Quien al cielo escupe…
Hay que calcular muy bien incluso hacia donde se escupe, ya que el resultado puede ser, si no peligroso, por lo menos molesto. Como para los hombres orinar al aire libre contra el viento.
Por desgracia en la vida pública la gran mayoría de las cosas se hacen al aire libre y si no, recordemos lo del Evangelio: “Nada quedará oculto y todo se pondrá de manifiesto”. Y no solo Dios lo ve todo, hoy día a través de tanto medio y periodismo de investigación a cada cerdo le llega su San Martín, a veces con noticias falsas, no somos tan incautos de creerlo todo; pero bueno calumniar o mentir es dejar la semillita de la duda puesta ahí, generalmente en buen terreno abonado, y como quien a hierro mata a hierro muere, pues hay que andar con cuatro ojos antes de mear y de escupir.
La psicología, la de ayer y la de hoy necesitan conocer profundamente el hecho religioso en el que se basa nuestra moral cultural y la ética del día a día antes de dictaminar esto o aquello. Nada existe por generación espontanea, aunque la incultura de la mayoría de políticos y pseudo moralistas así lo crea.
La Iglesia por lo menos en Cataluña y en especial en Barcelona por demasiado abierta y acogedora ha disimulado mirando hacia otro lado cuando se han presentado dificultades, problemas o casos raros o fuera de lo normal sin dejar señales de ruta para que la pobre gente de buena fe se pudiera redirigir. Los políticos con miedo a que la Iglesia fuera demasiado benévola han tenido que salir corriendo para ser ellos aún mejores y abrir puertas y portillos para que todo sea lícito y bueno sin darse cuenta de que por la vía más rápida los cimientos han de estar más fuertes de lo normal. Ejemplo tenemos del AVE, ¡que vaya tardanza en avanzar el pobre!
Querer conectar los deseos subjetivos y alocados de una juventud que son promesa de voto y la realidad de la cultura y la tradición hace descarrilar el tren. Nuestra estructura española, cultural, política y religiosa no está para poder aguantar los caprichos e improvisaciones de cada uno y según haya pasado la noche con mejor o peor humor y ánimo.
Vayamos al Evangelio una vez más, pero es que quien pone la mano en el arado no puede mirar hacia atrás y muy poco, solo muy poco a los lados, sino, está labrando torcido. Y en esas estamos. Mirando hacia todas partes menos hacia delante, al futuro que nos exige un bien común cimentado en la verdad y no en el capricho. En la verdad objetiva de una sociedad que sufre en su inmensa mayoría por culpa de unos y de otros.
El juego del divide y vencerás, señores, ya llega a su fin. Nadie está tan bien sentado. Nadie lo está. Nadie puede pretender permanecer ahí sentadito y feliz y además pensando que lo hace bien.
Se está escupiendo por parte de todas las jerarquías posibles a la integridad de la familia, del individuo, del amor, de la economía, de la libertad más ínfima. Y eso no va a quedar impune de ninguna manera, de hecho ya no lo está. La gente por más buena que parezca de tonta no tiene un pelo. Por favor vengan a las Ramblas y vean y escuchen, estén con el autentico pueblo, con la gente de a pie. Con gusto los invitamos a tomar un café y a observar, no estamos lejos ni de la Plaça de Sant Jaume, ni del carrer del Bisbe, ni siquiera de la Delegación del Gobierno. Tampoco estamos lejos de la Universidad Central, del Seminario Conciliar y de varias sedes culturales.
Pero dejen de burlarse unos de otros, de querer aparentar ser mejores que los demás. Todos sabemos que no lo son y que quien no cojea de un lado cojea del otro o tiene que ir con dos muletas o los se las dan de más chulos en silla de ruedas, empujado por otros o eléctrica con una mayor aparente autonomía.
Por favor dejen de dar con la puerta en las narices a quienes intentamos dar alguna pista u opinión desde la calle, desde la realidad cotidiana. Salgan de sus despachos bien alfombrados donde reciben las visitas desde el otro lado de la mesa de casi de un metro y medio de ancha, suficiente separación que impone sino respeto si ganas de salir corriendo, o de unos sillones en los que cada uno de los grandes jefes de nuestra sociedad tiene ya el culo bien marcado y el visitante se sienta tan incomodo que no sabe cómo ponerse para poder articular sin molestia tres palabras seguidas.
Por favor dejen de escupir a nuestra historia y tradición, a nuestro pasado y a nuestra religión y moral. Dejen de escupir hacia al cielo, porque quien lo hace en la cara le cae.
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