30.05.10

Tardes de domingo

Los demás días son, más o menos, iguales. En el domingo, de algún modo, se interrumpe el tiempo. No es mala cosa esa ruptura, esa pausa. Los días son, todos, para Dios, pero que un día nos recuerde esta primacía de lo divino es un recuerdo pertinente.

Hay domingos y domingos. Domingos de soledad y de compañía. De gozo y de ausencia de gozo. Pero no es, ni siquiera en el aspecto “humano, demasiado humano”, un día triste.

Antes, en esos “antes” que nuestras biografías pueden marcar, no siempre he anhelado los domingos, al menos no sus tardes. Ahora sí. En una búsqueda de lo esencial de la vida, veo que quedan pocas cosas de las que no se pueda prescindir: Mientras dure, la propia familia y, más allá de toda humana “duración”, está el que era, es y será.

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29.05.10

Mayo en el blog: Yo te saludo, María

Un texto difícil el que presento hoy. Difícil no porque su intelección sea complicada, sino porque revela sufrimiento y dolor. Una realidad, plenamente humana, pero de la que tendemos a huir. Una realidad, en todo caso, asumida y redimida por Jesucristo. La vida de fe no se edifica sobre la nada; se construye sobre lo que somos y permite el salto a lo que aún no somos, pero llegaremos a ser, si correspondemos a la gracia. En el texto se relata una historia interior, poblada de fantasmas, como pobladas de fantasmas están nuestras torres más propias. Pero es también una historia liberadora, exorcizadora, que atestigua el poder sanador de la fe. Y la compañía, silente tantas veces, de Nuestra Señora. Debemos el texto a Eduardo.

YO TE SALUDO, MARÍA

(escrito por Eduardo)

Para todo católico la Virgen María es, ante todo, Madre. Y es a través de la experiencia de haber sido amados por la madre de cada uno de nosotros como la Madre Universal se nos aparece con mayor claridad en nuestros corazones. Para mi desgracia, aquella primera vivencia de lo maternal no fue todo lo ejemplar que hubiera deseado. No es lugar para hablar de ello aquí, pero lo que quisiera destacar es que, aun cuando mi experiencia como hijo de mi madre fue demasiado compleja y teñida de claroscuros, siempre tuve la añoranza de una madre inequívocamente buena; en mi corazón estaba inscrito, por así decir, mi necesidad de la Madre Universal, la llena de gracia, María.

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Profesar, conocer, adorar

Homilía para la Solemnidad de la Santísima Trinidad (Ciclo C)

En la oración colecta de la Misa de la solemnidad de la Santísima Trinidad pedimos a Dios “profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su Unidad todopoderosa”.

Profesar la fe verdadera es confesarla, dejando que la palabra externa signifique lo que concibe la mente. En el Bautismo, se invita al que va a ser bautizado, o a sus padres y padrinos, a confesar la fe de la Iglesia. En el centro de esta confesión está el misterio de Dios: “La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima Trinidad”, decía San Cesáreo de Arles. Y San Gregorio Nacianceno, al instruir a los catecúmenos de Constantinopla, afirmaba, sobre la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo: “Os la doy [esta profesión] como compañera y patrona de toda vuestra vida”.

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28.05.10

Mayo en el blog: La angustia del maestresala

La escena de Caná de Galilea es, ciertamente, sorprendente. Norberto, en esta aportación, construye una especie de novela histórica. La perspectiva se desplaza hacia quien menos podríamos sospechar: el maestresala. Pero, enseguida, irrumpe la figura de María y, con Ella, la de Jesús. Me he tomado la libertad de escoger el título.

La angustia del maestresala

(escrito por Norberto)

Si hubiera estado en su mano, si de él hubiera dependido, se habría esfumado, desaparecido, pues lo que estaba viendo no le parecía real, no podía contener la rabia, y de buena gana se subiría a un carro de fuego, como su compatriota Elías y desaparecería entre las nubes.

Maestresala, hijo de maestresala, y nieto y biznieto, en su familia sabían, conocían, tenían las dotes de organización de los acontecimientos, que tanto en la población como en la comarca, requerían de su buen hacer, de ahí que los novios recurrieran a sus servicios confiados en que su oficio era irreprochable.

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Mayo en el blog: Novena a Nuestra Señora del Carmen

Hoy me han llegado los primeros ejemplares de esta nueva publicación. Adjunto el texto de la introducción:


INTRODUCCIÓN

En su primera visita a España, en el encuentro con los hombres del mar celebrado en la compostelana Plaza del Obradoiro, el Papa Juan Pablo II se refirió al amor a la Santísima Virgen como “el mejor camino para llegar a Dios, siguiendo el impulso de la brisa favorable que hace avanzar la barca”. “Que la Virgen del Carmen – añadía - , cuyas imágenes se asoman a las rías que hacen la belleza de esta tierra gallega, os acompañe siempre. Sea Ella la estrella que os guíe, la que nunca desaparezca de vuestro horizonte. La que os conduzca a Dios, al puerto seguro” (9 de noviembre de 1982).

El 25 de marzo de 2001, el mismo Papa envió un “Mensaje a la Orden del Carmen con motivo de la dedicación del año 2001 a María”. En ese precioso documento, el Vicario de Cristo sintetizaba los grandes rasgos que caracterizan “la verdadera devoción a María, Estrella del mar y Flor del Carmelo”. Una devoción antigua, que nos remonta al bíblico monte Carmelo, al profeta Elías y a sus discípulos, y a los primeros tiempos del cristianismo.

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