Ordenación de diáconos
Para los que van a ser sacerdotes, el Diaconado no es el “paso final”, ya que queda aún el Presbiterado. Pero psicológicamente, sí lo es. Es verdad que existen “órdenes menores”, ahora llamadas “ministerios”, y que el camino hacia el presbiterado está pedagógicamente jalonado por pasos sucesivos: el Rito de Admisión, el Lectorado y el Acolitado, todo ello antes del Diaconado.
Pero el Diaconado es otra cosa. Es un ministerio ordenado. Uno de los tres grados del sacramento del Orden. El candidato a la ordenación llega a la Catedral vestido ya con traje eclesiástico – quizá por primera vez en su vida - ; normalmente, al menos entre nosotros, con el clergyman. Ayer, dos de mis alumnos, se presentaban así. De golpe, de verlos con traje civil, aparecen ante todos vestidos de sacerdotes.
En la celebración se les imponen las dalmáticas, las vestiduras propias de su grado. En la Liturgia, los diáconos ocupan un lugar muy próximo al Obispo, al que han de auxiliar en la Misa y, también, en otras funciones pastorales. Las dalmáticas son aun más aparentes que las casullas. Se llevan por encima del alba y sobre una estola que se coloca sobre el hombro izquierdo y que no cae a ambos lados del pecho, sino que se anuda a la altura de la cintura en la parte derecha del tronco. Normalmente, suelen hacer juego con la casulla que lleva el Obispo.