Aliviar la miseria
“Aliviar” es aligerar, quitar parte del peso que carga sobre alguien. En la “Declaración ante la crisis moral y económica”, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española; es decir, todos los Obispos de España, anima a seguir haciendo lo que la Iglesia, en la medida en que le resulta posible, ya hace: “aliviar la miseria”. Ojalá pudiese suprimirla del todo, pero, como no puede hacerlo, al menos se empeña en mitigarla.
Para cualquier persona que esté en contacto con la acción pastoral de las parroquias, este empeño resulta evidente. Ahora mismo tengo delante de mí el resumen de las cuentas de gestión de 2008, de mi parroquia, y compruebo que, en el apartado de gastos, la partida mayor ha sido destinada a cáritas parroquial.

En algunas ocasiones, durante el pontificado de Juan Pablo II, he podido estar presente en
“Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas” (Sal 97). La Divina Liturgia es alabanza y acción de gracias a Dios por todo lo que ha hecho de bueno, de bello y de justo. La creación participa de su bondad y de su belleza: “Y vio Dios que era bueno”, muy bueno, todo lo que había creado, nos dice el Génesis.






