22.01.10

Una mirada de ira

Lo hemos leído hace poco: “Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación…”, dice el evangelista San Marcos, refiriéndose a Jesús (Mc 3, 5). El Señor se entristece y se indigna por la actitud hipócrita de fariseos y herodianos. Porque ambas cosas, tristeza y enojo, causa esa pasión del alma que llamamos “ira”.

La ira de Jesús es expresión humana de la ira, o de la cólera, de Dios, ya que “todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (Catecismo 468). Que Jesús, perfecto hombre y hombre perfecto, es “apasionado” es indudable. La pasión más fundamental es el amor, que causa el deseo del bien y la esperanza de obtenerlo. En cambio, la aprehensión del mal causa la ira. Somos, todos, razón y pasión, voluntad y afectos, sensibilidad y espíritu.

Leer más... »

20.01.10

Nadie sabe su lengua

He estado, en ese rato de relativa intimidad que sucede al almuerzo, acompañado por el runrún lejano de la televisión - con sus noticias, sus tragedias, sus frivolidades - , repasando un manual de Homilética: Francisco Javier Calvo Guinda, “Homilética” (BAC Manuales 29), Madrid 2006.

Me he dirigido al capítulo IX de ese libro, que trata sobre el lenguaje. Y ahí, apenas empezar, el premio. Una cita de Sertillanges – un dominico ilustre - . Decía el sabio tomista: “El orador cristiano debe conocer su lengua en el grado en que es posible por ser una cosa que huye a medida que se coge y que, además, es variable. Hablando en términos generales, nadie sabe su lengua; pero se la puede ignorar más o menos, y un apóstol debe estar en esta materia a la altura de las gentes elevadas y distinguidas aun entre los oradores y los escritores. Sin esto, rebaja la palabra de Dios y, además, se priva de un elemento esencial de cultura general y, por consiguiente, de un medio de acción y de expresión”.

Leer más... »

18.01.10

Incienso

El incienso es un producto natural de algunos árboles, originarios de Arabia, de la India y de África. Esa especie de resina, al arder, despide buen olor, y por esa razón se quema en las celebraciones religiosas.

Recuerdo que un exorcista de Roma, el P. Amorth, contaba en uno de sus libros – “Relatos de un exorcista”, o un título similar - que los demonios aborrecen el incienso y, añadía, también el agua bendita, la música de órgano y el canto gregoriano. Un amigo mío sintetizaba esas antipatías infernales con una sentencia, a su juicio, inapelable: “Convéncete – aseveraba – los demonios odian lo mismo que odian los progres”. No creo que sea para tanto, pero… lo decía él, no yo.

Leer más... »

17.01.10

Cuatro preguntas sobre la fe

Lo he preparado para unos alumnos, a modo de síntesis. Pero lo cuelgo en el blog por si a alguien le sirve:

1. ¿La fe es obra de la gracia?

“Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y ‘concede a todos gusto en aceptar y creer la verdad’ ” (DV 5).

1.1. Tesis: La respuesta del hombre a la revelación divina es, ella misma, un don que proviene de Dios. El acto de fe es posible solamente si la inteligencia y el corazón del creyente son movidos interiormente por la gracia divina.

1.2. Biblia. El origen sobrenatural de la fe está implícitamente indicado en gran número de textos bíblicos:
Mt 16, 17
Jn 6, 44
Jn 15, 15
Hch 16, 14
2 Cor 3, 5
Ef 2, 8

Leer más... »

16.01.10

La pillería de Jesús

Hay un pasaje evangélico que, cada vez que lo leo, me hace reír. Lo encontramos en Mateo 21, 23-27 (y en los textos paralelos). Jesús enseña en el Templo y se acercan los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo para “entrevistarlo”: “¿Con qué potestad haces estas cosas?”. Jesús, como buen gallego – quiero decir galileo – responde con otra pregunta: “si me la contestáis, entonces yo os diré con qué potestad hago estas cosas”.

No les convenía a sus “entrevistadores” responder nada: “No lo sabemos”. Y Jesús, con pillería, les dijo: “Pues tampoco yo os digo con qué potestad hago estas cosas”. El Señor da ejemplo, en primera persona, de lo que Él mismo recomienda a los suyos: “os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed sagaces como las serpientes y sencillos como las palomas” (Mt 10,16).

Leer más... »