Creer, ¿a pesar de la Iglesia?
Creer, creer, lo que se dice “creer”, se cree en Dios, Padre, Hijo, y Espíritu Santo. “Credo in Deum”. No creemos “en” la Iglesia (“in Ecclesiam”; aunque sí “in Ecclesia”), creemos sólo “la Iglesia”, sin la preposición de acusativo.
Pero nuestra fe en la Iglesia deriva de nuestra fe en Dios. Y no sólo eso, sino que la misma Iglesia es un motivo que ayuda a creer. No es “el” motivo de la fe – éste es únicamente la autoridad de Dios que se revela; es decir, la Verdad, la Bondad y la Belleza que es Dios en sí mismo - , pero sí es “un” motivo de la fe; una razón más, aunque subsidiaria, que ayuda a ver la racionabilidad de creer “en” Dios y de creer “a” Dios.
Para creer responsablemente necesitamos razones que muestren que ese asentimiento a lo que Dios nos dice no es un salto en el vacío ni un movimiento ciego del alma. Dios nos ha creado inteligentes y libres y nuestra respuesta a la revelación divina ha de ser, en consecuencia, inteligente y libre.