiel católico adherirse (aunque en modos y a títulos diversos) no sólo a los dogmas de fe, sino también a las enseñanzas definitivas no dogmáticas y a las enseñanzas no definitivas o reformables del Magisterio. Eso está bien explicado en el motu proprio "Ad tuendam fidem" de Juan Pablo II, al cual ya hice alusión en otra ocasión. Sin duda Benedicto XVI concuerda con lo dicho allí.
La verdad de la religión no es algo demostrable o rebatible como puede ser la verdad de la ciencia, porque en ese caso está claro que hay grandes contradicciones entre lo que afirman las múltiples religiones que hay en este mundo.
Lo que yo afirmaba precisamente es que la forma de proclamar y vivir la verdad en cada religión hace inútil cualquier esfuerzo por demostrar que sólo haya una religión verdadera ya que como no podía ser de otra manera para cada creyente la suya es la verdadera, y eso es lo único que importa y lo que se debe respetar siempre.
Y nuestra cultura occidental-católica ha padecido de graves deficiencias en este terreno dela acercamiento respetuoso a la diversidad religiosa, y nada más por mi parte.
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DIG: Estimado Jordi:
Jesucristo resucitado manda a sus discípulos ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a todos los pueblos. ¿Es eso un "proselitismo" irrespetuoso de las otras religiones y culturas? ¿O es simplemente fe cristiana auténtica, firme convicción de que en verdad Jesucristo es el Logos hecho carne, el Camino, la Verdad y la Vida? No "un" Camino (eso los hinduistas lo podrían aceptar sin mayores dificultades) sino "el" Camino. El mismo Jesús ha dicho: "Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". "Nadie va al Padre si no es por mí". Y el prólogo de Juan dice: "A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, Él lo ha manifestado". ¿Se toma realmente en serio esta fe cristiana cuando se acepta que todas las religiones son caminos igualmente válidos para llegar a Dios?
Por otra parte, la Sagrada Escritura nos manda a todos los cristianos estar siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza (cf. 1 Pedro 3,15; el texto que da el nombre a este blog).
Daniel, la "Tuendam Fidem" no dice eso; en ningún momento habla de enseñanzas "reformables" y tampoco habla de enseñanzas "no definitivas"
Habla de algo muy distinto: "doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo".
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DIG: Son expresiones equivalentes. Y lo importante aquí es que el fiel católico debe adherirse a las tres clases de enseñanzas del Magisterio, no sólo a la primera (los dogmas).
A la jerarquía de las verdades se corresponde una gradación en las censuras teológicas, y si la conducta es externa, en los eventuales delitos canónicos. Eso no se debe subvertir con la "buena intención" de "hacer apologética"; porque es un desorden; y porque resulta contraproducente.
Diálogo con una señora muy tradicionalista, lectora del P. Hillaire, y de obras de ese estilo:
- Los ortodoxos no creen en la presencia real.
- Mire, me parece que no es así, antes de afirmarlo habría que indagar…
- No creen en la presencia real, porque no hablan de “transubstanciación”.
- Que no usen la palabra “transubstanciación”, ni la explicación metafísica tomista, no quiere decir que no crean en la transubstanciación; lo que ocurre es que ellos tienen modos de expresión más antiguos.
- Si no hablan de transubstanciación, es que no creen en la presencia real; además de cismáticos, son herejes.
Vuelvo a insistir en un punto inicial: el estilo Hillaire está vigente en ciertos modos de hacer apologética. Es un mismo el objeto formal (neo-ultramontano) pero otro el objeto material.
Saludos.
PS: Si una persona dice que el cristiano en su obediencia a las órdenes del Papa no tiene que usar su conciencia, perdonarás la expresión pero "hace pelota" los preámbulos de la fe. Si una persona cree que al Papa se le obedece como el samurai al shogun, "hace pelota" los preámbulos de la fe. Que la fe sea supraracional no la hace irracional; y que la autoridad del Romano Pontífice sea participación de la autoridad de Cristo, no la vuelve participación irracional y caprichosa, etc.
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DIG: Estimado Martin: El motu proprio Ad tuendam fidem habla de tres clases de doctrinas católicas. Por supuesto, existe entre ellas una jerarquía y, como dije antes, el fiel católico debe adherirse a las tres a títulos y en grados diversos. Pero lo que me interesaba destacar es que debe adherirse a todas las doctrinas católicas, también las de "tercera clase", por así decir.
Nada de lo que dices luego sobre ese supuesto "neo-ultramontanismo" se me aplica, porque yo no sostuve nada parecido a lo que tú criticas. Por lo demás, dudo mucho que en el ámbito teológico serio (no digo a nivel de fieles con poca formación doctrinal) exista algo que pueda llamarse con justicia "neo-ultramontanismo".
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