Los libros deuterocanónicos de la Biblia
Contrariamente a lo que sostienen muchos protestantes fundamentalistas, la Iglesia Católica no agregó ningún libro al Antiguo Testamento. Antes de Cristo hubo dos versiones del canon del Antiguo Testamento: una corta (la de los judíos palestinenses) y una larga (la de los judíos alejandrinos y helenistas). La versión larga incluía siete libros más que la corta: Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, 1 Macabeos y 2 Macabeos. También incluía algunas adiciones a los libros de Ester y Daniel. Hay indicios de que los judíos palestinenses también apreciaban y usaban esos libros, aunque no los admitían como canónicos.
Después de Cristo los judíos, al cabo de un cierto proceso, abandonaron el canon alejandrino y mantuvieron sólo el canon palestinense, el mismo de la Biblia hebrea actual. Sin embargo, la Iglesia primitiva utilizó sobre todo la “Biblia de los LXX”, la más antigua versión del Antiguo Testamento en griego (compuesta en Alejandría en los siglos III, II y I antes de Cristo), que incluía los siete libros enumerados. El Nuevo Testamento contiene unas 300 citas de la “Biblia de los LXX”. Muy pronto los cristianos se dieron cuenta de que la Iglesia tenía autoridad para determinar el canon de la Biblia, independientemente de Israel.
Durante siglos hubo algunas discusiones dentro de la Iglesia Católica sobre la autenticidad de esos siete libros, que a partir de cierto momento fueron llamados “deuterocanónicos”, para distinguirlos de los demás libros de la Biblia, llamados “protocanónicos”. Por ejemplo, San Agustín se pronunció a favor de la canonicidad de los deuterocanónicos, mientras que San Jerónimo mantuvo una actitud reticente y algo contradictoria hacia ellos. Aunque ya en torno al año 400 varios documentos papales y sínodos se habían pronunciado a favor de la canonicidad de los deuterocanónicos, las discusiones prosiguieron (en parte debido a la opinión de San Jerónimo), a pesar de lo cual a lo largo de los siglos una mayoría cada vez más grande de los cristianos los consideró como canónicos. Finalmente, la cuestión fue resuelta de un modo explícito y autorizado, a favor de la canonicidad, en los Concilios Ecuménicos de Florencia (1442) y de Trento (1546).
En el siglo XVI, Lutero (sin autoridad para ello) quitó esos escritos del canon de la Biblia, en el ámbito protestante. Por lo tanto, ocurrió lo contrario de lo que afirman los protestantes fundamentalistas: los protestantes quitaron siete libros de la Biblia, los deuterocánicos. Para los católicos todos los libros de la Biblia son igualmente canónicos.
Por otra parte, se puede decir que la Iglesia Católica sí agregó unos cuantos libros a la Biblia, pero no en el Antiguo Testamento, sino en el Nuevo Testamento. En verdad todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos por miembros de la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo.
Lutero, a su vez, estableció un falso “canon dentro del canon” al convertir su herética doctrina de la justificación por la sola fe en la vara con la que se deberían medir todas las enseñanzas del texto de la Biblia, recibido por los protestantes de la misma Iglesia Católica. Así Lutero se sintió tentado de quitar del canon bíblico también la carta de Santiago (contraria a su teología personal de la “sola fe”), la carta a los Hebreos, la carta de Judas e incluso el libro del Apocalipsis, pero al final se conformó con considerarlos “menos inspirados” (!?). Sin embargo, para un texto bíblico dado sólo caben dos posibilidades: o está inspirado por Dios o no está inspirado por Dios. No puede estar “medio inspirado”, por la misma razón que una mujer no puede estar medio embarazada.
Daniel Iglesias Grèzes
Notas:
1) Este artículo es una versión corregida y aumentada de un mensaje enviado al Foro de Religión de Starmedia el día 18/01/2002.
2) Agradezco los valiosos aportes de Mons. Dr. Miguel Antonio Barriola para este artículo.
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6 comentarios
Su ritmo de publicación y la densidad del contenido hacen que sea necesario "rumiar" cada artículo. Enhorabuena.
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DIG: Muchas gracias, Tineo. Es muy consolador enterarme de que mis escritos hacen algún bien a algunos de sus lectores.
Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, «El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia cristiana» (24 de mayo de 2001), n. 16:
Hay diferencias entre el canon judío de las Escrituras [30] y el canon cristiano del Antiguo Testamento.[31] Para explicar esas diferencias, se admitía generalmente que al principio de la era cristiana, existían dos cánones en el judaísmo: un canon palestino en hebreo, el único que más tarde fue retenido por los judíos, y un canon alejandrino en griego, más extenso (se le da el nombre de «los Setenta»), que fue adoptado por los cristianos.
Investigaciones y descubrimientos recientes han puesto en duda dicha opinión. Ahora parece más probable que en la época del nacimiento del cristianismo las colecciones de los libros de la Ley y los Profetas estaban cerradas en una forma textual sustancialmente idéntica a la de nuestro Antiguo Testamento actual. La colección de los «Escritos», por su parte, no estaba tan bien definida, ni en Palestina ni en la diáspora judía, ni en cuanto al número de los libros ni en cuanto a la forma de su texto. A finales del siglo I, parece que entre 22 y 24 libros habían sido generalmente acogidos por los judíos como sagrados,[32] pero sólo mucho más tarde la lista pasó a ser exclusiva.[33] Cuando se fijaron los límites del canon hebreo, los libros deuterocanónicos no fueron incluidos en él.
Muchos de los libros que formaban parte del mal definido tercer grupo de textos religiosos, fueron leídos regularmente por comunidades judías a lo largo de los primeros siglos después de Jesucristo. Fueron traducidos al griego y circularon entre los judíos helenizados, tanto en Palestina como en la diáspora.
NOTAS
[30] Los judíos cuentan 24 libros en su Biblia, a la que llaman Tanak, palabra formada con las iniciales de “Tôrah”, «Ley», “Nebiîm”, «Profetas», y “Ketubîm”, otros «Escritos». La cifra de 24 queda frecuentemente reducida a 22, número de las letras del alfabeto hebreo. En el canon cristiano, esos 24 ó 22 libros corresponden a los 39, llamados protocanónicos. La diferencia se explica por el hecho de que los judíos consideran como un solo libro bloques de escritos que en el canon cristiano figuran como libros distintos: por ejemplo, los escritos de los doce Profetas menores.
[31] La Iglesia católica cuenta 46 libros en su canon del Antiguo Testamento, 39 protocanónicos y 7 deuterocanónicos, llamados así porque los primeros fueron aceptados en el canon sin grandes debates o sin ningún debate, mientras que los segundos (Sirácida, Baruc, Tobías, Judit, Sabiduría, 1 y 2 Macabeos y ciertas partes de Ester y de Daniel) no fueron definitivamente aceptados más que después de varios siglos de hesitación (por parte de ciertos Padres de la Iglesia oriental así como de Jerónimo). Las Iglesias de la Reforma los llaman apócrifos.
[32] En su “Contra Apión” (1.8), escrito entre 93 y 95, Josefo se acerca mucho a la idea de un canon de las Escrituras, pero su vaga referencia a unos libros a los que todavía no se ha puesto nombre (designados más tarde como «Escritos») permite ver cómo el judaísmo no había llegado todavía al estadio de una colección de libros claramente definida.
[33] La que suele llamarse Asamblea de Yamnia tuvo más bien el carácter de una escuela o una academia, instalada en Yamnia entre los años 75 y 117. No consta que tomaran la decisión de establecer una lista de libros. Hay motivos para pensar que el canon de las Escrituras judías no fue fijado de manera rígida antes del final del siglo II. Las discusiones de escuela a propósito del estatuto de algunos libros se prolongaron hasta el siglo III.
17. Los primeros cristianos eran en su mayor parte judíos de Palestina, «hebreos» o «helenistas» (cf. Hch 6,1): sus puntos de vista sobre de la Escritura reflejarían los de su entorno, pero estamos mal informados a este respecto. Más adelante, los escritos del Nuevo Testamento demuestran que entre las comunidades cristianas circulaba una literatura sagrada más extensa que el canon hebreo. Tomados globalmente, los autores del Nuevo Testamento muestran un conocimiento de los libros deuterocanónicos y de algunos no canónicos, pues el número de libros citados en el Nuevo Testamento sobrepasa no sólo el del canon hebreo, sino también el que se conjetura como canon alejandrino.[34] Cuando el cristianismo se propagó por el mundo helenístico, continuó utilizando los libros sagrados que había recibido del judaísmo helenizado.[35] Sabemos que los cristianos de expresión griega recibieron de los judíos las Escrituras bajo la forma de los Setenta, pero no conocemos con precisión dicha forma, pues los Setenta nos han llegado en manuscritos cristianos. Parece que la Iglesia recibió un conjunto de Escrituras sagradas, que en el interior del judaísmo llevaban camino de convertirse en canónicas. Cuando el judaísmo decidió cerrar su propio canon, la Iglesia cristiana ya era suficientemente autónoma en relación con el judaísmo como para no sentirse inmediatamente afectada por ello. Sólo en una época posterior el canon hebreo ya cerrado empezó a ejercitar alguna influencia sobre la opinión de los cristianos.
NOTAS
[34] Si la Iglesia primitiva hubiera recibido de Alejandría un canon cerrado o una lista cerrada, sería de esperar que los manuscritos de los Setenta todavía existentes y las listas cristianas de libros del Antiguo Testamento tendrían todos una extensión virtualmente idéntica a ese canon. Pero ese no es el caso. Las listas veterotestamentarias de los Padres de la Iglesia y de los primeros concilios no manifiestan ese tipo de unanimidad. No son pues los judíos en Alejandría los que han establecido un canon exclusivo de las Escrituras, sino la Iglesia a partir de los Setenta.
[35] Estos libros no comprendían sólo escritos originariamente compuestos en hebreo y traducidos al griego, sino también escritos compuestos directamente en griego.
FUENTE
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/pcb_documents/rc_con_cfaith_doc_20020212_popolo-ebraico_sp.html
Muchas gracias por su interesante aporte.
Lo que dice mi artículo sobre los dos cánones del AT antes de Cristo es lo que hasta hace poco se consideraba más probable y que el reciente documento de la PCB que usted cita considera hoy dudoso y menos probable.
De todos modos, la posibilidad hoy revalorada (que antes de Cristo existiera sólo el "canon largo" o alejandrino) es todavía más favorable para la tesis central de mi artículo, la que más me interesa defender. Así que en lo esencial mi tesis (que no es mía, sino la tesis católica) sigue en pie, con mayor razón aún.
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DIG: Estimado Pioquinto: Además de los siete libros del Antiguo Testamento que enumeré en mi escrito, los textos deuterocanónicos de la Biblia incluyen algunos fragmentos de los libros de Daniel y de Ester. La historia de la relación de esos fragmentos deuterocanónicos con el canon bíblico es muy semejante a la de los siete libros deuterocanónicos. Antes de Cristo formaban parte de la Biblia de los LXX, usada por la Iglesia primitiva. Después de Cristo los rabinos judíos los excluyeron del canon de la Biblia hebrea. A principios del siglo XVI Lutero los excluyó del canon protestante de la Biblia.
Se me ocurre que si antes no hubo dos versiones del canon es, si acaso, porque no hubo ninguna. De hecho, hasta Jamnia no se cerró el canon palestinense.
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